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Mañana es vivir

Drama. Romance Primera Guerra Mundial (1914-1918). Elizabeth y John llevan un año casados cuando él decide alistarse voluntario para ir al frente. Al acabar la guerra, Elizabeth recibe la noticia de que su esposo ha fallecido en combate. Sin embargo, John no está muerto. Mutilado y desfigurado, se encuentra en un hospital austriaco donde el doctor Ludwig decide realizarle operaciones, entre ellas, una cirugía estética. A pesar de los consejos del ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
8 de febrero de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ejemplo del equivocado tranquillo consistente en denominar cine negro a lo que escapa a los presupuestos del género; la película no tiene de negro más que el blanco y negro de la fotografía, pero nada de film noir y sí bastante de weepie. Estamos simple y llanamente ante un dramón con tintes folletinescos: emocionante, inverosímil, sentimental…y de perfecta factura, a cargo del irregular Irving Pichel, en cuya irregularidad acaso pese su inclusión en las listas grises que tantas carreras trastocaron. Basado en una historia, cuyo tópico ha sido recurrente en el cine desde “El séptimo cielo” (1927) hasta “Largo domingo de noviazgo” (2004), y cuyo original sí presentaba tintes de thriller, el guión sin embargo se despoja de intriga para realzar la trama melodramática; y he aquí donde reside el acierto de Pichel, en el manejo de un producto que amalgama materiales tan arriesgados como el sentimentalismo, el enredo, lo fantasioso, el efectismo con el cruel telón de fondo de un drama: los destrozos físicos y psicológicos de la guerra. Pichel construye un argumento de valores -hoy trasnochados- sobre el deber, el altruismo, la vergüenza, el dolor y el sacrifico, también sobre el odio y la empatía, con un rodaje sobrio que no abandona el decorado pero con un buen tratamiento de la puesta en escena y una magnifica dirección de actores en la que presumimos que no era fácil combinar dramáticamente una pizpireta como la Colbert con un sátrapa como Welles que lleva de la mano a una niña redicha (magnífica Natalie Wood con siete años).
alvaro
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30 de diciembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es cierto que el argumento tiene trazas argumentales de obras conocidas como refleja la crítica que me precede. Es cierto que adolece de un cierto tono de melodrama, sin prejuiciar, como negativo el término, que tiene obras maestras desde Sirk a Ophuls, y otros grandes nombres y obras. Es cierto que hay que admitir ciertas peculiariades de lo inverosimil para poder disfrutar de su maestría.
Pero una vez aceptadas estas singularidades, si uno está dispuesto a aceptarlas, puede intentar saber por qué la obra le seduce y la coloca muy por encima de otras de similar trama argumental,y sentimental.
Podemos anotar en primer lugar, la fuerte personalidad de Orson Welles que presente en la secuencia o ausente, sustenta la arquitectura del film con una soberbia interpretación que da la talla del que no sólo fue un genio en cuanto a la dirección, sino un brillante y margnífico actor. Su interpretacion "veinte años despues", a "capella" sin nada más que una barba y unas cejas mas pobladas, casi sin apelar al maquillaje (claro que veinte años no es nada como dice el tango), consigue transmitir el paso del tiempo y sus cicatrices en la personalidad de John, y componer el personaje de Kessler con matices expresivos en la interpretación.
Igualmente, y esto entra ya dentro de la pura especulación imaginaria, uno no puede por menos de ver la mano de Welles en algunos fragmentos del guión, apesar del acreditado bien hacer de Lenor Coffee, y en cierta arquitectura del mismo que concuerda con el mundo de Kane, Arkadin y los Ambersons. Igualmente uno no puede por menos de "imaginar" su punto de vista al colocar la cámara en algunos planos y ¿por qué no, en el tópico de la carta a medio quemar con el trineo en el incinerador que lleva inscrito el nombre de "Rosebud". Si C. Colbert solicitó que Welles fuera el actor para el papel de John/Kessler, porque era el más indicado,muestra la sapiencia de la actriz que sabía cómo su personalidad daría la tonalidad a la totalidad dell film.
Todas estas especulaciones son inevitables y se unen a las innumerables que tuvieron que soportar Carol Reed y G. Greene en cuanto a la participación de Welles más allá de su trabajo como actor aunque él siempre las negó.
rocamadur01
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19 de febrero de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las sinuosidades de un argumento con forma de melodrama intenso sirven de base para un interesante guión (L.J. Coffee) gracia al cual I. Pichel puede llenar la pantalla con rasgos de enorme complicidad intimista, satinarla con una gran dosis de emotividad e imprimirle un fluido dinamismo que hace justicia al texto de G. Bristow.
El largometraje denota las formas de un gran narrador y la hondura de un psicólogo certero junto a las habilidades de un experto director cinematográfico que sabe combinar con excelente criterio los estados de ánimo del ser humano y plasmarlos cobre el celuloide con naturalidad.

A veces la huellas del pasado se incrustan con fuerza desmedida en el recuerdo y parece que no hay posibilidad de borrarlas.
Expresado en forma de película, algo tan sencillo se convierte en obra de arte

Magnífica actuación de O. Welles y de C. Colbert pero también del resto del elenco.
ABSENTA
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