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Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
16 de septiembre de 2023 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película de ciencia-ficción firmada por Ridley Scott, reconocida desde nuestra época como una de las mejores de todos los tiempos. La versión reconstruida, con el montaje original del director, resulta una obra superior por su coherencia, iconografía y simbolismo nacidos de la primigenia voluntad del cineasta.
Basándose en la obra "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" de Philip K. Dick, fue un argumento que ya había interesado a Jay Cocks y a Martin Scorsese y el guión, con diversos tratamientos a cargo de otros autores, llegaría al propio Scott que a la postre iba a lograr el apoyo de productoras como Ladd Company, Sir Run Run Shaw y Warner Brothers. Para que Harrison Ford pudiera interpretar el papel protagonista, se trasladaría el estudio de producción de Londres a Hollywood.
El filme lograba fusionar la cultura del ciberpunk, formando parte activa de los inicios de este movimiento, junto con el subgénero de la distopía apocalíptica que describe un futuro hiperrealista mediante un diseño de producción y dirección de arte que apostaba sin ambages por la historieta gráfica del "Metal Hurlant" para encumbrar al personaje de Deckard en todo un símbolo del momento, reciclando la figura del detective chandleriano con su escepticismo, amargura existencial y melancólico romanticismo, a medio camino entre la fidelidad a sus superiores (tratando de desempeñar su trabajo de la mejor forma posible) y el contacto con la realidad cotidiana (que plantea las mayores dudas sobre el destino de su misión).
El descubrimiento de Roy Batty supondrá un enfrentamiento entre sus dos personalidades, planteando una reflexión sobre la condición humana y el cuestionamiento de nuestra propia instrucción cuando los replicantes se hallan más próximos al factor humano que quienes ostentan dicha genealogía.
Las emociones y pasión que nuestro protagonista va sintiendo hacia la causa de la libertad se convierte en un tema primordial que terminaría situando al filme como una de las mayores cimas del género, arropado por sus esplendidos decorados, capaces de retrotraernos hacia el vivo recuerdo de "Metrópolis" de Fritz Lang o "El mundo futuro" de Cameron Menzies, modernizados ahora mediante los "spinners" que planean por los alrededores de una sobredimensionada ciudad de Los Ángeles, con sus inmensos anuncios publicitarios cuyas pantallas, desde la secuencia de apertura, encierran buena parte de la información sobre la hipotética sociedad del futuro: la sonrisa de una joven de rasgos orientales donde se imponen los cánones de estética multirraciales, la concisión, brevedad y alto contenido subliminal del lenguaje publicitario como forma de comunicación predilecta, la insistencia de los mensajes proferidos, tratando de convencer al ciudadano hacinado en la urbe de sus opciones para viajar a otros parajes, lo que ofrece una reflexión paralela en torno a la superpoblación del futuro y a la necesidad de trasladar a las masas a lo largo de la geografía para impedir las excesivas concentraciones.
La realidad cada vez más patente de las macro-ciudades como inminente señal de alarma, el capitalismo a ultranza que trata de imponerse al crear una sociedad de consumo donde todo, incluso los seres con apariencia humana o "replicantes", pueden venderse a un precio razonable, ser reemplazados o eliminados si estos se alejan de un dócil comportamiento hacia sus superiores y deciden rebelarse para huir de la esclavitud...
La trama policíaca confluye, por tanto, en esta reflexión final sobre la propia humanidad que también nos evoca clásicos de la ciencia-ficción de serie B como "La invasión de los ladrones de cuerpos" de Don Siegel o "Almas de metal" y sus secuelas...
Acogida con tibieza por la crítica del momento, quizás por adelantarse a su época en una compleja propuesta visionaria repleta de sugerencias y sutilezas que se sitúan más allá de la acción de una trama supuestamente marcada por la persecución y el enfrentamiento, la investigación y el hallazgo definitivo propios del género policíaco, tal y como ocurriera con el cine negro de los años cuarenta y cincuenta, hacia una compleja reflexión sobre el género humano, el tiempo ha terminado dando la razón a este clásico indiscutible del también llamado género "fantacientífico"... SABERIUS
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spoiler:
El gesto final de Deckard, tendiendo la mano al fugitivo a quien debía detener y someter, salvando así la vida de quien se había convertido en su enemigo, se revela como un último aliento de altruismo y comprensión al borde de un abismo al que parece abocada la propia civilización si no se evita, mediante la reflexión crítica del ser humano y su libertad de actuación, que esta se pueda extinguir consumida en el rescoldo de sus propios desechos morales y materiales. SABERIUS
19 de abril de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
“Película viva” de Fernando Merinero que se puede presenciar como un título independiente y, a su vez, como la segunda entrega de la trilogía “Caseros e inquilinas”, en la que propone un “spin-off” o el seguimiento de las historias apuntadas por algunos personajes secundarios en su anterior filme, “Divino tesoro” y que, en esta película, se convierten en protagonistas.
Si bien en “Divino tesoro” hallamos paralelismos con una cierta estela marcada por cineastas clásicos, hay que reconocer cómo la influencia de movimientos contemporáneos como el DOGMA, impulsado por la segunda etapa como cineasta de Lars Von Triers, han podido desbrozar la senda estilística y formal de las películas de Merinero, prescindiendo de toda artificiosidad técnica para concentrarse en las existencias realistas de sus personajes, adhiriendo la cámara casi a sus propios talones para mostrarnos representaciones libres en cada tipología que encarnan, sin límites, como si los propios personajes nacieran de la personalidad de sus intérpretes y ellos mismos fueran desarrollando sus propios diálogos.
En un momento en el que abunda tanta representación simbólica e iconográfica, que era el objetivo perseguido por la captación de imágenes en un principio, con el correspondiente peligro de que los personajes resultaran demasiado encorsetados, envarados, privilegiando el preciosismo, la artificiosidad fotográfica o del arquetipo sobre la autenticidad interpretativa de tipos sacados de la vida real, la paradoja ya había surgido en el seno de la propia revolución actoral: la contención del Actor’s Studio evitaba caer en el síndrome del llamado “teatro filmado”, aunque muchos de sus actores hubieran sido antes grandes de la escena, y el propio Elia Kazan se iniciara como cineasta filmando la obra escénica “Un tranvía llamado deseo”, de Tennessee Williams. Merinero, por su parte, decide apostar por una forma de filmación, con evocaciones a cineastas como Eric Rohmer, y a aquellos que otorgan el verdadero protagonismo a sus actores/personajes logrando secuencias como sacadas de la vida misma. El título alegórico y la asociación de sus personajes con los de la tragedia griega, en contraposición con el mundo moderno y con sus peculiares submundos, junto a la expresión espontánea de personas (más que personajes) autóctonas, nos hace trazar otra analogía respecto al cineasta italiano Pier Paolo Pasolini.
Como su propio título indica, uno de los personajes centrales de esta película es el vástago del protagonista del título anterior, en el que aparecerá un oculto complejo de Edipo que le ha llevado a atravesar una existencia marginal y torturada, morando en una especie de inframundo, en el subsuelo de estaciones de metro o del alcantarillado de la ciudad, y en el que se sugiere la existencia de un tipo de esclavitud asociada a la dependencia a alguna sustancia que a su vez pudo estar motivada por ser esclavo de su pasado, por la amarga experiencia en su relación maternal tras cuyos diálogos se sugiere que pudo haber sido abandonado en plena adolescencia, o vapuleado por los vaivenes y tormentas de un hogar desestructurado, con sus padres sumidos en continuas discusiones.
El personaje de Carmen Alba, primordial el toda la trilogía y único que aparece en las tres entregas aunque vaya adquiriendo un papel cada vez más secundario, resulta ahora fundamental para comprender el pasado de nuestro coprotagonista, el hijo del casero al que da vida Rober Ruiz en “Divino tesoro”, y que en “Edipo esclavo” aparecerá igualmente en un segundo plano, aunque su existencia devenga en un hecho fundamental para comprender el pasado de su hijo: sus padres componían una pareja inicialmente fascinada, en los años sesenta, por la coexistencia en el amor libre y el conocimiento interpersonal, pero el carácter celoso del padre terminará lacerando la relación e impulsando a su madre a experimentar nuevas relaciones con parejas cada vez más jóvenes, algo que termina reprochándole su propio hijo.
Edipo, por tanto, se erige como un príncipe destronado que es visitado tanto por el ángel al que presta su apariencia física Carmen Alba, quien, mediante su conversación llevará a cabo su propio autoanálisis. El ángel o musa, termina fascinando al propio protagonista a través de sus palabras, de su claridad de pensamiento y mirada transparente, cristalina e inspiradora de un karma de paz y estabilidad emocional, y logra contener la rabia desbocada, la amargura constante que caracteriza la psicología del hijo desterrado.
Por otra parte es visitado por su madre, interpretada por la legendaria actriz Myriam Mezières, musa de Alain Tanner, que trata de recuperar el afecto de su propio hijo años después de su abandono progresivo pero inconsciente, a partir de una forma de ser consecuente para su propio devenir, inspirada más por un afán de libertad personal y para evitar asfixiarse en el ambiente enrarecido y de constantes reproches en un hogar habitado por su receloso partenaire.
Como si se tratara de profundizar en una suerte de infierno de Dante, Merinero nos adentra con naturalidad por las calles estrechas y sinuosas que pueblan estas existencias maltratadas por la vida y vapuleadas por crónicos sentimientos de culpa, donde la admiración por la música y la aparición de una musa se plantea como una suerte de redención, aunque el personaje central deba conformarse con la percusión –considerada en algunos círculos puristas como la hermana bastarda de la Música- , lo que le permite al menos formar parte de esa gran familia universal caracterizada por la armonía y la comprensión de los sonidos por encima de la diversidad de los idiomas y lenguas (aquí extrapolado a la falta de comprensión entre los seres humanos por sus problemas de convivencia).
SABERIUS
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Y como toda película interesante, el final resultará sorprendente e innovador, y cierra el debate iniciado por la reflexión entre la propia musa y un músico extraviado, que gira de nuevo, en torno a una época en la que se vivía el amor sin barreras y cómo han cambiado los tiempos al respecto, previa transformación de sus parejas desde los sentimientos intactos y genuinos de su juventud hasta la difícil convivencia en las actuales sociedades.
En efecto, las relaciones interpersonales, parecen cumplir nuevos propósitos: ahora incluso se ha de volver al contrato para clarificar una nueva relación entre parejas homosexuales con la finalidad exclusiva de la procreación con vistas a la adopción. Y durante el desarrollo de la relación íntima, el disfrute de la vida terminará predominando por encima de todo…
SABERIUS
19 de abril de 2025 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película de Fernando Merinero con existencia autónoma e independiente, pero que igualmente cierra, con broche de oro, la trilogía “Caseros e inquilinas” que iniciara con “Divino tesoro” y continuara con “Edipo esclavo”.
Como si se reservara sus mejores galas para el final de este atípico tríptico sociológico, el vino de la más excelsa reserva, Merinero rubrica con “Cupido confuso” la congregación de los personajes más genuinos y a la vez lo que las sociedades más tradicionalistas podrían reconocer como “excéntricos”, aquellos que, aún hoy en día, deben pugnar por su reconocimiento y visibilidad.
Si en “Edipo esclavo” evocábamos a Pasolini, aquí de nuevo debemos traerlo a colación en la composición que realiza Merinero de la persona/personaje que terminará convertido en icono principal, alrededor del cual girarán la mayoría de las tramas y coexistencias de los demás: un joven que no ha cumplido la mayoría de edad y que decide primero hormonarse y después operarse para culminar con su reconversión sexual, o lo que su madre en ocasiones describe como hallarse “en tránsito”. Su decisión inamovible condicionará buena parte de los comportamientos de sus familiares y amigos más próximos, incluso modela la actitud del protagonista inicial, pareja de su propia hermana, quien termina fascinado por su enigmático atractivo y accede a mantener relaciones con ambos, tras una crisis con ella.
Si bien Pasolini concentraba parte del protagonismo en sus películas de iniciación, “Accatone” o “Mamma Roma”, sobre jóvenes abocados por sus condiciones de vida miserables hacia una existencia que desafiaba toda moral burguesa de la época, Merinero decide centrar su película en la fascinación que ejerce la belleza exterior e interior de este adolescente atrapado en un cuerpo de diferente sexo, y provisto de esa personalidad enigmática que termina cautivándole…
Se trata de una película sobre el engaño de las apariencias, y sobre cómo en muchas de las parejas inicialmente modélicas, pueden aflorar los demonios y transformar su vida en una atroz pesadilla… Convirtiendo incluso sus instrumentos domésticos de trabajo como mecánico en armas blancas y su condición de padre ejemplar en homicida trastornado y abominable ejecutor. En este punto podemos reflotar igualmente la parte de la familia aparentemente perfecta del arquitecto en “La dolce vita” de Fellini, donde la supuesta perfección profesional y pretendida felicidad completa en el núcleo familiar puede conducir igualmente hacia la perdición.
Merinero nos introduce, al principio con cierta sobriedad, en la peripecia vital de personajes aparentemente tan cotidianos que el espectador tan sólo intuye una parte de la zozobra e inquietud emocional que todos ellos albergan, definiéndose en su superficie como seres que parecen tan sólo concentrados en su propio ombligo para terminar revelando una humanidad superior a quienes les rodean: padres supuestamente progresistas capaces de juzgar el estilo de vida de sus vástagos, parejas tolerantes que no pueden evitar experimentar reacciones celosas, compañeros que tras toda una vida caracterizada por su fidelidad, se enamoran de una persona de su mismo sexo, quienes al final deciden aceptar las propuestas que un nuevo gurú emocional, una vez presentado en familia, les termina proponiendo.
“Cupido confuso” trata igualmente de derribar tabúes y perjuicios. En lugar de los caseros de la tercera edad que aparecen en la primera y segunda entrega, ahora se transmutan en una casera “trans” escritora, intelectual (acabando así con la etiqueta de que los “trans” de las primeras generaciones tan sólo se dedicaban al mundo del espectáculo –sobre todo del cabaret- o sobrevivían en el entorno de la prostitución).
SABERIUS
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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La madre del joven transgénero que, ante el enamoramiento de su compañero de una persona del mismo sexo, cae en un estado de confusión emocional como la del Cupido que comienza protagonizando el filme, para terminar comprendiendo que se trata de un espíritu libre, encarnado nada menos que por el gran Miguel Ángel Solá en una de sus interpretaciones más atípicas y a la vez complejas de su panoplia interpretativa, como maestro de ceremonias que ofrece recuperar el amor universal que inspiraba las relaciones entre diferentes parejas, acompañado finalmente por Alejandra Grepi, con un asombrosa parecido respecto a su cónyuge real, Blanca Oteyza, y que devienen en los padres de la Carmen Alba, la musa de la trilogía completa.
Como conclusión final, los dos seres más puros y transparentes, de quien diversos protagonistas terminan enamorándose precisamente por hallar en ellos no sólo la inocencia de la juventud, sino también una personalidad diáfana y bondadosa.
A pesar de los prejuicios sociales, ambos jóvenes que la sociedad podría catalogar como de sexualidad no binaria y transgénero, acaban reconociéndose como almas gemelas que han decidido ser fieles a sus propios designios y tan sólo desean continuar siendo consecuentes con sus sentimientos e inquietudes.
SABERIUS
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