La amé. Es increíble que a estas alturas una película muda (aunque la versión que vi tenía música incidental), en blanco y negro y sin filigranas digitales siga teniendo, quizás, la misma potencia emocional que tuvo el día de su estreno. Bellísima historia de amor que resumen sus intertítulos de presentación "Porque nazca y se ponga el sol en la alborotada ciudad o bajo el cielo abierto del campo, la vida siempre es igual: a veces amarga, a veces dulce".

8 afortunados reciben 1 millón de un millonario decepcionado de la vida hasta que se topa con una de ellas...
Serie de historias breves con su toque Lubitsch. Ojo con la breve aparición de Charles Laughton y su empleado de banco cuya única reacción al recibir el cheque del millón de dólares es ordenar su escritorio, subir parsimoniosamente las escaleras, abrir todas las puertas necesarias y esperar a que el presidente de la compañía le abra para hacer un sonoro ¡prrrrrrrrt!
Y un tan joven como desafortunado Gary Cooper.

En un edificio de un barrio popular parisino se oye un disparo, un hombre cae abatido por las escaleras. El autor del crimen se parapeta en su altillo ante el estupor de los vecinos que lo describen como ejemplar. Se trata de un obrero de vida atribulada que, mientras la policía intenta infructuosamente durante toda la noche detener, recuerda qué lo llevó a esa situación. Cuando lo sepamos, el despertador que dejó programado la víspera sonará anunciando el comienzo de un nuevo día. Amor, desilusión y frustración humana. Parece que voy a agregar un nuevo director favorito a mi lista.