La mejor escena : Cuando el abogado replica a su mujer sus actos con la mujer secuestrada, y ante la audacia de sus reproches le acierta tres golpes sin sangre y sin pulso, en el corazón de la casa familiar, frente a sus hijos, casi sin parpadear. La mayor violencia expuesta, enmudecida, que silencia toda explicacion.
Sin olvidar el niño que paga justamente, la herencia de su padre, con su muerte, asesinado sin contemplaciones y hacia el final la niña inocente invitada a degustar sangre y comenzar una nueva vida en los bosques.

El asesino protagonista no es huérfano, tiene más de un “Padre y un par de hermanos”, cinematográficos, a quienes imita erróneamente. Este film es un un slasher directo, una historia básica, de mucha sangre y carne a destajo. El film lo protagoniza Marcus, the Killer, que, al contrario que sus “hermanos”, Jasón (Friday the 13th) y Myers (Halloween), habla bastante y está en mejor forma; sustentado por un eterno heavy metal sonoro de fondo que le cae bien a su estética. Este personaje no es original, tiene otros “Padres”, Carpenter y Cunningham; pero este hijo llega a destiempo, esta creado para nuevos adolescentes que quizás consideran a los hermanos mayores demasiado viejos. Marcus con su máscara; una más para la colección de asesinos psicópatas sin rostro, no se justifica, enojado con su terrible tragedia y con los que se muven a su alrededor; despliega una venganza intempestiva, sintiendo placer al matar sin sentido (un sin sentido como la idea total de la película), una historia que reprueba en las actuales dinámicas del terror, pero reconforta la corta vista de los que se deleitan con el color rojo de la sangre y los trozos de carne de bajo presupuesto. Reanima un viejo estilo de asesinos, pero es olvidable. Marcus, nunca entrara a la "Galería de los asesinos míticos", porque no es su intención, ni tampoco ser una bocanada de buen terror su paso por el cine.