Como ya sabemos todos, esta película inaugura el Universo Cinemático de DC, esto, aunque re-sabido tenemos que repetírnoslo durante el visionado de la película como un mantra que en el acto de repetir nos revela el goce.
Efectivamente, La película necesita de segundos visionados para entender la bruma espesa que la rodea, necesita forzosamente que ser vuelta a ver sino inmediatamente dentro de un par de años ya cuando el Universo Cinemático de DC haya concluido.
Zack Snyder no es tonto, no juega a la gratuidad ni quiere ganarse el cielo de los fans de la manera más fácil, lo suyo es apostar por el Universo cinemático de DC.

Zack Snyder capitanea con algunos trucos que se permiten en el cine de autor pero no en el de super-héroes (Como si fuera un género ya explorado y con normas bien definidas). Esta es, creo, la razón por la cual la película no ha sido tan bien recibida por la crítica y por un segmento del público que exige que los productos le diviertan, le causen risa, le conmuevan, le hagan catarsis (para superar al segundo siguiente de abandonar la sala) y le cuadren con el esquema planeado.
Lamento informarle al espectador lumpen que esta película cuenta con tan sólo una de las categorías antes descritas. Porque lo que uno termina de ver al final del visionado es algo mucho más que una película convencional de super-héroes, lo que se ve es un truco, se ve a un director sonriendo nerviosamente frente al espectador en una mesa de poker esperando que el otro no adivine su mano.

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