You must be a loged user to know your affinity with Daniel Carpintero
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
Episodio

7.7
28,106
9
21 de octubre de 2016
21 de octubre de 2016
323 de 342 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante el más atípico episodio hasta ahora emitido, ya que no transcurre en el futuro… ¡si no en el pasado! Ambiente discotequero retro de los 80… y flechazo sexual en el paradisíaco destino turístico de San Junipero. Dios mío, ¿esto es realmente Black Mirror? Pues sí, señores, Black Mirror también sabe hacer este tipo de cosas, sabe hacer esto y mucho más. Pero… ¿dónde está aquí la tecnología, la distopía por antonomasia necesaria en esta serie de culto? ¡¡En el spoiler!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tengo que decir que este capítulo me ha impactado mucho. Al principio nada me cuadraba, la decepción cruzaba mi rostro cuando los minutos pasaban y no se movían de los 80, de una historia pasional entre lesbianas muy alejada de la esencia Black Mirror…pero entonces empecé a sospechar con ese ruidito de desconexión y fundido a negro que se produce justo cuando dan las 0.00 de la noche. Y tiene que pasar una semana entera para que volvamos a saber de nuestras protagonistas. Entonces vino a mi mente como un vendaval el episodio “Blanca Navidad” y con él las realidades virtuales: estaba claro que San Junípero era un mundo virtual, a lo Matrix, una especie de viajes en el tiempo de la mente. Realmente podría haberse tratado de viajes temporales del cuerpo entero, pero esa presencia en mi subconsciente de “Blanca Navidad” me hacía inclinarme por la opción de los microchips y los bits de información.
No me equivocaba. San Junípero era una realidad virtual a la carta, donde los "visitantes" eligen la época a la que "viajan". Ahora la expectación residía en conocer cómo sería el “mundo real”… y cómo serían nuestras jóvenes y pasionales protagonistas en él. En efecto, uno de los últimos fundidos a negro por fin nos lo muestran, saciando nuestra curiosidad: la chica morena es una anciana decrépita enferma terminal de cáncer, y la chica rubia es otra anciana aúnm ás decrépita, tetrapléjica desde hace más de 40 años y que no puede ni hablar, solo escuchar.
Impresiona enormemente observar a las dos ancianas, aún más a la segunda, en el “mundo real”, después de haber ya empatizado con sus personajes virtuales, sexuales y vivaces. El contraste es brutal y la mayor sensación del capítulo. A mi mente vienen las primeras escenas en Matrix en las que se muestra el mundo real, gris y controlado por las máquinas, después de que Neo elija la pastilla roja. Aquí el mundo real no es gris, pero si lo son las protagonistas, al borde del final de su vida.
Otro planteamiento filosófico tremendo, es poder elegir pasar a San Junípero para toda la eternidad después de muerto. La perspectiva impresiona a un servidor, que tanto le asusta la muerte y tantos devaneos le trae de cuando en cuando. Aquí vemos las dos posturas enfrentadas de la morena y la rubia: el sí y el no, con varios argumentos que no da tiempo en apenas unos minutos de las escenas finales a exponer en toda su amplitud. Porque se trata de un tema tan inmenso (tanto como la Historia del Hombre), que resulta difícil condensarlo en una conversación que contemplamos apenas 3 minutos en pantalla. Pero, como siempre en Black Mirror, el resto queda para el cinefórum de después. Baste decir que la morena se niega a quedarse para siempre en Junípero porque su marido y su hija murieron para siempre, y él no creía en esa realidad alternativa, considerándola irreal. ¿Cuestión de creencias, tal vez?
Cabe destacar que el otro aspecto con el que se rompe en este capítulo es el paradigma positivo-negativo al que tan acostumbrados nos tiene la serie, diferenciando bien uno de otro. Aunque aquí parecía que la morena iba a respetar su decisión hasta el final, en la última escena, y ya entre los rótulos de créditos, vemos que cambia de opinión y se mete en San Junípero… dando un soplo de optimismo frente a la perspectiva del futuro distópico, y haciendo ver que bueno, al fin y al cabo quizá no esté tan mal la vida eterna artificial… si es que la consideramos artificial. Además, supuestamente se puede interrumpir definitivamente cuando el sujeto así lo deseara.
De todas formas, y ahí está la grandeza, es el espectador, en este capítulo creo que con más “libertad” que nunca, juzga lo que cree que es más correcto.
En mi caso, aterrado ante la posibilidad de la no-existencia enterna, y no demasiado preocupado aunque ahora mismo viviéramos en Matrix y trabajáramos como combustible para las máquinas, sin duda me quedaría en San Junípero. Respeten mi opción. Y ustedes, ¿qué harían?
No me equivocaba. San Junípero era una realidad virtual a la carta, donde los "visitantes" eligen la época a la que "viajan". Ahora la expectación residía en conocer cómo sería el “mundo real”… y cómo serían nuestras jóvenes y pasionales protagonistas en él. En efecto, uno de los últimos fundidos a negro por fin nos lo muestran, saciando nuestra curiosidad: la chica morena es una anciana decrépita enferma terminal de cáncer, y la chica rubia es otra anciana aúnm ás decrépita, tetrapléjica desde hace más de 40 años y que no puede ni hablar, solo escuchar.
Impresiona enormemente observar a las dos ancianas, aún más a la segunda, en el “mundo real”, después de haber ya empatizado con sus personajes virtuales, sexuales y vivaces. El contraste es brutal y la mayor sensación del capítulo. A mi mente vienen las primeras escenas en Matrix en las que se muestra el mundo real, gris y controlado por las máquinas, después de que Neo elija la pastilla roja. Aquí el mundo real no es gris, pero si lo son las protagonistas, al borde del final de su vida.
Otro planteamiento filosófico tremendo, es poder elegir pasar a San Junípero para toda la eternidad después de muerto. La perspectiva impresiona a un servidor, que tanto le asusta la muerte y tantos devaneos le trae de cuando en cuando. Aquí vemos las dos posturas enfrentadas de la morena y la rubia: el sí y el no, con varios argumentos que no da tiempo en apenas unos minutos de las escenas finales a exponer en toda su amplitud. Porque se trata de un tema tan inmenso (tanto como la Historia del Hombre), que resulta difícil condensarlo en una conversación que contemplamos apenas 3 minutos en pantalla. Pero, como siempre en Black Mirror, el resto queda para el cinefórum de después. Baste decir que la morena se niega a quedarse para siempre en Junípero porque su marido y su hija murieron para siempre, y él no creía en esa realidad alternativa, considerándola irreal. ¿Cuestión de creencias, tal vez?
Cabe destacar que el otro aspecto con el que se rompe en este capítulo es el paradigma positivo-negativo al que tan acostumbrados nos tiene la serie, diferenciando bien uno de otro. Aunque aquí parecía que la morena iba a respetar su decisión hasta el final, en la última escena, y ya entre los rótulos de créditos, vemos que cambia de opinión y se mete en San Junípero… dando un soplo de optimismo frente a la perspectiva del futuro distópico, y haciendo ver que bueno, al fin y al cabo quizá no esté tan mal la vida eterna artificial… si es que la consideramos artificial. Además, supuestamente se puede interrumpir definitivamente cuando el sujeto así lo deseara.
De todas formas, y ahí está la grandeza, es el espectador, en este capítulo creo que con más “libertad” que nunca, juzga lo que cree que es más correcto.
En mi caso, aterrado ante la posibilidad de la no-existencia enterna, y no demasiado preocupado aunque ahora mismo viviéramos en Matrix y trabajáramos como combustible para las máquinas, sin duda me quedaría en San Junípero. Respeten mi opción. Y ustedes, ¿qué harían?
Episodio

6.7
17,448
9
23 de octubre de 2016
23 de octubre de 2016
109 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta nueva temporada de Black Mirror toca todos los palos: terror, drama romántico, thriller, investigación policial... y ahora le toca el turno al género bélico. Porque "La ciencia de matar" transcurre en una misión de militares cuyo objetivo es exterminar a las llamadas "cucarachas", una subraza de mutantes derivada de los humanos. En este caso, la ciencia ficción reside ahí, pues la tecnología no va más allá de unos "cascos" súper avanzados que todo soldado lleva implantado en su cerebro, y que les da ciertas ventajas informativas.
Interesante premisa e interesante desarrollo, sobre todo porque vemos que en esta tercera temporada, al ser tantos capítulos (y tener ya 7 a sus espaldas) la serie se ve obligada a innovar en género y temática, y lo hace no sin cierto riesgo, pero con nota más que notable.
Interesante premisa e interesante desarrollo, sobre todo porque vemos que en esta tercera temporada, al ser tantos capítulos (y tener ya 7 a sus espaldas) la serie se ve obligada a innovar en género y temática, y lo hace no sin cierto riesgo, pero con nota más que notable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
De nuevo nos encontramos ante un giro tremendo del argumento a partir de los dos tercios de metraje: resulta que los mutantes que los soldados ven como "cucarachas", cuyo rostro es completamente deforme, y que recuerda totalmente a zombies, no son más que humanos como el resto, cuya imagen es alterada en la cabeza de los soldados debido a su "casco" implantado. Esos humanos son considerados genéticamente débiles (ideario nazi tantas veces llevado a escenarios distópicos futuros), transmisores de enfermedades, etc. y por tanto se considera desde los altos cargos del "primer mundo" que se deben exterminar. Para ello, dotan a los soldados enviados la guerra de esos implantes que deforman la realidad, para que así les sea "fácil" moralmente deshacerse de esos sujetos que ven como mutantes, y no como humanos.
Es muy elocuente la conversación final que mantienen el soldado negro protagonista y una especie de psicoterapeuta encargado de los soldados, cuando decide explicar la verdad al protagonista, al haber descubierto éste todo a raíz de una avería en su "casco". En esa conversación vemos crudamente expuesto el dilema moral de una guerra: para matar a otros, no queda más remedio que rebajarles su condición de humanos, o no apretaremos jamás el gatillo. Considero que este paradigma que nos presenta el episodio, escapa en este caso por completo a la tecnología y los peligros de su uso (leitmotiv de Black Mirror), si no que hace referencia a la propia condición humana a lo largo de la historia (hay referencias a la Primera y Segunda Guerras Mundiales y a la Guerra de Vietnam en este discurso final) y cómo es puesta a prueba en un conflicto bélico.
Nos hace reflexionar muy duramente sobre lo que es realmente una guerra y lo que significa, con un claro mensaje antibelicista, potenciado además por la crueldad con la que actúan contra el soldado que descubre la verdad: le encarcelarán si se niega a seguir trabajando para ellos con un borrado de recuerdos, haciéndole además visionar una y otra vez las muertes que provocó a seres inocentes (creyendo antes que eran "cucarachas") para hacerle sufrir de remordimientos infinitos. Uno trata de ponerse en el lugar del protagonista, y la verdad que la disyuntiva es más que dura: soportar tal culpa y sufrimiento por el resto de tus días, o borrar tus recuerdos para poder seguir actuando como si nada hubiera pasado, sin ningún remordimiento una vez borrada la memoria, pero sabiendo que estás siendo cómplice de la masacre mientras aceptas el trato.
¿Puede un hombre tener un destino más cruel? En la última escena, no me queda claro lo que él elige... Tampoco tengo claro lo que elegiría yo.
Es muy elocuente la conversación final que mantienen el soldado negro protagonista y una especie de psicoterapeuta encargado de los soldados, cuando decide explicar la verdad al protagonista, al haber descubierto éste todo a raíz de una avería en su "casco". En esa conversación vemos crudamente expuesto el dilema moral de una guerra: para matar a otros, no queda más remedio que rebajarles su condición de humanos, o no apretaremos jamás el gatillo. Considero que este paradigma que nos presenta el episodio, escapa en este caso por completo a la tecnología y los peligros de su uso (leitmotiv de Black Mirror), si no que hace referencia a la propia condición humana a lo largo de la historia (hay referencias a la Primera y Segunda Guerras Mundiales y a la Guerra de Vietnam en este discurso final) y cómo es puesta a prueba en un conflicto bélico.
Nos hace reflexionar muy duramente sobre lo que es realmente una guerra y lo que significa, con un claro mensaje antibelicista, potenciado además por la crueldad con la que actúan contra el soldado que descubre la verdad: le encarcelarán si se niega a seguir trabajando para ellos con un borrado de recuerdos, haciéndole además visionar una y otra vez las muertes que provocó a seres inocentes (creyendo antes que eran "cucarachas") para hacerle sufrir de remordimientos infinitos. Uno trata de ponerse en el lugar del protagonista, y la verdad que la disyuntiva es más que dura: soportar tal culpa y sufrimiento por el resto de tus días, o borrar tus recuerdos para poder seguir actuando como si nada hubiera pasado, sin ningún remordimiento una vez borrada la memoria, pero sabiendo que estás siendo cómplice de la masacre mientras aceptas el trato.
¿Puede un hombre tener un destino más cruel? En la última escena, no me queda claro lo que él elige... Tampoco tengo claro lo que elegiría yo.
Episodio

6.7
20,730
8
23 de octubre de 2016
23 de octubre de 2016
94 de 115 usuarios han encontrado esta crítica útil
El género de terror llega a Black Mirror. Y un servidor, que suele mofarse (por supuesto sin sentir miedo alguno) de las típicas películas comerciales que intentan asustarnos cada viernes en la gran pantalla, ha de admitir que sintió desasosiego y temor visionando este capítulo.
Sin estar a la altura de los mejores de Black Mirror tanto de anteriores como de la presente temporada, se mantiene al nivel de la serie y no decepciona. Es quizá menos innovador, más previsible, y de menor calado social y humano que a lo que nos tiene acostumbrados esta gran serie. Y a mi personalmente, el protagonista, este rubiales con esa voz doblada tan estúpida que le han puesto (tratando de emular el acento americano frente al británico, como bromea con su ligue en los primeros minutos de capítulo) no me termina de caer bien.
El episodio se salva fundamentalmente por los giros del último tercio de metraje.
Sin estar a la altura de los mejores de Black Mirror tanto de anteriores como de la presente temporada, se mantiene al nivel de la serie y no decepciona. Es quizá menos innovador, más previsible, y de menor calado social y humano que a lo que nos tiene acostumbrados esta gran serie. Y a mi personalmente, el protagonista, este rubiales con esa voz doblada tan estúpida que le han puesto (tratando de emular el acento americano frente al británico, como bromea con su ligue en los primeros minutos de capítulo) no me termina de caer bien.
El episodio se salva fundamentalmente por los giros del último tercio de metraje.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No logro cohesionar del todo bien la primera parte del capítulo o presentación (rubiales americano da la vuelta al mundo, liga con chica británica en su última parada del viaje, que justo coincide con la nacionalidad de la serie, se queda sin dinero y se apunta a un programa experimental de probadores de videojuegos en realidad aumentada) con la segunda parte o esencia del mismo (la prueba del videojuego virtual en sí). Vamos, que me sobra un poco esa primera parte, no le termino de ver el enganche con la segunda, y personalmente creo que no aporta gran cosa, más allá de desviarnos del tema principal de forma infructuosa. Yo en su lugar lo hubiera reducido o, mejor aún, le hubiera dado otro contexto que el de este viajero que huye de fantasmas familiares (quizá este es el único nexo posible, pues en el videojuego le pondrán a prueba sus miedos más profundos) y que no termina de convencerme como personaje.
La trama "core" del episodio, es decir, el experimento beta con el videojuego sí resulta bastante entretenida, a la altura del capítulo promedio de Black Mirror. Algo previsible al principio, pero estos preliminares cuando llega a la "casa del terror" sirven para crear atmósfera, algo tan necesario en los filmes de terror. Después, para asustar realmente al protagonista (y de paso al espectador), como ya sabe/sabemos que todo lo que aparezca no es real, es una proyección del juego en su mente (proyecciones digitales tridimensionales), nos lo ponen más difícil metiendo personas sólidas, y sensaciones reales, como el dolor, aunque previamente le habían advertido que el videojuego no llegaba tan lejos. Y es así como el miedo se apodera irremediablemente de él y de nosotros, aparte de llenarnos de dudas y confusión.
La traca final es sin duda pura esencia Black Mirror y lo que eleva al capítulo a cotas "habituales" para tratarse de una serie maestra. Todo el pasaje de la casa del terror en realidad había transcurrido en la mente del protagonista en apenas 1 segundo. El experimento había resultado demasiado fuerte. Pero aún quedaba otro giro más: a su vez, todo el experimento había estado en la mente del protagonista cuando le hicieron un pequeño test de prueba antes siquiera de firmar el contrato con la empresa del videojuego. Éste había salido mal por interferencias con su móvil, que él imprudentemente había dejado encendido. Tras ello el protagonista cae muerto ipso facto. Lo más impresionante: todo dura 0.04 segundos, la cifra final en pantalla que te deja completamente anonadado. Aquí nos acordamos mucho de "Blanca Navidad", uno de los mejores capítulos sin duda.
Cabe reflexionar en este episodio sobre la utilización de sujetos de prueba sin tener garantizada su seguridad, o cómo, por mucho que nos preparen y nos digan que lo que vamos a ver no es real, al final nuestra mente (pues es la propia mente la que interviene en esta realidad aumentada) nos juega pasadas que ni podíamos sospechar, y el miedo irracional brota como un torrente.
La trama "core" del episodio, es decir, el experimento beta con el videojuego sí resulta bastante entretenida, a la altura del capítulo promedio de Black Mirror. Algo previsible al principio, pero estos preliminares cuando llega a la "casa del terror" sirven para crear atmósfera, algo tan necesario en los filmes de terror. Después, para asustar realmente al protagonista (y de paso al espectador), como ya sabe/sabemos que todo lo que aparezca no es real, es una proyección del juego en su mente (proyecciones digitales tridimensionales), nos lo ponen más difícil metiendo personas sólidas, y sensaciones reales, como el dolor, aunque previamente le habían advertido que el videojuego no llegaba tan lejos. Y es así como el miedo se apodera irremediablemente de él y de nosotros, aparte de llenarnos de dudas y confusión.
La traca final es sin duda pura esencia Black Mirror y lo que eleva al capítulo a cotas "habituales" para tratarse de una serie maestra. Todo el pasaje de la casa del terror en realidad había transcurrido en la mente del protagonista en apenas 1 segundo. El experimento había resultado demasiado fuerte. Pero aún quedaba otro giro más: a su vez, todo el experimento había estado en la mente del protagonista cuando le hicieron un pequeño test de prueba antes siquiera de firmar el contrato con la empresa del videojuego. Éste había salido mal por interferencias con su móvil, que él imprudentemente había dejado encendido. Tras ello el protagonista cae muerto ipso facto. Lo más impresionante: todo dura 0.04 segundos, la cifra final en pantalla que te deja completamente anonadado. Aquí nos acordamos mucho de "Blanca Navidad", uno de los mejores capítulos sin duda.
Cabe reflexionar en este episodio sobre la utilización de sujetos de prueba sin tener garantizada su seguridad, o cómo, por mucho que nos preparen y nos digan que lo que vamos a ver no es real, al final nuestra mente (pues es la propia mente la que interviene en esta realidad aumentada) nos juega pasadas que ni podíamos sospechar, y el miedo irracional brota como un torrente.
Episodio

7.2
18,651
9
23 de octubre de 2016
23 de octubre de 2016
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thriller. Otro género más que aterriza junto a este amalgama en la tercera temporada de Black Mirror. Tampoco decepciona. Cumple y con muy buena nota. A no ser que ya esté yo muy sesgado por el sello Black Mirror al inicio y en los créditos de cada capítulo, la verdad que ningún episodio de los nuevos se queda a mal nivel. Como de los antiguos (incluido "El momento Waldo", sí, debo ser un fan muy sesgado ya...).
Investigación policial y Twitter ardiendo son los dos temas en torno a los cuales gira este episodio casi el doble de largo que el resto: un auténtico largometraje de 90 minutos que bien podría considerarse una película en sí misma. Y proyectarse en cines. Por qué no.
Investigación policial y Twitter ardiendo son los dos temas en torno a los cuales gira este episodio casi el doble de largo que el resto: un auténtico largometraje de 90 minutos que bien podría considerarse una película en sí misma. Y proyectarse en cines. Por qué no.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Una periodista aparece asesinada en su casa, y lo primero que vemos es que la investigación va a ser llevada a cabo por dos detectives contrapuestas en su relación con las nuevas tecnologías. Buen contraste el aquí pretendido entre la protagonista - declarada "patosa" de las redes sociales y que se muestra siempre escéptica y escasa de conocimientos de los últimos adelantos técnicos - y su "sombra" o ayudante - una "friki" de las redes y de todas las formas más vanguardistas de tecnología. Esta dicotomía entre ambas hace que se complementen a la perfección, pues mientras que una se centra en lo que es una investigación clásica, entrevistas con sospechosos y conocidos, búsqueda de información de los mismos, análisis de las diferentes hipótesis posibles... la otra le da siempre el enfoque tecnológico, prestando atención a todo lo que se publica en redes sociales, por ejemplo.
Y claro, esto es Black Mirror y tirar la investigación por el lado de las redes sociales y del uso desmedido de la tecnología de vanguardia parece que va a tener premio. Resulta que así es, las muertes - a la primera le van sucediendo varias - se producen en gente que ha sido tendencia en Twitter por algo negativo, con el hashtag de odio #DeathTo. Digamos que ése es el móvil de los crímenes. Pero es que además, el medio utilizado son una abejas electrónicas que, patentadas a medias entre una gran empresa privada y el Gobierno, sobrevuelan por todas partes del Reino Unido, sustituyendo a las abejas de verdad que estaban extinguiéndose.
Aquí vemos otro de los temas tratados en este extenso capítulo: el de la ciberseguridad, y cómo un sistema tan enorme (y como vemos potencialmente tan peligroso) puede ser hackeado por una sola persona (eso sí, había trabajado para ellos previamente) en no sabemos cuánto tiempo, pero no parece que demasiado. No parece del todo realista... ¿o sí? Como Black Mirror juega con hipótesis futuras, de momento no lo sabremos. Pero la amenaza está ahí, o podría estarlo a medida que los sistemas informáticos o electrónicos en red van ganando poder a un ritmo mayor que seguridad.
Por otro lado, resulta que descubrimos que el Gobierno utilizaba a las abejas para controlar a la población con sus cámaras y sensores, aparentemente para garantizar mayor seguridad ciudadana. El debate de toda la vida "control versus seguridad". Este exceso de control al que tenían acceso las abejas facilita el trabajo al hackeador, que puede seleccionar fácilmente a sus víctimas con reconocimiento facial.
En definitiva, muchos temas interesantes se tratan aquí, como también es lógico al tratarse de un capítulo más extenso. Todo se ve potenciado por esa apoteosis final en la que mueren cientos de miles de personas: todas aquellas que habían utilizado alguna vez el hashtag maldito para meterse furiosamente con alguien. Veámoslo también como un toque de atención para hoy en día, que tantos y tantos ciudadanos utilizan Twitter de forma diferente a como se comportarían en la vida real, y con el amparo de la libertad de expresión cometen abusos dialécticos a diario. Una masa de odio, un odio nacional. La intención del asesino es conseguir que la gente se responsabilice de sus actos en las redes sociales. Veámoslo como tirón de orejas de Brooker para que reflexionemos sobre este comportamiento que muchos tenemos justo ahora, en este momento de la sociedad en el que vemos esas fluctuaciones asombrosas en Twitter cada día, llenas de odio o de euforia desmedidas. El golpe final de quitar de enmedio a todos aquellos que han participado en ese juego de odio, ya es pasarse demasiado. Al menos al final se da a entender que el asesino es capturado tiempo después, gracias a la ayudante de la protagonista.
Y claro, esto es Black Mirror y tirar la investigación por el lado de las redes sociales y del uso desmedido de la tecnología de vanguardia parece que va a tener premio. Resulta que así es, las muertes - a la primera le van sucediendo varias - se producen en gente que ha sido tendencia en Twitter por algo negativo, con el hashtag de odio #DeathTo. Digamos que ése es el móvil de los crímenes. Pero es que además, el medio utilizado son una abejas electrónicas que, patentadas a medias entre una gran empresa privada y el Gobierno, sobrevuelan por todas partes del Reino Unido, sustituyendo a las abejas de verdad que estaban extinguiéndose.
Aquí vemos otro de los temas tratados en este extenso capítulo: el de la ciberseguridad, y cómo un sistema tan enorme (y como vemos potencialmente tan peligroso) puede ser hackeado por una sola persona (eso sí, había trabajado para ellos previamente) en no sabemos cuánto tiempo, pero no parece que demasiado. No parece del todo realista... ¿o sí? Como Black Mirror juega con hipótesis futuras, de momento no lo sabremos. Pero la amenaza está ahí, o podría estarlo a medida que los sistemas informáticos o electrónicos en red van ganando poder a un ritmo mayor que seguridad.
Por otro lado, resulta que descubrimos que el Gobierno utilizaba a las abejas para controlar a la población con sus cámaras y sensores, aparentemente para garantizar mayor seguridad ciudadana. El debate de toda la vida "control versus seguridad". Este exceso de control al que tenían acceso las abejas facilita el trabajo al hackeador, que puede seleccionar fácilmente a sus víctimas con reconocimiento facial.
En definitiva, muchos temas interesantes se tratan aquí, como también es lógico al tratarse de un capítulo más extenso. Todo se ve potenciado por esa apoteosis final en la que mueren cientos de miles de personas: todas aquellas que habían utilizado alguna vez el hashtag maldito para meterse furiosamente con alguien. Veámoslo también como un toque de atención para hoy en día, que tantos y tantos ciudadanos utilizan Twitter de forma diferente a como se comportarían en la vida real, y con el amparo de la libertad de expresión cometen abusos dialécticos a diario. Una masa de odio, un odio nacional. La intención del asesino es conseguir que la gente se responsabilice de sus actos en las redes sociales. Veámoslo como tirón de orejas de Brooker para que reflexionemos sobre este comportamiento que muchos tenemos justo ahora, en este momento de la sociedad en el que vemos esas fluctuaciones asombrosas en Twitter cada día, llenas de odio o de euforia desmedidas. El golpe final de quitar de enmedio a todos aquellos que han participado en ese juego de odio, ya es pasarse demasiado. Al menos al final se da a entender que el asesino es capturado tiempo después, gracias a la ayudante de la protagonista.
Episodio

7.4
26,009
10
21 de octubre de 2016
21 de octubre de 2016
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer capítulo que veo de la nueva temporada de Black Mirror. Quizá por ser el referente, según he leído en la crítica, por tener a las caras más reconocidas, y por venir el primero ubicado en la lista de Netflix. HAbía que elegir, ya que en esta atípica serie los capítulos son independientes y no vienen numerados con un orden (ni tan siquiera de emisión como en pasadas temporadas, pues han sido estrenados 6 de golpe en la plataforma online).
Y no empezamos bien, sino de maravilla. Estos 60 minutos están a la altura de anteriores temporadas, e incluso lo sitúo por encima de la media a la que nos tiene acostumbrados Black Mirror. Trata básicamente del uso masivo y generalizado de una ficticia red social, que vendría a ser una fusión de las que ya conocemos hoy en día (Facebook, Instagram, Badoo, etc), la cual cuenta con el añadido de una puntuación, que puede ir desde 0 a 5 estrellas, y que marca la reputación de la vida de cada persona. Esta puntuación sube o baja dependiendo de los votos del resto del mundo con el que te vas cruzando en tu vida, y que pueden puntuar tanto a la persona en conjunto, como a las fotos o vídeos que suba. Además, la gente lleva unas lentillas implantadas que permiten conocer al instante la puntuación global de cualquiera con solo mirarle.
Me ha impresionado en primer lugar el enorme grado de verosimilitud del escenario planteado, frente a anteriores historias, que si bien eran factibles y la mayoría pensábamos que podrían darse en un futuro no tan lejano, también se introducían elementos demasiado alejados de nuestro mundo actual (recordemos simplemente la cárcel de "15 millones de méritos" o los clones de conciencias encerrados en cápsulas del tiempo de "Blanca Navidad"), o bien se daban situaciones que cuesta un poquito más figurarse fuera de la pantalla: un Presidente del Gobierno tirándose a un cerdo; una persecución tan angustiosa como la de "Oso Blanco" grabada a lo Gran Hermano; o un peluche ganando las elecciones, con permiso de Trump. Sin embargo, en "Caída en Picado" no hablamos del futuro, sino del presente. Yo mismo me he visto imbuido muchas veces en las redes sociales, dándoles una importancia que cabe preguntarse hasta dónde es sana para el sujeto. Me he reconocido en sus personajes, y he reconocido a gente de mi círculo entre ellos. Basta que te guste demandar cierta atención, seas un poco competitivo (por el tema de los números puntuando) y sientas esa curiosidad innata por los demás también conocida como cotilleo para que caigas profundamente en sus redes.
Pero el episodio va bastante más allá: la sociedad está totalmente jerarquizada en base a tu puntuación en la red social, hasta el punto de parecer el sustituto del actual dinero. Dilema moral (que actualmente se da igual con el patrimonio que posees): como se supone que a mayor puntuación en la red, quiere decir que recibes mejores impresiones de los demás, se deduce que eres una persona más "apta", por así decirlo, para moverte en sociedad, que serás más interesante, más agradable, encantador... y todo ello en un mundo idealizado y distópico (¡cómo no, es Black Mirror!) en el que impera la sonrisa, la superficialidad, el fingimiento, en el que está imperante una represión de las bajas pasiones, del insulto, del grito, de las malas caras...
En definitva, Black Mirror 100% en estado puro. Un clasicazo. Rabiosa actualidad. Dilemas morales, reflexión sobre el comportamiento humano, y cómo nos etiquetamos unos a otros en base a un número. No te la puedes perder. Ni dejarla de puntuar con 5 estrellas :)
Y no empezamos bien, sino de maravilla. Estos 60 minutos están a la altura de anteriores temporadas, e incluso lo sitúo por encima de la media a la que nos tiene acostumbrados Black Mirror. Trata básicamente del uso masivo y generalizado de una ficticia red social, que vendría a ser una fusión de las que ya conocemos hoy en día (Facebook, Instagram, Badoo, etc), la cual cuenta con el añadido de una puntuación, que puede ir desde 0 a 5 estrellas, y que marca la reputación de la vida de cada persona. Esta puntuación sube o baja dependiendo de los votos del resto del mundo con el que te vas cruzando en tu vida, y que pueden puntuar tanto a la persona en conjunto, como a las fotos o vídeos que suba. Además, la gente lleva unas lentillas implantadas que permiten conocer al instante la puntuación global de cualquiera con solo mirarle.
Me ha impresionado en primer lugar el enorme grado de verosimilitud del escenario planteado, frente a anteriores historias, que si bien eran factibles y la mayoría pensábamos que podrían darse en un futuro no tan lejano, también se introducían elementos demasiado alejados de nuestro mundo actual (recordemos simplemente la cárcel de "15 millones de méritos" o los clones de conciencias encerrados en cápsulas del tiempo de "Blanca Navidad"), o bien se daban situaciones que cuesta un poquito más figurarse fuera de la pantalla: un Presidente del Gobierno tirándose a un cerdo; una persecución tan angustiosa como la de "Oso Blanco" grabada a lo Gran Hermano; o un peluche ganando las elecciones, con permiso de Trump. Sin embargo, en "Caída en Picado" no hablamos del futuro, sino del presente. Yo mismo me he visto imbuido muchas veces en las redes sociales, dándoles una importancia que cabe preguntarse hasta dónde es sana para el sujeto. Me he reconocido en sus personajes, y he reconocido a gente de mi círculo entre ellos. Basta que te guste demandar cierta atención, seas un poco competitivo (por el tema de los números puntuando) y sientas esa curiosidad innata por los demás también conocida como cotilleo para que caigas profundamente en sus redes.
Pero el episodio va bastante más allá: la sociedad está totalmente jerarquizada en base a tu puntuación en la red social, hasta el punto de parecer el sustituto del actual dinero. Dilema moral (que actualmente se da igual con el patrimonio que posees): como se supone que a mayor puntuación en la red, quiere decir que recibes mejores impresiones de los demás, se deduce que eres una persona más "apta", por así decirlo, para moverte en sociedad, que serás más interesante, más agradable, encantador... y todo ello en un mundo idealizado y distópico (¡cómo no, es Black Mirror!) en el que impera la sonrisa, la superficialidad, el fingimiento, en el que está imperante una represión de las bajas pasiones, del insulto, del grito, de las malas caras...
En definitva, Black Mirror 100% en estado puro. Un clasicazo. Rabiosa actualidad. Dilemas morales, reflexión sobre el comportamiento humano, y cómo nos etiquetamos unos a otros en base a un número. No te la puedes perder. Ni dejarla de puntuar con 5 estrellas :)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como toda distopía, el episodio se articula en torno a dos paradigmas: el negativo, asociado al mundo distópico, y el positivo, asociado a su ruptura.
El paradigma negativo que nos presenta "Caída en Picado", como siempre en Black Mirror, viene asociado al uso desmedido de una nueva tecnología como son las redes sociales. Este paradigma (representado por la protagonista al principio, y por su amiga de la infancia y su novio durante todo el capítulo) es la aparente "vida feliz" que llevan en ese mundo, adaptados a él, en la élite de la sociedad (tienen más de 4/5 estrellas). No parecen tener motivos para mirar más allá. Siempre viven con una sonrisa, aunque sea postiza, reprimen gran parte de sus sentimientos más profundos, no se permiten nada que no vaya a agradar a los demás, por miedo a perder su puntuación. En realidad el miedo es el motor de este paradigma.
Hasta que el mundo supra-4-estrellas de la protagonista se tambalea, y entonces empieza a entrar en el paradigma positivo del episodio.
El paradigma positivo viene a ser la ruptura con el sistema establecido por la red social, con sus puntuaciones, y por tanto con la necesidad constante de agradar a todo el mundo, fingir lo que no se siente y estar atado de pies y manos. Representado por el hermano de la protagonista, y por la camionera que la recoge haciendo auto-stop para llevarla a la boda de su amiga. Esta mujer, con poco más de 1/5 estrellas, está en las cloacas de la sociedad. Sin embargo, el ligero maniqueísmo del capítulo hace que el espectador rápidamente conecte con ella y abra los ojos ipso facto. Lástima que en un caso real no nos fuera tan fácil abrirlos...
Por su parte la protagonista va mutando de un paradigma al otro a lo largo de la cinta, aunque el punto de inflexión más claro se produce al conocer a la camionera. Sin embargo, el detonante ya se había producido antes, cuando pierde el vuelo y como consecuencia de esto pierde los estribos y con ellos parte de sus estrellas. Esto le lleva a quedar más y más excluida en una sociedad que mide todo en base a estrellas, lo que retroalimenta su frustración y desesperación, que de nuevo le hacen quedar como políticamente incorrecta delante de los demás, perdiendo aún más puntuación.
Por poner un pero al capítulo, diré que el final no me termina de convencer. Se veía venir el discursito en la boda, pero, precisamente por ya esperarlo, deseaba algo aún más grandioso, que me quitara el aliento. En cambio sus frases deshilachadas en estado de embriaguez no me terminan de redondear el capítulo. Menos aún lo hace la escena final en la cárcel, donde se reencuentra con el que parece ser un pobre desahuciado antiguo compañero de trabajo, que también cayó en desgracia ante los demás perdiendo puntuación hasta acabar ahí. Ambos se desahogan a insultos y gritos, pues esa liberación sin presas del torrente de emociones humanas es lo que nos hace sentirnos vivos. No digo que sea mal final, pero para un episodio tan sumamente bueno, esperaba un final épico. Quizá, sin más, deja abierta la mente del espectador a divagar sin descanso sobre todos estos asuntos, sin entrar en más detalles.
Y la verdad que esta distopía me ha dado para mucho que reflexionar. Grande Black Mirror, gran nueva temporada.
El paradigma negativo que nos presenta "Caída en Picado", como siempre en Black Mirror, viene asociado al uso desmedido de una nueva tecnología como son las redes sociales. Este paradigma (representado por la protagonista al principio, y por su amiga de la infancia y su novio durante todo el capítulo) es la aparente "vida feliz" que llevan en ese mundo, adaptados a él, en la élite de la sociedad (tienen más de 4/5 estrellas). No parecen tener motivos para mirar más allá. Siempre viven con una sonrisa, aunque sea postiza, reprimen gran parte de sus sentimientos más profundos, no se permiten nada que no vaya a agradar a los demás, por miedo a perder su puntuación. En realidad el miedo es el motor de este paradigma.
Hasta que el mundo supra-4-estrellas de la protagonista se tambalea, y entonces empieza a entrar en el paradigma positivo del episodio.
El paradigma positivo viene a ser la ruptura con el sistema establecido por la red social, con sus puntuaciones, y por tanto con la necesidad constante de agradar a todo el mundo, fingir lo que no se siente y estar atado de pies y manos. Representado por el hermano de la protagonista, y por la camionera que la recoge haciendo auto-stop para llevarla a la boda de su amiga. Esta mujer, con poco más de 1/5 estrellas, está en las cloacas de la sociedad. Sin embargo, el ligero maniqueísmo del capítulo hace que el espectador rápidamente conecte con ella y abra los ojos ipso facto. Lástima que en un caso real no nos fuera tan fácil abrirlos...
Por su parte la protagonista va mutando de un paradigma al otro a lo largo de la cinta, aunque el punto de inflexión más claro se produce al conocer a la camionera. Sin embargo, el detonante ya se había producido antes, cuando pierde el vuelo y como consecuencia de esto pierde los estribos y con ellos parte de sus estrellas. Esto le lleva a quedar más y más excluida en una sociedad que mide todo en base a estrellas, lo que retroalimenta su frustración y desesperación, que de nuevo le hacen quedar como políticamente incorrecta delante de los demás, perdiendo aún más puntuación.
Por poner un pero al capítulo, diré que el final no me termina de convencer. Se veía venir el discursito en la boda, pero, precisamente por ya esperarlo, deseaba algo aún más grandioso, que me quitara el aliento. En cambio sus frases deshilachadas en estado de embriaguez no me terminan de redondear el capítulo. Menos aún lo hace la escena final en la cárcel, donde se reencuentra con el que parece ser un pobre desahuciado antiguo compañero de trabajo, que también cayó en desgracia ante los demás perdiendo puntuación hasta acabar ahí. Ambos se desahogan a insultos y gritos, pues esa liberación sin presas del torrente de emociones humanas es lo que nos hace sentirnos vivos. No digo que sea mal final, pero para un episodio tan sumamente bueno, esperaba un final épico. Quizá, sin más, deja abierta la mente del espectador a divagar sin descanso sobre todos estos asuntos, sin entrar en más detalles.
Y la verdad que esta distopía me ha dado para mucho que reflexionar. Grande Black Mirror, gran nueva temporada.
Más sobre Daniel Carpintero
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here