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Críticas 314
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
2 de abril de 2017
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rey de Reyes es una visión sentida, parece que vivida por el mismo Nicholas Ray a tenor del carismático elenco que sin medias tintas representan a los numerosos personajes del entorno histórico de Jesús de Nazaret. Un colosal gran plano general nos abre las puertas al desfile de las legiones romanas a la conquista de Judea, guiadas por el general Pompeyo (Conrado San Martín), donde creyendo encontrar oro, solo encuentran un pergamino, guardado y custodiado por los que esperan la venida del Mesías.

Una decidida elipsis nos traslada medio siglo más tarde al nacimiento de Jesús de Nazaret. La cruel decisión de Herodes El Grande (Gregoire Aslan) por conservar su trono y la traición de su hijo heredero Herodes Antipas (Frank Thring), coronándose nuevo rey ante la inesperada muerte de su propio padre a quien le niega asistencia en su agonía. Los primeros planos de Antipas cargados de ira, enfrentados a la misericordia suplicada de quien no supo aplicarla sobre los inocentes, convierte la escena en dolorosa y altiva venganza de alto calado, culminando en un aplastante gran plano zenital en el que Ray nos muestra al destronado Herodes el Grande, rechazado y tirado a tierra por su codicioso hijo Antipas.

Pasados unos años nos encontramos situados junto al centurión Lucio (Ron Randell) revisando empadronamientos en casa del carpintero, convirtiéndose así en el hilo conductor de los acontecimientos venideros que irán cercando el destino del Mesías. El revolucionario Barrabás (Harry Guardiano) lucha por la liberación de Judea, Juan el Bautista (Robert Ryan) predica y bautiza la palabra de aquel que ha de venir, Jesús de Nazaret (Jeffrey Hunter). El encuentro entre ambos personajes representado por Ray en emotivos planos, contraplanos y planos detalle, nos muestra la fraternidad del momento, tras lo cual se produce la retirada de Jesús al desierto.

La fatal Salomé (Brigid Bazlen) persigue el trofeo en bandeja de plata que tanto ansía, utilizando como moneda de cambio para conseguirlo la sinuosa y embriagadora danza que tanto perturba al inestable Antipas, ajeno a los problemas de orden en las calles que preocupan al prefecto Poncio Pilatos (Hurd Hatfield), sucediéndose los acontecimientos entre algaradas y rebeliones contra la dominación romana, la prédica de Jesús entre los necesitados y la ayuda a los desheredados: al ciego (Paco Morán), o al loco (Fernando Sancho) entre otros.

La aparición de María Magdalena (Carmen Sevilla) en escena, nos presenta a un personaje pecador, perseguido, arrepentido y oprimido por quienes se creen en el derecho de ser juez y parte, se trata de un gran momento interpretativo, creíble y asumido en su esencia por el gesto y la temerosa mirada de quien pretende salvarse de la desatada muchedumbre frente a la mirada conciliadora de Jesús que la rescata de la ira del gentío.

Nicholas Ray concentra finalmente la acción en Pilatos, Antipas y Lucio, enfrentados ante el frágil destino de Jesús de Nazaret, donde los acontecimientos se precipitan provocados por Judas (Rip Torn) entre planos medios, primeros planos y generales que nos muestran las indecisiones de los mandatarios enfocados hacia el juicio que determinará la crucifixión del Mesías en el Gólgota junto al mal ladrón (Barry Keegan) y al buen ladrón (Luis Prendes).

Un desgarrador plano objetual nos muestra finalmente el levantamiento y fijación de la cruz ante las dolorosas compasiones de María (Siobhan Mckenna), María Magdalena, José de Arimatea (Félix Pomes), el centurión Lucio y Claudia (Viveca Lindfords) esposa de Pilatos, contrastado con el portentoso final en el que un emotivo primer plano de María Magdalena refleja en su rostro la piadosa mirada reencontrada, la resurrección del Mesías y el mensaje a los apóstoles para predicar su palabra.
8 de enero de 2018
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
1973. The most dangerous match (La partida más peligrosa) dirigida por Edward Abroms es el septimo telefilm de la segunda temporada y diecisiete de la serie, donde reyes y reinas junto al abultado séquito completado por grandes torres, bravos caballos, ágiles alfiles y un nutrido grupo de serviles peones, plantean una peligrosa partida de ajedrez donde se enfrentan la veteranía y la juventud envueltos en un mar de coloridas nieblas sobre un tablero de ajedrez y dos cerebros en el juego ajedrecístico donde se impone la lógica del veterano entre gigantescas figuras móviles que se mueven acosadoras hacia el joven cerebro entre distorsionados planos angulares y planos subjetivos de visión impactante en el enrarecido ambiente psicodélico de una mente agobiada, preocupada y confusa que repentinamente despierta de su pesadilla confuso y bañado en sudor frío con un acusado grado de preocupación marcado en el rostro del joven maestro ajedrecista Emmett Clayton (Laurence Harvey).

Tomlin Dudek (Jack Kruschen) es el veterano ajedrecista lleno de amabilidad que se enfrentará en la partida que señalará al campeón del momento. Además del ajedrez hay un nexo común Linda Robinson (Heidi Brühl), expareja del joven ajedrecista, y secretaria personal ahora de Tomlin, encargada de llevar los asuntos profesionales veterano del campeón, entre los cuales organizar un encuentro secreto, fuera de cámaras, paparazzi y del omnipresente guardián y entrenador de Tomlin: Mazoor Berozski (Loyd Bochener, para saludarse y hablar sobre la partida que les enfrentarán, reunión de la que se iniciarán los problemas.

Emmett Clayton con un meditado plan pretende rehuir del enfrentamiento debido a su inseguridad profesional no demostrada para el esperado enfrentamiento entre campeones para lo que planea un plan de eliminación del veterano ajedrecista, dando pie posteriormente a la intervención del teniente Colombo con sal y pimienta entre las manos junto a una camisa con olor a ajo adobado. El telefilm toma un cariz de verdadero thriller desde el momento en el que se denuncia la breve desaparición Tomlin Dudek y el posterior hallazgo en su habitación con claros síntomas de envenenamiento.

La investigación de Colombo centrada en el joven campeón con la estrategia del constante acoso a quién, con imperturbable insistencia emocional va desglosando sus sospechas hasta llegar al lugar de los hechos en un alarde de premeditada confusión ante el ajedrecista y su sordera, minusvalía que juega un importante papel en el esclarecimiento de los hechos.

Buena dinámica en la narración de este telefilm que mantiene la atención sin ningún esfuerzo dentro de la fórmula narrativa que la serie ha mantenido desde el principio con base en contar historias diferentes y cerradas en cada ocasión, con renovado elenco en los diferentes telefilms y la única permanencia del personaje central y su invisible familia presidida por su ‘omnipresente mujer’, además de los necesarios secundarios que completan la trama narrativa, entre los cuales el Camarero (Oscar Beregi Jr.), el Sargento (Dabney Coleman) y un habitual y fiel canino ‘Perro’.

Complemento genealógico: Colombo cita a su mujer en dos ocasiones y a la madre de esta en una ocasión, también en una ocasión cita a un primo segundo suyo y, en otra ocasión a su abuelo.
20 de diciembre de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Short Fuse (Espoleta retardada) (1972), sexto telefilm de la primera temporada, dirigida por Edward M. Abroms narra los caprichos y las irresponsabilidades de Roger Stanford (Roddy McDowall), joven científico y heredero de una importante parte de la compañía que le dejó su padre al morir. Su alocada forma de entender el mundo le viene desde la despreocupación y la irresponsabilidad de todo tipo, solo las bromas y la vida fácil le mantiene despierto, hasta el momento en el que David L. Buckner (James Gregory) su tío, le obliga a tomar la decisión mediante coacción, a deshacerse de la parte heredada o pondrá al corriente a su tía Doris Buckner (Ida Lupino) sobre las veleidades ocultas a su querida y protectora tía entre las cuales el flirteo que mantiene con Valerie Bishop (Anne Francis) secretaria de la empresa.

El afecto y la protección que siente Doris por Roger es tanto que no le deja ver la realidad. El acuerdo al que llegan Roger y David, incomodidad social y material del primero y la importante recuperación de las acciones para el segundo, que el joven científico recibió en herencia. Pero las cosas nunca salen como uno las prevé sino como en realidad suceden, así que, una vez resuelto el tema de la manera más abruptamente imaginable y puesto en situación al espectador de los hechos acaecidos, entra en juego la distraída sabiduría de Colombo.

El aparente despistado investigador mete las narices, si hace falta, en lugares donde ni tan siquiera ha sido invitado, dejándose llevar por la intuición, así funciona sus irreverentes aunque respetuosos despistes, logrando sacar rédito de esas acciones que, sin ningún género de duda le ayudaran a solucionar el caso que lleva entre manos, en esta ocasión la inexplicable desaparición de su tío David.

Consumado y confirmado el asesinato de su tío, el cerco al sospechoso y presunto culpable se estrecha, pasando gradualmente a confirmarse las sospechas gracias a la ayuda de Everett Logan (William Windom) amigo de Doris y vicepresidente ejecutivo en la empresa familiar convirtiéndose en elemento importante para el esclarecimiento de los hechos.

Una serie de desafortunados desencuentros para el joven Roger con los pequeños detalles del incombustible teniente Colombo, lleva al protagonista a una encerrona, donde finalmente, y por medio de similares y trucadas pruebas, se revelarán los hechos que acabaron con la vida de tío David, aclarando el modo y la forma con la que se cometió el investigado caso de la Espoleta retardada.

Complemento genealógico: Colombo cita en tres ocasiones a su mujer y en una a un hermano de esta.
7 de diciembre de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Murder by the Book (Homicidio de acuerdo con el libro) (1971) se inicia la primera temporada de Colombo, un telefilm dirigido por el joven Steven Spielberg que en décadas posteriores se convertiría en poco menos que en uno de los patriarcas más influyentes que Hollywood diera en generaciones. En el mismo año que Spielberg dirigió El diablo sobre ruedas, para la televisión y que poco después pasó al formato cinematográfico), nos da una idea del talento creativo y de puesta en escena propias de un visionario que puede ver la acción y narrarla de manera única en Murder by the Book.

Kent Franklin (Jack Cassidy), colaborador en otros episodios de la serie, y Jim Ferris (Martin Milner), son autores de una línea de novelas de misterio en las que el personaje central Mrs. Melville) ha dado grandes dividendos a ambos autores, uno escribiendo, el otro representando. Alguna desavenencia de tipo personal, fundamentalmente económica y creativa , lleva a Kent a transformar el curso de los acontecimientos, planeando la mejor forma posible de quitar de en medio a su socio y verdadero talento creativo Jim.

Como espectadores, asistimos a la complicidad en la intencionalidad y preparación por medio del engaño del asesinato perfecto, con coartadas que la propia Mrs. Melville (según el socio de Jim) hubiese firmado. La consumación de los hechos con todo lujo de preparativos y detalles en el que el teléfono tiene función principal en la trama, desemboca en la acción premeditada por Kent para que la esposa de Jim, ignorándolo todo, asista por teléfono al asesinato del novelista.

Colombo (Peter Falk) hace presencia en la escena con su habitual sentido olfativo: mira, destaca, se pregunta, deduce y resume cualquier situación en la escena del crimen por medio de la intuición en la que siempre ha creído, acompañado por los ‘pequeños detalles’ que normalmente pasan por alto, caso que no ocurre en nuestro avezado aunque distraído detective de origen italiano.

Solo su tozudez y la total dedicación en su trabajo hacen posible alterar la tranquilidad del sospechoso, ser rehuido por los investigados sin conseguirlo, mantener la coletilla de ‘una pregunta más’ como broche a cualquier escena donde todo lo que parece normal, lógico o irrefutable, convirtiendo a Colombo en el arte de la insistencia, lo cual le lleva hasta personajes clave para la solución del caso: Joanna Ferris (Rosemary Forsyth) la dolorida esposa de Jim, o Lilly La Sanka (Barbara Colby), propietaria de la tienda proveedora de alimentos.

El realizador nos muestra una ambiciosa cinta donde la utilización de primerísimos primeros planos y algunos planos detalle, agregados a los genéricos americano, general y medio, entre algunos otros, dota a Homicidio de acuerdo con el libro, un más que destacable trabajo en la serie, volcado en la historia contada donde toda la tensión se centra en saber cuándo Colombo se percatará finalmente que lo que busca, generalmente es a alguien próximo a la víctima.

Complemento genealógico: Colombo cita en tres ocasiones a su esposa.
21 de octubre de 2017
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El abominable doctor Phibes (1971) es una película de Robert Fuest 1927-2012). Iniciado como estudiante de arte, trabajó durante largo tiempo en el departamentos artístico para la televisión inglesa, hasta convertirse en director de arte de la popularísima serie Los Vengadores, entre las múltiples realizaciones, especialmente para las series del momento. Su incursión en el cine se reduce a un pequeño grupo de películas entre las cuales el certero par de terror, algo desigual en sus resultados, en torno a la vengativa figura del furibundo doctor Phibes, personaje salido del guión de James Whiton, y William Goldstein, la música de Basil Kirchin y la fotografía de Norman Warwick, partes responsables de esta primera y exitosa entrega.

Robert Fuest luce sus propios recursos artísticos para presentar un atrezzo plagado de malvada belleza visual, de macabra prosa poética entorno al vengativo Dr. Anton Phibes (Vincent Price) con sed de venganza dirigida a quienes en su día le arrebataron lo que más quería: Victoria Regina Phibes (Caroline Munro) su esposa. Los doctores responsables de la mortal operación entre los cuales Longstreet (Terry-Thomas), Kitaj (Peter Gilmore) o la enfermera Allen (Susan Travers) se encuentran en el vengativo objetivo del maléfico doctor que gracias a sus estudios de música y acústica pudo ingeniar el mecanismo necesario para comunicarse con el mundo exterior después de haber sufrido un terrible accidente. Todos los participantes vivirán amenazados desde las oscuras sombras la oportuna venganza que el irascible doctor guarda para cada cual.

La sobriedad de Scotland Yard entra en juego en pleno desconcierto apreciado en los gestos sorprendidos y desconcertantes del Inspector Trout (Peter Jeffrey) al recibir confusas noticias de su subordinado el Sargento Tom Schenley (Norman Jones), nada de lo cual se toma en serio el Superintendente Waverley (John Cater) creyendo que se trata de un cúmulo de ineptas actuaciones del inspector, el sargento y sus subordinados, exigiendo solución inmediata para dejar de hacer el ridículo público de sus servicios.

El macabro desarrollo de los acontecimientos nos lleva a presenciar las venganzas entre almidonadas escenas de estremecedora belleza mortal de los responsables sufriendo en sus carnes las plagas bíblicas aplicadas por el vengativo doctor, para todos el mismo fin excepto para el cirujano jefe Dr. Vesalius (Joseph Cotten) a quien Phibes le da la oportunidad de salvar a su hijo Lem (Sean Bury) de una muerte segura, oportunidad que no le dieron a su amada esposa.

El acelerado y algo caótico final nos lleva hasta el desenlace previsto por el Dr. Phibes con la incondicional ayuda de la misteriosa Vulnavia (Virginia North). Consolidado el caos previsto, y desaparecido el Dr. Phibes, Scotland Yard y sus avispados agentes se encuentran entre lo que fuera la mansión del doctor, que entre grandes y atronadores acordes de órgano nos lleva al final de una película contextualizada en diferentes géneros de terror vecinos, sobre la consumada estética mortal del Dr. Phibes, hecho que origina dudas sobre las verdaderas preferencias de su director entre personajes y atrezzo en un ejercicio de escenografía algo sobrepasado: desde la cuidadosa mansión decorada con aires art déco, a la impresionante Orquesta Mecánica del doctor.

El emergente y majestuoso órgano transmisor entre las oscuras sombras de las tinieblas y la vida, nos conduce hasta los trabajados vestuario de nuestros protagonistas y la cuidadosa estética de la morada secreta, lo cual nos da finalmente un resultado correcto algo desequilibrado a favor del atrezzo, bueno en su conjunto y certero como cine de miedo estético, sin más, pudiendo facilitar al espectador: terror, sobresaltos, ensimismamiento, y un buen montón de poética visual más allá del argumento y la evocadora melodía Over the rainbow junto a la premonitoria sonrisa final surgida desde la más profunda oscuridad.
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