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7.3
69,481
4
20 de octubre de 2014
20 de octubre de 2014
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ser David Fincher debe ser un placer, un auténtico gustazo. Ser el padre de criaturas que serán recordadas durante décadas es un privilegio al alcance de pocos. Pero, claro está, ser David Fincher también debe ser una gran responsabilidad. Conlleva la dificultad de tratar de estar a la altura de uno mismo, de envolver todas las historias de un tul lo bastante opaco como para querer saber más, sin descubrirlo antes de haberlo saboreado lo suficiente.
Desgraciadamente, esto no es algo que suceda en Gone girl. La película carece del pulso tenso e irrespirable del que se caracterizan las obras más emblemáticas del director (exceptuando una intensa escena con Neil Patrick Harris, único momento tras el cual vi la mano de Fincher). La historia contenía todos los ingredientes para convertir esta película en otra obra de culto, pero alguno de los personajes de más peso (Nick, los padres de Amy…) aparecen poco definidos, desdibujados; la fotogenia de Rosamund Pike no basta para hacer verosímiles las motivaciones de su personaje y no hay rastro de la oscuridad que la historia requería. A esto hay que sumar la consabida misoginia de Hollywood, que se empeña en envejecer prematuramente a sus actrices y a perpetuar a sus galanes hasta límites obscenos (el hecho de ser unos años mayor que su marido, ayuda a comprender ciertos aspectos de Amy, cosa que no sucede en la película por tratarse de una actriz casi diez años más joven que su pareja). Al margen de la dificultad que puede entrañar la adaptación al cine de personajes complejos, el haber seguido la misma línea narrativa que en el libro ha sido un error. Gillyan Flynn es una muy digna escritora, pero tal vez no la mejor elección para encargarse de la adaptación cinematográfica de su bebé. Y es imperdonable un fallo de guión en una película de esta envergadura (ver spoiler).
Entretenida pero mediocre, algo indigno para un director del talento de David Fincher, Gone girl es un ejemplo de lo que pudo haber sido y no es. Lástima.
Desgraciadamente, esto no es algo que suceda en Gone girl. La película carece del pulso tenso e irrespirable del que se caracterizan las obras más emblemáticas del director (exceptuando una intensa escena con Neil Patrick Harris, único momento tras el cual vi la mano de Fincher). La historia contenía todos los ingredientes para convertir esta película en otra obra de culto, pero alguno de los personajes de más peso (Nick, los padres de Amy…) aparecen poco definidos, desdibujados; la fotogenia de Rosamund Pike no basta para hacer verosímiles las motivaciones de su personaje y no hay rastro de la oscuridad que la historia requería. A esto hay que sumar la consabida misoginia de Hollywood, que se empeña en envejecer prematuramente a sus actrices y a perpetuar a sus galanes hasta límites obscenos (el hecho de ser unos años mayor que su marido, ayuda a comprender ciertos aspectos de Amy, cosa que no sucede en la película por tratarse de una actriz casi diez años más joven que su pareja). Al margen de la dificultad que puede entrañar la adaptación al cine de personajes complejos, el haber seguido la misma línea narrativa que en el libro ha sido un error. Gillyan Flynn es una muy digna escritora, pero tal vez no la mejor elección para encargarse de la adaptación cinematográfica de su bebé. Y es imperdonable un fallo de guión en una película de esta envergadura (ver spoiler).
Entretenida pero mediocre, algo indigno para un director del talento de David Fincher, Gone girl es un ejemplo de lo que pudo haber sido y no es. Lástima.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sorprende que en una película de Fincher, un corte profuso en un brazo (libro) se convierta en una extracción de sangre de carácter ambulatorio, sobre todo cuando este cambio trae consigo un fallo garrafal de guión. Si, según la versión de Amy, la sangre de la cocina vertió de su cabeza, ¿cómo se explica que no tuviera una cicatriz que confirmara esta versión? ¿Es un insulto a la inteligencia de Amy que, tras urdir un plan perfecto, olvida que no tiene un solo corte que verifique su testimonio o un insulto a la inteligencia del espectador, del que esperan no se dé cuenta de que se acaba de tragar un error de guión de libro? Y todo ¿por qué? ¿por no mostrarnos a una mujer autoinfligiéndose un corte en un brazo cuando después vamos a ver el cuello rebanado de Neil Patrick Harris con la carne asomando? Por favor.

6.8
24,790
7
4 de diciembre de 2014
4 de diciembre de 2014
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de la oscuridad de la sala, antes de la distribución, de la postproducción y el montaje, antes del rodaje y del guión, antes de todo eso estuvo el origen, la idea. Y Mike Cahill tiene unas ideas cojonudas. Te sacuden el alma, la razón y hasta el subconsciente, introduciéndote en realidades improbables que llegas a creer sin concesiones.
Ya en su primera película, la aproximación a los personajes se realizaba a través de un relevante descubrimiento científico. Pero, si en su opera prima constituía un punto de partida a raíz del cual crear la historia, en esta ocasión la relación es todavía más estrecha; la ciencia pasa de ser un mero leitmotiv a erigirse como otro personaje en la trama, y dos mundos aparentemente inconexos como son la ciencia y las emociones se funden de forma armoniosa.
Es cierto que Cahill se pierde, por momentos, en la poesía de su propio discurso, recreándose en planos para regodeo de hipsters; esto irrumpe en la continuidad del relato, pero nunca la llega a romper.
Brit Marling deslumbra, serena y rotunda, esta vez desde un segundo plano, mientras Michael Pitt muestra una sensibilidad hasta el momento desconocida. La música envuelve la historia en la atmósfera perfecta y eleva el conjunto para generar una película de gran calidad estilística.
Los trailers asesinos de hoy en día revelan casi cualquier atisbo de sorpresa que pueda ofrecer la película (comentario en spoiler), pero Orígenes es mucho más que una historia. Más allá de la ciencia ficción, más allá del cine futurista, Cahill ya ha abierto la puerta a un cine emocionante y emocional, de estética cuidada y comprometido con inquietudes poco habituales. Pasen y vean.
Ya en su primera película, la aproximación a los personajes se realizaba a través de un relevante descubrimiento científico. Pero, si en su opera prima constituía un punto de partida a raíz del cual crear la historia, en esta ocasión la relación es todavía más estrecha; la ciencia pasa de ser un mero leitmotiv a erigirse como otro personaje en la trama, y dos mundos aparentemente inconexos como son la ciencia y las emociones se funden de forma armoniosa.
Es cierto que Cahill se pierde, por momentos, en la poesía de su propio discurso, recreándose en planos para regodeo de hipsters; esto irrumpe en la continuidad del relato, pero nunca la llega a romper.
Brit Marling deslumbra, serena y rotunda, esta vez desde un segundo plano, mientras Michael Pitt muestra una sensibilidad hasta el momento desconocida. La música envuelve la historia en la atmósfera perfecta y eleva el conjunto para generar una película de gran calidad estilística.
Los trailers asesinos de hoy en día revelan casi cualquier atisbo de sorpresa que pueda ofrecer la película (comentario en spoiler), pero Orígenes es mucho más que una historia. Más allá de la ciencia ficción, más allá del cine futurista, Cahill ya ha abierto la puerta a un cine emocionante y emocional, de estética cuidada y comprometido con inquietudes poco habituales. Pasen y vean.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Antes de entrar en el cine, ya sabía que el protagonista conocía a una chica con el iris multicolor, que la chica se moría (aunque no cómo) y que, más tarde, aparecía en la India una niña con un color de ojos igual al suyo. ¿Realmente es necesario que los trailers destripen las películas? ¿La gente no va al cine, a menos que sepa todo lo que va a pasar, menos el final? Triste, triste, triste…

7.9
106,256
7
20 de noviembre de 2014
20 de noviembre de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía años que no asistía a la proyección de una película que terminara con aplausos. Lo recuerdo de mi infancia con ternura y a punto estuve de dejarme llevar por el entusiasmo y sumarme al público que susurraba «qué buena», justo después de que a un despistado se le escapara una pedorreta de desaprobación.
La última película de Christopher Nolan se mueve entre estas dos aguas: la del fiasco y la aprobación, la futilidad y el asombro. Camina entre ellas peligrosamente durante gran parte del metraje, pero no llega a estrellarse en ninguna de ellas por completo.
El planteamiento inicial es más que prometedor: el planeta que conocemos y maltratamos se está volviendo inhabitable y aparece la posibilidad de explorar nuevos destinos susceptibles de albergar vida. Esto se presenta en la película de una manera un tanto abrupta y forzada, cosa incomprensible teniendo en cuenta su metraje. A partir de ahí comienza el viaje de los protagonistas y el nuestro propio a través de nebulosas de tópicos (explicación en spoiler), desfile de supernovas (la proliferación excesiva de caras populares resta credibilidad a la historia) y agujeros negros de emociones. Y es éste precisamente el mayor defecto de Interstellar: querer ser lo que no es. Podría ser una interesante aproximación ficcionada de la posibilidad de descubrir otros planetas habitables, podría ser un escaparate de imágenes efectistas de un viaje interplanetario… Pero elige ser una película de emociones. Y ahí el patinazo es supino y se torna incontrolable hasta el desenlace.
Matthew McConaughey resiste el peso de la película de forma muy digna y comienza a acallar a los que siguen viéndole como unos pectorales. El resto de actores aparecen amputados por un montaje indecoroso e impiden mostrar las aristas de personajes prometedores (destaca lo incomprensible de las motivaciones del de Casey Affleck).
Es, probablemente, la película más larga que se hará más corta del cine rodado hasta el momento, pero el montaje es virulento; los giros, insulsos, y el resultado final, simplemente aceptable.
La última película de Christopher Nolan se mueve entre estas dos aguas: la del fiasco y la aprobación, la futilidad y el asombro. Camina entre ellas peligrosamente durante gran parte del metraje, pero no llega a estrellarse en ninguna de ellas por completo.
El planteamiento inicial es más que prometedor: el planeta que conocemos y maltratamos se está volviendo inhabitable y aparece la posibilidad de explorar nuevos destinos susceptibles de albergar vida. Esto se presenta en la película de una manera un tanto abrupta y forzada, cosa incomprensible teniendo en cuenta su metraje. A partir de ahí comienza el viaje de los protagonistas y el nuestro propio a través de nebulosas de tópicos (explicación en spoiler), desfile de supernovas (la proliferación excesiva de caras populares resta credibilidad a la historia) y agujeros negros de emociones. Y es éste precisamente el mayor defecto de Interstellar: querer ser lo que no es. Podría ser una interesante aproximación ficcionada de la posibilidad de descubrir otros planetas habitables, podría ser un escaparate de imágenes efectistas de un viaje interplanetario… Pero elige ser una película de emociones. Y ahí el patinazo es supino y se torna incontrolable hasta el desenlace.
Matthew McConaughey resiste el peso de la película de forma muy digna y comienza a acallar a los que siguen viéndole como unos pectorales. El resto de actores aparecen amputados por un montaje indecoroso e impiden mostrar las aristas de personajes prometedores (destaca lo incomprensible de las motivaciones del de Casey Affleck).
Es, probablemente, la película más larga que se hará más corta del cine rodado hasta el momento, pero el montaje es virulento; los giros, insulsos, y el resultado final, simplemente aceptable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La llegada al primer planeta es un cúmulo de despropósitos, con Anne Hathaway dispuesta a sacrificar su vida por recoger los datos desperdigados en el naufragio (¿¡cuántas, en serio, cuántas veces más vamos a tener que ver lo mismo en este tipo de películas!?) y Wes Bentley mirando cómo el robot sale el busca de la primera en lugar de ir corriendo hacia la nave, sólo porque no se les ocurrió una forma mejor de matar a su personaje (¿¡cuántas veces, cuántas!?).
5
23 de noviembre de 2014
23 de noviembre de 2014
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La propuesta de los hermanos Dardenne parte de una premisa muy acorde con nuestros días: ¿seríamos capaces de renunciar a algo que deseamos para ayudar a otro ser humano? A pesar de que la palabra «sí» amenaza con irrumpir en la boca, las circunstancias que rodean a esa respuesta pueden ser intrincadas, y los directores se encargan de explorarlas y retratarlas de forma minuciosa.
La vergüenza, la frustración y la desesperanza se abren paso en esta aproximación a un problema que azota a una gran parte de la población mundial. Tal vez nos identifiquemos con alguno de sus personajes, pero algo falla en el relato. Los hechos se exponen, se examinan y analizan escrupulosamente, tal y como haría un científico en su laboratorio o un periodista en su investigación para un artículo. Pero, cuando el que lo hace es un director (o directores) de cine, el resultado se torna aburrido e insípido, con una nula capacidad por parte de sus personajes para transmitirnos emociones. Los compañeros de trabajo no son más que una sucesión de rostros con un guión, con unas historias parcamente vislumbradas y, en algunos casos, predecibles. Por su parte, la interpretación de Marion Cotillard es correcta, pero rezuma una frialdad y una aparente indiferencia que nos hace imposible empatizar con ella; esto impide llegar a las entrañas de su protagonista y, por extensión, de la película (comentario en spoiler).
Nos encontramos con una película correcta en su ejecución, pero carente de sentimiento, algo imprescindible en una historia de estas características.
La vergüenza, la frustración y la desesperanza se abren paso en esta aproximación a un problema que azota a una gran parte de la población mundial. Tal vez nos identifiquemos con alguno de sus personajes, pero algo falla en el relato. Los hechos se exponen, se examinan y analizan escrupulosamente, tal y como haría un científico en su laboratorio o un periodista en su investigación para un artículo. Pero, cuando el que lo hace es un director (o directores) de cine, el resultado se torna aburrido e insípido, con una nula capacidad por parte de sus personajes para transmitirnos emociones. Los compañeros de trabajo no son más que una sucesión de rostros con un guión, con unas historias parcamente vislumbradas y, en algunos casos, predecibles. Por su parte, la interpretación de Marion Cotillard es correcta, pero rezuma una frialdad y una aparente indiferencia que nos hace imposible empatizar con ella; esto impide llegar a las entrañas de su protagonista y, por extensión, de la película (comentario en spoiler).
Nos encontramos con una película correcta en su ejecución, pero carente de sentimiento, algo imprescindible en una historia de estas características.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena del suicidio frustrado roza lo absurdo; cuando parece que la película va a alcanzar un punto álgido, se desinfla dejándonos una sensación de desconcierto.
15 de enero de 2015
15 de enero de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí otra nueva crítica de Birdman, y ya van 110, 111, 112… ¿Para qué molestarse en leerla, ni siquiera en escribirla…? Pues no lo sé, supongo que porque, al salir de la sala, te quedas con ganas de contarle lo que acabas de ver a todo el que se te cruce.
Poco o nada malo se puede decir de la última película de Iñárritu, quien, desprendiéndose de la etiqueta autoimpuesta de hacedor de dramones petulantes, despliega toda su maestría en una película maravillosamente rara. Y es rara, no por incluir elementos de otros géneros cinematográficos (spoiler), ni por ser poco frecuente este grado de franqueza deslenguada en y con el Hollywood contemporáneo, ni siquiera porque estas dos cualidades se den en una película estadounidense y no europea; es rara porque es realismo mágico llevado al cine, un remolino de estímulos que sacuden los sentidos hasta el mareo: desde la soberbia y acertada música, hasta la interpretación de todos y cada uno de los actores (sorprendente Emma Stone, todo ojos y expresividad), pasando por un guión brillante lleno de frases que podrían convertirse en mantras.
Mención aparte para Michael Keaton (no envidio a los que van a votar la categoría de mejor actor en los Oscar este año), ave fénix de este épico drama satírico (o comedia dramática, si lo prefieren) que demuestra, por si acaso tenía que hacerlo, que es un actorazo de vértigo y que sigue vivito y coleando.
Todo esto, unido al montaje, fotografía y dirección (spoiler) convierten Birdman en una película memorable, punto de inflexión para director y alguno de sus actores y (oh, sí, voy a decirlo) una película de culto. La única pega que podemos encontrarle es el venir precedida de todo ese circo mediático que acompaña a este tipo de películas; esto suele hacer que muchos se sumen a la vorágine de elogios sin reparar en la calidad de la película en cuestión, y Birdman tiene, y mucha.
Poco o nada malo se puede decir de la última película de Iñárritu, quien, desprendiéndose de la etiqueta autoimpuesta de hacedor de dramones petulantes, despliega toda su maestría en una película maravillosamente rara. Y es rara, no por incluir elementos de otros géneros cinematográficos (spoiler), ni por ser poco frecuente este grado de franqueza deslenguada en y con el Hollywood contemporáneo, ni siquiera porque estas dos cualidades se den en una película estadounidense y no europea; es rara porque es realismo mágico llevado al cine, un remolino de estímulos que sacuden los sentidos hasta el mareo: desde la soberbia y acertada música, hasta la interpretación de todos y cada uno de los actores (sorprendente Emma Stone, todo ojos y expresividad), pasando por un guión brillante lleno de frases que podrían convertirse en mantras.
Mención aparte para Michael Keaton (no envidio a los que van a votar la categoría de mejor actor en los Oscar este año), ave fénix de este épico drama satírico (o comedia dramática, si lo prefieren) que demuestra, por si acaso tenía que hacerlo, que es un actorazo de vértigo y que sigue vivito y coleando.
Todo esto, unido al montaje, fotografía y dirección (spoiler) convierten Birdman en una película memorable, punto de inflexión para director y alguno de sus actores y (oh, sí, voy a decirlo) una película de culto. La única pega que podemos encontrarle es el venir precedida de todo ese circo mediático que acompaña a este tipo de películas; esto suele hacer que muchos se sumen a la vorágine de elogios sin reparar en la calidad de la película en cuestión, y Birdman tiene, y mucha.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Incluir elementos fantásticos en una narración de corte realista, como la escena de Keaton y su alter ego caminando por la calle mientras se desata un despliegue pirotécnico de película de acción con dinosaurio incluido no es, por sí sola, ninguna novedad. Sin embargo, los planos secuencia siguiendo a los actores aportan, si cabe, un toque aún más personal y auténtico al conjunto.
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