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Una dama para dos

Thriller. Drama La encantadora Gabrielle Deneige (Ludivine Sagnier) vive en Lyon con su madre (Marie Bunel), una librera que ha criado sola a su hija. Gabrielle es la “mujer del tiempo” en una cadena de televisión. Con motivo de la promoción de un nuevo programa, conoce al escritor Charles Saint-Denis (François Berléand), un hombre maduro y casado. Brillante y adulador, seduce a la joven nada más conocerla y se enamora de ella. Pero también Paul ... [+]
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
22 de mayo de 2008
26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chabrol es Chabrol. Y esta película es Chabrol. Sus altas esferas, sus tentaciones y pecados, las costumbres francesas de la Francia más castiza, los líos y las ligas de nylon.

Basado en un hecho real ocurrido a finales del siglo XIX en Manhattan, Chabrol platea la dualidad amorosa (o existencial, porque en el terreno del amor no existe dualidad en el corazón de Ludivine Sagnier) de una mujer joven acosada por dos hombres. Lo cierto es que Chabrol no sabe plantear esa chica partida en dos, y el motivo es que la película se centra en una duda que no existe; en mostrar a una mujer cuya duda no es otra que saber el tiempo meteorológico que hará al día siguiente para no cagarla cuando lo pronostique para televisión.

Si Chabrol hubiera sabido plantear las dudas, esta película hubiera sido mucho más jugosa, porque el resto esta a la altura de lo que se espera de un director con una filmografía envidiable. Todo empieza con un coche BMW y Turandor. A mí ya me basta, se que no es un experimento, sé que voy a ver a Chabrol. Y Chabrol hace desfilar a una jauría de franceses en celo que dan lo mejor. Grandes actuaciones, buena ambientación, bien dirigida, buena música. Como su personaje principal, alter ego del director, Chabrol se muestra exquisito en gustos. Sibarita de las buenas formas, le ha faltado mejorar mucho el alma de la película: el guión.
Chagolate con churros
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1 de junio de 2008
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se debe hablar de anteriores relaciones a la actual pareja, suele traer consecuencias…En mi opinión le falta ahondar más en la bisección de la protagonista cuando su marido no quiere saber nada de ella; no resulta creible que sea una ingenua, pasaría desapercibido si no fuera por el título y la simbología que añade al final con el número de magia. Más que criticar a la clase alta francesa acaba ridiculizándola. No es la mejor película del director, pero resulta interesante.
jet lag
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29 de noviembre de 2008
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje nº 69 del veterano realizador Claude Chabrol (“El bello Sergio”, 1958). El guión, del propio Chabrol y de Cécile Maistre, se inspira en hechos reales sucedidos en NYC en junio de 1926, en los que se basa “La muchacha del trapecio rojo” (Fleischer, 1955). Se rueda en escenarios exteriores y naturales de Lyon (Hotel des Ventes), Ain (Mionnay), Rhone (La maison dans la forêt, Rillieux-la-Pape) y Lisboa y en estudio. Gana el premio de la crítica “Bastone Bianco” (Festival Venecia). Producido por Patrick Godeau (”Borrachera de poder”), se estrena el 8-VIII-2007 (Francia).

La acción dramática tiene lugar en Lyon (Francia), en una vivienda de un lugar aislado y tranquilo de la campiña francesa (Rhone-Alpes) y en Lisboa, en 2006/07. Gabrielle Deniege (Sagnier), joven, atractiva, deslumbrante, hija de madre soltera, trabaja como presentadora del espacio del tiempo de una televisión local (TVL). La pretenden Charles Saint-Denis (Berléand) y Paul Gaudens (Magimel). Charles, casado, de algo más de 0 años, es escritor acreditado, goza de buena posición, es brillante, poco escrupuloso, cínico, adulador de jovencitas y seductor. Paul es joven, rico, caprichoso, envidioso, celoso y desequilibrado.

El film suma drama y thriller. Describe con precisión la psicología de los personajes, que define con atención y riqueza de detalles. El ritmo de la acción, pausado y tranquilo, se enmarca en una buena ambientación, una narración elegante, un pulso sostenido en general. Los diálogos tienen gran importancia: en ellos se apoya en gran medida la construcción de caracteres, constituyen el factor principal de explicación de los hechos y a través de ellos la acción evoluciona y avanza. Se presentan cuidados, bien elaborados y son claros y fluidos. La mayor parte de la acción se desarrolla en espacios interiores dotados de gran luminosidad, perspectivas exteriores a través de grandes cristaleras y decoraciones suntuosas, cómodas y acogedoras.

La idea central del relato es el deseo, que en distinto manera, pero de modo universal afecta a todos los seres humanos y provoca en ellos reacciones interesadas, egoístas, insolidarias y, en ocasiones, rastreras y abusivas. Como es habitual, el realizador critica a la burguesía, que presenta dividida y sometida a tensiones y conflictos interiores. Charles y Paul encarnan dos polos opuestos de la misma, cuyos principales rasgos son la vanidad, el egoísmo, la hipocresía, el arribismo, la doble moral, la ociosidad y el culto a las apariencias. La visión de Chabrol es tan pesimista como lo ha sido siempre: nadie se puede sustraer siempre, del todo y sin excepciones, a la fuerza de los impulsos corruptores del deseo y la codicia.

(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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25 de abril de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claude Chabrol, como ya es habitual en él, da un repaso desde dentro a la burguesía francesa. En esta ocasión, dicha burguesía, utiliza como juguete a una vitalista joven que aspira a huir de la mediocridad del ciudadano medio. Sus ansias de promoción, su alta autoestima y en algunos casos su inocencia la llevan a situaciones limite, y no sólo en el aspecto emocional...

El director transita con tanta seguridad por la historia que puede dar la impresión de que es uno de los protagonistas haciendo examen de conciencia. Porque el antiguo crimen en que está basada sólo es una excusa para hablar de ese mundo que él conoce tan bien y que seguramente le ha dado muchas satisfacciones materiales y pocas espirituales.

A estas alturas es difícil que Chabrol nos sorprenda pues su cine tiene ya un techo difícil de romper. No obstante sus películas siguen siendo de una corrección académica como corresponde a un hombre nacido crítico (Cahiers du Cinema) y de un refinado y malévolo sentido de la realidad.
Sinhué
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23 de julio de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el leve tropiezo que para mí supuso "Borrachera de poder" (homófona a la vez que confusa), Chabrol regresa en mejor forma y con sus constantes intactas:

El trío protagonista va evolucionando del drama pasional a la intriga criminal, como en la época de "Las ciervas" o "La mujer infiel".
Dentro de ese terceto destaca Ludivine Sagnier, basculante entre lo angelical y lo morboso, en la línea de la inolvidable Emmanuelle Béart de "El infierno". Su ocupación televisiva sirve para hacer un retrato avinagrado del mundo de la televisión y sus miserias, como Chabrol ya había hecho en la demoledora "Máscaras".
En un segundo plano encontramos la turbia relación del casi "psicótico" Benoît Magimel con una madre rígida y dominante. Hitchcock siempre está ahí, como lo estaba a este respecto en "Pollo al vinagre" (memorable aquella Stéphane Audran como Sra. Bates francesa).
El repentino giro criminal nos evoca a "La ceremonia", a cuya contundencia no llega sin embargo esta pieza estilosa, de una colorida limpieza bajo cuya superficie se oculta un fondo podrido, falso, infecto (lo que recuerda al contraste entre lo colorista de la forma y lo negruzco del fondo que presidía "La década prodigiosa").

Si Chabrol habla muchas veces de la lucha de clases, aquí habla de la lucha de subclases dentro de una misma clase. Es decir, hurga en la rivalidad y envidia entre distintos tipos de burguesía: la más banal (el niño de papá encarnado por Benoît Magimel), y la más bohemia (el escritor encarnado por François Berléand), categoría que cuenta con el prestigio que da la dedicación al arte. Y no hay cosa más lacerante que sentirte desclasado dentro de tu propia clase como le ocurre a Magimel… también es interesante en cuanto a su personaje ese inicial "bah, me da igual tu pasado", y cómo rápidamente los celos lo van corroyendo a pesar de su inical pasotismo (en realidad autoengaño para mostrar buena cara y así conseguir a esa chica que cree que ama de verdad, y a la que sólo ama por su belleza, su desdén, y sobre todo porque pertenece a quien envidia hasta la rabia).
Ludivine Sagnier es la única con sentimientos francos frente a Berléand, o con sentimientos no podridos frente a Magimel. Pero incluso la pureza de Sagnier termina emponzoñada, a causa de la óptica hostil y misántropa de quienes la juzgan.
No queda apenas lugar para lo compasivo y lo amable: el epílogo "ilusionista", de aire esperanzador, desprende también un aire de melancólica irrealidad por ese tono ilusorio. Y quedan dudas sobre la bondad de los consejos de Mathilda May, que me recuerda a mi añorada y también chabroliana Marie Trintignant.

"Una chica cortada en dos" está perjudicada por elipsis algo tajantes, pero seguramente te guste si te gusta Chabrol.
Sahar
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