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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
13 de octubre de 2018
168 de 220 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se agradece tropezar de manera repentina con una propuesta tan singular como la que nos trae, de nuevo, posiblemente uno de los mejores directores en activo actualmente.
El público “general'' entra en la sala esperando una americanada sobre una de las hazañas más importantes de la historia de la humanidad; sin embargo se encuentra con una reflexión. Y es que en el fondo uno sabía, esperaba, que Chazelle lo volviese a hacer. El director consigue un contraste magnífico al relatar una historia tan épica como es la carrera espacial y la llegada del ser humano a la luna desde una fría narración sobre la pérdida y la humanidad que reside en este héroe.

Como de costumbre, empezaré con lo bueno:

- Damien Chazelle.
Su valentía al plantear la carrera espacial desde un ángulo completamente distinto es fascinante. Ya hay un camino transitado y repleto de películas que abordan el tema en una clave épica - incluso las hay de buenas-. No obstante, Damien nos trae una película reflexiva, sobre el precio de la gloria, sobre el corazón y humanidad que también poseen los héroes.

- Justin Hurwitz.
De nuevo el compositor que acompaña a Chazelle en esta nueva entrega lo hace de forma inconmensurable. Temas con simbolísmos, silencios con una carga emotiva inquietante y, por último, la inclusión de un Theremín que hará que despegues por completo de la tierra.

- Ryan Gosling y su nueva compañera de reparto Claire Foy.
Gosling tiene un don especial con sus ''no caras’’. Es de los pocos actores contemporáneos que con literalmente muy poco pueden llegar a transmitir mucho.
Neil es un personaje que le viene como anillo al dedo. Un personaje introvertido y angustiado que vive escondido tras una enorme coraza. Gracias a ello nos ayuda a explorar la motivación de los aventureros que desde el comienzo de los tiempos han arriesgado sus vidas. Y la cinta muestra que efectivamente fue, en parte, una cuestión altruista, pero también egoísta y personal.
Foy, por otra parte, complementa a Armstrong de forma espectacular. Jannet es un personaje que consigue evidenciar lo que sucede en el transcurso de la historia con tan solo una mirada. Una mirada encantadora, por cierto.
Así que Gosling y Foy pueden ir preparando sus vitrinas este año...

- Técnica.
Técnicamente, es una maravilla de principio a fin. La forma de manejar la cámara es una declaración de intenciones a la inmersión del espectador, tanto en el viaje espacial como en los pensamientos del protagonista. El sonido, los colores, el granulado, los encuadres... todo, absolutamente todo está planeado, calculado y mirado con lupa.

- Sin patriotismos.
Para Chazelle esto va mucho más allá de banderas (hecho que ha cabreado a muchos Americanos). Y es que la saeta estadounidense no es más que un simple detalle como cualquier otro. Sin protagonismo. Es más, en numerosas ocasiones podremos apreciar la crítica de Chazelle hacia la gran gesta. ¿Una proeza necesaria? ¿A que precio?
El satírico tema de ''I can't pay no doctor bill. (but Whitey's on the moon)'' ... Sublime.

- El ritmo.
Es una obra con un ritmo lento, es pausada, una cinta que se toma el tiempo necesario para hacerte entender lo que el director quiere decirte.

- El final.

Lo malo:

No encuentro realmente ningún punto en contra, pero quizá sí un elemento ambiguo.

- La que yo considero su mayor virtud puede acabar siendo lo que ahuyente a parte del público.
Tal y como he comentado con anterioridad, se distancia mucho del canon establecido de obras sobre la hazaña del Apolo 11. Puede que el usuario que vaya buscando epicidad, patriotismo y gloria implorada por el ser humano, se decepcione.
No es una película para todo el mundo. Es dramática, pausada de ver y de analizar y requiere mucho del espectador para poder ser disfrutada.


En resumen, una película de cinco estrellas. Es una de las propuestas más interesantes que se nos ofrece en la cartelera actual. Excelente tanto técnica como narrativamente y contada desde un punto de vista totalmente cautivador. Una historia sobre la pérdida, una pérdida irreparable, un agujero que nunca se llenará, tan oscuro y profundo como en el que enterró Neil su corazón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Llegan a la luna.
4 de diciembre de 2019
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre la pirotecnia digital y la sobredosis de estupidez me percato de un inequívoco mensaje: No pienses, solo mira. Y es que parece llevarse el repudiar a aquellos que aún queremos conservar esa parte ceremonial de reunirnos todos juntos en un pequeño templo a oscuras en medio de ninguna parte, a no solo entretenernos, sino a observar, mirar y pensar.
Midway ‘cuenta’ parte de la historia que tuvo lugar en plena Segunda Guerra Mundial el año 1942, después del devastador ataque turbado que destruyó Pearl Harbor.

Cuentan las viejas lenguas que no habían vencedores en aquellos lamentables asuntos llevados a cabo por el ser humano a los que llamamos guerras, solo vencidos. Pero aquí está este señor llamado Roland Emerich para mostrarnos de forma enfermiza y sin aparente intención de narrar nada, al auténtico villano de cualquier batalla, ya sea naval, aérea o terrestre. Un portaaviones.

Alucino al hallarme con la séptima baja accidental tras intentar aterrizar las avionetas. Son más las muertes por parte de la mentecatez de los hombres fornidos de metro noventa que pilotan, que a manos del contrincante...

Al final, ni Harrelson, Eckhart, Willson o el tal Nick Jonas evitan mi cansancio, tampoco las más de dos horas de tiros y explosiones llegan a fliparme en demasía. Supongo que es estupenda para aquellos a los que les atrae este tipo de películas, y es respetable, pero esto no es para mi. A veces pienso que quizá debamos exigirle menos a esto del cine. Exigir menos actores de primera, menos bandas sonoras excepcionales, menos guiones sólidos o genialidades técnicas. Quizá debamos pensar menos.
7 de noviembre de 2019
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pequeñas mentiras para estar juntos (Nous finirons ensemble), es más efectiva que su antecesora, más divertida y más profunda. También más descuidada. La dirige Guillaume Canet, un tío muy raro, un director inusual en el mejor sentido, que inventa una confluencia extraña y difícil de asimilar entre humor y drama. La anterior no me interesó jamás, era retorcida, poco trabajada, pretenciosa, noté a Canet más interesado en alardear del talento de sus actores y técnicos que de contarlo todo a su debido tiempo.

Esta sin embargo está cubierta bajo un manto de ingenio. Desde el principio me percato de la credibilidad de los actores interpretando a semejantes personajes, haciéndome creer que por ejemplo, el talentoso Francois Cluzet es un individuo presuntamente desgraciado y con una bondad oculta bajo una coraza de gañán. Por otra parte está Marion Cotillard, que siempre que aparece en pantalla me emboba poniéndome en serias dificultades para prestarle atencion a lo que sea que diga su angelical voz. Podría enumerar pocas actrices que superen su trabajo. Ella, como de costumbre, nos deslumbra con una gestología extraordinaria: Sus andares, su mirada y sus palabras no pasan desapercibidos.

Canet me ha hecho recordar momentos espléndidos en familia, momentos tristes y por supuesto amargos. También algunos que ni siquiera recuerdo haber vivido. Observo que la historia está repleta de excentricidades y situaciones que oscilan entre lo real y lo inimaginable. Un tío antipático y a la vez tierno, un padre abyecto, una madre que no quiere serlo y un grupo de personajes a cada cual más pasmoso.

Todo fluye con mucha gracia y sobriedad hasta toparse con una conclusión repleta de tesituras tan verídicas como superfluas. Un par de canciones por poco consiguen sacarme de la historia. Pero nada más lejos de la realidad. Siempre Cluzet. Ese tipo nada afortunado emerge, el amor y la amistad cohabitan de forma inestimable y todo lo reprochable se esfuma de forma inminente.
13 de enero de 2020
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevo tiempo asqueado en grado sumo con la saga que me cautivó e hizo levitar de crío. Va quedando atrás el recuerdo de estar en un colchón articulado raramente cómodo, donde miraba con embeleso al televisor de culo encajado en la pared de la habitación de mis abuelos, mientras acompañaba a mis héroes a la aventura. Han, Luke, Leia, 3PO y compañía sembraban sus hazañas hacia la redención y paz galáctica, obstaculizados por el mayor villano que ha parido jamás el cine. Star Wars cambió el celuloide, la publicidad, la forma de ver, de mirar y sentir todo aquello que nos rodea. Aquellas historias cambiaron el mundo, me cambiaron a mí.

Hará un par de semanas vi la última entrega y salí del cine pensando en el merecedor epitafio que podría mandarles a la nauseabunda compañía llamada Disney. Esa rata decidida a entretener a una clientela heterodoxa –en mayor parte– bajo cualquier concepto. La necedad ha estado presente en nuestro planeta desde tiempos remotos, pero jamás había sentido que haya calado tan profundamente en el cine. Y mi instinto se equivoca.

Nada bueno auguraba el estar bajo el paraguas de la mayor multinacional de carácter sectario del mundo. Pero miro el primer episodio y todo me resulta sorprendentemente familiar. Es divertido, absorbente y coherente; todo bajo un aroma a western. La protagoniza un personaje enigmático digno de cualquier película de Sergio Leone, junto a la criatura más adorable que quizá haya visto en mis veintidós años de vida. El bebé que lo escolta está llamado a ser una de las divinidades de nuestra sociedad (si no lo es ya) bautizado por muchos como Baby Yoda.

The Mandalorian me ilusiona. Es divertida, interesante e inesperadamente brillante. Un lujo visual que te remite afortunadamente al cine de otra época y a los inicios de aquella saga que creó George Lucas. Es un consuelo para los mancebos y nostálgicos de lo sobrio y sencillo que parecía haberse esfumado de los planes de las productoras Hollywoodienses. Se suceden los capítulos y sin darme cuenta, vuelvo a ser él, vuelvo a ser aquel niño que miraba con embobo La Guerra de las Galaxias en aquel televisor de culo. Ese niño del que hacía tiempo, no sabía nada; él se divierte y es ajeno a la vida real.

Por Marcos Orgaz,
19 de diciembre de 2019



www.marcosorgaz.com
@themarcosorgaz
@maraquiles
25 de diciembre de 2019
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aprecio la osadía de actualizar la famosa obra literaria ‘Little Women’, un clásico del que hacía mucho tiempo nadie se atrevía a tocar. Después de ver su ya anterior perla ‘Lady Bird’, Greta Gerwig se perpetua en mi mente como una buena cineasta llena de ambición y un pulso firme para contar historias. Temo que haya sido un espejismo.

Veo poco riesgo y modernidad, Gerwig no aporta nada que no haya visto en las versiones anteriores. El único cambio notorio, me hace fruncir el ceño y preguntarme qué está sucediendo con demasiada frecuencia. El jugar con los tiempos está al alcance de muy pocos directores, y muy a mi pesar, siento que a Greta Gergwig (por lo menos ahora) le viene grande.

Las protagonistas están geniales, en especial Saorise Ranon, la pequeña pelirroja que descubrí en la genial ‘The Lovely Bones’. Me importa más bien poco con quien está en escena esta chica, me roba toda la atención. Aquí está resplandeciente, sugerente y perfecta en un personaje que es muy difícil. Emma Watson sigue dándome alergia.

Chalamet como actor siempre me sorprende, lo dije después de ver la última del genio de Allen, (en la que creo que logra su mejor papel) si no se le tuercen las cosas me veo dejando a un lado mi cólera hacia su persona y posteriormente encumbrándolo.

Son pocas las señales para entender el momento de la historia en el que transcurre lo que vemos en pantalla.
Pero pese a ello, la banda sonora de Desplat me absorbe junto al talento de la mayoría de los actores y consigo engancharme. Paso un buen rato, aunque algo confundido. Al salir del cine la pienso un poco, para luego volver a recordar escenas de ‘El Irlandés’.

Por Marcos Orgaz,
19 de diciembre de 2019



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@themarcosorgaz
@maraquiles
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