De entrada, el guión se presenta un tanto repetitivo y con ciertos paralelismos de las películas anteriores que ya empiezan a aburrir. ¿Nadie se cansa de que los enemigos de Stark siempre estén motivados por la venganza? Además, la estructura suele ser la de siempre: Stark está que se sale, luego se le presenta un problema, sus juguetitos no son suficientes, los mejora, gana y se lleva a la chica.

A ver, no me entendáis mal, me ha gustado la película, pero podría haber sido algo más original. El tráiler nos mostraba algo épico, y con una gran carga de dramatismo. Ese dramatismo se va a pique cuando todos descubrimos la identidad e intenciones del mandarín.

Otra cosa que debo criticarle es que con esta tercera entrega nos estamos acercando mucho al extremo de la ciencia ficción. En la primera película veíamos a un Stark trabajando duro en una cueva montando algo que, vale, no es factible, pero por lo menos no iba de tíos que explotaban por culpa de un suero. Era más realista.

En cuanto a los aspectos técnicos, tenemos un trabajo notable (aunque no sobresaliente, por algunos momentos en que los movimientos parecían un tanto falsos). No puedo decir lo mismo de la banda sonora que, después de haber sobresalido en las primeras dos entregas, pasa completamente desapercibida en esta.

Tengo que decir también que esta es una de esas películas que pierden bastante al verlas en casa, a no ser que tengamos un buen equipo de inmersión cinematográfica.

La fotografía es muy correcta, dejando algunos planos muy interesantes (sobre todo en lo que a colores refiere). Últimamente están de moda las películas coloridas (ejem, La vida de Pi).

Resumiendo, es una película que los fans de la saga agradecemos, pero que se queda muy por debajo de la primera entrega, y apenas consigue igualar a la segunda. Podría decirse que se nota que la película no haya estado en manos de Jon Favreau, como lo estuvieron las dos primeras.