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6.5
66,982
2
13 de octubre de 2009
13 de octubre de 2009
14 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la sensiblería fácil de "Mar Adentro" parece que Alejandro Amenábar ha querido ceñirse a los hechos y dejarse de ñoñerias: se ha pasado. Ágora resulta aburrida, fría, violenta y destila mala leche por todos sus fotogramas. Se echan en falta el amor y los buenos sentimientos, la emoción, la intriga, la chispa... y la escena de amor, cohibida o explícita: daría igual, de Hipatia con Orestes.
Estamos ante una película superditada al odio por la incipiente religión cristiana (la cual en mi opinión no ha recibido todavía la suficiente censura mediática, todo hay que decirlo), pero dedicar una obra del Séptimo Arte a un sentimiento tan inútil como el odio me parece demasiado... todo en la película son luchas de poder y mala saña religiosa. Bueno, todo no, existen unos curiosos incisos directamente descargados del Google Earth que, a lo mejor para lograr una visión astronómica más global de la situación, desconciertan al espectador para, acto seguido, volver a caer en picado al asfixiante ambiente Alejandrino.
Sólo brilla con luz propia el personaje de la filósofa Hipatia y su interés puro en desentrañar los misterios del firmamento (aunque casi que ni el largo metraje de la película le es suficiente para llegar a probar con el modelo elíptico), pero se ve sola ante tanta necedad, privada del aura de amor que debía de haberle rodeado y exaltado. Sólo una (e inútil ya) concesión a este sentimiento se le ha escapado al director: el momento final.
Ya avanzada la película, y previendo cuál iba a ser este inevitable desenlace, un servidor optó por abandonar la sala. Sólo ante la insistencia en contra de un buen amigo sentado a mi lado, decidí esperar para ver si la historia acababa sorprendiendo de algún modo o concedía una oportunidad a la esperanza... vale, aguanto -me dije- pero como el asunto termine como parece que lo va a hacer, no vuelvo a ver, ni en DVD, ninguna otra película del supuesto "niño prodigio del reciente cine español"- fue en vano, y como yo siempre intento ver el lado positivo de las cosas (no como el director) al menos obtendré el beneficio de no tener que aguantar ya más bodrios Amenabarianos nunca más.
Abrí los ojos y me quité el sombrero ante los comienzos de Alejandro Amenábar, los cerraré a partir de ahora para protegerme de futuras paridas suyas.
Estamos ante una película superditada al odio por la incipiente religión cristiana (la cual en mi opinión no ha recibido todavía la suficiente censura mediática, todo hay que decirlo), pero dedicar una obra del Séptimo Arte a un sentimiento tan inútil como el odio me parece demasiado... todo en la película son luchas de poder y mala saña religiosa. Bueno, todo no, existen unos curiosos incisos directamente descargados del Google Earth que, a lo mejor para lograr una visión astronómica más global de la situación, desconciertan al espectador para, acto seguido, volver a caer en picado al asfixiante ambiente Alejandrino.
Sólo brilla con luz propia el personaje de la filósofa Hipatia y su interés puro en desentrañar los misterios del firmamento (aunque casi que ni el largo metraje de la película le es suficiente para llegar a probar con el modelo elíptico), pero se ve sola ante tanta necedad, privada del aura de amor que debía de haberle rodeado y exaltado. Sólo una (e inútil ya) concesión a este sentimiento se le ha escapado al director: el momento final.
Ya avanzada la película, y previendo cuál iba a ser este inevitable desenlace, un servidor optó por abandonar la sala. Sólo ante la insistencia en contra de un buen amigo sentado a mi lado, decidí esperar para ver si la historia acababa sorprendiendo de algún modo o concedía una oportunidad a la esperanza... vale, aguanto -me dije- pero como el asunto termine como parece que lo va a hacer, no vuelvo a ver, ni en DVD, ninguna otra película del supuesto "niño prodigio del reciente cine español"- fue en vano, y como yo siempre intento ver el lado positivo de las cosas (no como el director) al menos obtendré el beneficio de no tener que aguantar ya más bodrios Amenabarianos nunca más.
Abrí los ojos y me quité el sombrero ante los comienzos de Alejandro Amenábar, los cerraré a partir de ahora para protegerme de futuras paridas suyas.

7.2
49,887
6
23 de septiembre de 2021
23 de septiembre de 2021
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salgo del cine de ver Dune, por fin, y el agua cayendo a jarros sobre mi cara es lo más emocionante de la película. Me pongo a imaginar un Dune con lluvia, con vegetación, como cuando jugábamos emocionados con el ordenador a cambiar el clima de Arrakis al lado de Liet/Kynes, digna heredera de Max von Sydow…
Santa tarea la de cambiar el clima de un planeta. En Dune todo es más de lo que parece. Todo metáforas. Metonimias. Ecología/economía, petróleo/especia melange, arena, agua, gusanos… al final todos los ecosistemas se pueden comparar. En todos la maldad, la avaricia, la droga, las clases sociales… en todos el honor, la superinteligencia, la clarividencia, el instinto de supervivencia… patrones universales, bien. Pero cada uno los aplica a su manera… En este caso además tenemos la sustancia más valiosa del universo entre manos (que además amplifica la consciencia), viajes interestelares, multitud de intereses encontrados. Y todo metáforas de nuestro mundo, listas para enganchar a los jóvenes como cuando enganchas un garfio en un gusano de arena para poder montar sobre él.
No sé si Jodorowsky hubiera alterado conciencias eco-planetarias en el 74 porque no le dieron el presupuesto de la película a su elenco surrealista, sino a De Laurentiis y a David Lynch, quien nos presentó (en el 84) estas fichas en el escenario de Dune tan maravillosamente definidas y ornamentadas (o purulentas), con entusiasmo, con imaginación, con elegancia y, por lo visto, con poco tiempo de mostrar conciencia planetaria o de ningún otro tipo ¡Menos mal que la podemos disfrutar en el salón Kitsch!
Ha tenido que pasar otra generación entera para llegar al momento actual, un planeta en agonía, y un mensaje de cambio de mentalidad que es urgente enviar. ¿Hay presupuesto? ahora sí. Puede y debe calar hondo…
Pero para que un mensaje llegue a los jóvenes y no tan jóvenes, hay que enviarlo en todas las frecuencias y metáforas posibles, y sin embargo sólo les ha dado para construir un futuro plano y casi feudal (sin máquinas pensantes, obviamente), pero sin color, sin brillo, sin majestuosidad, sin gracia… Las historias grandes necesitan algo con lo que agarrarlas, y más esta historia, que ya la hemos vivido varias veces antes: no me la vuelvas a contar más despacio y más sobriamente, porque ya tengo esas escenas en color brillante en mi memoria. Me falta la emoción que las ligue, el deseo, el odio, la desesperación… De esta historia no voy a retener nada nuevo. Cuéntamela con misterio para que me enganche, con más trampas (como en la vida), con más belleza. No me la expliques sin más. Exagera si hace falta, complementa mis memorias, reutiliza simplemente… Pero no me la vuelvas a contar más despacio, porque el durmiente, no va a despertar, sino al revés…
Casi, más que pereza, me da miedo pensar en la segunda parte, por si aparece Ryan Gosling en los huesos del sobrino Feyd-Rautha, después de haberlo visto tan sexy dibujado como Mike Jagger o tan cruelmente encarnado por el mismísimo Sting! Concedernos al menos la posibilidad de un Jared Leto... y dejad que se vista él mismo, por favor.
Y sino mejor que me llamen a mí, que doy el tipo, y que se gasten lo que sobre en attrezzo...
Santa tarea la de cambiar el clima de un planeta. En Dune todo es más de lo que parece. Todo metáforas. Metonimias. Ecología/economía, petróleo/especia melange, arena, agua, gusanos… al final todos los ecosistemas se pueden comparar. En todos la maldad, la avaricia, la droga, las clases sociales… en todos el honor, la superinteligencia, la clarividencia, el instinto de supervivencia… patrones universales, bien. Pero cada uno los aplica a su manera… En este caso además tenemos la sustancia más valiosa del universo entre manos (que además amplifica la consciencia), viajes interestelares, multitud de intereses encontrados. Y todo metáforas de nuestro mundo, listas para enganchar a los jóvenes como cuando enganchas un garfio en un gusano de arena para poder montar sobre él.
No sé si Jodorowsky hubiera alterado conciencias eco-planetarias en el 74 porque no le dieron el presupuesto de la película a su elenco surrealista, sino a De Laurentiis y a David Lynch, quien nos presentó (en el 84) estas fichas en el escenario de Dune tan maravillosamente definidas y ornamentadas (o purulentas), con entusiasmo, con imaginación, con elegancia y, por lo visto, con poco tiempo de mostrar conciencia planetaria o de ningún otro tipo ¡Menos mal que la podemos disfrutar en el salón Kitsch!
Ha tenido que pasar otra generación entera para llegar al momento actual, un planeta en agonía, y un mensaje de cambio de mentalidad que es urgente enviar. ¿Hay presupuesto? ahora sí. Puede y debe calar hondo…
Pero para que un mensaje llegue a los jóvenes y no tan jóvenes, hay que enviarlo en todas las frecuencias y metáforas posibles, y sin embargo sólo les ha dado para construir un futuro plano y casi feudal (sin máquinas pensantes, obviamente), pero sin color, sin brillo, sin majestuosidad, sin gracia… Las historias grandes necesitan algo con lo que agarrarlas, y más esta historia, que ya la hemos vivido varias veces antes: no me la vuelvas a contar más despacio y más sobriamente, porque ya tengo esas escenas en color brillante en mi memoria. Me falta la emoción que las ligue, el deseo, el odio, la desesperación… De esta historia no voy a retener nada nuevo. Cuéntamela con misterio para que me enganche, con más trampas (como en la vida), con más belleza. No me la expliques sin más. Exagera si hace falta, complementa mis memorias, reutiliza simplemente… Pero no me la vuelvas a contar más despacio, porque el durmiente, no va a despertar, sino al revés…
Casi, más que pereza, me da miedo pensar en la segunda parte, por si aparece Ryan Gosling en los huesos del sobrino Feyd-Rautha, después de haberlo visto tan sexy dibujado como Mike Jagger o tan cruelmente encarnado por el mismísimo Sting! Concedernos al menos la posibilidad de un Jared Leto... y dejad que se vista él mismo, por favor.
Y sino mejor que me llamen a mí, que doy el tipo, y que se gasten lo que sobre en attrezzo...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al cabo de unos días, de la película sólo retengo la crueldad de ver las palmeras arder, y al barón Harkonnen retorciéndose de dolor en el techo como el bicho que es. Eso me pone!
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