Patricio Guzmán realiza un excelente registro poético de las historias contenidas en el agua. Es el agua la contenedora de la historia de la humanidad; dice el autor que el agua no solo tiene memoria, sino también voz. El botón de nácar registra las voces que el mar chileno guarda, el agua como inocente aliado de la infamia, la opresión y la dictadura, de genocidios cometidos en el nombre del interés de un todopoderoso de pacotilla. La historia de los indígenas de la Patagonia que casi fueron exterminados por los colonos europeos, la historia de Jemmy Botton, un indígena que vendió su libertad, su esencia, su identidad por un botón de nácar; la historia del golpe de estado al gobierno del marxista Salvador Allende, y la historia de los muertos y desaparecidos durante la dictadura de Pinochet.
Un guión excelente, con una narrativa firme y elegante y testimonios majestuosos, por ejemplo, el momento en que una mujer confiesa de que en kawésqar no existe la palabra Dios ni policía, porque no los necesitan, sumados a una fotografía impresionante, con paisajes espectaculares y maravillosos hacen del Botón de nácar un excelente documental.