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8.4
111,367
9
11 de febrero de 2025
11 de febrero de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Psicosis es una obra maestra de un maestro. ¿Qué podemos esperar de Hitchcock? Ya desde los créditos iniciales diseñados por Saul Bass, con su hipnótica animación de líneas entrecortadas, sabemos que nos espera pura magnificencia. Y si a esto le sumamos la inquietante música de Bernard Herrmann, con esas cuerdas frenéticas, la tensión está servida desde el primer segundo.
El guion, basado en la novela de Robert Bloch, resulta refrescante y transgresor. ¡Joder! Nada más empezar, nos encontramos con Marion (Janet Leigh) y su amante, Sam en una escena postcoital. Recuerden: estamos en 1960, y esto era impensable en el Hollywood de la época.
Y aquí llega el primer gran plot twist de este pedazo de guion: la que parecía nuestra protagonista decide robar 40.000 dólares para ayudar a su amante a pagar sus deudas y así poder vivir juntos. Un plan tan impulsivo como ingenuo.
Seguimos su periplo criminal con un thriller que coquetea con la road movie. Su nerviosismo es palpable en cada gesto, en cada mirada al retrovisor. ¡Todo son malas ideas! Actuar natural cuando claramente no lo está, comprar un coche nuevo en una escena magistral de tensión, y, para colmo, cruzarse con un policía.
Me encanta escuchar los diálogos de otros personajes saliendo de sus pensamientos mientras ella conduce.
Y entonces llega la very bad decision: quedarse en el motel más siniestro de la historia del cine. ¡Por Dios, hay un pueblo a 25 millas con un diner! Run, rubia, run! Pero no… decide pasar la noche en el Bates Motel, donde conoce a Norman Bates (Anthony Perkins).
Técnicamente, Hitchcock se luce con una puesta en escena impecable. Adoro la variedad de planos que utiliza: los picados y contrapicados para transmitir tensión, los travellings circulares marca de la casa, y, por supuesto, la legendaria escena de la ducha. Cada detalle en ella es perfección: un montaje frenético, el uso del sonido, esas puñaladas que según leo fueron a una sandía, la silueta oscura detrás de la cortina con esos inquietantes ojos, la mirada aterrorizada de Marion y su cuerpo desplomándose en ese último aliento con el agua arrastrando su vida por el desagüe. Es una secuencia tan impactante que ha sido replicada hasta la saciedad, como en la reciente Sustancia, donde Demi Moore homenajea ese último plano con su cara deformada contra el suelo.
En cuanto a las actuaciones, Janet Leigh está correcta, pero es Anthony Perkins quien se adueña de la película en la segunda mitad. Su Norman Bates es fascinante: su nerviosismo, su sonrisa incómoda, sus tics y su forma de hablar lo hacen un personaje inquietante y a la vez trágicamente humano. Sus diálogos son oro puro, especialmente cuando habla de su madre y de su amor por la taxidermia. Ahí es donde el guion brilla al mostrar, sin decir demasiado, el verdadero trasfondo del personaje.
Hitchcock no deja cabos sueltos. Cada detalle visual cuenta una historia: la tétrica casa victoriana en lo alto de la colina, la sombra de la madre en la ventana, el colchón de su habitación con la marca de su cuerpo aún visible… Todo ello construye la obsesión y la psicosis de Norman de forma magistral.
Psicosis no es solo un thriller que marcó el cine de género, es una lección de cine. Hitchcock juega con nuestras expectativas, nos engaña, nos sorprende y nos aterra con una historia que sigue perturbando más de 60 años después. ¡Y pensar que todo esto fue posible con un presupuesto modesto y un equipo sacado de su serie de televisión! Un genio haciendo cine con mayúsculas
El guion, basado en la novela de Robert Bloch, resulta refrescante y transgresor. ¡Joder! Nada más empezar, nos encontramos con Marion (Janet Leigh) y su amante, Sam en una escena postcoital. Recuerden: estamos en 1960, y esto era impensable en el Hollywood de la época.
Y aquí llega el primer gran plot twist de este pedazo de guion: la que parecía nuestra protagonista decide robar 40.000 dólares para ayudar a su amante a pagar sus deudas y así poder vivir juntos. Un plan tan impulsivo como ingenuo.
Seguimos su periplo criminal con un thriller que coquetea con la road movie. Su nerviosismo es palpable en cada gesto, en cada mirada al retrovisor. ¡Todo son malas ideas! Actuar natural cuando claramente no lo está, comprar un coche nuevo en una escena magistral de tensión, y, para colmo, cruzarse con un policía.
Me encanta escuchar los diálogos de otros personajes saliendo de sus pensamientos mientras ella conduce.
Y entonces llega la very bad decision: quedarse en el motel más siniestro de la historia del cine. ¡Por Dios, hay un pueblo a 25 millas con un diner! Run, rubia, run! Pero no… decide pasar la noche en el Bates Motel, donde conoce a Norman Bates (Anthony Perkins).
Técnicamente, Hitchcock se luce con una puesta en escena impecable. Adoro la variedad de planos que utiliza: los picados y contrapicados para transmitir tensión, los travellings circulares marca de la casa, y, por supuesto, la legendaria escena de la ducha. Cada detalle en ella es perfección: un montaje frenético, el uso del sonido, esas puñaladas que según leo fueron a una sandía, la silueta oscura detrás de la cortina con esos inquietantes ojos, la mirada aterrorizada de Marion y su cuerpo desplomándose en ese último aliento con el agua arrastrando su vida por el desagüe. Es una secuencia tan impactante que ha sido replicada hasta la saciedad, como en la reciente Sustancia, donde Demi Moore homenajea ese último plano con su cara deformada contra el suelo.
En cuanto a las actuaciones, Janet Leigh está correcta, pero es Anthony Perkins quien se adueña de la película en la segunda mitad. Su Norman Bates es fascinante: su nerviosismo, su sonrisa incómoda, sus tics y su forma de hablar lo hacen un personaje inquietante y a la vez trágicamente humano. Sus diálogos son oro puro, especialmente cuando habla de su madre y de su amor por la taxidermia. Ahí es donde el guion brilla al mostrar, sin decir demasiado, el verdadero trasfondo del personaje.
Hitchcock no deja cabos sueltos. Cada detalle visual cuenta una historia: la tétrica casa victoriana en lo alto de la colina, la sombra de la madre en la ventana, el colchón de su habitación con la marca de su cuerpo aún visible… Todo ello construye la obsesión y la psicosis de Norman de forma magistral.
Psicosis no es solo un thriller que marcó el cine de género, es una lección de cine. Hitchcock juega con nuestras expectativas, nos engaña, nos sorprende y nos aterra con una historia que sigue perturbando más de 60 años después. ¡Y pensar que todo esto fue posible con un presupuesto modesto y un equipo sacado de su serie de televisión! Un genio haciendo cine con mayúsculas
6
19 de enero de 2025
19 de enero de 2025
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Babygirl no me ha gustado demasiado, ni siquiera como entretenimiento superficial. Carece de ese punto kitsch que podría haberla hecho interesante.
La sipnosis promete una affaire de una CEO que no está satisfecha sexualmente por su marido. Creo que el nivel de insatisfacción va mucho más allá.
Sobre esta mujer, que debería mostrarse poderosa, lo único que percibo son atuendos caros y una empresa de robótica cuya estructura resulta confusa. Margot, como CEO, parece casi irrelevante, y su papel como mentora en un programa de becarios resulta bastante poco creíble.
El guión insinúa que el personaje tiene un pasado oscuro, pero no se profundiza en él porque aparentemente no aporta nada a la trama. ¿En serio? Esto deja a Margot sin contexto ni justificación para sus comportamientos erráticos.
El mayor problema es cómo se nos representa a las mujeres en esta película. ¿Es mucho pedir que se muestre a una mujer capaz de seguir sus instintos y cometer errores sin ser retratada de manera tan patética?
Algo que se ve reforzado por la trata que dan otras mujeres a la protagonista. En lugar de apoyo, veo chantajes, sermones y cero empatía. Como es el ejemplo de la ambiciosa subordinada de Margot que la chantajea sin miramientos para escalar profesionalmente.
Los interminables primeros planos de Nicole Kidman "afeada" por la edad resultan innecesarios, algo que no sucede con los personajes masculinos, como Banderas.. Este contraste es irritante y refuerza un doble estándar visual.
No me paree en absoluto una película feminista, aunque parece querer aparentarlo. Habría sido más interesante ver a Margot con cierto control al menos en la presentación de su personaje. En su lugar, nos muestran a una CEO que también es "la señora de su casa", preparando desayunos en delantal,
Aunque la interpretación de Nicole Kidman es arriesgada, no logra salvar la película. El resto del reparto es poco relevante, y sus contribuciones a la trama son anecdóticas.
En resumen, lo que pretende ser sexy y transgresor no consigue ni una cosa ni la otra debido a un guión terrible y cringy. Y esa escena con las inyecciones de botox totalmente innecesarias.
La sipnosis promete una affaire de una CEO que no está satisfecha sexualmente por su marido. Creo que el nivel de insatisfacción va mucho más allá.
Sobre esta mujer, que debería mostrarse poderosa, lo único que percibo son atuendos caros y una empresa de robótica cuya estructura resulta confusa. Margot, como CEO, parece casi irrelevante, y su papel como mentora en un programa de becarios resulta bastante poco creíble.
El guión insinúa que el personaje tiene un pasado oscuro, pero no se profundiza en él porque aparentemente no aporta nada a la trama. ¿En serio? Esto deja a Margot sin contexto ni justificación para sus comportamientos erráticos.
El mayor problema es cómo se nos representa a las mujeres en esta película. ¿Es mucho pedir que se muestre a una mujer capaz de seguir sus instintos y cometer errores sin ser retratada de manera tan patética?
Algo que se ve reforzado por la trata que dan otras mujeres a la protagonista. En lugar de apoyo, veo chantajes, sermones y cero empatía. Como es el ejemplo de la ambiciosa subordinada de Margot que la chantajea sin miramientos para escalar profesionalmente.
Los interminables primeros planos de Nicole Kidman "afeada" por la edad resultan innecesarios, algo que no sucede con los personajes masculinos, como Banderas.. Este contraste es irritante y refuerza un doble estándar visual.
No me paree en absoluto una película feminista, aunque parece querer aparentarlo. Habría sido más interesante ver a Margot con cierto control al menos en la presentación de su personaje. En su lugar, nos muestran a una CEO que también es "la señora de su casa", preparando desayunos en delantal,
Aunque la interpretación de Nicole Kidman es arriesgada, no logra salvar la película. El resto del reparto es poco relevante, y sus contribuciones a la trama son anecdóticas.
En resumen, lo que pretende ser sexy y transgresor no consigue ni una cosa ni la otra debido a un guión terrible y cringy. Y esa escena con las inyecciones de botox totalmente innecesarias.
25 de abril de 2025
25 de abril de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como persona altamente emocional —para lo bueno y para lo malo—, encontrarme con una historia que me permite volver a creer en la bondad de las personas, aunque sea por un momento, es un pequeño regalo. Desde el escepticismo y sin juicios, Un Like de Bob Trevino nos recuerda que, a menudo, la familia que elegimos puede ser mucho más reparadora que la que nos viene impuesta.
Con un guion sencillo pero lleno de verdad, Tracie Laymon, en su ópera prima, consigue retratar de manera honesta esas conexiones inesperadas que cambian una vida. La película, basada en experiencias personales de la propia directora, narra el encuentro entre una joven herida y un hombre que, a través de un simple "like" en Facebook, se convierte en la figura paterna que ella necesitaba.
Hoy, en el cine, he reído, he llorado y, sobre todo, me he sentido viva. Me he reconocido en las emociones que se desplegaban en pantalla, y he compartido esa sensación de calidez y sanación con una sala repleta de espectadores igualmente conmovidos.
La interpretación de Barbie Ferreira es un auténtico torbellino emocional: visceral, sincera y magnética. A su lado, John Leguizamo aporta una ternura contenida que equilibra a la perfección el relato. La fotografía apuesta por una estética íntima y cercana, con tonos cálidos que potencian la sensación de refugio emocional, mientras que la música acompaña con discreción y sensibilidad, sin manipular las emociones del espectador.
Tras la proyección en el BCN Film Fest, tuvimos la oportunidad de asistir a un coloquio donde, más allá de los merecidos elogios, surgieron preguntas profundas sobre el proceso creativo. Barbie Ferreira compartió cómo la historia conecta directamente vivencias de Tracy Laymon, y de la propia Ferreira, especialmente en lo que respecta a su complicada relación con su padre biológico.
Como curiosidad, se escogió Bob Trevino como nombre del personaje y película, por una conexión real de Laymon con el encargado de efectos especiales.
Un Like de Bob Trevino es, en definitiva, una pequeña joya del cine indie, que nos invita a sanar, a confiar y a querernos un poquito más.
Como dice Nathy Peluso: si duele, curita.
Con un guion sencillo pero lleno de verdad, Tracie Laymon, en su ópera prima, consigue retratar de manera honesta esas conexiones inesperadas que cambian una vida. La película, basada en experiencias personales de la propia directora, narra el encuentro entre una joven herida y un hombre que, a través de un simple "like" en Facebook, se convierte en la figura paterna que ella necesitaba.
Hoy, en el cine, he reído, he llorado y, sobre todo, me he sentido viva. Me he reconocido en las emociones que se desplegaban en pantalla, y he compartido esa sensación de calidez y sanación con una sala repleta de espectadores igualmente conmovidos.
La interpretación de Barbie Ferreira es un auténtico torbellino emocional: visceral, sincera y magnética. A su lado, John Leguizamo aporta una ternura contenida que equilibra a la perfección el relato. La fotografía apuesta por una estética íntima y cercana, con tonos cálidos que potencian la sensación de refugio emocional, mientras que la música acompaña con discreción y sensibilidad, sin manipular las emociones del espectador.
Tras la proyección en el BCN Film Fest, tuvimos la oportunidad de asistir a un coloquio donde, más allá de los merecidos elogios, surgieron preguntas profundas sobre el proceso creativo. Barbie Ferreira compartió cómo la historia conecta directamente vivencias de Tracy Laymon, y de la propia Ferreira, especialmente en lo que respecta a su complicada relación con su padre biológico.
Como curiosidad, se escogió Bob Trevino como nombre del personaje y película, por una conexión real de Laymon con el encargado de efectos especiales.
Un Like de Bob Trevino es, en definitiva, una pequeña joya del cine indie, que nos invita a sanar, a confiar y a querernos un poquito más.
Como dice Nathy Peluso: si duele, curita.

7.4
50,250
8
22 de marzo de 2025
22 de marzo de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He sentido El piano como la primera vez que la veía. En realidad, la recuerdo más como una de esas películas que le gustaban a mi madre, pero que yo vi de sobremesa o no logré prestarle la atención que merecía.
Cierto es que hay cosas que no me han gustado, propias de la época: el matrimonio pactado, Ada tratada casi como un objeto defectuoso, una mujer muda por un trauma que solo puede expresarse a través de su piano y su hija pequeña.
Pero Jane Campion me engancha desde el primer minuto con esos paisajes de Nueva Zelanda, igual que la música de Michael Nyman, que al principio me atrapa, pero a fuerza de repetirse acaba resultándome un poco pesada.
Y ay, lo que me gusta a mí una historia de amor retorcidilla. Podría hablar de la relación de Ada con su piano, pero no, me refiero al toqueteo de teclas y más cosas que se trae con Baines. Locurón entre enaguas. En mi cabeza, Ada sale del cascarón con este papel, como si Holly Hunter se hubiera sacudido la represión junto con el barro y nos dejara ver un lado más juguetón. No me sorprende nada que se llevara el Oscar por este papel, porque se come la pantalla sin decir una sola palabra.
Y qué decir de la niña… Mari sabidilla total. Como todos los críos, la pobre tiende a ser torpe y bueno, ya sabemos lo que pasa. Pero la que no fue nada torpe fue Anna Paquin, que con 11 añitos se marcó un papelón y se llevó un Oscar, tan pancha.
Además, me hace gracia pensar que esta Ada, años después, acabó en Crash de Cronenberg, cambiando la perversión contenida por algo bastante más explícito y metalizado. Como si todo lo reprimido en El piano hubiera encontrado su vía de escape en los accidentes y el asfalto. Una evolución natural, ¿no?
Una película que sigue funcionando, con un reparto entregado y premios más que merecidos.
Cierto es que hay cosas que no me han gustado, propias de la época: el matrimonio pactado, Ada tratada casi como un objeto defectuoso, una mujer muda por un trauma que solo puede expresarse a través de su piano y su hija pequeña.
Pero Jane Campion me engancha desde el primer minuto con esos paisajes de Nueva Zelanda, igual que la música de Michael Nyman, que al principio me atrapa, pero a fuerza de repetirse acaba resultándome un poco pesada.
Y ay, lo que me gusta a mí una historia de amor retorcidilla. Podría hablar de la relación de Ada con su piano, pero no, me refiero al toqueteo de teclas y más cosas que se trae con Baines. Locurón entre enaguas. En mi cabeza, Ada sale del cascarón con este papel, como si Holly Hunter se hubiera sacudido la represión junto con el barro y nos dejara ver un lado más juguetón. No me sorprende nada que se llevara el Oscar por este papel, porque se come la pantalla sin decir una sola palabra.
Y qué decir de la niña… Mari sabidilla total. Como todos los críos, la pobre tiende a ser torpe y bueno, ya sabemos lo que pasa. Pero la que no fue nada torpe fue Anna Paquin, que con 11 añitos se marcó un papelón y se llevó un Oscar, tan pancha.
Además, me hace gracia pensar que esta Ada, años después, acabó en Crash de Cronenberg, cambiando la perversión contenida por algo bastante más explícito y metalizado. Como si todo lo reprimido en El piano hubiera encontrado su vía de escape en los accidentes y el asfalto. Una evolución natural, ¿no?
Una película que sigue funcionando, con un reparto entregado y premios más que merecidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me hubiera quedado con el final de ella, flotando junto al piano en lugar de ese final feliz y algo pastelito donde todo parece superado y positivo.
“I think of my piano in its ocean grave, and sometimes of myself floating above it. Down there everything is so still and silent that it lulls me to sleep. It is a weird lullaby and so it is; it is mine."
“I think of my piano in its ocean grave, and sometimes of myself floating above it. Down there everything is so still and silent that it lulls me to sleep. It is a weird lullaby and so it is; it is mine."
8
22 de octubre de 2024
22 de octubre de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cabaret" logra retratar con una sutileza asombrosa el entramado del nazismo en el periodo de entreguerras. Sus personajes nos transmiten problemáticas y emociones que nunca hubiera imaginado ver reflejadas en un musical tan poco convencional.
Sally Bowles es una pizpireta cantante americana que vive en un hostal de mala muerte, donde brilla tanto como sus uñas de “decadent green”. Adicta a ser el centro de atención, a la fiesta y al amor efímero, desayuna “Prairie Oysters” contra la resaca y sonríe ante la vida, desafiando las sombras que se ciernen sobre Berlín.
Brian, por su parte, es un británico gris que no tiene nada claro en la vida, reniega de su sexualidad y se encuentra con Sally, dispuesta a enseñarle su Berlín sin filtros. Su viaje es una exploración del deseo y la identidad en medio de un contexto tan turbulento.
El resto de personajes son secundarios, pero no se puede pasar por alto la brillante interpretación del maestro de ceremonias, que, a través de sus canciones, amplía lo sucedido y lo que está por suceder en la trama, añadiendo una capa de ironía y crítica social.
Desgraciadamente, no he leído la novela de Christopher Isherwood para saber cuán brillante es la adaptación, pero puedo afirmar que las imágenes, el cambio de ritmo, el guion y el montaje son excelentes. Curiosamente, la película fue filmada en los Estudios Babelsberg, uno de los más antiguos del mundo, lo que añade una chispa de historia cinematográfica al proyecto.
No puedo recordar a Liza Minnelli en ningún otro papel que no sea este, pues su potente estilismo y la iconografía que rodea al film la han convertido en un símbolo de la cultura pop.
A medida que avanza la trama y vemos cómo el nazismo va tomando fuerza, los personajes evolucionan hacia un estado menos superficial. El cabaret deja de ser el refugio de los “weirdos” felices para convertirse en el escenario del mainstream de lo que vendrá, presagiando un futuro que acabará con su color. Es una transformación inquietante, pero que refleja la realidad de la época con una claridad desgarradora.
Es muy posible que Cabaret no contenga las mejores escenas de musical, pero sí fue el más valiente.
Sally Bowles es una pizpireta cantante americana que vive en un hostal de mala muerte, donde brilla tanto como sus uñas de “decadent green”. Adicta a ser el centro de atención, a la fiesta y al amor efímero, desayuna “Prairie Oysters” contra la resaca y sonríe ante la vida, desafiando las sombras que se ciernen sobre Berlín.
Brian, por su parte, es un británico gris que no tiene nada claro en la vida, reniega de su sexualidad y se encuentra con Sally, dispuesta a enseñarle su Berlín sin filtros. Su viaje es una exploración del deseo y la identidad en medio de un contexto tan turbulento.
El resto de personajes son secundarios, pero no se puede pasar por alto la brillante interpretación del maestro de ceremonias, que, a través de sus canciones, amplía lo sucedido y lo que está por suceder en la trama, añadiendo una capa de ironía y crítica social.
Desgraciadamente, no he leído la novela de Christopher Isherwood para saber cuán brillante es la adaptación, pero puedo afirmar que las imágenes, el cambio de ritmo, el guion y el montaje son excelentes. Curiosamente, la película fue filmada en los Estudios Babelsberg, uno de los más antiguos del mundo, lo que añade una chispa de historia cinematográfica al proyecto.
No puedo recordar a Liza Minnelli en ningún otro papel que no sea este, pues su potente estilismo y la iconografía que rodea al film la han convertido en un símbolo de la cultura pop.
A medida que avanza la trama y vemos cómo el nazismo va tomando fuerza, los personajes evolucionan hacia un estado menos superficial. El cabaret deja de ser el refugio de los “weirdos” felices para convertirse en el escenario del mainstream de lo que vendrá, presagiando un futuro que acabará con su color. Es una transformación inquietante, pero que refleja la realidad de la época con una claridad desgarradora.
Es muy posible que Cabaret no contenga las mejores escenas de musical, pero sí fue el más valiente.
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