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6.0
5,764
4
14 de febrero de 2019
14 de febrero de 2019
131 de 148 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este remake de la película de 1971 (porque sí, es un remake) trata de contarnos la historia de María Estuardo, reina de Escocia, desde una perspectiva moderna, demasiado moderna, que diluye la Historia y el conflicto político en un puré de amores, desamores, celos y sexo. Pero empecemos con los puntos positivos:el vestuario (no en vano está nominado al Oscar), la fotografía y, sobre todo, las actuaciones de Saoirse Ronan y de Margot Robbie (a la cual, por desgracia, no le dan mucho con lo que trabajar) son de sobresaliente.
Por desgracia, todo ello queda diluido en un guión que oscila entre lo decente y lo ridículo (ya profundizaremos en ello), y que, además, prefiere reescribir la Historia desde una perspectiva de corrección política actual que choca profundamente con la época que pretende retratar. Sin duda, el elemento de esta corrección política más evidente es la introducción de personajes afroamericanos, asiáticos y latinoamericanos en la alta sociedad de la época. Habrá quien encuentre esto baladí, pero yo no. El cine, como es obvio, posee una fuerza inmensa para crear imágenes que calen y permanezcan en las mentes de los espectadores, y cuando dicha capacidad se pone al servicio de la reconstrucción histórica se convierte en un arma peligrosísima, ya que puede desvirtuar el pasado, haciéndonos creer que resultaba algo habitual encontrar ocupando altos cargos de las Cortes europeas a personas de un variado espectro étnico (cuando, evidentemente, no era así), pero, sobre todo, y esto es lo verdaderamente peligroso, puede desvirtuar el presente, puesto que el espectador medio, que no suele tener un amplio bagaje de conocimiento histórico precisamente, puede creerse que esta multiculturalidad lleva existiendo desde hace siglos y, por tanto, no ser capaz de valorar el enorme esfuerzo que se ha realizado para llegar a la situación actual y el que se sigue haciendo para mejorarla.
Sin embargo, esta multiculturalidad impostada en una película sobre el siglo XVI (a ver si entendemos que colocar en el papel del duque X de una corte medieval europea a un hombre blanco y no a un japonés no es racismo) es sólo la punta del iceberg de la corrección política. Para el resto de los aspectos, es necesario entrar en terreno de spoilers, así que avisados quedáis.
Por desgracia, todo ello queda diluido en un guión que oscila entre lo decente y lo ridículo (ya profundizaremos en ello), y que, además, prefiere reescribir la Historia desde una perspectiva de corrección política actual que choca profundamente con la época que pretende retratar. Sin duda, el elemento de esta corrección política más evidente es la introducción de personajes afroamericanos, asiáticos y latinoamericanos en la alta sociedad de la época. Habrá quien encuentre esto baladí, pero yo no. El cine, como es obvio, posee una fuerza inmensa para crear imágenes que calen y permanezcan en las mentes de los espectadores, y cuando dicha capacidad se pone al servicio de la reconstrucción histórica se convierte en un arma peligrosísima, ya que puede desvirtuar el pasado, haciéndonos creer que resultaba algo habitual encontrar ocupando altos cargos de las Cortes europeas a personas de un variado espectro étnico (cuando, evidentemente, no era así), pero, sobre todo, y esto es lo verdaderamente peligroso, puede desvirtuar el presente, puesto que el espectador medio, que no suele tener un amplio bagaje de conocimiento histórico precisamente, puede creerse que esta multiculturalidad lleva existiendo desde hace siglos y, por tanto, no ser capaz de valorar el enorme esfuerzo que se ha realizado para llegar a la situación actual y el que se sigue haciendo para mejorarla.
Sin embargo, esta multiculturalidad impostada en una película sobre el siglo XVI (a ver si entendemos que colocar en el papel del duque X de una corte medieval europea a un hombre blanco y no a un japonés no es racismo) es sólo la punta del iceberg de la corrección política. Para el resto de los aspectos, es necesario entrar en terreno de spoilers, así que avisados quedáis.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El siguiente es la increíble, en el sentido más literal de la palabra, tolerancia que demuestra María Estuardo (y sus damas) hacia la homosexualidad de su marido, Darnley, y de la pobre caricatura en la que han convertido al pobre Rizzio, que, en esta película, es algo así como el bufón y juguete sexual de la reina, haciendo alarde público de su homosexualidad-transexualidad como si no pasara nada, mientras que Darnley, en la noche de bodas, no sólo se emborracha y manifiesta claramente su homosexualidad delante de toda la Corte, sino que al que se acaba llevando a la cama es ¡a Rizzio!
Tres cuartos de lo mismo se puede decir de la extraordinaria libertad con que una y otra reina se llevan a la cama a quien les apetece, sin estar casadas, y presumen de ello en la Corte sin ningún problema. O el uso que hace María Estuardo de sus damas como instrumentos sexuales con los que obtener información secreta del embajador inglés. Repito, ¡que estamos hablando del siglo XVI, una época de especial y virulento puritanismo religioso!
Pero el último aspecto de esta corrección política, y el eje en torno al cual gira toda la película, es el empoderamiento femenino. Aquí, quiero hacer un inciso para criticar la falsa publicidad que se ha dado a la película, puesto que nos la han vendido como un duelo político entre dos mujeres singulares (reinas para más inri) y, en la película, hay muy poquito de eso. Y, la verdad, no creo que fuera tan difícil, hubiera bastado con decir al principio de la película: "Mediados del siglo XVI. La católica España gobierna la mitad de Europa, pero los Países Bajos protestantes se han sublevado, y Francia se halla sumida en una guerra civil entre católicos y protestantes. Mientras, María Estuardo, católica, e Isabel I, protestante, se disputan el trono de Inglaterra. El destino de Europa depende de quién gane este conflicto. Si gana María, los católicos podrán hacer pinza para aplastar a los protestantes; si gana Isabel, los protestantes podrán ser lo bastante fuertes como para hacer frente a los católicos" Hala, ya está planteado el conflicto, ¿tan difícil era?
Volviendo al empoderamiento femenino, la directora nos ha querido retratar a dos mujeres singulares que, en un mundo de hombres, decidieron asumir personalmente el poder, y nos muestra los sacrificios que tuvieron que hacer para lograrlo. A María no la dejaron gobernar y acabaron por echarla del trono, Isabel tendrá que renunciar a su femineidad si quiere conservar el poder. No está nada mal, y suena muy bien sobre el papel, pero la ejecución ha fallado por completo. En primer lugar, nuestra protagonista, María Estuardo, a ratos es una buena gobernante, a ratos es capaz de la mayor astucia política (la manera en que se deshace de Darnley y hace las paces con Moray es de primera), pero también a ratos se comporta como una niña malcriada (de vergüenza ajena es la escena en la que le traen una noticia urgente de última hora y no hace nada mejor que leerla con sus damas y con un Rizzio travestido en corro y riendo como colegialas adolescentes), provoca un conflicto diplomático con Inglaterra y con la iglesia protestante de su propio país sin venir a cuento (lo cual le es recriminado por Moray con toda la razón del mundo), y, cuando acude a pedir ayuda a Isabel para que la reponga en el trono empieza a insultarla, a llamarla bastarda, etc., y aún así espera que la ayude. Y, por otro, tenemos una Isabel que se desentiende de los asuntos políticos para dedicarse a criar caballos y hacer adornos florales, ¡toma ya!
En definitva, una película con mucho potencial desperdiciado por la corrección polítca y un guión mediocre. Me quedo con la versión de 1971.
Tres cuartos de lo mismo se puede decir de la extraordinaria libertad con que una y otra reina se llevan a la cama a quien les apetece, sin estar casadas, y presumen de ello en la Corte sin ningún problema. O el uso que hace María Estuardo de sus damas como instrumentos sexuales con los que obtener información secreta del embajador inglés. Repito, ¡que estamos hablando del siglo XVI, una época de especial y virulento puritanismo religioso!
Pero el último aspecto de esta corrección política, y el eje en torno al cual gira toda la película, es el empoderamiento femenino. Aquí, quiero hacer un inciso para criticar la falsa publicidad que se ha dado a la película, puesto que nos la han vendido como un duelo político entre dos mujeres singulares (reinas para más inri) y, en la película, hay muy poquito de eso. Y, la verdad, no creo que fuera tan difícil, hubiera bastado con decir al principio de la película: "Mediados del siglo XVI. La católica España gobierna la mitad de Europa, pero los Países Bajos protestantes se han sublevado, y Francia se halla sumida en una guerra civil entre católicos y protestantes. Mientras, María Estuardo, católica, e Isabel I, protestante, se disputan el trono de Inglaterra. El destino de Europa depende de quién gane este conflicto. Si gana María, los católicos podrán hacer pinza para aplastar a los protestantes; si gana Isabel, los protestantes podrán ser lo bastante fuertes como para hacer frente a los católicos" Hala, ya está planteado el conflicto, ¿tan difícil era?
Volviendo al empoderamiento femenino, la directora nos ha querido retratar a dos mujeres singulares que, en un mundo de hombres, decidieron asumir personalmente el poder, y nos muestra los sacrificios que tuvieron que hacer para lograrlo. A María no la dejaron gobernar y acabaron por echarla del trono, Isabel tendrá que renunciar a su femineidad si quiere conservar el poder. No está nada mal, y suena muy bien sobre el papel, pero la ejecución ha fallado por completo. En primer lugar, nuestra protagonista, María Estuardo, a ratos es una buena gobernante, a ratos es capaz de la mayor astucia política (la manera en que se deshace de Darnley y hace las paces con Moray es de primera), pero también a ratos se comporta como una niña malcriada (de vergüenza ajena es la escena en la que le traen una noticia urgente de última hora y no hace nada mejor que leerla con sus damas y con un Rizzio travestido en corro y riendo como colegialas adolescentes), provoca un conflicto diplomático con Inglaterra y con la iglesia protestante de su propio país sin venir a cuento (lo cual le es recriminado por Moray con toda la razón del mundo), y, cuando acude a pedir ayuda a Isabel para que la reponga en el trono empieza a insultarla, a llamarla bastarda, etc., y aún así espera que la ayude. Y, por otro, tenemos una Isabel que se desentiende de los asuntos políticos para dedicarse a criar caballos y hacer adornos florales, ¡toma ya!
En definitva, una película con mucho potencial desperdiciado por la corrección polítca y un guión mediocre. Me quedo con la versión de 1971.
3
10 de abril de 2020
10 de abril de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es lo que deberían haber pensado los guionistas antes de decidirse a adaptar la novela de Tonke Dragt. Porque sí, resulta que el libro en el que se "basa" esta serie NO TIENE MAGIA. Es una aventura de caballerías, y muy buena, por cierto. Tanto que está considerado uno de los mejores libros juveniles de los últimos 50 años. Quizás, sólo quizás, los guionistas podrían haberse planteado que, si la historia original ha hecho las delicias de los jóvenes durante todo este tiempo, y lo ha hecho muy bien, ¿qué necesidad hay de cambiarla?
Esta serie es un intento de crear el nuevo Señor de los Anillos para jóvenes (cosa que queda clara nada más empezar el primer capítulo), con los giros de guión de Juego de Tronos.
Esta serie es un intento de crear el nuevo Señor de los Anillos para jóvenes (cosa que queda clara nada más empezar el primer capítulo), con los giros de guión de Juego de Tronos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se han esforzado tanto en conseguirlo que el resultado ha sido un producto mediocre, cuyo guión no sostiene el más mínimo análisis lógico. Un ejemplo: han convertido a Tiuri en un evielano adoptado por un caballero de Dagonaut, cuyo verdadero padre fue asesinado por Viridian; no sólo esto no es así en el libro, sino que no tiene el más mínimo sentido. En la serie nos cuentan que Tiuri era un bebé cuando pasó y el chaval ahora tiene 15 años, es decir, aquéllo ocurrió hace al menos 14 años; pero el personaje de Viridian tendrá unos 28, ¿debo creerme que con 13-14 años lo pusieron al frente de un ejército y lo han tenido 14 años guerreando sin parar?
Pero, como decía al principio, el principal cambio es la introducción de la magia, que, en la práctica, supone que Tiuri no es el héroe de la historia, sino que lo es Lavinia, la que realmente tiene magia, la que realmente derrota a Viridian (porque sí, sorpresa, ya se han cargado a Viridian). Dicho en pocas palabras: han dinamitado la novela original, de la que no queda más que la idea de base y los nombres de los personajes, y, como era de esperar, el resultado es mucho peor.
Espero que Netflix aprenda de una vez de sus errores. Si la historia original funciona bien sin magia, no le metas magia. Si no te gusta el material de base, no lo adaptes. Y si quieres un Señor de los Anillos juvenil, búscalo en los libros que lo son: Terramar, Crónicas de Belgarath, Crónicas de Prydain, la Dragonlance, los Reinos Olvidados, Añoranzas y Pesares..., o, mejor, destina un verdadero esfuerzo a otra serie que ya está en tu paquete, completamente original, y a la que estás tratando muy injustamente: el Príncipe Dragón.
Pero, como decía al principio, el principal cambio es la introducción de la magia, que, en la práctica, supone que Tiuri no es el héroe de la historia, sino que lo es Lavinia, la que realmente tiene magia, la que realmente derrota a Viridian (porque sí, sorpresa, ya se han cargado a Viridian). Dicho en pocas palabras: han dinamitado la novela original, de la que no queda más que la idea de base y los nombres de los personajes, y, como era de esperar, el resultado es mucho peor.
Espero que Netflix aprenda de una vez de sus errores. Si la historia original funciona bien sin magia, no le metas magia. Si no te gusta el material de base, no lo adaptes. Y si quieres un Señor de los Anillos juvenil, búscalo en los libros que lo son: Terramar, Crónicas de Belgarath, Crónicas de Prydain, la Dragonlance, los Reinos Olvidados, Añoranzas y Pesares..., o, mejor, destina un verdadero esfuerzo a otra serie que ya está en tu paquete, completamente original, y a la que estás tratando muy injustamente: el Príncipe Dragón.
Miniserie

4.5
796
2
8 de agosto de 2019
8 de agosto de 2019
18 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Da igual que Aquiles, Patroclo, Néstor o Eneas sean negros o que Helena se ponga a hablar de derechos de la mujer en unas sociedades y época en la que no encajan ninguna de estas cosas. Toda esta corrección política, aparte de ser una falta de respeto a la inteligencia del espectador, da risa, y simplemente habrá que esperar a que nuestra propia sociedad pase esta adolescencia prolongada que vive y deje de ofenderse por todo y comprenda que el que un noble griego del siglo XII a.C. sea blanco, o que las mujeres de entonces no tuvieran más papel que cuidar del hogar y parir (sin siquiera pasárseles por la cabeza otra cosa), no es ser irrespetuoso, es retratar una época pasada.
Como digo, todo esto es lo de menos. El problema real de esta miniserie es que no tiene alma. La del clásico de 1956 era la trágica historia de amor entre Paris y Helena. La de la película de 2004, con todos sus fallos e infidelidades, el no menos trágico destino de dos hombres: Héctor y Aquiles, destinados a morir en una guerra que ni les iba ni les venía. ¿La de ésta? No se sabe, ni la propia miniserie lo sabe, pues se limita a saltar de un personaje a otro, sin permitir al espectador crear una conexión emocional con ellos (salvo con Paris, cierto, pero tampoco es que sea el más empatizable de los personajes que digamos). Así, cuando llegan los grandes momentos trágicos como el duelo entre Aquiles y Héctor o la caída final de la ciudad, simplemente no sientes nada. Ni siquiera nos concede la oportunidad de ver una gran batalla entre griegos y troyanos.
Una lástima, de verdad, porque creo sinceramente que este es el formato correcto para contar esta historia. Habrá que esperar a que alguien con algo que contar lo intente.
Como digo, todo esto es lo de menos. El problema real de esta miniserie es que no tiene alma. La del clásico de 1956 era la trágica historia de amor entre Paris y Helena. La de la película de 2004, con todos sus fallos e infidelidades, el no menos trágico destino de dos hombres: Héctor y Aquiles, destinados a morir en una guerra que ni les iba ni les venía. ¿La de ésta? No se sabe, ni la propia miniserie lo sabe, pues se limita a saltar de un personaje a otro, sin permitir al espectador crear una conexión emocional con ellos (salvo con Paris, cierto, pero tampoco es que sea el más empatizable de los personajes que digamos). Así, cuando llegan los grandes momentos trágicos como el duelo entre Aquiles y Héctor o la caída final de la ciudad, simplemente no sientes nada. Ni siquiera nos concede la oportunidad de ver una gran batalla entre griegos y troyanos.
Una lástima, de verdad, porque creo sinceramente que este es el formato correcto para contar esta historia. Habrá que esperar a que alguien con algo que contar lo intente.

4.7
5,372
5
25 de noviembre de 2018
25 de noviembre de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante esto: NO es una mala película. ¿Está al nivel de la película de Wyler? Tampoco, pero es que no puede estarlo. Ya les gustaría a la mayoría de cineastas de hoy que les dieran presupuesto para realizar una película de más de tres horas de metraje, para rodar todo en exteriores con decenas de miles de extras y poder construir escenarios titánicos como el circo del filme de 1959.
Respecto a la recreación histórica, a pesar de las dichosas espuelas y estribos (que no entiendo qué problema hay en entender que no existían en esa época) y de la escena en la que aparece Esther vistiendo pantalones y con el pelo al aire por las calles, no puedo quejarme, todo sea dicho.
Así que, en conjunto, les ha quedado un producto bastante decente.
Ahora bien, ¿me ha gustado? NO, porque la historia que he visto no es Ben-Hur. Me explico:
Respecto a la recreación histórica, a pesar de las dichosas espuelas y estribos (que no entiendo qué problema hay en entender que no existían en esa época) y de la escena en la que aparece Esther vistiendo pantalones y con el pelo al aire por las calles, no puedo quejarme, todo sea dicho.
Así que, en conjunto, les ha quedado un producto bastante decente.
Ahora bien, ¿me ha gustado? NO, porque la historia que he visto no es Ben-Hur. Me explico:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ben-Hur es una historia acerca de personas; de personas reales, con sus miedos, sus ideales, sus odios, sus amores, etc. Esta película es una historia de civilizaciones. Por un lado, tenemos a Judah Ben-Hur, que no es Judah sino un símbolo de Judea/Oriente como heraldo de la cultura, el refinamiento y la virtud. En contraposición, está Roma/Occidente como culpable de reducir a las personas a poco más que bestias, y como ejemplo de barbarie, violencia, sadismo, crueldad y, en general, de todos los vicios y perversiones que se os puedan ocurrir. (Particularmente ridícula es la escena de la batalla naval en la que el romano sigue tocando el tambor por puro fanatismo mientras arde vivo, y el pobre Arrio pide auxilio a Ben-Hur, y éste lo manda al fondo del mar). ¿No me creéis? Volved a ver la película y os daréis cuenta de que no hay un sólo romano decente o diríamos "bueno" en toda la historia. Bueno, miento, hay uno: Mesala, pero sólo es bueno porque ha sido criado a la manera oriental, y por ello es blanco de las burlas y suspicacias de los demás romanos.
¿Qué significa esto en términos de historia? Por un lado, que el personaje de Quinto Arrio , ya sabéis, el cónsul que libera a nuestro protagonista (quien descubre, así, que también hay hombres buenos entre los romanos,) y, eventualmente, se convierte en su padre adoptivo, es completamente desterrado del filme; porque, claro, un romano honorable y virtuoso no interesa que aparezca. Prefiero no hablar de la caricatura Cómodo 2.0 en la que convierten al pobre Pilatos. Y, por otro, que Simónides, el padre de Esther es asesinado de mala manera para mostrar cuan malos son los romanos, en vez de permitir ver a través de él el alcance autodestructivo que posee el odio y el deseo vengativo; porque, claro, ¿cómo vamos a mostrar que el odio y la venganza son vicios humanos y no entienden de fronteras ni culturas? Es mucho más fácil que esos defectos los tengan solo los "malos".
Así, una historia que debería ser realista y reflejar la complejidad e individualidad del alma humana, se vuelve completamente irreal y simple, y, qué queréis que os diga, es triste ver que una película de 2016 es más simple, en términos de temática y caracterización, que otra de 1959, no digamos ya una novela del siglo XIX.
Además, no puedo pasar por alto el hecho de que el Jesús que aparece no tiene nada de divino, no hay nada que permita ver que estamos ante un ser diferente y sobrenatural (algo que el filme del 59 resolvió brillantemente no dejándonos ver su rostro en ningún momento). Solo es un señor muy majete, que dice cosas muy bonitas y ya, nada de milagros ni de hechos imposibles (porque los que hay o sabes de que va la cosa o no puedes vincularlos a Él). Y, tengas Fe o no, las cosas como son, Ben-Hur es una historia sobre milagros y sobre Dios.
P.S.: me hubiera gustado mucho que hubieran terminado de explorar la historia de Dimas, que, para quien no lo sepa, es, según la tradición, el buen ladrón que crucificaron junto a Jesús, porque es evidente que querían hacer algo con él, así que no entiendo por qué justo ese momento cumbre lo quitaron del montaje final.
¿Qué significa esto en términos de historia? Por un lado, que el personaje de Quinto Arrio , ya sabéis, el cónsul que libera a nuestro protagonista (quien descubre, así, que también hay hombres buenos entre los romanos,) y, eventualmente, se convierte en su padre adoptivo, es completamente desterrado del filme; porque, claro, un romano honorable y virtuoso no interesa que aparezca. Prefiero no hablar de la caricatura Cómodo 2.0 en la que convierten al pobre Pilatos. Y, por otro, que Simónides, el padre de Esther es asesinado de mala manera para mostrar cuan malos son los romanos, en vez de permitir ver a través de él el alcance autodestructivo que posee el odio y el deseo vengativo; porque, claro, ¿cómo vamos a mostrar que el odio y la venganza son vicios humanos y no entienden de fronteras ni culturas? Es mucho más fácil que esos defectos los tengan solo los "malos".
Así, una historia que debería ser realista y reflejar la complejidad e individualidad del alma humana, se vuelve completamente irreal y simple, y, qué queréis que os diga, es triste ver que una película de 2016 es más simple, en términos de temática y caracterización, que otra de 1959, no digamos ya una novela del siglo XIX.
Además, no puedo pasar por alto el hecho de que el Jesús que aparece no tiene nada de divino, no hay nada que permita ver que estamos ante un ser diferente y sobrenatural (algo que el filme del 59 resolvió brillantemente no dejándonos ver su rostro en ningún momento). Solo es un señor muy majete, que dice cosas muy bonitas y ya, nada de milagros ni de hechos imposibles (porque los que hay o sabes de que va la cosa o no puedes vincularlos a Él). Y, tengas Fe o no, las cosas como son, Ben-Hur es una historia sobre milagros y sobre Dios.
P.S.: me hubiera gustado mucho que hubieran terminado de explorar la historia de Dimas, que, para quien no lo sepa, es, según la tradición, el buen ladrón que crucificaron junto a Jesús, porque es evidente que querían hacer algo con él, así que no entiendo por qué justo ese momento cumbre lo quitaron del montaje final.
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