Una película que no necesita renderizados hiperrealistas para tocar fibras sensibles. Esta historia puede ser contada por siempre conmoviendo profundamente, esta vez con la mirada pura e inocente de un niño testigo que escucha por primera vez, de la voz y cariño de su padre, los hechos que marcaron la vida de Jesús, y que además es un recordatorio para hacer introspección desde la adultez en nuestra vida diaria. La narrativa es fresca, inocente, entendible y entretenida, sin apelar a recursos innecesariamente dolorosos para esta ocasión. Sin elementos audiovisuales híper estimulantes ni extravagantes y llena de paisajes sobriamente bellos, a Rey de reyes no le sobra ni le falta nada, una película para ver con los ojos del corazón y llevarse nuevamente la mirada compasiva de Jesucristo.

Cristiana Dell’Anna transmite con audacia el dolor de la injusticia y la desigualdad, la fragilidad de la salud que no detenía a Francisca Cabrini, y las emociones de su lucha por los menos favorecidos durante la inmigración italiana a los Estados Unidos. Esta actuación, para las adversidades que implicaba llevar a cabo su misión, me resulta una interpretación más creíble que la biopic del 2019 (donde se nos presenta como una monja siempre apacible), por el dolor que conlleva descubrir las condiciones miserables en que muchos inmigrantes tuvieron que sobrevivir, si es que lo lograban. La narrativa no cruza nunca la línea de la explotación de recursos dolorosos, no obstante se puede sentir la pasión de Cabrini por cambiar la injusta realidad de todas esas personas. La fotografia acompaña las luces de una fe indoblegable que no se apaga a pesar de la sombra de su fragilidad física y las sombras de un contexto lúgubre e injusto, la película es inspiradora y un hermoso homenaje a esta santa. Brava, Cabrini.