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La gran amenaza

Cine negro El prestigioso FBI y la efectiva Scotland Yard colaboran juntos para desmantelar a un peligroso grupo de espías de tendencias comunistas que, en colaboración con un importante científico americano, está sacando del país importantes secretos militares. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
10 de junio de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años dije sobre La gran amenaza unas palabritas que se las llevó el viento, a lo mejor fue un vendaval que se llevó todo lo mío, el caso es que había unos veinticinco votos y ahora hay poco más de una decena de votos más y eso se debe a que su visión por métodos legales es casi nula, ahora dicha tara se ha resuelto gracias a Cine Club Chanel que es el nombre del que produce el DVD. Los que la vean por primera vez, mi primera vez debe ser a mediados/finales de los 90 si mi memoria no me falla, verán una semejanza con La casa de la calle 92 tanto en la historia como en el fondo. Los que sean muy rojos, pero muy rojos la pondrán un 0, dicho cero ya estaba cuando yo la vi la primera vez, y los que nos suda que John Ford sea más facha que fantomas la pondremos el valor justo a su valía y su valía se asemeja a La casa de la calle 92. Un 10.
Oído a navegantes, si leen una crítica que habla y habla sin parar de los personajes y de lo bonito que es el amor no le crean ya que dichas palabras las ha copiado del librito que viene en en DVD y cuyo nombre es Jaime Iglesias Gamboa. A cada plagiador su San Martín.
El rey del NOIR y voy sobrado
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16 de diciembre de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que ser muy aficionado a las películas de espías, intrigantes, de elegir sospechosos, concretamente: al género policiaco para introducirse con atención en la dinámica de esta gran amenaza. El resumen es: FBI y Scotland Yard, el mundo libre, contra el robo de información secreta por parte del bloque enemigo: el soviético. Tómenselo como quieran pero tengamos en cuenta que la película busca la intriga de la forma más profesional cinematográficamente hablando. Como prueba de su, si no indiferencia, sí externalización de factores respecto a ideologías o sentimientos, veamos que el film La casa de la calle 92 realizada tan solo 3 años antes (1945), ésta de Henry Hataway, tiene la misma línea argumental y usa el mismo lenguaje policial con la diferencia que allí el enemigo en la sombra era el nazi, y aquí ya no lo es porque estaba extinto, aquí es otro porque alguno tenía que serlo para hacer la película, hoy podía haber sido cualquier otro pero en aquel año eligieron el más acorde a la realidad. Este hecho no debe incidir al menos tanto como la historia de la casera donde se hospeda el agente de Scotland Yard, mujer huida del bloque amenazante donde conoció a fondo los interrogatorios represores. Allí los artistas, músicos, bailarines, filósofos, escritores, románticos o pensadores no tendrían cabida porque sus manos no serían las de un obrero, no tendrían callos, que es lo que miraba Stalin, y serían enviados a reciclar a algún importante culag; pero estando en Los Ángeles, cualquier adepto al régimen se disfrazaría de cura y pintaría al óleo melancólicas calles al más puro estilo de Maurice Utrillo, que dibujaba las calles que veía desde la ventana del hospital donde se reponía de sus continuas cogorzas.

Gordon Douglas nos deja un excelente film de maquinaciones secretas e inventos armamentísticos de destrucción masiva.
floïd blue
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5 de julio de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viene muy al caso recurrir, como título de este comentario, al que fue el primer filme que vi de este realizador (Them!: La humanidad en peligro, 1954.), y del cual sigo guardando un estupendo recuerdo, a pesar de los años transcurridos, con esas hormigas gigantes, verdadera gran amenaza latente. Y es que los paralelismos entre ambas películas son, aunque seguramente no buscados, sí muy sugerentes, partiendo de la idea de que el enemigo acecha, secretamente, entre nosotros, y de que el telón de fondo de su amenaza es de origen atómico, siendo imprescindibles las fuerzas del orden para conjurarlo.

En el filme que nos ocupa la amenaza no podía ser otra que la comunista, siendo el año de realización importante, en tanto que 1948 fue el de la verdadera cristalización de la Guerra Fría, término que si bien había sido acuñado con anterioridad, tuvo ahora su primera plasmación de la mano del bloqueo de Berlín y otros acontecimientos. El surgimiento de este nuevo enemigo tuvo una rápida respuesta cultural en EEUU, y especialmente en su cinematografía; así, ese mismo año se inauguraría una serie de películas anticomunistas (aparte del título que aquí se comenta, fue pionero también El Telón de Acero, realizado por William Wellmann), que amparándose en las formas y argumentos del cine negro de tono verista al estilo Hathaway (como bien apunta mi predecesor), aprovechaba para emprender una eficaz labor propagandística, que aparte de demonizar a los temibles rojos, encomiaba la labor de las fuerzas del orden.

Que la película sea claramente tendenciosa no es óbice para apreciar su calidad, que en este caso es notable, siendo este uno de los mejores filmes de su clase, a lo que sin duda contribuye el que sea la pesquisa, la labor investigadora de sus dos protagonistas (ejemplo temprano de esa “relación especial” entre el Reino Unido y EEUU), la que capitalice la narración, y no solo la propaganda anticomunista (que también la hay, como no podía ser de otra manera). El argumento, en el que intervienen secretos atómicos y redes de espías filtradores de los mismos, resulta muy oportuno, pues al año siguiente la URSS probaría con éxito su primera bomba atómica, y por esos mismos años ya se había comenzado a desentrañar la labor del espionaje soviético (el caso Fuchs, y más tarde el del matrimonio Rosenberg).

La realización resulta afortunada, con una fotografía típica del género negro, contrastada y casi tenebrista en ocasiones, y con un dominio total del ritmo narrativo, al que ni siquiera entorpece la casi siempre enojosa voz en off, muchas veces innecesaria. A destacar también los eficaces diálogos, no exentos de cierta ironía en torno a los tonos rojos de ciertos importantes cuadros, y ese toque callejero –especialmente en San Francisco- que tanto bien hace a estas historias, y que está tomado de ese cine negro de corte documental tan en boga por aquellos años. Correctas interpretaciones completan esta cinta, recomendable para comprender una época de extremos como fue la Guerra Fría, y que en todo caso debe ser estimada por sus indudables valores cinematográficos.

Para concluir, recordar que este mismo realizador, que desarrolló una larga carrera, fue el responsable de dos hermosos y peculiares westerns que merecen mucho la pena: Río Conchos (1964) y Chuka (1967).
Quatermain80
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10 de junio de 2023
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Película claramente propagandística. Secretos nucleares, espionaje, homicidio, policía eficaz (y poco respetuosa con los derechos de los investigados),etc.
Simple pero eficaz.
Douglas es n director para reivindicar. Sincero director, todo trama. Muy bien desarrollados los temas.
En esta cinta con dos buenos actores: Louis Hayward, y sobre todo Dennis O'Keefe, conocido actor de los años 40 y 50.
ÁAD
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