Nikos

Andreas Schnaas, uno de los charcuteros más chapuzas del ultragore alemán, se fue un día de viaje a Nueva York y ya que estaba grabó una película. En ella, Nikos el Empalador, una especie de noble medieval psicópata rumano, vuelve a la vida y se pone a matar gente. Y ya está. Las escenas de las muertes son bastante sangrientas pero muy poco imaginativas, el guión cabe en una tirita de estas de ponerse en las heridillas de roerse los respigones, y el engendro este se hace largo aunque no lo es. La factura técnica del asunto es casi profesional, pero le falta el casi. Y es bastante menos salvaje y disparatada de lo que uno podría esperar.

Solo para goremaniacos con mucho tiempo libre.