Clint Eastwood es, bajo mi punto de vista, uno de los mejores directores que existe. Sí, lo admito, me declaro enamorada empedernida de su trabajo como director; Películas como Gran Torino, Sin Perdón, Million Dollar Baby, Un mundo perfecto o Los Puentes de Madison, me han resultado obras sublimes. Pero sin duda, la mejor película de su historia como director, llegó el año 2003, con el nombre de Mystic River. Para mí, una de las historias más profundas y transcendentales de la trayectoria del director.

Mystic River me fascina por ese punto de oscurecimiento; por ser un historia bañada con un cierto drama oscuro, tenebroso y sombrío que te mantiene en una continua intriga y tensión absoluta hasta el final. Ver esta película te convierte en parte de la historia. Te hace sentir el tormento, el dolor y la incerteza de los personajes. Eastwood logra transmitirnos, con esta tenebrosa historia, lo más cruel del alma humana; la cruda y fría realidad. Sin duda, una obra de arte que recomiendo enormemente.

«No hay dos palabras en nuestro idioma más dañinas que: "Buen trabajo"».

Whiplash es un claro ejemplo del esfuerzo, el sacrificio, la ambición y el máximo compromiso y superación al que puede llegar el ser humano por lograr un sueño. Un sacrificio descomunal del protagonista nos hace sentir que nada de lo que hagamos será suficiente si no llegamos a la perfección. Un sacrificio que vemos reflejado en su actitud obsesiva por ser el mejor baterista de la historia luchando con «sudor, lágrimas y sangre».

Una interpretación brillante, tanto por parte del temible jazzista y profesor Terrence Fletche (J.K Simmons) como el joven baterista de jazz Andrew Neiman (Miles Teller). Ambos intentan llegar a la máxima perfección a través de una demoledora y violenta sucesión de hechos, que aumentan nuestra ansiedad a medida que avanza el ritmo feroz de la película.

Sencillamente brillante. Nunca la historia de un músico, fue tan inspiradora desde el grandioso «Bird». Gracias Damien Chazelle por esta gran película.