Película palomitera de la que poco se puede decir: acción, ritmo, alguna chispa en los diálogos y química por los pelos entre los protagonistas, supongo que esa química era supuestamente el hallazgo de sus creadores pero, a mi juicio, no se consigue del todo. Para decirlo sin dar más la tabarra: química por los pelos y entretenimiento por los pelos...

Por algún motivo, en octubre suelen aparecer buenas películas en cartelera, siete días despues de la magnífica Gravity, aparece esta densa e hipnótica película que durante dos horas y media nos va atrapando gracias al buen hacer de un director del que a partir de ahora estaré pendiente. Los trabajos de Gyllenhall y Jackman no sólo están a la altura del proyecto, sino que convierten la pelicula en una experiencia perturbadora y de calado. Más alla de el desasosiego y la inquietud este trabajo transmite, también podemos hablar de una extraña y oscura belleza que se va cociendo lentamente, en ocasiones bajo una lluvia intensa, evocadora de lo inevitable y lo hermoso.

Siempre he pensado que el buen cine también es la vida, que las películas, cuando son buenas, nos brindan experiencias; pensamos, nos divertimos, nos emocionamos… en ocasiones hay películas que en un par de horas consiguen que vivamos retazos de otras vidas casi como si fuesen las nuestras, y quedan en nuestra memoria con la densidad de los recuerdos de experiencias propias. He defendido siempre que el buen cine, cuando cala, nos hace crecer. Pues bien, he ido a ver Gravity ilusionado porque es del espacio, porque es de un buen director y porque tiene buenas críticas y normalmente cuando uno va a ver una película con tantas expectativas lo usual es que salga decepcionado. No ha ocurrido así. He vivido con intensidad el metraje completo y parte de él incluso con un nudo en la garganta; he visto muchas películas a lo largo de mi vida y naturalmente con el tiempo me he vuelto exigente, tengo que decir que un nudo en la garganta, sostenido y prolongado, asistiendo a una secuencia de superación y coraje como la del final de Gravity es algo que no me había ocurrido antes. El argumento es muy sencillo pero curiosamente no hace falta más, Gravity es la demostración de que el talento de un director (con el permiso de los actores) y una idea acertada, por muy sencilla que sea, bastan para transportarnos. He experimentado, de manera contundente, la tan cacareada magia del cine.