Si al cine se le pide entretenimiento, ésta pelicula lo tiene.

Es cine sin pretensiones. Puro entretenimiento aderezado de toques de humor del protagonista que aportan a la historia ciertamente fantástica una dosis de sentido común real que en ningún momento desentona y que permiten el transcurrir de las secuencias sin incredulidad.

El cine también és entretenimiento.

Película magníficamente realizada, con grandes decorados, muertes y persecuciones espeluznantes pero ... no transmite. Cuando padeces con el pianista o te sobrecoges con La lista de Schindler el dolor, la rabia, la indignación o la frustración traspasan la pantalla, se te cuelan dentro del corazón y hacen brotar emociones. En esta película, pese a ser más directa y manifiesta, las muertes se suceden sin más que un reproche, reprobación y censura a los males de la guerra.

Cuando las luces sucumben ante las sombras. Cuando la razón desaparece diluída en la superstición. Cuando la venganza, la envidia y el odio renace en las relaciones humanas. La soledad, el miedo y la inseguridad superan a la solidaridad, la verdad y el amor.

Buena película dónde los malos son muy malos, los buenos son buenos y los actores son excelentes. Merece la pena contemplarla sosegadamente para darse cuenta de que lo que sucedió en la historia tantas veces aún sucede.

Que la locura colectiva (histerismo), el miedo y la venganza puede superar a la razón, el amor y la verdad.

Plana y con falta de carisma en sus actores principales, que no dejan de hacer un papel correcto. Eso sí, por los decorados en interiores, densa ambientación, esmerado vestuario e iluminación acertada merecería verse esta película. No desagrada pasar una tarde cualquiera viendo a los ingleses en los territorios perdidos de sus colonias, aunque siempre ganen.

Fargo es una película indiferente hasta que reflexionas sobre ella un instante. Sí, parece una historia sin más que no deja de ser otra cualquiera. Pero el avispado observador verá dos mundos enfrentados en ella y es eso lo que la hace ciertamente rica. Por una parte nos encontramos un mundo de ambición, inquietud, egoísmo, traición, locura asesina, lujuria y maldad. Por otra, unos personajes sencillos, felices con lo poco que tienen, tranquilos, complacientes, razonables y cuerdos. Dos maneras de vivir en el mundo tan dispares y tan opuestas que se entrecruzan produciendo grotescos resultados. Dos maneras de vivir que no provinen del mismo lugar. Unos de un pequeño pueblo de fargo y otros de la lejana ciudad. Unos predecibles, otros impredecibles al máximo. Asesinos contra ejemplares vecinos. Violencia contra amistad y bondad.

Los directores tienen el mérito de que ambas formas de actuar no desentonen cuando chocan de forma explosiva. Las muertes que se ejecutan en la tranquilidad de los paisajes son aterradoras pero no por ello desentonan. Parecen transcurrir con normalidad entre sufrimientos y asesinatos espeluznantes. Nada parece cambiar en las escenas siguientes a un asesinato a sangre fría porque el paisaje lo inunda todo. El mismo paisaje que ha hecho al temperamente de las gentes de fargo.

Por ello otorgo el papel más relevante de la película al personaje que hace de puente. El vendedor de coches que llama a los asesinos. Ese es el personaje clave o de unión. Es el personaje que quiere abandonar "por sus particulares circunstancias" la serenidad y previsibilidad de fargo. Y eso le cuesta todo. Porque para los Coen Fargo lo es todo y todo lo puede y sin duda nadie puede escapar al embrujo de esos paisajes y esos vecinos. Nada puede escapar, ni el destino de unos personajes oscuros que intentan atentar contra los valores de la localidad llamada Fargo y lo pagan muy caro. En Fargo no hay lugar para la ambición.