Vista desde fuera, parece (y es) una película típica de guerra contra una invasión de enemigos invencibles. Pero por algún motivo, ha conseguido conmigo lo que muy pocas películas de acción habían conseguido hasta el momento: Transmitirme la angustia de los protagonistas, esa necesidad de sobrevivir a toda costa y salvar a los rehenes a cualquier precio. La primera mitad de la película no tiene desperdicio, después ya es un poco más típica y predecible.

Cierto es que peca un poco del típico patriotismo yanki, pero ya estamos acostumbrados y no nos vamos a sonrojar por ello, ¿no?