Es muy difícil acercarse a una película como esta sin tener expectativas muy altas. El riesgo de encontrarse menos de lo que se espera es elevado, sobretodo si creemos que esta obra es algo que no es.
Está catalogada como “Aventura”, pero como tal no tiene mucho valor. La historia es simple y en cierto modo predecible. No tiene ningún giro especial ni emocionante.
También tiene la etiqueta de “Acción”, pero está muy condensada sólo en la parte final y por muy innovadora, pionera, influyente y todo lo que tú quieras, no deja huella en un espectador medio de hoy en día.
Los Siete Samuráis es una película de personajes. El trabajo de poner un conjunto de personajes tan diferentes entre sí en escena dejando de lado los estereotipos es impecable. Cada uno forma parte de una clase social pero tiene sus valores personales, buenos y malos, que lo hacen único y gracias a esto puedes sentir empatía y sufrir, reír o emocionarte con ellos.
Cada uno tendrá su criterio para definir lo que es una obra maestra. Para mí esta lo es porque me ha permitido conocer a Kanbei o a Kikuchiyo durante algo más de tres horas y porque se han quedado en mi memoria para siempre.