Hoy era uno de esos días tontos, en los que decidimos pasar una tarde de cine en familia, y no tengo mejor idea que buscar en google un listado de las mejores películas de 2022. La número 10 de un ranking de 130. Suspense, terror, al más puro estilo Spielberg ¿Qué podía salir mal?

Después de haber aguantado hasta el final, gracias en parte a las carcajadas de mis hijos, y sin poder dar crédito a la experiencia vivida, me pongo a indagar un poco y descubro que las críticas de la "casta gafapasta" son unánimemente positivas. Que si obra maestra de Jordan Peele, que si un excelente mix de terror psicológico, mundo animal, western alienígena desde una óptica surrealista, que si un tributo a tiburón...bla, bla, bla.

La historia es ridículamente pueril y manida; el argumento un chiste; el guion errático y básico; su ritmo lento y los personajes ridículos (aunque convenientemente encajados en la cuota woke). Tras los primeros 5 minutos de película en los que con una intro del tipo, "chaval, prepárate que esto es cine de autor" y que de forma engañosa comienza a crear una atmósfera sugerente, todo se viene abajo. Solo sigues viendo la película por el desconcierto y el morbo que induce a pensar, esto no puede ser... aguanta un poco que ahora todo va a encajar.

Por sacar algo bueno, creo que después de esto, pasará mucho tiempo antes de que me tope con un bodrio en la gran pantalla.

¡Válgame el Señoh! Mira que he intentado ponerme las gafapasta y me he dispuesto a ver esta magistral obra con mi taza de té y con los niños acostados para que no interrumpan mi estado de máxima concentración.
Pero por más que me he esforzado, y habiéndole dado dos oportunidades no he sido capaz de aguantar más de una hora.
La ambientación es demencial, el sonido es perturbador. Los personajes desagradables, grotescos y morbosos. Los constantes cambios de plano, el empleo excesivo del ojo de pez o los recargadísimos escenarios Art Nouveau no son aptos para todos los públicos. Lo sé, puede que yo sea todo un tarugo, incapaz de valorar la maravillosa sensación de nauseas, asco o mal cuerpo que me generan las escenas.
El ritmo de la narrativa es lento y aburrido hasta decir basta.
Pero es que además, el lenguaje es grosero, soez y vergonzante por momentos. Es un autentico homenaje a la pedofilia y a la más absoluta depravación sexual.
Nada... para mi un peñazo de categoría.

Me prometí a mí mismo no volver a hacer una crítica acida, pero es que lo de esta cinta es de traca. Y como de costumbre, mi divorcio con la crítica (profesional y gafapasta a partes iguales) es total. Si esperáis ver un telefilme de sobremesa con todos los topicazos del género, pero en versión lowcost y con toneladas de wokismo centroeuropeo, esta es vuestra ocasión de abrir la bolsa de palomitas de microondas del Mercadona.
Por supuesto que hoy día, gracias al CGI y a los drones, te puedes marcar una peli con ínfulas por dos chavos, y si Netflix te apadrina, metiendo a dos negras,un par de lesbianas ecosubnormales y a una alcaldesa clon de Meloni (tontísima y super facha) ya lo tienes hecho.
Esta especie de Megalodón (pero más pequeño) mezclado con Sharknado (pero no tan cuqui), ambientada en la ciudad de la luz promocionando sus olimpiadas te hace sangrar por los esfínteres.
Pero no todo va a ser malo, pasamos una tarde de risas en casa viendo morir franchutes.

Glorioso telefilme para enmarcar. Eso sí. Hay que verlo o con tres güisquis de más, o rodeado de una manada de sobrinos en una sobremesa navideña, cómo fue mi caso.
Con la estelar presencia de Lorenzo Lamas y un elenco de figurantes que pasaban por allí, han sido capaces de engendrar este pastiche que hará las delicias de niños y mayores por igual.
La historia, el guión, los diálogos... Que decir. Una clase de primero de la ESO harían un proyecto cinematográfico de más calidad con una mano atada a la espalda.
Los actores de malos, hacen gracia. Pero lo digo de verdad, sin acritud. Garantizadas las carcajadas. Si no, os devuelvo el dinero.
Y los efectos... Parecen hechos con una app gratuita para el móvil de las que hay en la PlayStore. No voy a dar detalles por no hacer spoilers y robar la magia a todos aquellos atrevidos que se lancen, pero mis sobrinos se dedicaron a contar las escenas repetidas una y otra vez. Amortizando que es gerundio.
Lo dicho, si además eres un aficionado a la biología marina, la industria naval o la ciencia en general, tómate dos gintonics bien cargados y lánzate a esta gran aventura.
¡Vas a flipar!