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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
13 de julio de 2010
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil encontrar una película que con dos actores se sostenga. Ésta es una de ellas, y aunque salgan secundarios de tres minutos, son perfectamente prescindibles, y la película hubiera quedado igual de no aparecer.

El desarrollo es excesivamente lento y plastoso, pero se deja ver gracias a la estupenda interpretación de Donald Sutherland como marido atormentado. Su esposa, Francine Racette, también borda el papel de esposa inestable y desequilibrada.

Sin embargo, los excesivos flashback convierten el argumento en aburrido porque cualquier atisbo de acción se interrumpe para dar paso al recuerdo, y es como un frenazo en seco.
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spoiler:
Se supone que Donald es el mejor asesino por encargo del mundo, cosa que no se ve, porque la película tiene dos escenas de acción y para de contar, de modo que ver al actor agazapado con una pistola no dice mucho de su valía, ni pegar tres tiros a quemarropa.

En cualquier caso, el argumento es original desde el punto de vista de que inquieta conocer que la mujer ha desaparecido, y él la busca sin éxito, mientras que los flashback con escenas entre ellos se repiten.

Sin embargo, la última escena, que no desvelaré, no la puedo entender, porque es un jarro de agua fría. Un giro que cambia toda la película y hace pensar: ¿pero ésto a cuenta de qué viene?
26 de agosto de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es muy curioso que la distribución condicione los gustos y no sean los gustos occidentales los que condicionen la distribución. A Sonny Chiba no se vió ni se le esperaba en los videoclubs ochenteros donde todo eran películas de Bruce Lee, de Jackie Chan y hasta de Lee Van Cleef con sus Ninjas... además de los cientos de imitadores de estos... y la morralla de películas de serie Z y completamente infames de kung-fú que poblaban las estanterías de los videoclubs.

Yo no voy a entrar en si Sonny Chiba era mejor que Bruce Lee, pero sí en que a Sonny Chiba nos lo perdimos en esta parte del mundo, cuando en otras latitudes era un rompetaquillas y el mismo Bruce Lee copió los gestos de este japonés, cuyas películas, también hay que decirlo, son más estilizadas y han envejecido verdaderamente bien, basta el ejemplo de este Street Fighter o de Golgo 13.

Ahora resulta que esos gestos, como que Bruce Lee se lamiera las heridas probando la sangre, o que cuando se enfadaba pusiera cara en "modo cólera", estaba copiado del amigo Sonny Chiba, sí, totalmente copiado, y además, mal copiado porque este Street Fighter es un imprescindible en las artes marciales y encontramos mucho de lo que luego se verá en Bruce, o sin ir más lejos, en los pastiches de Tarantino.

Hay que aclarar que este papel de Sonny Chiba (y en general muchos de sus papeles) son radicalmente distintos a los de Bruce Lee. Bruce es un chico bueno, defiende a la escuela de kárate, o venga al maestro asesinado y fin, todos contentos y qué bonita es la vida cuando se hace justicia y además hay buenas coreografías de artes marciales. Aquí en Street Fighter no se busca eso. Tenemos a un personaje inmoral, porque Sonny Chiba hace de degenerado en todos sus papeles, y además entra en "modo furia" con cara de haber enloquecido, y de esa forma, agarra lo que tenga que agarrar y tira, y de ahí vienen las escenas gores, que a fin de cuentas son divertidas y graciosas, anticipando mucho de esa truculencia que veríamos años más tarde en Evil Dead o en Golpe en la pequeña China.

The street fighter no busca buenas coreografías. Es una película japonesa y solo pretende divertir, a costa de cierto disparate en su argumento. Tiene ese gancho fantasioso y espectacular del cine de la época que con los años se reproduciría en los videojuegos.

El amigo Sonny Chiba es inmoral, un luchador demente, que además pelea por odio, todo esto así reproducido en la película. Pero como los malos pueden ser más perversos que él, siempre le piden que llegue un paso más lejos y ahí sí que no... Sonny Chiba es un depravado pero hay cosas que no va a hacer... y entonces se desata la carnicería entre el depravado que lucha en modo cólera... con el ejército de degenerados que están igual de locos que él. Y aquí aparece la divertida galería de malvados a sueldo: el hombre montaña que de un puñetazo atraviesa paredes y revolotea a nuestro personaje... el maestro de las espadas vestido elegantemente y que deja su palacio y sus lujos solo para luchar por placer... el ciego con sus palos afilados que lucha mejor que cualquier oponente... el mercenario de la guadaña voladora... o el del golpe mortal... ¿No os suena esto a videojuego puro y duro?

Ver una película de Sonny Chiba y en especial esta es imprescindible para comparar este cine con otros posteriores, y muy especial para compararlo con Bruce Lee. Es un cine muy diferente, porque tiene tintes fantásticos y eso es lo que lo hace terriblemente divertido. El cine de Bruce es un cine más realista, un cine que te crees y dotado de muy buenas coreografías. Sin embargo, este otro cine es ver comic en pantalla, peleas y luchadores muy exagerados... un cine que solo busca la diversión.
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spoiler:
La película tiene un par de enfrentamientos realmente inolvidables. No por casualidad tuvo tanto éxito que hicieron un par de secuelas (a evitar) que rompen todo el argumento.

Aquí hay muertos, muchos muertos. Unos más explícitos y otros menos, pero muchos muertos en esas peleas más propias de un cómic que de la realidad.

En la segunda parte (intentando repetir el fenómeno rompetaquillas) resucitaron a parte de los muertos (no murieron realmente, claro) con el fin de repetir las peleas épicas y seguir ganando dinero a costa del personaje.

Eso dice muy poco de las secuelas, y lo cuento porque a su vez dice mucho de esta película, que es un "must have" en toda videoteca, pero así entendida, como película única, que es lo que iba a ser, con su amargura natural y no con los personajes resucitando en las secuelas.
9 de agosto de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me encanta Donald Sutherland en ese papel que borda y tantas veces repite... el papel de profesional de lo que sea con un punto de depravación. Que cumple con su trabajo pero al que se escapa en algunos momentos su vena de pícaro degenerado, tan bien expresada con esa sonrisa malévola y esos ojos saltones.

Aquí encontramos una película más siguiendo ese rol, en este caso como inspector de compañía de seguros persiguiendo ladrones de joyas. La película se deja ver media hora, en la presentación de los personajes y poco más, porque se ve que es una idea estirada. Solo pasan cinco cosas, que podrían contarse perfectamente en un episodio de Kojak de 45 minutos, pero cambiamos al policía por el detective para justificar mejor sus excesos, y los 45 minutos los llevamos a 90 a costa de prolongar las escenas, aunque no ocurra nada en ellas. Si una escena conduciendo duraba un minuto, pues le ponemos dos a costa de fumarse un cigarro el actor.

La película empieza bien, parece amena, se presentan los personajes adecuadamente y piensas que estás ante otra gran actuación de ese actorazo que es Donald Sutherland, y hasta te emocionas cuando llega Robert Duvall, siempre correcto, en su papel de policía vigilante del detective que le advierte de que no sobrepase los límites. ¡Una película de los setenta que no conocía y que promete diversión!

Sin embargo, tras la media hora, ves que los personajes siguen haciendo lo mismo que en la primera media hora, mantienen el rol y los diálogos son pobres... la misma persecución en coche con otro coche... Robert Duvall dando otro toque de atención igual que el primero llamando desde la misma oficina del FBI... el marido de la chica haciendo lo mismo que hacía en la primera media hora con una actuación con cara de palo... la chica con las mismas poses jugando a confundir... en fin, mal, muy mal, pero que muy mal.

La primera media hora se salva y la hora restante se podría haber contado en quince minutos porque es más de lo mismo hasta el desenlace final, que es tonto con avaricia. Tan poco trabajado como cualquier episodio de teleserie semanal setentera. Solo falta que los actores guiñen y a continuación salgan los títulos de crédito.

Una pena, porque con tan buenos actores se pudo hacer un gran producto, y realmente prometía por su comienzo. Pero el guión no da más de sí. Sólo para incondicionales de Donald Sutherland y de Jennifer O´Neill.

Y para colmo, el DVD a la venta no contiene la película remasterizada, sino con calidad VHS prácticamente, lo que refuerza que te imagines de continuo que estás viendo un telefilm barato de esos que en los ochenta ponían después de comer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Desde que aparece el detective hay química sexual entre el detective y Jennifer O´Neill, pero el marido de ella, que es marido en las fechorías, le impide aceptar el buen acuerdo que ofrece el detective (devolver las joyas a cambio de darles el 10 % como premio).

Ella jura y perjura que no sabe nada de las joyas, pero todos sabemos que está implicada junto con su padre y marido, a los que intenta convencer de que salgan del negocio y acepten el acuerdo con el detective de la aseguradora, con el que a estas alturas ya se estaba acostando.

Al marido todo le huele a cuerno quemado y como es el malo de la película, se niega a claudicar, por los celos y porque es mejor intentar conseguir el 100 % que un 10 %... y de aquí llegamos asombrosamente al final, donde todos se persiguen unos a otros, la chica se va con el detective, el malo huye con las joyas pero es perseguido por la policía y detenido en alta mar, y de este modo la chica se lleva el 10 %, se lleva al detective, y al marido se lo lleva la policía esposado. FIN. Un final tan tonto y previsible, que ni en los episodios de Colombo menos trabajados.
22 de marzo de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película menor, que se hace pesada y previsible a cada instante, menos por su sorprendente final (últimos diez segundos) que te hace pensar y justifica el visionado.

Quitando ese final, la película no es más que un producto de destape para lucimiento de sus protagonistas, a saber, un Franco Nero torturado por las tentaciones, y unas pupilas de muy buen ver que le atormentan en el convento y fuera de él.

No hace falta que diga que como suele ser normal, máxime si el principal gancho de la película es que se vean tetas y culos, que Franco Nero se esfuerza, pero no lo suficiente para no caer en la tentación, y va cayendo con las mayores, con las menores y con las que se pongan a tiro.

Tiene su morbo, y esa carga erótica hace la película más interesante.

Cuidado con el Spoiler, porque cuento el final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Al final, el monje, torturado por las tentaciones, habiendo cedido ante todas, acaba hasta apuñalando a una jovenzuela, confundiéndola con unas visiones, de modo que es apresado por la Inquisición, que le amenaza de muerte y tortura aunque no confiese.

A punto de ser torturado, el Diablo se le aparece en forma de mujer y le ofrece un Pacto, manifestándole que será admirado en todo el Universo y tendrá acceso a todas las riquezas si le vende su alma.

El monje cede, firma el Pacto, y asombrosamente, todos se arrodillan a su paso... llegando hasta el punto de salir a una ventana... y en ese momento se ve la Plaza de San Pedro y unas imágenes de los 70, modernas, actuales (no de la Edad Media, que era la ambientación de la película hasta ese momento), donde en un montaje del Nuevo Papa con la cara de Franco Nero se nos presenta a la sociedad como el nuevo elegido para representar a la Iglesia.

Como digo, el final, critico y original, justifica toda la película. El monje que ha pactado con el Diablo es el Nuevo Papa.
3 de diciembre de 2016
18 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que he visto una película diferente al resto. La considero una película para pasar el rato, pero bastante floja. Teniendo en cuenta que es una opera prima, se queda en la típica película para felicitar al director y animarlo, partiendo de que el producto sería muy pero que muy diferente si lo rodase dentro de veinte años, porque esto está más verde que las manzanas granny.

El problema de la película, a mi parecer, es que su guión resulta pretencioso y cargante. Una voz en off continua que te va narrando lo que pasa por la cabeza del personaje y que consiste en una retahíla de frases metafísicas.

Perdonad que lo diga: es la obra de un pedante. Se nota que el guionista/director se recrea en su creatividad pensando a cada instante: "Joder, qué frase más brillante", y así ha trufado todo el guión como si fuera un libro de reflexiones pretendidamente ingeniosas.

Me gusta el cine y me gusta la literatura. La diferencia entre Borges y cualquier pedante que ordena palabras barrocas es precisamente la genialidad. En la película brilla por su ausencia, las reflexiones son cargantes y lo peor es que se nota que el guionista se gusta a sí mismo, cuando roza la vulgaridad más absoluta. El mismo título lo dice todo: "Sicarivs: la noche y el silencio". El guionista ha querido hacer de Shakespeare en el cine, una obra trascendente y trascendental sobre la mente del asesino.

En fin, el desarrollo de la película está bien llevado. Las actuaciones, dejémoslas en aceptables, destacando el personaje principal sin brillar en ningún momento en su inexpresividad.

Me da mucha pena ver cosas así. La voz en off está mal elegida, hacía falta algo más grave, más a lo Constantino Romero. Con ese tono, lo escuchas y te da todo igual. El personaje principal, el sicario, el asesino, se esfuerza, pero no es Jean Renó. Por tanto, lo ves, con esa voz, con esos gestos, y con las reflexiones pedantes de unos y otros y piensas: ofú. Lo que pudo ser y no fue.

Sí, lo que pudo ser y no fue. Todo lo que pasa te resbala. La historia te suena a mil veces vista. Y lo que no te suena, que son las frases hechas constantes, incomodan.

Le doy un aprobado porque hay que agradecer el esfuerzo de un director novel. Pero esto lo verá dentro de treinta años y se echará las manos a la cabeza escuchando sus "genialidades" metafísicas.

Y lo malo es que no cuaja más por cosas que le sobran que por cosas que le faltan. El personaje principal está pensado copiando a un Jason Statham/Jean Reno a la española, pero con filosofía new age a la catalana, con lo cual, de comienzo ya se hace repelente. Pero es que el resto de personajes tampoco acaban de calar, y no porque sean malos actores, sino porque no tienen carisma. Está claro que ningún secundario es Joe Cabot (Lawrence Tierney) de Reservoir Dogs, pero con algunas interpretaciones menos desganadas, menos filosofías y más gancho en los diálogos (intentando que cada frase no se convierta en una reflexión espiritual ni en una "agudeza" para chocarse las manos) hubiera quedado una obra memorable. En fin, una auténtica pena, pero es lo que hay. Un cinco y porque las escenas están por lo general bien rodadas. La típica película que puede verse con un ojo en ella y con otro en el teléfono chateando para no sentir que pierdes el tiempo.
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