Superlativamente maravillosa. Una película que tiene un sin fin de dimensiones. Es difícil encasillarla en una categoría (drama, comedia o ciencia ficción), pero el apelativo de Obra Maestra es suficiente.
¿Qué hace a esta película tan grande? Claro que no es solamente el guión, o su montaje novedoso, o las interpretaciones de Jim Carrey (que indiscutiblemente ha hecho el papel de su vida, y merecía el Oscar, o al menos una nominación) y Kate Winslet (pura versatilidad), o su impecable fotografía o el soundtrack, sino que todos estos elementos interactuando en armonía.
La película es electrificante de principio a fin, un ritmo vertiginoso propio de Kaufmann, un montaje paralelo entre la realidad y la mente de Joel Barish perfectamente ensamblado. Flash backs tras flach back en donde el amor de Joel y Clem va in Crecendo (para nada comparable con Memento, puesto que está lleva un ritmo constante, y parte de otra premisa).
Eternal Sunshine es pura poesía en movimiento, las imágenes son más elocuentes que mil palabras. La fotografía llena de matices, y hay que destacar los recursos innovadores introducidos por Gondry, un genio de los video clips.