Algo a destacar de este filme es el ritmo tanto narrativo como visual de la película, es algo en lo que Sean Baker siempre se ha mostrado diestro y, una vez más, aqui hace gala de ello con secuencias realmente maravillosas, eso sí, al contrario que en el resto de sus películas, en Anora no tenemos una visión de la vida de la protagonista más allá de la bailarina erótica, pues no conocemos sus inquietudes, ambiciones, pasado o familia. El personaje de Mikey Madison se usa como hilo conductor para contar un drama superficial sobre un absurdo conflicto de intereses por parte de una familia adinerada en lugar de tratar sobre la vida de una trabajadora sexual (me remito al titulo de la película, Anora, que es de quien trata el filme).
Al final quien acaba posicionándose como verdadero antagonista es la madre de Ivan, amenazando a Anora con destrozarle la vida si se atreve a denunciar, pero yo aquí me pregunto: ¿Qué vida va a destrozar si a lo largo de 2 horas de metraje sigo sin saber quién es esta chica? Hablando de villanos, los porexenetas (casi ni mencionados en la peli) son los los verdaderos antagonistas en realidad y sin embargo aquí quedan retratados como jefes nada autoritarios y totalmente mansos que no abusan de sus trabajadoras en ningún momento, las cuales en todo momento están cómodas y felices con su trabajo (incluso pueden decidir tomarse una semana de vacaciones sin ningun tipo de queja al respecto).
Lo más triste de todo es que en lugar de empoderar a aquellas mujeres que estan viviendo en la miseria en esas condiciones y ella solas salen adelante, lo último que nos muestra la película es a una mujer derrotada llorando en los brazos de un hombre que la "cuida", una imagen paternalista de la figura masculina salvadora que se lleva retratando en la historia del cine desde su misma creación.