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Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
25 de septiembre de 2022 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera cinematográfica de Luis Buñuel empezó en 1929 con el cortometraje “Un perro andaluz”. En dicho corto trabajó con Salvador Dalí y exploró los límites y los inicios del cine surrealista. Buñuel tuvo reuniones con surrealistas de otras disciplinas artísticas como Max Ernst, André Breton, Paul Éluard, Magritte. En 1930 se estrenó el largometraje “La edad de oro” nuevamente trabajando en el guion con Dalí. La película retoma el estilo crudamente surrealista y experimental de “Un perro andaluz”. Años más tarde, tuvo que exiliarse a México producto de la Guerra civil española. De su larga etapa en México se destacan fundamentalmente las películas “Los olvidados” (1950) y “El ángel exterminador” (1962). A lo largo de su extensa trayectoria, Buñuel hizo proyectos en España, México y Francia, como “Nazarín” (1959), “Viridiana” (1961) y “El discreto encanto de la burguesía” (1972).
“El ángel exterminador”, tiene como premisa a un grupo de invitados adinerados que inexplicablemente se quedan encerrados dentro de una mansión. Este sencillo argumento inicial, le permite a Buñuel hacer una crítica social bastante potente. Los protagonistas están obligados a permanecer en la casa, y a medida que el tiempo pasa, la sátira empieza a manifestarse en las escenas. Estas situaciones terminan por desesperar a los personajes. En el fondo estas circunstancias, llenas de incertidumbre, terminan reflejándose en la naturaleza misma del ser humano. El hecho que los protagonistas se encuentren arrojados a una irracional experiencia, puede relacionarse con el Dasein de Heidegger, o con ciertos pensamientos desarrollados en el existencialismo en torno a la condición humana.
Las ficciones en donde un grupo de personas se encuentran forzosamente en un mismo escenario, se dieron en obras con temáticas heterogéneas. En las novelas “Ensayo sobre la ceguera” de Saramago, “La niebla” de Stephen King y en “El señor de las moscas” de Golding se pueden ver situaciones semejantes. Asimismo, en el cine, este recurso fue mayormente usado en películas de terror y ciencia ficción como: “El cubo”(1997), “El juego del miedo” (2004), “Coherence” (2013).
Los planos de corte teatral, van incrementando en tensión, tal como ocurre en varias películas de un solo escenario: “Un dios salvaje” (2011), “La soga” (1948) o “12 hombre en pugna” (1957). El miedo de a poco se apodera de los personajes, que vuelven a un estado salvaje más primitivo. Los burgueses pierden sus refinadas costumbres. La sofisticación se transforma sutilmente en sofoco. Donde antes había prestigio y distinción social, ahora solo hay personas que no tienen certezas sobre nada. La fachada se termina cayendo, y la sincera actitud de cada uno de a poco se manifiesta en cada acción. Como en gran parte del arte surrealista, lo que se explora son aquellos sentimientos que conscientemente no vemos. La mansión solo sirve como un escenario en donde se explora la verdadera condición humana. Todo lo que pasa funciona como una gran metáfora simbólica de la realidad que vivimos de forma camuflada. Los elementos orwellianos están presentes, pero los protagonistas se encuentran en una situación indeterminada entre la vigilancia y la soledad. Nadie sabe quién está detrás de todo, y ni siquiera se sabe si realmente existe ese alguien.
Al estar aislados, el poder social empieza a perder valor, y toda esa pantalla aristocrática termina cayendo frente a un contexto ligeramente apocalíptico. Todo el lujo se derrite rápidamente, y queda el desconcierto como un gran sentimiento compartido. Frente a este ambiente simbólico, nos damos cuenta que la fabricación del sentido que día a día nos encasilla, no es tan estable como pensamos.
Nosotros como espectadores vemos todo esto desde el afuera, pero aun así nos interpela, porque en el fondo, todos estamos arrojados en un contexto de alguna manera delimitado. Somos un gran ojo que observa la película como si fuese un experimento social. Pero lo que percibimos a través de la metafórica ventana, también lo vemos como un reflejo del espejo, que nos muestra nuestra realidad. Y este ejercicio, nos invita a reflexionar sobre las costumbres humanas, que de tan repetitivas, tendemos a naturalizar.
13 de octubre de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
El plano inicial de los créditos muestra una tranquila calle de Nueva York en los años 40´. Pero un grito capta nuestra atención, que se traslada al interior de un apartamento de la cual ya no saldremos. En “La soga” dos jóvenes, Brandon y Phillips, ahorcan a un conocido suyo (David), y se disponen a dar una fiesta como parte final del plan. En esta obra se muestra al crimen como un privilegio moral de algunos pocos seres superiores, que entienden que el asesinato puede teñirse de elementos artísticos. Dichas ideas, son introducidas a los estudiantes por parte de un reconocido profesor con teorías sobre el crimen perfecto.

Filmada en un aparente plano secuencia, el director británico introduce una técnica de amplio uso en la historia del cine. Ejemplos actuales como “Victoria” (2015), o “Birdman” (2014), hacen uso de este recurso, agregando asimismo un movimiento de cámara vertiginoso. Esta película, en cambio, usa planos más estáticos, y concentra su atención en un sólido guion, y buenas actuaciones. Además, Hitchcock realiza es esta oportunidad su primera película en technicolor, elemento fundamental para conformar la fotografía de algunos de los clásicos del director en la década del 50´: “La ventana indiscreta” (1954), “Vértigo” (1958). De corte teatral (se trata de una adaptación de una obra, inspirada en un hecho real), la acción se centra en una elegante cena en la escena del crimen. Ante la falta de un invitado, las conversaciones se vuelven cada vez más irónicas, con comentarios mordaces por parte de Brandon. Los autores del crimen usan la mesa principal de la cena como ataúd, e invitan a los conocidos de la víctima para disfrutar de la superioridad intelectual plenamente. La reflexión filosófica que se lleva a cabo a lo largo del film exagera las nociones Nietzscheanas del superhombre, y la ambigüedad de conceptos humanos como el bien y el mal.

A diferencia de la obra de Dostoievski “Crimen y castigo”, el crimen no surge como una necesidad de restablecer la justicia. Es más bien acto lúdico, artístico, que se sostiene con el nihilismo absoluto de Brandon, autor principal del asesinato. La supuesta superioridad intelectual va más allá de los valores humanos establecidos. El otro autor del crimen, Phillips, mero acompañante de Brandon, acusa un nerviosismo y arrepentimiento desde el principio de la cinta, y no disfruta de los detalles satíricos como su compañero. El crimen perfecto, un concepto varias veces tratado en el cine, tiene que soportar la consciencia de los autores del hecho. La tensión crece a medida que el padre de David discute acerca de los aspectos morales de Brandon y el profesor Rupert. Al ser testigos del hecho, los espectadores ven sutiles objetos cotidianos de una forma particular. Una simple soga, libros sobre una mesa, o un sombrero, son elementos que los protagonistas de la película pueden interconectar para hallar la verdad oculta. Si bien ya sabemos la autoría del crimen, hecho que suele ser el desenlace en las obras de misterio, el final sigue manteniendo la tensión constantemente.
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