Ciertamente, me esperaba otra cosa de J.J.. Desde aquí, darle las gracias por no dirigir la película y felicitarle porque nos la ha metido doblada a todos los fans de sus series (especialmente a los de Perdidos, entre los que me incluyo), amén del denominado "Marketing viral". Y la verdad es que, en cierta medida, sí sales del cine como si hubieras pillado un virus: mareos, nauseas y una tremenda sensación de vacío... en el bolsillo.

Si optáis por desperdiciar 90 minutos de vuestro tiempo libre en ir a verla (o a intentar intuir lo que en ella se ve), únicamente os encontraréis con 88 minutos de movimientos de steadycam imposibles, desenfoques constantes de la imagen, un "planteamiento", medio nudo y ningún desenlace y unos actores que, prácticamente, se hacen prescindibles en la mayor parte del metraje (si no fuera porque uno tiene que llevar la cámara).

Lo que jamás había visto en una sala de cine, es ver como todas las personas que estábamos allí, hemos permanecido sentadas en las butacas tras 2 minutos de créditos, esperando a que pasara algo más que nos hiciera borrar la cara de gilipollas que se nos ha quedado a todos.
Decir que también ha ayudado a esta situación el que no se encendieran las luces en la sala. Cuando ha ocurrido, la cara de gilipollas ha quedado finalmente perpetuada en todos nosotros (si está allí J.J. nos lo comemos).

Finalmente, preveniros de que se planea una secuela. Ni por lo más remoto pienso tropezar dos veces en la misma piedra, aunque en ella me traten de explicar lo que ocurre en esta.

Espero que el desenlace de Perdidos no se parezca absolutamente en nada al de esta película y no nos deje con la misma sensación. De todas formas, para entonces J.J. ya tendrá una buena fortuna y le dará lo mismo lo que pensemos. No contribuyáis a ella.