De entrada, Mario Casas es menos expresivo que un gato de escayola. Se llama Mateo, pero le llaman "Mat". Menos mal que no se llama Manuel. Primer episodio, justito. El segudo, soberbio. A partir del tercero todo empieza a decaer. En el quinto ya hay tantas piezas de un puzzle enrevesado que no sabes cómo encajarlo. Tantos giros y tantas escenas absurdas que la serie ya empieza a aburrir. Como ese atropello en pleno centro de Barcelona ... que nadie lo ve. Las escenas del hotel, absurdas. La sorpresa de la esposa, de traca. Una serie para comer palomitas hasta que se acaben en el tercer capitulo.... y que den paso a la publicidad.

Hace tiempo que las series o películas con muy buenas críticas me las miro con escepticismo. Y con esta serie mi sospecha no ha fallado. He visto la primera temporada y 3 capítulos de la segunda... y lo he dejado. Creo que está sobredimensionada. Un guión bastante plano con un par de personajes interesantes pero con otros más bastante aburridos. Diálogos poco creíbles, una hija del patriarca y su marido bastante repelentes, actores secundarios que rondan por alguna escena como pollo sin cabeza. Es un Falcon Crest de las finanzas pero todo muy previsible hasta las salidas de tono del hijo pequeño y del patriarca, el cual obra el milagro de recuperarse del todo de un ictus cerebral. Lo dicho. Una serie para ver el inicio, interesante, y empezar a aburrirse como cuando a un chicle se le va el sabor. Una americanada típica de halcones de las finanzas donde el olor a despacho rancio sucumbe en muchas escenas.

No voy a comulgar con ruedas de molino de que es una obra maestra y tal. La he visto dos veces y me parece una película normalita, más bien aburrida. Personajes flojos: esa mujer enamorada hasta la estupidez, el amigo curioso chulito, el policía bueno y un Orson Welles al que le encanta chupar cámara en exceso. De toda la película, el loro es el que interpreta mejor. Falta credibilidad: las escenas de calle son de risa, esos focos iluminando y manchando edificios y calles de posguerra y esas cloacas que parecen una avenida en navidad de tanta luz. Nunca habría imaginado gente corriendo por unas cloacas, trajeados, con sombrero y corbata y que salen de ellas como de una sastrería.

La serie es un chicle muuuy largo que al segundo capítulo se queda sin sabor. Actores chulitos, tanto policías como traficantes, con un postureo insoportable. El protagonista aparece encajado porque el guión no da para más. Hay escenas ridículas como la paliza del traficante al policía protagonista en una discoteca y que después aparece tirado en un descampado. Y no pasa nada. O ese comadreo entre poli y traficante en plan amigos, hermanos o colegas. O esas heridas en la cara que desaparecen en 3 días y que para curarlas tengas que quitarte la camiseta para echarte novia. Y el capítulo final es de traca. Te quedas con cara de que te han tomado el pelo durante casi 6 horas. Totalmente prescindible.

Después de muchos años leyendo sobre esta película, me he decidido a verla. Una decepción, sobre todo el final. Supongo que hay que fumarse algo para entenderlo. Empiezo a desconfiar de esas críticas grandilocuentes como la que se suele dedicar a esta matraca de tres horas. Explosiones gratuitas, humo, mucho humo. Un argumento que nunca sabes de qué va. Y un final de fumata estupefaciente. Hay muchas películas de guerra mucho más interesantes que esta. Pero que muchas.