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Críticas ordenadas por utilidad
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6.3
12,492
6
24 de febrero de 2007
24 de febrero de 2007
145 de 227 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo siento David, me he cansado con tu última película. Aunque tiene momentos brillantes resulta muy reiterativa y abundan los clichés de las anteriores. No me gusta el formato que has utilizado, me aburre, yo voy al cine a ver películas hechas con cámaras de cine. No me gusta la textura, ni la fotografía de la cámara digital y menos en tu cine. He bostezado unas 10 veces mientras veía tu film inconexo y excesivo y no pienso comerme la bola para desvelar tu "paja mental"; esta vez exagerada. Enhorabuena por tus cojones: realizar esta película, hacer lo que te da la gana, demuestras valentía o ¿acaso temeridad?. David me ha parecido regular, pudiera poner pasable pero ese voto me lo reservo para las películas lineales y coherentemente argumentadas, dudé en poner interesante pero lo siento creo que esta vez has perdido un poco los papeles. Lo siento por ti porque puedes arruinar tu carrera si sigues así aunque mansiones, mujeres y manjares excelsos ni te faltan ni faltaran y lo siento por mi ya que me gusta tu universo y esta vez me has decepcionado. Siempre nos quedará terciopelo azul.
1
10 de febrero de 2007
10 de febrero de 2007
44 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me alarma la idea de que este tipo de películas estén subvencionadas por el Ministerio de Cultura. ¿Pretenden acaso potenciar la subnormalidad y la estupidez?. Aquí no se trata de censura se trata de sentido común. Esto es un escándalo; deberían retirarla de inmediato de las salas y pedir disculpas de talla moral por semejante barbarie. Ofende a los espectadores, ofende a los verdaderos cineastas y ofende a la condición humana. La he visto y al llegar a casa he vomitado de asco y de pena, he sufrido un ataque de ansiedad y mi frustración (como guionista de comedias en ratos libres y por hobby, ya que esto de trabajar en el cine español resulta un circo-círculo cerrado sin parangón) podría llevarme a una depresión aguda. Y hablo en serio. Por favor Señora Ministra de Cultura haga el favor de retirar "esto" de las salas. Tenga un poco de decencia.

8.0
9,320
8
25 de enero de 2009
25 de enero de 2009
44 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
You Can't Take it With You, realizada en 1938 por el director italo-americano Capra, es como tantas otras del inefable Frank, una joya imperecedera y un antidepresivo eficaz sin efectos secundarios. Dirigida con aparente sencillez: apenas notamos la presencia de la cámara, el film fluye ante nuestros ojos como un innegable entretenimiento.
El niño que hay dentro de mi es un apasionado del cine de Capra ya que fue ese niño el que vio por primera vez It's a Wonderful Life y lloró… Tiempo después, ya convertido en un hombre hecho y derecho, racional, crítico y reflexivo, volvió a ver la cinta y se volvió a emocionar, inevitablemente, como una lágrima que se desprende pura y acaricia tu rostro inmovilizando tu razón, en este caso mi razón.
El lunes pasado al visionar por segunda vez You Can't Take it With You una sensación similar se adueñó de mi espíritu y tras 30 minutos iniciales, quizá los más pesados, Capra ya me había despojado de toda razón e intelecto y mi espíritu ya era júbilo al ver a esa entrañable familia de “freaks” y su particular visión de la vida. No es casualidad que 70 años después la película siga viva, actual, y emocione del mismo modo que lo hiciera en el 38 ya que habla de la vida rezumando vida y humor en cada plano… En cada frase del diálogo. Recordar que es una adaptación de un Pulitzer que consiguió el Oscar a la mejor película y mejor director, además de otras 5 nominaciones y el unánime aplauso internacional de crítica y público.
Es cierto que el dinero no da la felicidad y Capra lo muestra sin tachadura alguna en un derroche de ingenio: véase el efecto de la harmónica en el personaje interpretado por Edward Arnold, la harmónica es un objeto clave en toda la obra y particularmente efectivo en el clímax final. Efectivamente el dinero no da la felicidad muy a pesar del genial Groucho: “¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero cuestan tanto!”
El trabajo de Capra es indudablemente meritorio a pesar de todo lo que se ha dicho de él y de su cine: manipulador, hipócrita e incluso propagandístico equiparable ya no solo al cine ruso de la época sino también al cine de propaganda nazi de Goebbels. No se que clase de persona era Franky ni me importa en lo más mínimo pero si se o así lo creo que el ser humano es tremendamente contradictorio e insondable.
Soy de los que van al cine a disfrutar de una obra y cuando esta obra deja de ser anónima para ser pública también deja, de alguna manera, de pertenecer a su autor sino a todo el que la contempla y yo, en este caso, la contemplo con gozo ignorando el supuesto patriotismo que la impregna y embriagándome de optimismo.
Ya que el tiempo y la palabra me apremian concluyo homenajeando a un compañero de filmaffinity y por ende a Capra: You Can't Take it With You es un dulce para el espíritu, una caricia en el corazón y un rayo de luz para la razón.
El niño que hay dentro de mi es un apasionado del cine de Capra ya que fue ese niño el que vio por primera vez It's a Wonderful Life y lloró… Tiempo después, ya convertido en un hombre hecho y derecho, racional, crítico y reflexivo, volvió a ver la cinta y se volvió a emocionar, inevitablemente, como una lágrima que se desprende pura y acaricia tu rostro inmovilizando tu razón, en este caso mi razón.
El lunes pasado al visionar por segunda vez You Can't Take it With You una sensación similar se adueñó de mi espíritu y tras 30 minutos iniciales, quizá los más pesados, Capra ya me había despojado de toda razón e intelecto y mi espíritu ya era júbilo al ver a esa entrañable familia de “freaks” y su particular visión de la vida. No es casualidad que 70 años después la película siga viva, actual, y emocione del mismo modo que lo hiciera en el 38 ya que habla de la vida rezumando vida y humor en cada plano… En cada frase del diálogo. Recordar que es una adaptación de un Pulitzer que consiguió el Oscar a la mejor película y mejor director, además de otras 5 nominaciones y el unánime aplauso internacional de crítica y público.
Es cierto que el dinero no da la felicidad y Capra lo muestra sin tachadura alguna en un derroche de ingenio: véase el efecto de la harmónica en el personaje interpretado por Edward Arnold, la harmónica es un objeto clave en toda la obra y particularmente efectivo en el clímax final. Efectivamente el dinero no da la felicidad muy a pesar del genial Groucho: “¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero cuestan tanto!”
El trabajo de Capra es indudablemente meritorio a pesar de todo lo que se ha dicho de él y de su cine: manipulador, hipócrita e incluso propagandístico equiparable ya no solo al cine ruso de la época sino también al cine de propaganda nazi de Goebbels. No se que clase de persona era Franky ni me importa en lo más mínimo pero si se o así lo creo que el ser humano es tremendamente contradictorio e insondable.
Soy de los que van al cine a disfrutar de una obra y cuando esta obra deja de ser anónima para ser pública también deja, de alguna manera, de pertenecer a su autor sino a todo el que la contempla y yo, en este caso, la contemplo con gozo ignorando el supuesto patriotismo que la impregna y embriagándome de optimismo.
Ya que el tiempo y la palabra me apremian concluyo homenajeando a un compañero de filmaffinity y por ende a Capra: You Can't Take it With You es un dulce para el espíritu, una caricia en el corazón y un rayo de luz para la razón.
10
2 de diciembre de 2008
2 de diciembre de 2008
38 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dreyer compone una obra de arte a través de primeros y primerísimos primeros planos en un glorioso blanco y negro para retratar el alma humana... y lo consigue. El ojo de la cámara, de Dreyer, penetra como nunca se ha hecho en el cine en los ojos de Juana de Arco, simbólicas ventanas, y nos asomamos, acaso temerosos de cegarnos con la luz de la verdad o del amor a la verdad, para vislumbrar el alma no ya del personaje sino también de la persona, la valiente actriz Renée Jeanne Falconetti. Dreyer se humedece los labios con las lágrimas puras de Falconetti en un acto vampírico, místico... ¿está Dreyer saboreando el amor, la vida, la muerte?
Tuve la ocasión de disfrutar de "La passion de Jeanne d´Arc” en la filmoteca de Catalunya sin ninguna composición musical y la conexión que se establece es todavía más pura ya que la desnudez de las imágenes desprovistas de sonido elevan el visionado a cotas de excelsa cinefilia y te transportan ahora sí, y nunca mejor dicho, a una verdadera experiencia religiosa.
Todos los planos son de una belleza subyugante formando un todo eterno e imperecedero… Picados, contrapicados, travellings escalofriantes, sombras, luces, barridos vertiginosos, primeros y primerísimos planos, detalles y generales. Dreyer, en su afán perfeccionista, los utiliza con maestría en las distintas escenas de la cinta para despertar un sinfín de emociones al privilegiado espectador que observa con su ojo, acaso con su alma ese derroche de expresiones, impresiones, simbolismo y realismo que impregna toda la obra. Hay que verla con los ojos de un niño, despojarse del intelecto y dejarse llevar. A título personal, más de una vez, me sorprendí a mi mismo en la butaca con la boca abierta, embelesado por las imágenes y ni tan siquiera mi espíritu crítico podía luchar contra tal efecto y una vez más mi boca se abría y mis ojos eran los ojos de Jeanne.
Quisiera cerrar mi comentario con una reflexión... ¿Es “La passion de Jeanne d´Arc” la muerte o el fin del primer plano? Si el primer plano en esta película no es un medio sino un fin y si el fin del primer plano es adentrarse en el interior de la persona/personaje para conocer su sentir... entonces creo que Dreyer "mató" deliberadamente al primer plano y supo exprimirlo hasta su máxima expresión y transformarlo en alma y el líquido, el néctar que nos entrega, son las lágrimas de Falconetti y Dreyer sabía, más que nadie, que ese néctar era el sabor de la verdad
Tuve la ocasión de disfrutar de "La passion de Jeanne d´Arc” en la filmoteca de Catalunya sin ninguna composición musical y la conexión que se establece es todavía más pura ya que la desnudez de las imágenes desprovistas de sonido elevan el visionado a cotas de excelsa cinefilia y te transportan ahora sí, y nunca mejor dicho, a una verdadera experiencia religiosa.
Todos los planos son de una belleza subyugante formando un todo eterno e imperecedero… Picados, contrapicados, travellings escalofriantes, sombras, luces, barridos vertiginosos, primeros y primerísimos planos, detalles y generales. Dreyer, en su afán perfeccionista, los utiliza con maestría en las distintas escenas de la cinta para despertar un sinfín de emociones al privilegiado espectador que observa con su ojo, acaso con su alma ese derroche de expresiones, impresiones, simbolismo y realismo que impregna toda la obra. Hay que verla con los ojos de un niño, despojarse del intelecto y dejarse llevar. A título personal, más de una vez, me sorprendí a mi mismo en la butaca con la boca abierta, embelesado por las imágenes y ni tan siquiera mi espíritu crítico podía luchar contra tal efecto y una vez más mi boca se abría y mis ojos eran los ojos de Jeanne.
Quisiera cerrar mi comentario con una reflexión... ¿Es “La passion de Jeanne d´Arc” la muerte o el fin del primer plano? Si el primer plano en esta película no es un medio sino un fin y si el fin del primer plano es adentrarse en el interior de la persona/personaje para conocer su sentir... entonces creo que Dreyer "mató" deliberadamente al primer plano y supo exprimirlo hasta su máxima expresión y transformarlo en alma y el líquido, el néctar que nos entrega, son las lágrimas de Falconetti y Dreyer sabía, más que nadie, que ese néctar era el sabor de la verdad
5
29 de diciembre de 2005
29 de diciembre de 2005
71 de 109 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película empieza bien. Un cuento de Tim, niños y mayores empezamos a relamernos ante el celuloide y no por las tabletas de chocolate sino porque el director nos ha enganchado con sus personajes, su ambientación, su promesa de entrañable película. Estamos ansiosos por entrar en la fábrica y devorar secuencias tal como el gordinflón alemán devora chocolatinas.
Menudo chasco. El director nos roba la magia de cuajo con unos numeros musicales detestables y sumamente ridículos. Con un personaje multiplicado por mil que no encaja ni de coña y con un desarrollo soso e insubstancial. Película tremendamente fallida.
Menudo chasco. El director nos roba la magia de cuajo con unos numeros musicales detestables y sumamente ridículos. Con un personaje multiplicado por mil que no encaja ni de coña y con un desarrollo soso e insubstancial. Película tremendamente fallida.
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