Peter Jackson se ha superado. Sí. Después de la segunda parte, pensé que no podría hacer algo peor, pero el director neozelandés es una caja de sorpresas: sí que podía hacerlo peor. Más entretenida que la segunda pero no por ello mejor. Las batallas son horriblemente largas (duran toda la película), el triángulo amoroso (ya sabéis) es inútil y Legolas ha pasado de ser uno de los personajes más carismáticos de la saga a un elfo de circo de acrobacias con complejo de Spiderman.

Infantil, larga, aburrida, pero no todo es negativo: Martin Freeman, como siempre, insuperable, como Ian Mckellen (aunque Gandalf parece que en esta trilogía se ha olvidado de que es mago). La fotografía es impecable (Nueva Zelanda siempre será La Tierra Media), pero los efectos especiales, comparados con la trilogía del anillo, parecen infantiles y destinados a un público no adulto.

Se cierra el ciclo de la Tierra Media una década después de ''La comunidad del anillo''. Muchos años han pasado. Tantos que a Jackson se le ha olvidado su época dorada en la que llevó las obras de Tolkien a arrasar en los Oscar y a hacernos soñar con el Anillo Único.

No eran necesarias tres películas: no se puede dividir una historia de 300 páginas en nueve horas de película.

Esperaba muchísimo más y es una pena.