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7.2
43,349
3
29 de enero de 2010
29 de enero de 2010
78 de 119 usuarios han encontrado esta crítica útil
Repetitivo y previsible drama de lágrima fácil apto solo para aquellas personas capaces de enternecerse con la mera presencia en pantalla de una niña con cáncer acompañada de música de violín.
Fesser nos plantea una historia absolutamente maniquea en la que los personajes afines al Opus Dei son monstruos desalmados y los que no, son ejemplos de bondad infinita -y me gustaría aclarar en este punto que el Opus Dei no me inspira ninguna simpatía-. Pero es que ni en películas como Star Wars o el Señor de los Anillos los malos son tan malos y los buenos tan buenos. Ningún personaje cambia a lo largo de la película y desde el minuto 0 sabes cómo va a acabar y por qué. Siendo las pretensiones de la película como son, las de criticar ferozmente al Opus Dei, habría resultado muchísimo más efectivo crear personajes con algo de profundidad y no meros maniquís estereotipados. En dos palabras: personajes creíbles, para que todo no parezca una farsa ridicula.
Por si fuera poca tortura la historia en si, Fesser la adereza con unos momentos oníricos de simbolismo pueril y efectos visuales desfasadísimos. Terry Gilliam hasta en sus películas menores como Tideland es capaz de crear escenas muchísimo más sugerentes y visualmente más impactantes.
El guión hace aguas por todas partes. Especialmente hiriente es la parte final en la que asistimos a un encaje de bolillos estúpido, innecesario y forzado. Y con parte final me refiero al montaje en paralelo de Camino en el hospital y la representación de la obra de teatro.
Y lo más inexplicable que se ha generado en torno a esta película, a mi entender, son las alabanzas a la interpretación de Nerea Camacho -premio Goya incluído-. La niña, especialmente en la primera parte de la película, sobreactúa hasta límites insoportables. Me parece que la gente confunde realidad y ficción, personaje y actriz y la premian por lo mucho que sufre el personaje durante la película. Si no, es incomprensible.
Fesser nos plantea una historia absolutamente maniquea en la que los personajes afines al Opus Dei son monstruos desalmados y los que no, son ejemplos de bondad infinita -y me gustaría aclarar en este punto que el Opus Dei no me inspira ninguna simpatía-. Pero es que ni en películas como Star Wars o el Señor de los Anillos los malos son tan malos y los buenos tan buenos. Ningún personaje cambia a lo largo de la película y desde el minuto 0 sabes cómo va a acabar y por qué. Siendo las pretensiones de la película como son, las de criticar ferozmente al Opus Dei, habría resultado muchísimo más efectivo crear personajes con algo de profundidad y no meros maniquís estereotipados. En dos palabras: personajes creíbles, para que todo no parezca una farsa ridicula.
Por si fuera poca tortura la historia en si, Fesser la adereza con unos momentos oníricos de simbolismo pueril y efectos visuales desfasadísimos. Terry Gilliam hasta en sus películas menores como Tideland es capaz de crear escenas muchísimo más sugerentes y visualmente más impactantes.
El guión hace aguas por todas partes. Especialmente hiriente es la parte final en la que asistimos a un encaje de bolillos estúpido, innecesario y forzado. Y con parte final me refiero al montaje en paralelo de Camino en el hospital y la representación de la obra de teatro.
Y lo más inexplicable que se ha generado en torno a esta película, a mi entender, son las alabanzas a la interpretación de Nerea Camacho -premio Goya incluído-. La niña, especialmente en la primera parte de la película, sobreactúa hasta límites insoportables. Me parece que la gente confunde realidad y ficción, personaje y actriz y la premian por lo mucho que sufre el personaje durante la película. Si no, es incomprensible.

7.1
54,151
4
17 de octubre de 2009
17 de octubre de 2009
29 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su planteamiento es inválido señor Jones.
Moon plantea el eterno dilema de la originalidad de una obra. Si yo ahora pinto un cuadro en el que aparecen representados un toro, un caballo y una madre con un hijo muerto durante el bombardeo de un pueblo vasco empleando un estilo cubista no obtendré mérito ninguno porque el Gernika de Picasso ya existe.
La ópera prima de Duncan Jones llega hasta a la estrecha frontera entre el homenaje y el plagio, se queda meditanto allí durante unos interminables planos y finalmente decide fotocopiar la escenografía, el estilo y los personajes de 2001: Una Odisea en el Espacio. Prescindiendo, por supuesto, de toda la carga metafísica y filosófica que hace de la obra de Kubrick lo que es.
Originalidades aparte, el planteamiento de Moon chirría como los goznes oxidados de una puerta en una película de terror. El argumento avanza a trompicones y acaba por estrellarse en un mar de fuegos artificiales y oropel que ciega a los espectadores más acomodaticios que acaban contagiados de la desidia de los personajes de la película y sienten pereza a la hora de plantearse la asombrosa estupidez de todo lo que acaban de contarles. Esto lo detallaré con más profundidad en el spoiler.
Moon carece de cualquier tipo de intensidad o tensión y el personaje que podría aportar esos ingredientes indispensables, Gertie, el robot, prefiere no hacerlo y colaborar con los personajes en uno de los giros más ridículos del film y el golpe de gracia para sumirnos a todos en el tedio.
Ah, y Sam Rockwell es un actor nefasto y sobrevaloradísimo, con una media sonrisa eterna y una mirada de borrego insoportable.
Moon plantea el eterno dilema de la originalidad de una obra. Si yo ahora pinto un cuadro en el que aparecen representados un toro, un caballo y una madre con un hijo muerto durante el bombardeo de un pueblo vasco empleando un estilo cubista no obtendré mérito ninguno porque el Gernika de Picasso ya existe.
La ópera prima de Duncan Jones llega hasta a la estrecha frontera entre el homenaje y el plagio, se queda meditanto allí durante unos interminables planos y finalmente decide fotocopiar la escenografía, el estilo y los personajes de 2001: Una Odisea en el Espacio. Prescindiendo, por supuesto, de toda la carga metafísica y filosófica que hace de la obra de Kubrick lo que es.
Originalidades aparte, el planteamiento de Moon chirría como los goznes oxidados de una puerta en una película de terror. El argumento avanza a trompicones y acaba por estrellarse en un mar de fuegos artificiales y oropel que ciega a los espectadores más acomodaticios que acaban contagiados de la desidia de los personajes de la película y sienten pereza a la hora de plantearse la asombrosa estupidez de todo lo que acaban de contarles. Esto lo detallaré con más profundidad en el spoiler.
Moon carece de cualquier tipo de intensidad o tensión y el personaje que podría aportar esos ingredientes indispensables, Gertie, el robot, prefiere no hacerlo y colaborar con los personajes en uno de los giros más ridículos del film y el golpe de gracia para sumirnos a todos en el tedio.
Ah, y Sam Rockwell es un actor nefasto y sobrevaloradísimo, con una media sonrisa eterna y una mirada de borrego insoportable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A continuación enumeraré las razones por las que considero que Moon es argumentalmente una gilipollez insostenible desde su mismo planteamiento.
1. ¿De verdad les sale rentable crear una tropa interminable de clones y mantenerlos con vida durante años para ahorrarse UN puto sueldo?
2. Si han conseguido programar las rutas de todas esas cosechadoras, a Gertie, el sistema de mantenimiento de vida artificial... ¿Qué necesidad hay de un astronauta humano en la nave que se ocupe de ir a recoger los tubos de Helio 3?
3. ¿Quién ha programado a Gertie? ¿Por qué ayuda a los clones en contra de los intereses de la compañía?
4. ¿Cómo va a volver nadie vivo en el dispositivo que envía el Helio 3 a La Tierra sin ninguna medida de seguridad?
1. ¿De verdad les sale rentable crear una tropa interminable de clones y mantenerlos con vida durante años para ahorrarse UN puto sueldo?
2. Si han conseguido programar las rutas de todas esas cosechadoras, a Gertie, el sistema de mantenimiento de vida artificial... ¿Qué necesidad hay de un astronauta humano en la nave que se ocupe de ir a recoger los tubos de Helio 3?
3. ¿Quién ha programado a Gertie? ¿Por qué ayuda a los clones en contra de los intereses de la compañía?
4. ¿Cómo va a volver nadie vivo en el dispositivo que envía el Helio 3 a La Tierra sin ninguna medida de seguridad?

5.4
27,413
3
7 de octubre de 2009
7 de octubre de 2009
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
REC 2 es probablemente la peor secuela de la historia del cine.
Todas las virtudes de la primera entrega -que no son pocas- son eliminadas de un plumazo dejando la amarga sensación de que en su día todo fue fruto de la casualidad y no del talento de sus realizadores.
Nada queda de los planos secuencia tensos, interminables y precisos de REC, ahora la cámara bailotea torpemente a ritmo de zarzuela mientras intentas saber qué demonios pasa, –y nunca mejor dicho-.
Nada queda de las interpretaciones que transmitían la histeria de una situación límite y a la vez entremezclaban detalles cotidianos que contribuían al realismo de la película. Ahora hay un argentino, un cura y un español que parecen el comienzo de un chiste y finalmente se convierten justamente en eso, en un chiste, pero malo. No hay quien se crea ni uno solo de los personajes.
Nada queda tampoco de una película que siguiendo las mejores teorías del terror ocultaba más que mostraba y cuando mostraba lo hacía poco a poco, a pequeñas dosis, pues el miedo a lo desconocido es el miedo más poderoso. Ahora tenemos una película hiperexplicativa desde su primera escena: la última de la película original, que desde un primer momento sirve de premonición a lo que se nos avecina, explicaciones innecesarias y tediosas que dan vueltas una y otra vez sobre lo mismo sin siquiera avanzar. El punto fuerte de REC no era su argumento, no lo pretendía, no lo necesitaba, ahora que han intentado echar mano de los elementos narrativos y de las estructuras más básicas han fracasado estrepitosamente.
REC 2 es una traición, una traición al argumento de la primera entrega del que coge lo que le conviene e ignora lo que le sobra planteando no pocas incongruencias difícilmente tolerables. REC 2 sustituye el miedo por la desazón, si hace un año la gente se revolvía de miedo en sus asientos ahora se revuelve incómoda de rabia al ver como una obra se autodestruye.
REC 2 parece más una película de transición hacia una tercera parte que una película en si misma, una transición necesaria para dar comienzo a una saga que debió quedarse en esa terrorífica última escena de REC en el ático con la niña Medeiros. Pero no va a ser así y seguirán exprimiendo la fórmula hasta que la inercia que mueve al público a las salas cese y entonces será demasiado tarde como para volver a tomar en serio a Balagueró y a Plaza.
Todas las virtudes de la primera entrega -que no son pocas- son eliminadas de un plumazo dejando la amarga sensación de que en su día todo fue fruto de la casualidad y no del talento de sus realizadores.
Nada queda de los planos secuencia tensos, interminables y precisos de REC, ahora la cámara bailotea torpemente a ritmo de zarzuela mientras intentas saber qué demonios pasa, –y nunca mejor dicho-.
Nada queda de las interpretaciones que transmitían la histeria de una situación límite y a la vez entremezclaban detalles cotidianos que contribuían al realismo de la película. Ahora hay un argentino, un cura y un español que parecen el comienzo de un chiste y finalmente se convierten justamente en eso, en un chiste, pero malo. No hay quien se crea ni uno solo de los personajes.
Nada queda tampoco de una película que siguiendo las mejores teorías del terror ocultaba más que mostraba y cuando mostraba lo hacía poco a poco, a pequeñas dosis, pues el miedo a lo desconocido es el miedo más poderoso. Ahora tenemos una película hiperexplicativa desde su primera escena: la última de la película original, que desde un primer momento sirve de premonición a lo que se nos avecina, explicaciones innecesarias y tediosas que dan vueltas una y otra vez sobre lo mismo sin siquiera avanzar. El punto fuerte de REC no era su argumento, no lo pretendía, no lo necesitaba, ahora que han intentado echar mano de los elementos narrativos y de las estructuras más básicas han fracasado estrepitosamente.
REC 2 es una traición, una traición al argumento de la primera entrega del que coge lo que le conviene e ignora lo que le sobra planteando no pocas incongruencias difícilmente tolerables. REC 2 sustituye el miedo por la desazón, si hace un año la gente se revolvía de miedo en sus asientos ahora se revuelve incómoda de rabia al ver como una obra se autodestruye.
REC 2 parece más una película de transición hacia una tercera parte que una película en si misma, una transición necesaria para dar comienzo a una saga que debió quedarse en esa terrorífica última escena de REC en el ático con la niña Medeiros. Pero no va a ser así y seguirán exprimiendo la fórmula hasta que la inercia que mueve al público a las salas cese y entonces será demasiado tarde como para volver a tomar en serio a Balagueró y a Plaza.

5.4
38,831
3
14 de febrero de 2010
14 de febrero de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Hay que tomarse La joven del agua como una fábula" dicen los fanboys del cada vez más infame Shyamalan. De acuerdo, es evidente que es una fábula y que como tal el espectador tiene que hacer un mayor esfuerzo en la suspensión de su incredulidad. Pero es una fábula completamente estúpida sin ninguna lógica interna o lo que es peor, con una lógica interna arbitraria y cambiante según las conveniencias del guión, tramposo, como siempre. Shyamalan se inventa un mundo mágico con unas normas que escribe y reescribe sin ton ni son para contar una historia que se hace larga, repetitiva y cansina.
Leo que Shyamalan, cuando le contaba esta fábula a sus hijas se iba inventando la historia sobre la marcha, viendo la película parece que también se la iba inventando sobre la marcha durante el rodaje. Y sinceramente, Shyamalan ya tenía problemas para hilvanar una historia coherente reflexionando previamente sobre ella, no creo que esté preparado para la improvisación.
Es curioso que un director que es considerado un maestro en jugar con las sensaciones y las expectativas de los espectadores haya hecho ya varias películas (The Happening) en las que no quede claro si está contándote una comedia, un drama o una historia de terror. Es el director del fallo constante, encadena un fracaso tras otro, escena tras escena, no sabes si reirte, llorar o tener miedo, y acabas enfadándote.
Lo que no se puede negar es que el director hindú es siempre tremendamente original, sus películas son diferentes a todo lo que se hace actualmente. Lástima que la originalidad no siempre sea una buena noticia. Ninguno de tus comensales discutiría tu gran originalidad después de que les sirvieras una tarta hecha con mierda, una tarta de mierda es original, pero no por eso te la comes. Lo mismo pasa con las ideas originales de Shyamalan, que no hay quien se las trague.
Las 3 estrellas se las gana porque el talento técnico de Shyamalan sigue intacto pero sobretodo por Paul Giamatti que casi llega a hacer creíble el despropósito planteado.
Leo que Shyamalan, cuando le contaba esta fábula a sus hijas se iba inventando la historia sobre la marcha, viendo la película parece que también se la iba inventando sobre la marcha durante el rodaje. Y sinceramente, Shyamalan ya tenía problemas para hilvanar una historia coherente reflexionando previamente sobre ella, no creo que esté preparado para la improvisación.
Es curioso que un director que es considerado un maestro en jugar con las sensaciones y las expectativas de los espectadores haya hecho ya varias películas (The Happening) en las que no quede claro si está contándote una comedia, un drama o una historia de terror. Es el director del fallo constante, encadena un fracaso tras otro, escena tras escena, no sabes si reirte, llorar o tener miedo, y acabas enfadándote.
Lo que no se puede negar es que el director hindú es siempre tremendamente original, sus películas son diferentes a todo lo que se hace actualmente. Lástima que la originalidad no siempre sea una buena noticia. Ninguno de tus comensales discutiría tu gran originalidad después de que les sirvieras una tarta hecha con mierda, una tarta de mierda es original, pero no por eso te la comes. Lo mismo pasa con las ideas originales de Shyamalan, que no hay quien se las trague.
Las 3 estrellas se las gana porque el talento técnico de Shyamalan sigue intacto pero sobretodo por Paul Giamatti que casi llega a hacer creíble el despropósito planteado.

4.5
9,296
2
9 de mayo de 2009
9 de mayo de 2009
13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si esta película la hubiera firmado Uwe Boll todos nos estaríamos riendo ahora y viéndola con los colegas en casa una y otra vez partiéndonos el ojete. Pero no, lo triste y sorprendente es que esta película es de John Carpenter. Quien en su día dirigió obras maestras como La Cosa o En la boca del miedo ahora nos escupe en la cara a traición con un subproducto digno de las estanterías más recónditas de los videoclubs más rancios de Cutretown.
En las películas de Carpenter la trama casi nunca es el punto fuerte y en esta ocasión menos, es un argumento que roza el ridículo constantemente y que intenta remedar patéticamente en algunos giros a Asalto a la comisaria del distrito nº 13.
Lo que sí suele o solía hacer bien Carpenter es pintar unos personajes duros, carismáticos y graciosos. En Fantasmas de Marte nos presenta a un grupo de pringaos que acumulan la mayor cantidad de frases mongólicas por segundo que he visto en mucho tiempo. A continuación ofrezco una pequeña recopilación:
En determinado momento cuando los personajes no saben qué ha pasado en un sitio lleno de cadáveres:
-¡Tiene que haber algún diario por alguna parte!
Jugando a las cartas:
-¡El cinco de murciélagos!
-¿Si volásemos la central nuclear se produciría una gran explosión, verdad?
Y así todo el rato.
Otra cosa que ha perdido Carpenter es su habilidad para rodar escenas de acción. De lo que demostró en Vampiros tan sólo quedan los fundidos entre planos que ahora pululan por el metraje colocados de una manera prácticamente aleatoria.
La estructura narrativa es completamente estúpida y no aporta nada, es un barroquismo gratuito e innecesario, supongo que para intentar suplir las enormes lagunas del argumento, pero que lo único que hace es llenar el film de unas pretensiones fuera de tono.
PD: ¿Ice Cube? ¿En serio?
En las películas de Carpenter la trama casi nunca es el punto fuerte y en esta ocasión menos, es un argumento que roza el ridículo constantemente y que intenta remedar patéticamente en algunos giros a Asalto a la comisaria del distrito nº 13.
Lo que sí suele o solía hacer bien Carpenter es pintar unos personajes duros, carismáticos y graciosos. En Fantasmas de Marte nos presenta a un grupo de pringaos que acumulan la mayor cantidad de frases mongólicas por segundo que he visto en mucho tiempo. A continuación ofrezco una pequeña recopilación:
En determinado momento cuando los personajes no saben qué ha pasado en un sitio lleno de cadáveres:
-¡Tiene que haber algún diario por alguna parte!
Jugando a las cartas:
-¡El cinco de murciélagos!
-¿Si volásemos la central nuclear se produciría una gran explosión, verdad?
Y así todo el rato.
Otra cosa que ha perdido Carpenter es su habilidad para rodar escenas de acción. De lo que demostró en Vampiros tan sólo quedan los fundidos entre planos que ahora pululan por el metraje colocados de una manera prácticamente aleatoria.
La estructura narrativa es completamente estúpida y no aporta nada, es un barroquismo gratuito e innecesario, supongo que para intentar suplir las enormes lagunas del argumento, pero que lo único que hace es llenar el film de unas pretensiones fuera de tono.
PD: ¿Ice Cube? ¿En serio?
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