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La pasajera

Drama Terminada la Segunda Guerra Mundial, Liza huyó de Europa. Hasta entonces había sido vigilante en el campo de concentración de Auschwitz. Cuando años después regresa, durante la travesía en barco reconoce un rostro que no ha podido olvidar... (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
15 de mayo de 2010
33 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) Sabemos, porque nos lo cuentan, que “La pasajera” es el resultado de editar el material que Andrzej Munk, el director original, tenía acumulado en el momento de su muerte prematura.

Es una edición inteligente y meritoria que acierta al dar formato coherente a lo disponible. Con estilo muy abocetado supera de largo el reto: mediante ágil sucesión de fotos-fijas (como en “La Jetée”) introduce la parte sin rodar del todo, el presente del relato, el viaje en transatlántico de una misteriosa europea; y mediante película normal, el amplio flashback, el episodio evocado a partir del posible reconocimiento de otra pasajera, duro episodio situado en un campo de exterminio nazi.

El relativamente largo pasaje filmado presenta en cuatro trazos la relación personal establecida entre una oficial alemana (la actriz se queda un poco corta, lástima) y Marta, una presa judía, sugiriendo esa presentación esquemática un mundo afectivo complejo y tormentoso, que por momentos recuerda a “Portero de noche” y a “El lector”, posteriores.

Es muy llamativa la descripción de la vida dentro del campo: al prescindir de retórica y énfasis, las impresiones de lo cotidiano (aunque terrible) llegan con más inmediatez. La orquestilla de presos toca el concierto de Bach para violín de forma imperfecta, verosímilmente, y eso lo hace más real y emotivo.

2) Pero si no supiéramos que se trata de la edición de emergencia de un material incompleto, si creyéramos que es una estrategia narrativa para estructurar con formato interesante el relato, la película funciona a la perfección igualmente, y sirve de modelo ejemplar para un estilo inventivo, económico y eficaz de contar historias.
Archilupo
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29 de diciembre de 2007
29 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Importante filme polaco en torno a dos personajes femeninos, cara y cruz del «crimen nazi a gran escala ocurrido» en el siglo XX: Liza, una mujer alemana de las SS, supervisora en el campo de concentración de Auschwitz y Marta, una prisionera polaca a la cual la primera usa como ayudante, tratándola con una extraña flexibilidad y consideración que incluye el salvarle la vida en varias ocasiones. En todo momento la alemana trata de ganarse la confianza de la polaca (orden que ha recibido de sus mandos), pero no lo logra. La mujer alemana se queja, se autojustifica de que estando ella en la posición de los que tenían el poder en aquellos días, nunca recibió flores ni atenciones amorosas, y en cambio su prisionera polaca, que era una derrotada, una piltrafa humana a su servicio, contaba con el aprecio profundo de su novio Tadeo, prisionero también en el mismo lugar, que le dedicaba constantes detalles de su amor, incluso hasta llegar a enviarle flores.

Interesante película con un blanco y negro de gran calidad, con muy buenas imágenes fotográficas como la de la niña prisionera acariciando a un perro "pastor alemán" de los que usaban los soldados para atacar e intimidar a los prisioneros: mientras la niña acaricia al can y éste se deja hacer confortado, su amo el soldado alemán sonríe.

Según Andrzej Munk, la intención de esta película era mostrar que el ser humano no puede huir de su pasado, no puede olvidar su comportamiento inmoral dado que la conciencia es un "algo" trascendente que está ahí para no permitirlo. Y obviamente mucho menos puede olvidar su pasado quien ha sido un criminal o colaborador de criminales, como esta celadora uniformada del ejército de las SS, la citada Liza, por más que haya cambiado su vida, por más que nadie sepa sobre sus antecedentes y por más que ahora en su presente sea una mujer feliz y bien establecida a los ojos de todos.

Sin duda, la intención de su director original quedó plasmada en este filme que es un despertador de conciencias. Toda la filmación dinámica, en el campo de prisioneros, fue obra de Andrzej Munk; en cuanto a las fotos fijas sin movimiento, son la parte que su colaborador Witold Lesiewicz añadió para darle una explicación, una cobertura y una finalización a esta película.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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29 de noviembre de 2008
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Concisa e inteligente, "La pasajera" narra una historia entre dos mujeres, una de ellas, vigilante en un campo de concentración, y la otra presa de éste. Entre ambas, se establecerá una relación atípica que, sentada en la base de aquello que no se concibe directamente, sino que avanza entorno a unas pretensiones que, inicialmente, no parecen ser tales, derivará en un puro ejercicio de dominio. El dominio de una persona que sobrepondrá sus intereses a cualquier otra cuestión, e intentará imprimir, mediante miradas o gestos de lo más sobrios, esa especie de yugo, sujeto a las condiciones en las que ambas se hallan.

Su voz en off, fría y audaz, que narra con pericia una relación que, pese a parecer mucho más cordial en sus primeros compases, dará pie a situaciones incómodas, su fotografía en blanco y negro, cruda pero elegante a su misma vez, sus emplazamientos, de una sencillez radiante, pero que te introducen en su contexto con brevedad, y su cuidada realización, donde los planos se entremezclan con exquisitez, son sólo algunos de los alicientes para contemplar, con pasmo, la obra póstuma de Munk. Una obra que nunca podremos saber hasta donde podría haber llegado, pero cuyos mimbres son suficientemente buenos como para empaparnos de esa, por momentos, trágica atmósfera.

Con secuencias de cine auténtico aplastantes, y un temple fantástico, "La pasajera" hace de sus escasas bazas para dotar de otra dimensión al relato, un eje tan sólido como imprescindible. Un eje que se sustenta en la elegancia con que se mueven unas imágenes que permanecen impávidas ante todo ese dolor y que, narren entre miradas y gestos de complicidad un amorío, o se despojen de esa calidez para mostrar el dolor, siempre resultan atinadas. Porque tienen vida, porque dan fulgor a una obra inacabada, pero ineludible, y porque dejaron el gran testimonio de un cineasta que parecía entender todos los recovecos del candor humano, y eso es formidable, como poco.
Grandine
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4 de junio de 2010
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era el número que Martha llevaba tatuado en el brazo izquierdo, y cosido a la ropa. Uno de tantos números en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz.
Ese número no se le pudo olvidar a Liza, una de las guardianas de las SS que supervisaban y vigilaban a las prisioneras.
El mediometraje sin concluir de Andrzej Munk, prematuramente fallecido en accidente de tráfico, y Witold Lesiewicz, es un ejercicio de revisión de un pasado cruel y de intranquila autojustificación ante la culpa que no se calla. Años después de la guerra y de haber emigrado muy lejos, Liza vuelve a Europa y su juventud de nazi a las órdenes del III Reich se cruza otra vez con ella cuando ve en el trasatlántico en el que viaja a una mujer en la que cree reconocer a Martha, la antigua prisionera cuyo número no ha olvidado.
El film, reconstruido arduamente, tiene añadidos de fotos donde falta película (como la técnica utilizada en “La jetée” de Chris Marker), y la voz de un narrador que describe los hechos que aparecen, y que conjetura sobre los que faltan. El resto se desarrolla como cualquier otra película, con imágenes en movimiento.
No se podrá saber de qué manera pensaba Munk rematar su obra, y sólo nos quedan hipótesis acerca de los pedazos que no pudo llegar a completar. Pero las partes que sí se exhiben son muy locuaces, y hablan de la soberbia del opresor, de su sensación de poder al tener en sus manos las vidas de gente a la que puede salvar o eliminar con un único gesto. Hablan de los espíritus convertidos en autómatas y en simples ejecutores casi carentes de compasión, que experimentan una malsana superioridad ante el débil, y que, en su vanidad, esperan agradecimiento a cambio de permitir al oprimido vivir un día más y recibir algunas concesiones. Pero Liza nunca obtuvo lo que quería de Martha, ella no se doblegaba…
Liza disfraza de resentimiento su propia culpa reflejada en la acusación de los ojos de Martha, latente en su memoria. Busca la excusa fácil: la prisionera era díscola y rebelde bajo su apacible apariencia, y además a la guardiana le dolió que no le besara los pies por haber sido indulgente en más de una ocasión…
Ahora, esos mismos ojos (o eso cree Liza) están de nuevo frente a ella.
Terminase como terminara el drama, una cosa sí se puede deducir: la mirada de Martha la perseguirá hasta la muerte. Y su número tatuado.
Vivoleyendo
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9 de diciembre de 2007
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La pasajera" es un ejemplo de cómo hacer una película fantástica pese a que todo esté en su contra para lograr tan mérito. Con su director fallecido antes de terminarla, todo lo que queda de ella es un montaje preliminar narrado por un amigo suyo y que poco a poco nos acerca lo que había querido transmitir el director con lo que falta. Pese a los agujeros en la trama, la cinta engancha y es suficientemente sólida como para poder considerarse una de las mejores películas "anti-bélicas" que existen, por llamarla de alguna forma.

Todo comienza con una mujer mayor que, estando en un barco con su marido, ve de lejos a una joven. Se ruboriza y pronto nos explica el por qué: hace 20 años, esa mujer era una prisionera de guerra en un campamento judío y la señora, por aquel entonces, era una vigilante en uno de los campos. Y aquí paro de contar.

La historia es dura y lo que narra es duro, pero en el fondo es una cinta increíblemente sólida, con unas interpretaciones inmensas y un uso de la cámara magistral, combinando tanto escenas en si mismas como fotografías estáticas, tipo "La Jetée". El guión de hierro consigue que sintamos repulsión cuando la intención de esa y que esbocemos una sonrisa en el caso de que el director así lo quiera. Obligada.
Caith_Sith
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