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Críticas ordenadas por utilidad
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4.8
15,076
1
5 de junio de 2022
5 de junio de 2022
23 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se levanta el telón y se ve a un cowboy de una fuerza sobrehumana usando un lazo corredizo para capturar un Parasaurolophus de dos toneladas y media. Sí amigos, y esto sólo es el principio.
En la película los dinosaurios viven en armonía con el ser humano y otras especies animales. Están en nuestros mares, en nuestros bosques, en nuestras ciudades, y los humanos más intrépidos intentan hacerse con ellos, unos buscando revenderlos, otros para encerrarlos en una especie de horfanato cretácico.
Pero estos no son dinosaurios normales amigos, no; son unos dinosaurios muy curiosos que se pueden hasta amaestrar, como muestra el intrépido cowboy de dotes psíquicas. Los pequeños son tiernos y harían las delicias de toda la familia en un telefilm de sobremesa; podrían hasta protagonizar la próxima Beethoven con buenos ratings. ¿Vieron esa cría de Velocirraptor, que actúa como un perro? Los humanos tratan a los dinosaurios como si fueran mamíferos: los acarician, les dicen "muy bien, chico" y les tiran snacks. La realidad es que estos terribles reptiles extintos hace millones de años carecían de la capacidad para generar apego emocional y jamás podrían llegar a domesticarse. Es de recibo notar que, por lo tanto, nos encontramos ante una película de ficción amigos.
Para aquellos que disfrutaron hace tres décadas la primera entrega de esta perturbadora saga, será motivo de alguna reacción emocional al azar la vuelta de los protagonistas de aquel primer film, quienes ahora se asemejan a los Rolling Stones. En el caso de Alan Grant, parece todo un Indiana Jones. Hay que destacar que existen varios guiños a esa película y, de hecho, en algunos momentos esta cinta parece un remake de Indiana Jones.
No quiero destripar la película, así que antes de seguir en Zona spoiler, terminaré esta crítica sin spoilers dejando patente mi absoluta condena hacia la forma naïf en que esta película ensalza la vida darwiniana, con patraña ecologista incluida. La realidad es que los animales son robots biológicos cuyas vidas pueden ser muy sufridas y no existe tal cosa como un equilibrio o una naturaleza bondadosa; la vida darwiniana se sustenta en la depredación. Por ello no es mala idea considerar la posibilidad del fin de la reproducción o una vida postdarwiniana. Películas como ésta no ayudan a que la gente se plantee otras alternativas al status quo de "oh, qué maravillosa es la vida".
En la película los dinosaurios viven en armonía con el ser humano y otras especies animales. Están en nuestros mares, en nuestros bosques, en nuestras ciudades, y los humanos más intrépidos intentan hacerse con ellos, unos buscando revenderlos, otros para encerrarlos en una especie de horfanato cretácico.
Pero estos no son dinosaurios normales amigos, no; son unos dinosaurios muy curiosos que se pueden hasta amaestrar, como muestra el intrépido cowboy de dotes psíquicas. Los pequeños son tiernos y harían las delicias de toda la familia en un telefilm de sobremesa; podrían hasta protagonizar la próxima Beethoven con buenos ratings. ¿Vieron esa cría de Velocirraptor, que actúa como un perro? Los humanos tratan a los dinosaurios como si fueran mamíferos: los acarician, les dicen "muy bien, chico" y les tiran snacks. La realidad es que estos terribles reptiles extintos hace millones de años carecían de la capacidad para generar apego emocional y jamás podrían llegar a domesticarse. Es de recibo notar que, por lo tanto, nos encontramos ante una película de ficción amigos.
Para aquellos que disfrutaron hace tres décadas la primera entrega de esta perturbadora saga, será motivo de alguna reacción emocional al azar la vuelta de los protagonistas de aquel primer film, quienes ahora se asemejan a los Rolling Stones. En el caso de Alan Grant, parece todo un Indiana Jones. Hay que destacar que existen varios guiños a esa película y, de hecho, en algunos momentos esta cinta parece un remake de Indiana Jones.
No quiero destripar la película, así que antes de seguir en Zona spoiler, terminaré esta crítica sin spoilers dejando patente mi absoluta condena hacia la forma naïf en que esta película ensalza la vida darwiniana, con patraña ecologista incluida. La realidad es que los animales son robots biológicos cuyas vidas pueden ser muy sufridas y no existe tal cosa como un equilibrio o una naturaleza bondadosa; la vida darwiniana se sustenta en la depredación. Por ello no es mala idea considerar la posibilidad del fin de la reproducción o una vida postdarwiniana. Películas como ésta no ayudan a que la gente se plantee otras alternativas al status quo de "oh, qué maravillosa es la vida".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La última panorámica del film, donde se puede ver un grupo de Sinoceratops (del mismo género que los Triceratops) paseando de la mano de unos elefantes ejemplifica a la perfección mi párrafo anterior. Como también lo hace la pelea final donde el carnívoro norteamericano Tyrannosaurus rex y hervívoro chino Therizinosaurus colaboran para matar al Maradonasaur... quiero decir, al Giganotosaurus. Ridículo.
La película está llena de escenas disparatadas. ¿Qué opinan del raptor nadador con traje de flores? ¿Y de la carrera delante del Giganotosaurus? ¿El toque de atención del cowboy al Dilophosaurus? Me quedo con el exterminio de las langostas a lo ducha en Auschwitz; a los insectos sí se los puede matar salvajemente delante de la camara, no son tiernos.
A la basura con esta cinta, está horrible. Yo no vine aquí por fresadas, vine buscando una aventura con dinosaurios medianamente realista, seria y sin propaganda, y no la encontré. Punto. Señores, esto es todo lo que tengo por el día de hoy.
La película está llena de escenas disparatadas. ¿Qué opinan del raptor nadador con traje de flores? ¿Y de la carrera delante del Giganotosaurus? ¿El toque de atención del cowboy al Dilophosaurus? Me quedo con el exterminio de las langostas a lo ducha en Auschwitz; a los insectos sí se los puede matar salvajemente delante de la camara, no son tiernos.
A la basura con esta cinta, está horrible. Yo no vine aquí por fresadas, vine buscando una aventura con dinosaurios medianamente realista, seria y sin propaganda, y no la encontré. Punto. Señores, esto es todo lo que tengo por el día de hoy.

8.7
73,436
4
16 de febrero de 2022
16 de febrero de 2022
6 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Confesaré amigos que esta cinta me ha dejado con un sabor de boca ambivalente, como ese beso mañanero de tu amante. No sé si trata de defender el absurdo y deshumanizante proceso democrático que ha despedazado todos y cada uno de nuestros sueños o sugiere en cambio una especie de condena al mismo. Es esta ambigüedad la que me hace darle un cuatro, pues me horrorizaría manifestar mi aprobación ante un artefacto de naturaleza propagandística prodemocrática.
Continúo la crítica en Zona spoiler porque es necesario desvelar trama para seguir desmenuzando este mamotreto.
Continúo la crítica en Zona spoiler porque es necesario desvelar trama para seguir desmenuzando este mamotreto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La manifestación en carne y hueso de este espanto político (democracia) no es otro que el jurado número 8, Henry Fonda, quien haciendo uso de retórica sofista, con su efectista sensiblerío, logra convencer uno tras otro al resto de personajes de que el presunto asesino es inocente. Me resultó verdaderamente desagradable este personaje y yo mismo me encontré delante del televisor finalizando un furioso ademán de apuñalamiento repetidas veces antes de que el jurado número 3 vacilase y se detuviese, para mí la gran decepción del film hasta ese punto.
Y es que el jurado número 8, como si de un político se tratase, no aporta absolutamente nada de valor a la discusión, y el caso se resuelve cuando el anciano (jurado nº 9), por pura casualidad, se fija en las marcas que los anteojos provocan en la persona más racional de la mesa, el jurado número 4, el corredor de bolsa, quien en caso de tratarse ésta de una película antidemocracia, representaría al individuo no masa, racional, y a su vez esa chispa de lucidez del viejo estaría ejemplificando lo aleatorio que puede resultar el proceso de votación democrático, pues de no haberse rascado la nariz el otro, jamás habría aportado la prueba que tiraba por tierra la argumentación de aquél.
Y es que el jurado número 8, como si de un político se tratase, no aporta absolutamente nada de valor a la discusión, y el caso se resuelve cuando el anciano (jurado nº 9), por pura casualidad, se fija en las marcas que los anteojos provocan en la persona más racional de la mesa, el jurado número 4, el corredor de bolsa, quien en caso de tratarse ésta de una película antidemocracia, representaría al individuo no masa, racional, y a su vez esa chispa de lucidez del viejo estaría ejemplificando lo aleatorio que puede resultar el proceso de votación democrático, pues de no haberse rascado la nariz el otro, jamás habría aportado la prueba que tiraba por tierra la argumentación de aquél.

7.1
149,640
10
1 de noviembre de 2021
1 de noviembre de 2021
1 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habitamos un mundo extraño, un lugar donde muchas cosas están al revés. Tal es el caso del animalismo y el ecologismo, movimientos aparentemente nobles que dicen velar por el bienestar de los animales mientras reman en dirección contraria perpetuando esa abyecta pesadilla darwiniana que infecta este planeta desde hace al menos 3.500 millones de años: la vida.
Por suerte, muy de vez en cuando, alguien a contracorriente logra colarse en plataformas mainstream y expone este tipo de incongruencias. Tal es el caso del film que nos ocupa, la clásica cinta de sci-fi Jurassic Park, una digna adaptación de la genial denuncia realizada por el novelista Michael Crichton en 1990.
Jurassic Park hace uso de unos efectos especiales sorprendentemente adelantados a su tiempo para mostrarnos de la forma más realista posible cómo un millonario con socarrona apariencia de bonachón da rienda suelta a la peor de las fantasías imaginables: crear vida darwiniana, en este caso "trayendo de vuelta" a los dinosaurios, para desgracia de estos y deleite del espectador.
Durante las dos horas que dura esta ventana al terror, somos testigos de carnicería tras carnicería, autómatas en forma de seres vivos devorándose unos a otros, como si se tratase de un documental de esos que solían dar en La 2 después de comer.
De forma magistral, Spielberg, Crichton y Koepp lograron engañar a ejecutivo tras ejecutivo y colaron esta colosal denuncia disfrazándola de blockbuster para toda la familia, invitando a millones de espectadores a repensar la máxima ecologista, animalista y utilitarista de que la vida animal es valiosa en sí misma, porque sí, y en todas las circunstancias, incluso cuando se encuentra en una situación terrible de la que le será imposible escapar, es decir, incluso en la "libertad" darwinista, y que la extinción es siempre un mal mayor.
Crichton da un golpe en la mesa y clama que no, que todo el sufrimiento que ocasionamos a los animales cuando favorecemos su reproducción es una forma de sadismo enmascarado de altruismo, que los utilizamos como si fueran un objeto de usar y tirar. Como reza otro gran best seller:
"Y he aquí, vi las lágrimas de los oprimidos,
sin que tuvieran quien los consolara;
en mano de sus opresores estaba el poder,
sin que tuvieran quien los consolara.
Y felicité a los muertos, los que ya murieron,
más que a los vivos, los que aún viven.
Pero mejor que ambos está el que nunca ha existido,
que nunca ha visto las malas obras que se cometen bajo el sol."
En definitiva, Jurassic Park hace un fantástico uso del debate sobre si reintroducir en el medio a especies extintas es ético o no para lograr que el espectador se replantee los dogmas sociales más inmóviles.
Por suerte, muy de vez en cuando, alguien a contracorriente logra colarse en plataformas mainstream y expone este tipo de incongruencias. Tal es el caso del film que nos ocupa, la clásica cinta de sci-fi Jurassic Park, una digna adaptación de la genial denuncia realizada por el novelista Michael Crichton en 1990.
Jurassic Park hace uso de unos efectos especiales sorprendentemente adelantados a su tiempo para mostrarnos de la forma más realista posible cómo un millonario con socarrona apariencia de bonachón da rienda suelta a la peor de las fantasías imaginables: crear vida darwiniana, en este caso "trayendo de vuelta" a los dinosaurios, para desgracia de estos y deleite del espectador.
Durante las dos horas que dura esta ventana al terror, somos testigos de carnicería tras carnicería, autómatas en forma de seres vivos devorándose unos a otros, como si se tratase de un documental de esos que solían dar en La 2 después de comer.
De forma magistral, Spielberg, Crichton y Koepp lograron engañar a ejecutivo tras ejecutivo y colaron esta colosal denuncia disfrazándola de blockbuster para toda la familia, invitando a millones de espectadores a repensar la máxima ecologista, animalista y utilitarista de que la vida animal es valiosa en sí misma, porque sí, y en todas las circunstancias, incluso cuando se encuentra en una situación terrible de la que le será imposible escapar, es decir, incluso en la "libertad" darwinista, y que la extinción es siempre un mal mayor.
Crichton da un golpe en la mesa y clama que no, que todo el sufrimiento que ocasionamos a los animales cuando favorecemos su reproducción es una forma de sadismo enmascarado de altruismo, que los utilizamos como si fueran un objeto de usar y tirar. Como reza otro gran best seller:
"Y he aquí, vi las lágrimas de los oprimidos,
sin que tuvieran quien los consolara;
en mano de sus opresores estaba el poder,
sin que tuvieran quien los consolara.
Y felicité a los muertos, los que ya murieron,
más que a los vivos, los que aún viven.
Pero mejor que ambos está el que nunca ha existido,
que nunca ha visto las malas obras que se cometen bajo el sol."
En definitiva, Jurassic Park hace un fantástico uso del debate sobre si reintroducir en el medio a especies extintas es ético o no para lograr que el espectador se replantee los dogmas sociales más inmóviles.

6.6
38,042
5
26 de septiembre de 2020
26 de septiembre de 2020
2 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es una película interesante en el sentido en el que Plan 9 from Outer Space u otras maravillas de Ed Wood y compañeros de género lo son. Como película de terror puede funcionar para determinadas personas, y de hecho ha gustado tano a crítica como a espectadores, en general, pero a mí, amigos, lo que realmente me gusta de la cinta es su cariz cómico y crítico respecto al paradigma natalista que vía impulsos biológicos cristalizados en convenciones sociales ha permitido que yo esté ahora escribiendo estas líneas. Su vertiente como película de género de terror ya ha sido analizada en esta página hasta la extenuación y sus errores de guión están expuestos en algunas de las críticas con mejor porcentaje de votos positivos; por lo tanto, propongo que analicemos la película desde esas otras facetas.
Desde luego, ni el guionista ni el director/protagonista tenían en mente nada de lo que voy a escribir, pero el espectador no es un mero receptor de información sino a su vez también un creador. Para los que no estén familiarizados con el antinatalismo de figuras como David Benatar o Julio Cabrera, resumiré esa postura filosófica en que asigna un valor negativo al nacimiento, o más que al nacimiento en sí, a la creación de seres sintientes en la forma de homo sapiens (dejémoslo en los sapiens; ya hablaremos del "efilismo" otro día). Hecho esto, opino que incluso aquellos que consideran que empezar a existir es mejor que no hacerlo (es decir, prácticamente todo el mundo), también pueden disfrutar de interpretar la película desde esta óptica. Eso sí, para mostrar la ácida crítica y desternillante comedia escondida en "Un lugar tranquilo" necesitaré usar la zona spoiler. ¿Vamos allá? ¡Venga, vámonos!
Desde luego, ni el guionista ni el director/protagonista tenían en mente nada de lo que voy a escribir, pero el espectador no es un mero receptor de información sino a su vez también un creador. Para los que no estén familiarizados con el antinatalismo de figuras como David Benatar o Julio Cabrera, resumiré esa postura filosófica en que asigna un valor negativo al nacimiento, o más que al nacimiento en sí, a la creación de seres sintientes en la forma de homo sapiens (dejémoslo en los sapiens; ya hablaremos del "efilismo" otro día). Hecho esto, opino que incluso aquellos que consideran que empezar a existir es mejor que no hacerlo (es decir, prácticamente todo el mundo), también pueden disfrutar de interpretar la película desde esta óptica. Eso sí, para mostrar la ácida crítica y desternillante comedia escondida en "Un lugar tranquilo" necesitaré usar la zona spoiler. ¿Vamos allá? ¡Venga, vámonos!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ahora que estamos a solas, pasemos de una vez al meollo de la cuestión:
El bebé. Sí, la pareja decide tener un bebé. ¿Por qué? Aparentemente, según declaraciones del director y padre de familia John Krasinski, la trágica pérdida del pequeño de cuatro años al comienzo de la película tiene mucho que ver con ello. Nos dice que la mitad de las parejas que pierden a un niño pequeño se separan y la otra decide tener otro para suplir su ausencia. Pues bien, si ya tener descendencia en el mejor mundo posible es algo que gente como Benatar o Cabrera consideran cruel para con el nacido, hacerlo en un mundo postapocalíptico donde la mayoría de la población ha muerto decapitada por unos aliens llegados desde lo más profundo del especio encaramados en meteoritos (palabras del director), aparentemente invencibles, y una pequeña minoría sobreviven aterrorizados, les parecería una conducta ciertamente curiosa dentro del espectro del sadismo. (Señores, que a falta de anticonceptivos no todo tiene por qué ser sexo vaginal; ¡diversifíquense!). Pero es que además el pobre niño (al cual lógicamente no vamos a preguntarle si quiere ser engendrado en semejante panorama o no, básicamente porque... no existe antes de ser engendrado) llorará, emitiendo unos sonidillos que captarán la atención de estos trituradores de seres humanos, no solo garantizando con un 99% de probabilidades una horrible muerte prematura sino el fin de los otros cuatro miembros de la familia, un final igualmente lleno de vísceras que saltan por los aires.
Una vez somos conscientes de esto, la película se torna en una comedia. Los padres, como la mayoría de gente con corazón, se desviven por sus hijos, aunque determinadas decisiones ya comentadas por otros críticos nos hagan dudar de esto (en realidad sus errores son fruto de la simple torpeza). Somos testigos de cómo hunden su propio barco y ponen en el mayor de los peligros a aquello que más quieren, y todo porque... les dio por ser padres otra vez. Pero bueno, ¿quién soy yo para juzgarles? Sólo soy un tío con las manos pringosas y llenas de sal de las palomitas (oh, no... el teclado... Voy a por ej Fairy; dadme un minuto).
Pero no es todo comedia. También hay espacio para la crítica social, y tanto, si bien comedia y crítica social son aquí inseparables: esto es humor negro del bueno. El corazón del film reside en lo importante que es la familia y lo importante que es que la especie humana se sobreponga a este pequeño gran traspiés y traiga de vuelta la vieja normalidad. Sobrevivir (en familia); de eso va la película. Claro que cualquier lector que haya llegado hasta aquí se preguntará: ¿Qué es más importante? ¿La vida de nuestros protagonistas, que existen y por lo tanto están sujetos a todo el espectro de emociones, o que dentro de unos 200 años que hoy todavía son ficción, cuando los anteriores ya hayan fallecido de viejos, exista el homo sapiens? ¿Vale la pena crear vida en un infierno con la mínima esperanza de que llueva y todo vuelva a ser como antes, tan solo por satisfacer nuestros instintos darwinianos y nuestra romántica y antropocéntrica visión del universo? ¿Es más, valió la pena alguna vez en la historia del ser humano, reproducirse? Yo no lo sé, pero éstas son algunas de las preguntas que Krasinski nos plantea sin darse cuenta. Interesantes (y muy afiladas) cuestiones que el cine de grandes salas rara vez nos regala.
El espíritu de Ed Wood sigue vivo.
El bebé. Sí, la pareja decide tener un bebé. ¿Por qué? Aparentemente, según declaraciones del director y padre de familia John Krasinski, la trágica pérdida del pequeño de cuatro años al comienzo de la película tiene mucho que ver con ello. Nos dice que la mitad de las parejas que pierden a un niño pequeño se separan y la otra decide tener otro para suplir su ausencia. Pues bien, si ya tener descendencia en el mejor mundo posible es algo que gente como Benatar o Cabrera consideran cruel para con el nacido, hacerlo en un mundo postapocalíptico donde la mayoría de la población ha muerto decapitada por unos aliens llegados desde lo más profundo del especio encaramados en meteoritos (palabras del director), aparentemente invencibles, y una pequeña minoría sobreviven aterrorizados, les parecería una conducta ciertamente curiosa dentro del espectro del sadismo. (Señores, que a falta de anticonceptivos no todo tiene por qué ser sexo vaginal; ¡diversifíquense!). Pero es que además el pobre niño (al cual lógicamente no vamos a preguntarle si quiere ser engendrado en semejante panorama o no, básicamente porque... no existe antes de ser engendrado) llorará, emitiendo unos sonidillos que captarán la atención de estos trituradores de seres humanos, no solo garantizando con un 99% de probabilidades una horrible muerte prematura sino el fin de los otros cuatro miembros de la familia, un final igualmente lleno de vísceras que saltan por los aires.
Una vez somos conscientes de esto, la película se torna en una comedia. Los padres, como la mayoría de gente con corazón, se desviven por sus hijos, aunque determinadas decisiones ya comentadas por otros críticos nos hagan dudar de esto (en realidad sus errores son fruto de la simple torpeza). Somos testigos de cómo hunden su propio barco y ponen en el mayor de los peligros a aquello que más quieren, y todo porque... les dio por ser padres otra vez. Pero bueno, ¿quién soy yo para juzgarles? Sólo soy un tío con las manos pringosas y llenas de sal de las palomitas (oh, no... el teclado... Voy a por ej Fairy; dadme un minuto).
Pero no es todo comedia. También hay espacio para la crítica social, y tanto, si bien comedia y crítica social son aquí inseparables: esto es humor negro del bueno. El corazón del film reside en lo importante que es la familia y lo importante que es que la especie humana se sobreponga a este pequeño gran traspiés y traiga de vuelta la vieja normalidad. Sobrevivir (en familia); de eso va la película. Claro que cualquier lector que haya llegado hasta aquí se preguntará: ¿Qué es más importante? ¿La vida de nuestros protagonistas, que existen y por lo tanto están sujetos a todo el espectro de emociones, o que dentro de unos 200 años que hoy todavía son ficción, cuando los anteriores ya hayan fallecido de viejos, exista el homo sapiens? ¿Vale la pena crear vida en un infierno con la mínima esperanza de que llueva y todo vuelva a ser como antes, tan solo por satisfacer nuestros instintos darwinianos y nuestra romántica y antropocéntrica visión del universo? ¿Es más, valió la pena alguna vez en la historia del ser humano, reproducirse? Yo no lo sé, pero éstas son algunas de las preguntas que Krasinski nos plantea sin darse cuenta. Interesantes (y muy afiladas) cuestiones que el cine de grandes salas rara vez nos regala.
El espíritu de Ed Wood sigue vivo.

7.9
138,772
3
7 de diciembre de 2021
7 de diciembre de 2021
3 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Típica película de marcianitos para evadir por unos momentos de la terrible realidad personal y lograr sobrevivir al suicidio un día más.
Muchas persecuciones en naves espaciales e intercambios de pulsos de rayo láser donde siempre ganan los... (continúo la oración en zona spoiler). Poco guión y personajes más planos que el planeta Tierra (es una broma, caballeros, descuiden, soy esfericista).
En cuanto a lo bueno, a destacar la primera parte de la película, que transcurre en el desierto tunecino y muestra más rotots que marcianitos. Es cuando comienzan a llenar la pantalla estos últimos que la película se torna previsible y zafia. Semejante desfile de humillantes disfraces resta credibilidad al producto. No puedo tomarme en serio a un tipo que dispara a un figurante que probablemente esté ciego por no permitirle ver su desquiciado disfraz. Pero lo peor de todo es ese tramo final tan ofensivamente predecible.
Muchas persecuciones en naves espaciales e intercambios de pulsos de rayo láser donde siempre ganan los... (continúo la oración en zona spoiler). Poco guión y personajes más planos que el planeta Tierra (es una broma, caballeros, descuiden, soy esfericista).
En cuanto a lo bueno, a destacar la primera parte de la película, que transcurre en el desierto tunecino y muestra más rotots que marcianitos. Es cuando comienzan a llenar la pantalla estos últimos que la película se torna previsible y zafia. Semejante desfile de humillantes disfraces resta credibilidad al producto. No puedo tomarme en serio a un tipo que dispara a un figurante que probablemente esté ciego por no permitirle ver su desquiciado disfraz. Pero lo peor de todo es ese tramo final tan ofensivamente predecible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y es que siempre ganan los "buenos". Que, por cierto, aquí esos "buenos" son un grupo paramilitar que lleva a cabo sádicos actos de terrorismo contra las fuerzas imperiales garantes del orden.
Añado que ver al "malo" doblado por Constantino Romero subiéndose una de esas mini-naves espaciales degrada la pomposa imagen del mismo, es como si pones a Sauron montando un poni o muestras a un tipo con el disfraz de xenomorfo en Alien, con sus brazos y piernas, ahí flotando en el espacio profundo.
Añado que ver al "malo" doblado por Constantino Romero subiéndose una de esas mini-naves espaciales degrada la pomposa imagen del mismo, es como si pones a Sauron montando un poni o muestras a un tipo con el disfraz de xenomorfo en Alien, con sus brazos y piernas, ahí flotando en el espacio profundo.
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