Guardians of the Formula

*La Oppenheimer serbia

Desde Filmin se han atrevido a comparar a Los guardianes de la fórmula con una de las mejores cintas del año, la aclamada Oppenheimer de Christopher Nolan. Y es que, salvando las distancias, las dos películas cuentan con varias similitudes que justifican más que de sobra su comparación.

Para empezar, ambas se basan, como material de partida, en un libro, en el caso de Oppenheimer, la biografía del científico, en el caso que nos ocupa, la ya mencionada novela de Goran Milašinović.

Por otro lado, tanto Oppenheimer como Los guardianes de la fórmula cuentan historias reales sobre personas con una relevancia crucial tanto en su época como para el futuro de la ciencia y la medicina. Hablamos, por supuesto, del científico J. Robert Oppenheimer y el desarrollo de bomba atómica y de Georges Mathé (Alexis Manenti) y el primer caso de éxito de un trasplante alogénico de médula ósea en seres humanos no emparentados.

Por una razón u otra, ambas figuras habían caído parcialmente en el olvido en la cultura popular a pesar de su importancia para la historia contemporánea y ambas películas contribuyen a homenajear y dar y conocer su legado más allá de los libros de historia.

Además, los dos filmes toman como referencia a su personaje principal, Oppenheimer y Mathé, y los analiza constantemente a lo largo de su viaje y en la consecución de sus objetivos, despertando distintas emociones y sentimientos como la tensión, el estrés, la ansiedad y los remordimientos o situaciones límite como la obsesión por su trabajo o los conflictos con su vida familiar.

Por último, ambas películas abordan, desde perspectivas distintas, los experimentos nucleares (en este caso desde la perspectiva del profesor Dragoslav Popovic, interpretado por Radivoje Bukvic) y las posiciones ético-morales a favor o en contra del desarrollo de armas de este tipo. En el caso de la cinta de Nolan se ve representado por el propio Oppenheimer años después de los acontecimientos de Hiroshima y Nagasaki y su firme oposición al desarrollo de la bomba de hidrógeno; mientras que Georges Mathé se opone frontalmente al uso del armamento nuclear.

*La tensión y el suspense como base narrativa

Dragan Bjelogrlic propone al espectador una carrera a contrarreloj: cuatro científicos yugoslavos acuden a París desde Belgrado con altos niveles de radiación en su cuerpo tras un experimento fallido en el Instituto Científico Vinca. Sus vidas dependen de un equipo de médicos encabezado por el profesor Georges Mathé, que tendrán que buscar la fórmula para salvarles de lo que parece, a priori, una muerte segura.

La premisa principal de Los guardianes de la fórmula ya carga, de por sí, de tensión y suspense la trama. A ello se le añade la habilidad del director serbio para realzar estos aspectos y provocar un ambiente de angustia y pesimismo. Esto lo consigue a través de una música de tonos graves y profundos, espacios cerrados (el hospital), colores apagados y luz tenue, un gran juego de planos cortos y secuencias crudas y asfixiantes. En este último apartado se pueden destacar las desgarradoras escenas de extracción de médula ósea de los pacientes.

Por otro lado, Los guardianes de la fórmula gira también en torno a la sucesión de acontecimientos que han llevado a los científicos yugoslavos a contaminarse de radiación. A través de un montaje alterno, el director combina escenas del presente y el pasado, desengranando poco a poco el misterio que se esconde detrás del fatal desenlace que les lleva al punto de partida de la película. El juego de ambición y poder político (muy al estilo Oppenheimer) del profesor Popovic y su proyecto secreto acentuarán el ambiente de tensión continua de la película.

*Los personajes y su análisis

Otro de los aciertos de Los guardianes de la fórmula es el desarrollo de ciertos personajes y sus interrelaciones en una situación extrema como la que se vive en la película, que da lugar a multitud de emociones y buenas actuaciones.

En primer lugar, destacamos la actuación de Alexis Manenti como Georges Mathé. Manenti representa a Mathé como a una persona metódica, obsesiva y completamente entregada a la causa que le ocupa una vez decide embarcarse en ella. La cámara le observa y le analiza constantemente a lo largo de la película, mostrándonos a un personaje frío e inexpresivo en su gesto facial (no se le recuerda una sola sonrisa en toda la película) pero, a su vez, tremendamente humano en sus esfuerzos por salvar la vida de sus pacientes.

El personaje de Mathé, además, encarna el debate de los ensayos clínicos y la experimentación en seres humanos, al probar en sus pacientes, como última opción para salvar sus vidas, la técnica del trasplante de médula ósea cuando éste no había funcionado en ratones de laboratorio.

Por otro lado, el personaje de Dragoslav Popovic muestra una marcada evolución en sus convicciones según avanza la película y se suceden distintas escenas del pasado y del presente. En su etapa en el Instituto Científico Vinca se muestra frustrado y obsesionado con lograr el objetivo de su proyecto, con claros ideales comunistas de la época de la Guerra Fría, en la que todo individuo se vaciaba al servicio de la causa mayor del Estado. Una vez en el hospital, los remordimientos, la culpa y el pesimismo provocan que se cuestione todas estas ideas.

En último lugar, Rosa, Zivota y Radojko, los otros tres pacientes y alumnos del profesor Popovic, junto con los donantes de sangre y médula ósea representan, sin duda alguna, la parte más humana del filme. Los tres chicos evocan el miedo, la inocencia, la ternura y los pocos momentos de felicidad durante el tratamiento. Los donantes, por su parte, representan la infinita solidaridad de quienes son capaces de arriesgar su propia vida por la de unos desconocidos, aun a riesgo de que no sobrevivan con tal de darles un último halo de esperanza.
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Escrito por Javier Suárez de la Iglesia