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7.2
86,937
10
15 de octubre de 2014
15 de octubre de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Junto con “El árbol de la vida” de nuevo, pienso que “Drive” es la mejor película que he visto este año. Muchos críticos que la valoran la encuadran dentro del cine negro, etiqueta con la que yo no estoy de acuerdo. Yo identifico el cine negro con delincuentes, detectives, sesudas investigaciones, diálogos abundantes y punzantes y un final inesperado. Nada de esto aparece en “Drive”. Es una película de coches rápidos, delincuentes malos y delincuentes peores, se habla poco y se corre y pega mucho, protagonista con chupa y chicas atractivas. En otras palabras “Drive” es una “peli de acción”, con espíritu ochentero además. Pero hay algo que hace de “Drive” una película única al mismo tiempo que “peli de acción”, “Drive” es una obra maestra, una obra de arte.
En eso creo que estriba el, a mi parecer, tendencioso mal etiquetado de esta película, para muchos acción y arte son términos contradictorios cuando se aplican al cine. Sin embargo, los amantes de este género sabíamos que antes o después este momento llegaría.
Las escenas de violencia no son espectaculares, sino que siguiendo el ejemplo de Cronemberg en “Una historia de violencia”, Winding Refn opta por un estilo duro, seco y realista. Las persecuciones huyen de la cámara lenta, las volteretas y todos los elementos de la “resaca post- Matriz”.
“Drive” es un chute de adrenalina en estado puro, te mantiene pegado al sillón durante todo su metraje, te gustaría moverte, conducir, hablar o no hablar, vestir como su protagonista: ser ese samurai contemporáneo implacable. Deseas que no termine nunca y te hace sentirte de nuevo como un quinceañero.
En el último decenio el cine de acción ha intentado reivindicarse artísticamente mediante la grandilocuencia, con tramas complejas y en ocasiones pedantes, profundidades metafísicas y metrajes exagerados. “Drive” alcanza el santo Grial por el camino que algunos considerábamos el bueno: la vuelta a los orígenes, a la sencillez de los 80, sólo que depurando el estilo visual y sonoro hasta la perfección.
En definitiva, una “rara avis”, una maravilla. Dejad de leer e id a verla.
En eso creo que estriba el, a mi parecer, tendencioso mal etiquetado de esta película, para muchos acción y arte son términos contradictorios cuando se aplican al cine. Sin embargo, los amantes de este género sabíamos que antes o después este momento llegaría.
Las escenas de violencia no son espectaculares, sino que siguiendo el ejemplo de Cronemberg en “Una historia de violencia”, Winding Refn opta por un estilo duro, seco y realista. Las persecuciones huyen de la cámara lenta, las volteretas y todos los elementos de la “resaca post- Matriz”.
“Drive” es un chute de adrenalina en estado puro, te mantiene pegado al sillón durante todo su metraje, te gustaría moverte, conducir, hablar o no hablar, vestir como su protagonista: ser ese samurai contemporáneo implacable. Deseas que no termine nunca y te hace sentirte de nuevo como un quinceañero.
En el último decenio el cine de acción ha intentado reivindicarse artísticamente mediante la grandilocuencia, con tramas complejas y en ocasiones pedantes, profundidades metafísicas y metrajes exagerados. “Drive” alcanza el santo Grial por el camino que algunos considerábamos el bueno: la vuelta a los orígenes, a la sencillez de los 80, sólo que depurando el estilo visual y sonoro hasta la perfección.
En definitiva, una “rara avis”, una maravilla. Dejad de leer e id a verla.

5.1
9,452
9
12 de octubre de 2014
12 de octubre de 2014
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi humilde opinión, como aficionado al cine de terror, Scott Derrickson era el candidato a mejor director de género, tras la notable "El Exorcismo de Emily Rose" y la sobresaliente "Sinister". Definitivamente, lo demuestra como su última película.
"Líbranos del Mal" es una original revisión del cine de posesiones, al mismo tiempo que una genial, mezcla de los géneros policial y de miedo; una especie de combinación entre "Se7en", "El Exorcista" y "Sinister". Como en sus anteriores películas, Derrickson demuestra una gran maestría a la hora de crear atmósferas insanas, donde el mal siempre está presente, sin llegar a manifestarse claramente, lo que lo hace aún más terrible, y donde es muy difícil separar lo natural de lo sobrenatural o preternatural, que conduce a una sensación de irrealidad, donde es difícil distinguir lo que está pasando de lo imaginado. Está difuminación entre verdad y ficción, lo humano y lo sobrehumano, la realidad y la pesadilla, la cordura y la locura, es precisamente lo más terrador. Edgar Allan Poe dominó comprendió como nadie esto: nada da tanto miedo como la mente humana. Con matices, Derrickson parece ser el único dierctor contemporáneo que lo entendido y aplicado: el espectador debe padecer la misma incertidumbre que el protagonista. Lo logró con "Sinister" y lo ha vuelto a lograr con "Líbranos del Mal".
Otra de las claves, es el cuidado de los personajes, que en la mayoría de las películas de miedo sólo son autómatas que corren, gritan y mueren. "En Líbranos del Mal", sus dudas, flaquezas, problemas son parte esencial, por no decir, la esencial de la historia. Es cierto, que el retrato del protagonista no alcanza la perfección que en "Sinister", en gran parte debido a que la complejidad de la trama no permite dibujarlo tan bien.
Por otro lado, en esta película, Derrickson parece haber ampliado su arsenal de rescursos visuales, y se muestra como un aventajado discípulo de David Fincher. El uso de la cámara lenta, de los primeros planos, de la difuminación, ... es inquietante e hipnótico, como lo es su uso de la música de la banda The Doors, uno de los hilos de la narración y a la que debemos momentos realmente intensos y memorables.
¿Qué decir? Que nos encontramos ante la mejor película de miedo desde "Sinister", muy por encima de la sobrevalorada "The Conjuring", y que ningún aficionado al género se puede perder, si bien me atrevo a recomendarsela al resto de espectadores.¡A pasarlo mal!, quiero decir ¡bien!
"Líbranos del Mal" es una original revisión del cine de posesiones, al mismo tiempo que una genial, mezcla de los géneros policial y de miedo; una especie de combinación entre "Se7en", "El Exorcista" y "Sinister". Como en sus anteriores películas, Derrickson demuestra una gran maestría a la hora de crear atmósferas insanas, donde el mal siempre está presente, sin llegar a manifestarse claramente, lo que lo hace aún más terrible, y donde es muy difícil separar lo natural de lo sobrenatural o preternatural, que conduce a una sensación de irrealidad, donde es difícil distinguir lo que está pasando de lo imaginado. Está difuminación entre verdad y ficción, lo humano y lo sobrehumano, la realidad y la pesadilla, la cordura y la locura, es precisamente lo más terrador. Edgar Allan Poe dominó comprendió como nadie esto: nada da tanto miedo como la mente humana. Con matices, Derrickson parece ser el único dierctor contemporáneo que lo entendido y aplicado: el espectador debe padecer la misma incertidumbre que el protagonista. Lo logró con "Sinister" y lo ha vuelto a lograr con "Líbranos del Mal".
Otra de las claves, es el cuidado de los personajes, que en la mayoría de las películas de miedo sólo son autómatas que corren, gritan y mueren. "En Líbranos del Mal", sus dudas, flaquezas, problemas son parte esencial, por no decir, la esencial de la historia. Es cierto, que el retrato del protagonista no alcanza la perfección que en "Sinister", en gran parte debido a que la complejidad de la trama no permite dibujarlo tan bien.
Por otro lado, en esta película, Derrickson parece haber ampliado su arsenal de rescursos visuales, y se muestra como un aventajado discípulo de David Fincher. El uso de la cámara lenta, de los primeros planos, de la difuminación, ... es inquietante e hipnótico, como lo es su uso de la música de la banda The Doors, uno de los hilos de la narración y a la que debemos momentos realmente intensos y memorables.
¿Qué decir? Que nos encontramos ante la mejor película de miedo desde "Sinister", muy por encima de la sobrevalorada "The Conjuring", y que ningún aficionado al género se puede perder, si bien me atrevo a recomendarsela al resto de espectadores.¡A pasarlo mal!, quiero decir ¡bien!
10
12 de octubre de 2014
12 de octubre de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas películas han sido tan criticadas este año como la última del director danés Winding Refn. Presentada en Cannes, fue mayoritariamente despreciada, con algunos miembros de la audiencia llegando, incluso, a irse durante su proyección. Dos fueron, principalmente, los motivos de su rechazo: su extrema violencia y lo absurdo de su historia, si es que la había (según algunos). Sin embargo, no perdí mi interés en verla, en parte porque Drive, su anterior película, es una de mis favoritas, sino porque también me encanta su trilogía Pusher. ¿Podía este señor tan talentoso hacer un auténtico pestiño? Desde luego, no sería el primer caso de una gran director que hace un gran bodrio... no fue así.
Pocas películas resaltan tanto la subjetividad de toda crítica de cine. El buen crítico no se caracteriza por tener un gusto infalible (ninguno lo es) sino por la calidad de sus argumentos a favor o en contra de la película. Esto no significa que todo valga... las películas de un determinado estilo pueden gustarnos más o menos, pero no se puede decir es que Scary Movie sea tan buena o mejor que La Palabra, de Dreyer.
Dicho esto, Sólo Dios Perdona me pareció magnífica, una de las mejores, más originales y sugerentes películas que he visto en lo que llevamos de año. Cierto que no es para todos, pues no tiene una estructura narrativa clara, aunque no por ello deje de contar una historia, más insinuada que narrada, con muchos puntos confusos e incompletos. No es una negligencia de Winding-Refn (también guionista), sino algo deliberado: crear una atmósfera onírica en la que el espectador no debe esforzarse por entender, sino dejarse impregnar de su sensualidad y su extraña e intensa belleza.
Probablemente muchos se decepcionaron, al esperar una nueva película en la estela de la magistral Drive. Sólo Dios Perdona, no es una película tan redonda, tan potente argumental como visualmente. El estilo prevalece sobre el contenido, pero no en un ejercicio vacío como Holly Motors, y compone en un hermoso y violento poema visual, en una imposible y soberbia comunión entre Tarkovsky y Tarantino.
A mi juicio, Sólo Dios Perdona muestra que el director danés es uno de los mejores de su generación, si no el mejor. También se revela, como el mencionado Tarantino, en un genial reinventor de géneros "menores". Si en Drive creaba una obra de arte partiendo de la base de las pelos de acción de coches y chicas de los ochenta, en Sólo Dios Perdona hace lo mismo con el cine oriental de artes marciales.
Pocas películas resaltan tanto la subjetividad de toda crítica de cine. El buen crítico no se caracteriza por tener un gusto infalible (ninguno lo es) sino por la calidad de sus argumentos a favor o en contra de la película. Esto no significa que todo valga... las películas de un determinado estilo pueden gustarnos más o menos, pero no se puede decir es que Scary Movie sea tan buena o mejor que La Palabra, de Dreyer.
Dicho esto, Sólo Dios Perdona me pareció magnífica, una de las mejores, más originales y sugerentes películas que he visto en lo que llevamos de año. Cierto que no es para todos, pues no tiene una estructura narrativa clara, aunque no por ello deje de contar una historia, más insinuada que narrada, con muchos puntos confusos e incompletos. No es una negligencia de Winding-Refn (también guionista), sino algo deliberado: crear una atmósfera onírica en la que el espectador no debe esforzarse por entender, sino dejarse impregnar de su sensualidad y su extraña e intensa belleza.
Probablemente muchos se decepcionaron, al esperar una nueva película en la estela de la magistral Drive. Sólo Dios Perdona, no es una película tan redonda, tan potente argumental como visualmente. El estilo prevalece sobre el contenido, pero no en un ejercicio vacío como Holly Motors, y compone en un hermoso y violento poema visual, en una imposible y soberbia comunión entre Tarkovsky y Tarantino.
A mi juicio, Sólo Dios Perdona muestra que el director danés es uno de los mejores de su generación, si no el mejor. También se revela, como el mencionado Tarantino, en un genial reinventor de géneros "menores". Si en Drive creaba una obra de arte partiendo de la base de las pelos de acción de coches y chicas de los ochenta, en Sólo Dios Perdona hace lo mismo con el cine oriental de artes marciales.

6.3
18,867
9
12 de octubre de 2014
12 de octubre de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he pensado que, en términos literarios, el cine suele dar lo mejor de sí cuando se acerca más al cuento que a la novela. Sin embargo, posiblemente por el mayor prestigio de la segunda, el relato largo ha sido con mucha más frecuencia fuente de inspiración para los cineastas que el relato corto.
Si nos paramos a pensar, una película con un metraje razonable, digamos de hasta unas dos horas y media, dificilmente tendrá la posibilidad de desarrollar extensamente sus personajes y situaciones, como lo hace una novela de, al menos, trescientas páginas. Podríamos discutir mucho y muy profundamente sobre los diferentes lenguajes, el cinematográfico y el literario, sobre sus características, virtudes y limitaciones. Desde luego no es mi intención. Lo que quiero decir, en resumen, es que, al querer verse reflejado en la "gran" literatura, el cine se ha encontrado siempre con una barrera infranqueable: el tiempo.
En cambio, los cuentos son un modelo, en principio más idóneo para las películas. Concisos, breves, alegóricos y más directos que las novelas, lo que no pueden lograr de forma extensiva, si pueden hacerlo de manera intensiva.
Locke es un gran ejemplo de "cuento" cinematográfico. Una original película que se desarrolla con un único personaje físico, en los escasos metros cúbicos de un automóvil y, prácticamente, en tiempo real. A la manera, de la maravillosa "Duel" de Spielberg, esta pequeña joya británica aplica el principio, que tan bien suele funcionar en el cine de "menos es mas", en las antípodas del artificio y pretensiosidad que caracteriza, tanto a las películas "comerciales" como a las "intelectuales". Una obra que tiene el mérito de concentrar en un viaje la esencia de una vida, y al que le bastan apenas hora y media para retratar en toda su complejidad un personaje. Y de la que se puede sacar una lección: no hay mejor manera de mostrar la interioridad que mediante la sobriedad exterior.
No quiero despedirme sin dos pequeños apuntes. Primero, quitarme el sombrero ante Tom Hardy, que lleva sobre sus hombros todo el peso de la narración. Segundo, destacar lo bien que suelen llevarse, cine, automóviles, carreteras y eléctricos paisajes urbanos nocturnos, como nos han mostrado, el ya citado, Spielberg, Michael Mann o Winding Refn, a los que ahora se suma Steven Knight. La química entre todos estos elementos no deja de sorprenderme... tal vez se deba a que todos son hijos de la Revolución Industrial. En cualquier caso, no dejéis de ver esta película.
¡Feliz Agosto!
Si nos paramos a pensar, una película con un metraje razonable, digamos de hasta unas dos horas y media, dificilmente tendrá la posibilidad de desarrollar extensamente sus personajes y situaciones, como lo hace una novela de, al menos, trescientas páginas. Podríamos discutir mucho y muy profundamente sobre los diferentes lenguajes, el cinematográfico y el literario, sobre sus características, virtudes y limitaciones. Desde luego no es mi intención. Lo que quiero decir, en resumen, es que, al querer verse reflejado en la "gran" literatura, el cine se ha encontrado siempre con una barrera infranqueable: el tiempo.
En cambio, los cuentos son un modelo, en principio más idóneo para las películas. Concisos, breves, alegóricos y más directos que las novelas, lo que no pueden lograr de forma extensiva, si pueden hacerlo de manera intensiva.
Locke es un gran ejemplo de "cuento" cinematográfico. Una original película que se desarrolla con un único personaje físico, en los escasos metros cúbicos de un automóvil y, prácticamente, en tiempo real. A la manera, de la maravillosa "Duel" de Spielberg, esta pequeña joya británica aplica el principio, que tan bien suele funcionar en el cine de "menos es mas", en las antípodas del artificio y pretensiosidad que caracteriza, tanto a las películas "comerciales" como a las "intelectuales". Una obra que tiene el mérito de concentrar en un viaje la esencia de una vida, y al que le bastan apenas hora y media para retratar en toda su complejidad un personaje. Y de la que se puede sacar una lección: no hay mejor manera de mostrar la interioridad que mediante la sobriedad exterior.
No quiero despedirme sin dos pequeños apuntes. Primero, quitarme el sombrero ante Tom Hardy, que lleva sobre sus hombros todo el peso de la narración. Segundo, destacar lo bien que suelen llevarse, cine, automóviles, carreteras y eléctricos paisajes urbanos nocturnos, como nos han mostrado, el ya citado, Spielberg, Michael Mann o Winding Refn, a los que ahora se suma Steven Knight. La química entre todos estos elementos no deja de sorprenderme... tal vez se deba a que todos son hijos de la Revolución Industrial. En cualquier caso, no dejéis de ver esta película.
¡Feliz Agosto!

6.3
3,918
9
12 de octubre de 2014
12 de octubre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película, necesaria para conocer unos de los episodios más ninguneados y estremecedores de la Segunda Guerra Mundial. Magistral uso del tiempo y de las diferentes perspectivas. Humana y alejada de cualquier ideología: las ideas siempre palidecen ante los hechos, por mucho que algunos se resistan a aceptarlo. Uno de los finales más desgarradores que conozco. Su sobriedad está en las antípodas de la frialdad. Maravillosa banda sonora de Penderecky.
De obligada visión para cualquiera con un mínimo sentido de la justicia y de la dignidad histórica y humana.
De obligada visión para cualquiera con un mínimo sentido de la justicia y de la dignidad histórica y humana.
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