"T2 Trainspotting" es una película entretenida y bien interpretada, no se puede negar. De ahí mi 5. Por lo demás, se pierde en el auto homenaje y en el infantilismo. Es una obra mucho menos madura que su predecesora. Además, ha perdido toda su capacidad evocadora, de impacto y de retrato entre esperpéntico y escalofriante, por no hablar de un sentido del humor mucho más llano y blanco. No compararía si no me estuviesen recordando la primera parte cada 5 minutos. Y mención aparte merece un Edinburgh que de repente se ha convertido en una innecesaria postal -incluso más que en "Sunshine on Leith", aunque parezca mentira-. Para pasar el rato sin demasiadas expectativas.

Thomas Vinterberg logra desde el principio de la película meternos en la piel de Lucas -absolutamente soberbio Mads Mikkelsen-; y ver a través de sus ojos como una mentira, un rumor, el odio mal dirigido o el uso perverso de la moral pueden destruir vidas en cuestión de segundos y desde la más orgullosa ignorancia por parte de los verdugos se convierte en un ejercicio que extenúa al espectador, que se debate entre la rabia, la impotencia, la tristeza y la desazón. Con uno de los desenlaces más redondos e inquietantes que recuerdo en el cine, "La caza" logra un equilibrio perfecto entre sobriedad e intensidad.

Una película de gran sensibilidad que domina bien los tiempos y las emociones. Precioso el momento en que la cámara se pierde en las fotografías y las reflexiones de los vagabundos -no detallo más para evitar spoilers-. Y un Eddie Marsan antológico, solo por él ya merece la pena el conjunto.

Me parece osado y una falta de respeto que alguien compare este subproducto escatológico y de escaso ingenio con ni siquiera la peor de las películas de Woody Allen. Se lleva una estrella porque, por lo menos, tiene buen ritmo. Y arranca un par de risas de pura sorpresa ante lo terriblemente soez que puede llegar a ser.

Hay quien dice que no hay un ápice de verosimilitud en el guión de Nightcrawler. Sin embargo, la historia atrapa e impacta. Jake Gyllenhaal ofrece aquí la mejor interpretación de su carrera, y su personaje causa auténticos escalofríos. Cine con mayúsculas que nos lleva arriba y abajo a su antojo y que, ante todo, invita al debate y funciona como sátira sangrante de la crisis de valores que vive la cultura occidental en nuestros días. Su amoralidad me ha recordado a ratos a "El video de Benny", de Haneke.