Las personas que padecen de asfixia y carraspera emocional opinan que la poesía y las metáforas no son más que inverosímiles nimiedades. “Noviembre Dulce” es toda una metáfora, “Noviembre Dulce” es poesía. Pat O’Connor dirige con brillantez una historia en la cual el personaje principal, el amor, es conducido con delicadeza y gran acierto; pequeños detalles, objetos con vida propia, lugares especiales y cortas regresiones forman parte de la batería de herramientas al servicio de la historia de dos personajes, unidos desde el principio y para siempre por el amor. Nelson Moss (Keanu Reeves) interpreta a un ejecutivo de publicidad, frío, casi sin sentimientos… cuando se interpreta a un personaje así, lo ideal es aparecer en pantalla justo así, como un tipo frío y plano, y Keanu Reeves lo consigue, lo mejor de su actuación es observar como logra plasmar el proceso del romance amoroso en todo un personaje gélido, se muestra enamorado pero a su manera, y eso es difícil de apreciar, en la escena de papanoel consigue hallar ese toqué romántico a su propio trabajo de publicista, haciendo la mejor presentación de su vida, son esos detalles del, repito, hombre frío enamorado que consigue cambiar su forma de vida, y eso se nota. Keanu Reeves lo hace a la perfección. Y qué decir de la actuación de Charlize Theron, una actuación simplemente perfecta, la chica alegre y amante de la vida con la que todos hemos soñado vive plasmada en estos fotogramas. Jason Isaacs como amigo homosexual de la chica, borda su papel y la música de Enya con su canción “Only Time” simplemente sublime. En resumen; historia-argumento tan perfecto como una bella metáfora, el director con su montaje logrará empañar los ojos de los más sensibles, los actores principales más que notables, y una música entrañable, las dos horas de película más intensas y románticas de lo que va de siglo, con tres escenes geniales e inolvidables …