Noño, pronosticable, repetitivo, pretencioso... Así es el argumento de Burlesque, un musical que pasará sin pena ni gloria por la historia del séptimo arte y que se centra, en esencia, en el lucimiento de Cristina Aguilera. Una imitación paupérrima del Bar Coyote y que no llega ni a la sombra de Chicago, ideal para reposar la comida del domingo. A su favor mencionaré su espectacular escenografía, el impactante chorro de voz de las protagonistas (que llena la ausencia de contenido) y una amable, aunque desperdiciada, interpretación de Stanley Tucci.
Lo mejor: el montaje
Lo peor: los ademanes lujuriosos de "la Aguilera" en su intento por parecer una actriz