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España España · Puente Caldelas
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Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
17 de diciembre de 2010
42 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Meryl es una mujer cansada de ser hija, de ser esposa y de ser madre. Meryl quiere ser mujer, quiere ser independiente, quiere ser libre y darse cuenta de lo que eso significa. Y por eso deja a Dustin, un hombre bueno y exitoso en su trabajo. Lo deja porque él triunfa y ella no sabe lo que es la vida. Sólo sabe que hasta ahora sólo ha sido una hija, luego se convertirá en una esposa y después será una madre y una nuera, y piensa que en el futuro se transformará en abuela y en suegra. Y por eso deja a Hoffman, un hombre bueno y trabajador. Ella quiere ser trabajadora como él, y como él, triunfadora, independiente y libre. Y por eso se va y deja a su marido y deja a su hijo. Imperdonable.

¿Imperdonable? ¿es imperdonable que una mujer quiera ser mujer antes que esposa, antes que madre, antes que hija, antes que abuela?
Es un tema muy interesante éste. A Meryl no le importaría ser un día todo eso, si no todo a la vez, pero ante todo quiere ser mujer, y darse cuenta de una vez por todas de lo que eso significa. Eso le supone mucho sacrificio, porque le supone dejar a su marido, que es un hombre bueno, y dejar a su hijo, que es una ricura de niño.

Recuerdo que cuando se estrenó esta película y la fuimos a ver, una de las chicas de la pandilla decía que Meryl era mala, que era muy mala, que era una mujer malísima, y que sus lágrimas eran lágrimas de cocodrilo. La mayor parte de los que allí estábamos le dábamos la razón.
Menos una, había una mujer de la pandilla, se llamaba Rocío, que defendía lo contrario: Meryl era una mujer absolutamente valiente. Impresionante.
Yo no la entendía mucho, para mí la película era superficial: un padre que es abandonado por su mujer y se dedica con esmero al cuidado de su hijo, a pesar de las dificultades laborales.

El otro día me encontré con Rocío en la parada del autobús, después de muchos años, y tras las peripecias iniciales del "yo a ti te conozco, tu cara me resulta conocida..." al final nos reconocimos: tú eres Rocío, y tú Fran, nos dijimos.
Y me invitó a un café.
Después del café yo la invité a un cubata.
Volvimos a comentar Kramer contra Kramer.
Y me explicó por qué aquella película la había dejado tan impresionada.
-A mí lo que me gustó de la película no es lo que se ve, sino lo que no se ve - me dijo. -Lo que más me interesó fue el aspecto que en la película queda oculto: el de la soledad de Meryl, su año de autodestierro: su travesía del desierto para hacerse, además de más mujer, más hija, más esposa y más madre.
-Me gustaría volverla a ver.
-A mí también, Fran.
Nos tomamos el último cubata y salimos del bar, yo cogí por la derecha, ella por la izquierda.
No nos dejamos los teléfonos, no nos dijimos dónde vivíamos, no me dijo si se había casado o seguía soltera, y yo no le conté nada de lo mío, ni le dejé mi correo electrónico. Ella tampoco me dejó el suyo. Sólo nos dijimos adiós, hasta la vista. Me ha alegrado mucho volver a hablar contigo.
12 de octubre de 2010
35 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces uno no vota un diez a una película por vergüenza, por el qué dirán, porque igual pensarán que uno es un empalagosa y cursi romanticón al que le van las novelitas rosas.
Y entonces antes de votar con la puntuación máxima, pues pide ayuda al resto de contertulios, a ver qué es lo que han votado, y cuando ves dieces por doquier me digo: menos mal, no soy el único blandengue, y me reafirmo en lo que siempre pensé de esta película: es una comedia genial, con un guión excelente, un Hugh Grant que es el Hugh Grant tartamudo y tímido de siempre, una Julia que siempre que dice eso de "simplemente soy una chica pidiendo que..." no puede uno evitar ojos rojos húmedos; y unos secundarios de lujo: esas veladas de amigos me dan siempre envidia: yo quiero ser igual que ellos, me digo, poderme reunir con un grupo de amigos y hermanos a cenar en la casa de tu antigua novia que vive ahora ahora con tu mejor amigo, o a celebrar el cierre del mejor restaurante de un colega.

Y esas canciones de fondo mientras Hugh atraviesa meditabundo ese barrio lleno de flores, lluvia, viento y nieve... ¿qué me dicen?

Creo que pronto la volveré a ver.
10 de octubre de 2010
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
...pues sería al poco de su estreno en Cádiz, creo que fue en el Avenida.
Me quedé igual. Yo tendría unos catoce años. Creo que no la vi en cinerama.
Tiene razón uno de nuestros comentaristas (el segundo en orden de utilidad) cuando dice que esta película hay que verla en pantalla grande, y no querer ver sólo cine de acción por aquello de que siendo de ciencia ficción y situada en el espacio debe ser forzosamente de acción.
Es de acción, desde luego, pero de acción quieta.

Es verdad eso de que esta película o aburre o maravilla.

La segunda vez que la vi fue en una de esas salas del Madrid de principios de los ochenta: una de esas salas vacías, donde se proyectaban películas de esas de culto que un día allá por los setenta se llamaron "de arte y ensayo".
Una de esas salas oscuras, silenciosas, y de fondo todo ese espacio negro y silencioso, y la música de Kachaturain, ese adagio de gayane, ese astronauta corriendo por un suelo sin techo o por un techo sin suelo, dando golpes de boxeador a nadie.

Y esos diálogos sosegados: el norteamericano, Dr Floyd, con los rusos cuando eran soviéticos; a pesar de la rivalidad se tratan muy bien, sin alaridos, sin una voz más alta que otra, sin amenazas de bombas nucleares, eso sí, con frialdad propia de viajeros espaciales... en esa estación espacial que rueda al ritmo de un vals de Straus, invitando a la meditación...

Y los diálogos con Hal, tan misteriosos, tan humanos, tan educados y amables. Esas partidas de ajedrez, esas transmisiones desde la Tierra... todo lo vuelvo a ver una y otra vez, ahora en casa... he de comprarme una pantalla gigante, es cierto, será mi próxima inversión a largo plazo, he de conseguir que a mi pareja le guste como a mí, porque se la puse a mi pareja hace poco y no pasó de la escena de los monos, por mucho que yo le dijera que esperara un poco a que el mono lanzase el hueso al aire que se convertiría en nave. No hubo modo, me dijo:; quieta eso, FAG, es un coñazo.

Pero a mí me sigue gustando y quiero tener otro huequito libre para volverme a hundir en el espacio.

De las cautro partes en que divido la película, la última es la que ya no aguanto, se me hace demasiado lenta, tal vez porque ya preveo el final, porque lo tengo muy visto y no me va a aclarar ya nada más... pero hasta llegar a esa última cuarta parte, el de las transformaciones de Dave, cuántos momentos de sosiego, misterio y viaje imaginario.

He de comprarme esa pantalla gigante, he de comprármela...
12 de diciembre de 2010
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para ver adecuadamente esta película es preciso tener algo de edad, y de vocación de quietud. Es preciso ser paciente y disfrutar de las soledades compartidas: la tuya con los personajes. No puedes ver esta película si a tu lado se encuentra alguien jugando a la pelota. Es preciso encontrarse concentrado. Como lo estaba Burt antes de que llegara la familia de la Mangano.
Y disfrutar de una paseo no sólo por las soledades sicilianas, sino además por los pasillos oscuros, por los retratos de familia que cuelgan de las paredes, y oír el cascabeleo del rebaño en las escenas campestres, y atravesar el olivar que me trae olores y recuerdos de mi tierra cuando soplan vientos de levante.
28 de noviembre de 2010
26 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo estas películas las estoy viendo ahora y por una razón fundamental:
Hace tiempo escuché que Aute se refería en la canción de la ladilla a Godard y a no sé qué de veinticuatro imágenes por segundo.
Siempre tuve ganas de ver películas de Godard, y tratar de descubrir a qué se refería Aute con lo de las veinticuatro imágenes.
Ni idea. Ni idea porque no tengo paciencia para tragarme una película entera de Godard. Excepto "El final de la Escapada", que la vi ayer: ésa pude tragarémela entera porque Jean Seberg estaba guapísima, creo que nada más que por eso... Bueno, Belmondo no estaba mal, con ese aire tan chulesco...
Bueno, pues aparte de ésa, no logro ver una película entera de Godard. Me aburren y no las entiendo o no las entiendo y me aburren, no sé en qué orden justificar mis bostezos. Con ésta de Alphaville tuve otra justificación para verla: porque sale Anna Karina y porque hay unos cines en Madrid que se llaman Alphaville. Y por eso pienso que la película debe de ser muy interesante pero que soy yo el que fallo y no logro meterme en la filosofía godardina.

Esta noche lo volveré a intentar, quizá sólo por ver a la Karina, a ver si nada más que por eso le cojo el punto a la peli y me divierto un rato. Le daré diez minutos. Si llego a los diez minutos sin bostezar le daré otros cinco minutos, y así hasta que caigan tres bostezos. Es un buen sistema ¿no?

Si mañana o cuando sea que vuelva a intentar verla, la he visto entera, borraré este comentario y haré una crítica en condiciones, en caliente y con patatas.
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