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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de abril de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
América, 1959. Los negros viajan en los asientos traseros de los autobuses en los estados del Sur, no comen en los mismos restaurantes que los blancos, no beben de sus grifos, ni usan los mismos urinarios. Asoman los años sesenta. Asoma el sueño de Martin Luther King, la rebeldía de Malcom X o de Mohamed Ali (antes Clasius Clay), y comienza a plantearse la lucha por los derechos civiles.

Sarah Jane es negra, pero no lo parece, y se rebela contra el destino de su raza, que sólo puede aspirar a servir a los blancos, hasta el punto de renegar de su madre y avergonzarse de ella porque sabe que tendrá más oportunidades si miente. Cincuenta años después, con un presidente negro en la Casa Blanca, no parece tan mala hija.

Douglas Sirk, el rey del melodrama en los años cincuenta, adapta al cine una novela que ya había rodado en 1934 John M. Stahl con Claudette Colbert en el papel que aquí interpreta Lana Turner. Y se queda corto. Demasiado corto incluso para su tiempo.

La película se centra en la relación de dos madres y dos hijas, pero es la historia de Sarah Jane y Annie Johnson la que ha envejecido mejor, aunque el conflicto que plantea hoy esté superado y el abnegado personaje de Juanita Moore, mujer piadosa donde las haya, acabe dejando un poso de resignación que lastra la crítica.

El resto es un folletín rodado con elegancia, de sentimentalismo desbordante, ingenuo y bien intencionado, que convierte en inverosímiles la mayor parte de los personajes. Se nota que no se atrevieron a profundizar en la ambición y el egoísmo de Lola Meredith para no poner al público en contra de la protagonista. Pero también resulta sospechoso que la moraleja final, que la tiene, apunte a que una mujer debe anteponer la familia al trabajo para sentirse plenamente realizada, porque siempre habrá un hombre que se encargue de todo lo demás.

Por lo demás, Sirk sabe emocionar al espectador y hay escenas que todavía hoy mantienen su fuerza, aunque después de ver la película, a uno le quede la sensación de que ha abierto un armario lleno de vestidos bonitos, pero con un olor muy fuerte a alcanfor.
4 de febrero de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
D'Artagnan viste sotana. Ricardo Corazón de León cabalga sobre zancos. Y Judas es cojo.

Louis Malle acierta de lleno con esta historia sútil y emotiva sobre la amistad de dos niños internados en un colegio católico de la Francia ocupada por los nazis. La película avanza con naturalidad a ritmo de Schubert y Saint-Saëns, y Malle, que también firma el guión, es capaz de tocar la tecla adecuada para que el espectador pueda descubrir algo de su propia infancia en la peripecia de los personajes; muchachos que cambian mermelada por cigarros, ojean revistas de chicas desnudas, y se pierden en un bosque oscuro cuando anochece.

Todavía me pone la piel de gallina el coro de voces adolescentes, despidiéndose, mientras Julién, que mea la cama por las noches, descubre que los justos también pueden perder.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
José Luis Cuerda, partiendo del relato de Manuel Rivas, le dio otra vuelta de tuerca al final de "Adios Muchachos" en "La lengua de las mariposas". Los dos sobrecogen.
21 de febrero de 2010
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Motivos para ver esta película...

Paul Newman.
Envejecido, en una de las escenas le dice a su hijo de ficción que él es asunto suyo. Paul Newman había perdido a su hijo, el de verdad, veinte años antes y siempre se sintió culpable.

Un barco de madera llamado Catherine. Las velas. Los paisajes de postal de la costa de Carolina. El mar.

Robin Wright Penn. La película crece cada vez que aparece el personaje de Newman, pero ver en la pantalla a la elegante señora de Sean Penn siempre se agradece.

Motivos para pensárselo antes de verla...

Kevin Costner no encaja en el papel. Su personaje tampoco está bien trazado en el guión (o quizá sea un defecto de la novela) y no resulta creíble. No hay química con Robin (y éso también afecta a la interpretación de la actriz) y parece difícil de entender que una periodista del Chicago Tribune encuentre interesante a un hombre tan plano.

El director. Es cierto que un realizador más arriesgado que Luis Mandoki, y me viene a la cabeza la excelente adaptación que Nick Cassavettes rodó después de otra novela del mismo autor, "El diario de Noa", hubiera aprovechado mejor la fuerza de la historia original. Requería alguien con más personalidad cinematográfica al frente para aportar algo nuevo sin empalagar.

El guión. Hacía falta más talento para hablar de sentimientos. La pintora Catherine, desencadenante de toda la historia, es una sombra pálida durante todo el metraje y también hubiera sido necesaria alguna pincelada más acertada para comprender lo especial que fue.
16 de abril de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Convencional.
Inverosímil.
Confusa.
Fría...

¿Alguién se cree que Billy Crudup pueda llamarse Julién y sea francés?
¿Y esos besos de opereta? ¿Cuando conectan los protagonistas?

La fotografía y los escenarios son lo mejor de la película, aunque uno acabe preguntándose de donde sale tanta luz en el bosque cuando es de noche.
Resulta difícil creerse esta historia, construida sobre lugares comunes. Tiene demasiadas secuencias que parecen retales cogidos de otras películas anteriores sobre la Resistencia y la Segunda Guerra Mundial. Pululan en un guión enrevesado, pero completamente previsible demasiados arquetipos, personajes de cartón que te dejan indiferente. Sólo de vez en cuando aparece un latido, débil, de emoción.
Y eso es por que actúa Cate Blanchett.
14 de enero de 2010
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene el sabor de las novelas de aventuras escritas en el siglo XIX. Y del cine de otro tiempo. Y eso quiere decir que sea mejor.

Los inconquistables ha envejecido mal. Resulta ingenua, maniquea y convencional. Aunque entretiene. Los personajes secundarios son arquetipos sin profundidad. Ahí está un joven George Washington que irradia grandeza en cada diálogo y un malo de folletín que, no podía ser de otra forma, traiciona a los blancos y subleva a unos indios de atrezzo que hablan como entonces se suponía que hablaba cualquier aborígen, sin conjugar los verbos, y son un obstáculo para la civilización.
Nada de esto, sin embargo, debiera extrañarle a nadie siendo una película de Cecil B. De Mille, que en aquellos años se dedicaba con entusiasmo a cazar comunistas en el Hollywood de las listas negras para defender las esencias del sueño americano.

Gary Cooper está bien en su papel habitual de hombre honesto, decidido, pero tímido con las mujeres, pero no sorprende. Y a Paulette da gusto verla interpretando otro rol de mujer con carácter, aunque su personaje de esclava en el nuevo mundo resulte de lo más inverosímil.

Y el guión, que incluye escenas afortunadas como la subasta de los seis peniques en el barco, acaba conviertiéndose en un garabato de idas y venidas de indios y casacas rojas a la espera de que se resuelva la previsible historia de amor entre los dos protagonistas.
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