El planeta melancolía estaba detrás del sol, de la luz que nos da la vida. El planeta que acabará con la vida, precisamente. El amor es imposible, es un error, una convención. La noche de bodas no es mas que un violento polvo con el primero que pasa, en la soledad del hoyo 14. Ni siquiera es una convención, ni un negocio, ni una alianza. No es nada, como el eslogan que finalmente Justine regala a su jefe. Nada y nada es mucho para ti, le dice. Estamos solos, lo se, como sabía las judías que había en el bote. Solos en el matrimonio, solos en el sexo, solos entre los nuestros; ni siquiera el animal que nos conoce y acepta se digna a fundirse con nosotros pasando el puente al otro lado de esta vida. La vida es cruel, la Tierra es maligna, la Tierra es malvada, los hombres son malvados, nadie les echará de menos, aunque en realidad no hay nadie para echar de menos a nadie. El final de los días, es el más lento de los momentos, la llegada de la muerte, que parece alejarse el día anterior, como se aleja el planeta Melancolía el día anterior, es inexorable, nada ni nadie puede escapar a ella, nadie puede huir, esconderse, todo deja de funcionar cuando se acerca y nos engulle, como el planeta. Tal vez darnos las manos para desaparecer unidos. Gran película, dura película, amarga película: detrás del sol, entre las sombras.