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Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de noviembre de 2021
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los dos momentos más hermosos del día. Si Alien, el octavo pasajero y Blade Runner fueron el amanecer de la filmografía de Sir Ridley Scott, el último duelo es su crepúsculo. Un caída del sol que no alcanza la magnificencia de su ascenso pero que es para el director lo que 'The irishman' fue para Martin Scorsese: Una excelente obra cinematográfica que, aunque para nada su mejor película, no terminará la temporada sin un gran número de nominaciones en los más prestigiosos premios de la industria, probablemente todas merecidas.

Siempre quiero hacer mención al que considero el punto fuerte de cada director. En el caso de Sir Ridley Scott es el diseño de producción. La inigualable representación que hace de ciudades decadentes sean estas de la época que sean (pasado, presente y futuro). En esta ocasión, no se queda atrás. La fotografía es buena y se aprecia el viraje a tonos azules que está tan moda en la televisión hoy en día, sobre todo en las escenas en exteriores. Los paisajes nevados son hermosos sin renunciar a una atmósfera cuya oscuridad ha sido minuciosamente calculada. El montaje, durante el metraje que narra la perspectiva de De Carrouges resulta muy abrupto y puede trastocar al espectador. No obstante, a medida que se muestran las otras dos perspectivas, se hace palpable que se hace un buen uso y no un abuso de las elipsis temporales para evitar repetir demasiadas escenas y que el ritmo de la película decaiga más de lo necesario.

Las interpretaciones son fantásticas. Había oído maravillas de la Jodie Corner que comprobado que son ciertas y Adam Driver ya nos ha demostrado en otras películas que, el que se hiciera conocido por interpretar a Kylo Ren, es un actor de mucho talento. Sin embargo, quienes a mi parecer se roban la película son Ben Affleck, por su interpretación de un hedonista al que poco le importa lo que está bien y lo que está mal mientras a él las cosas le sigan saliendo como quiere y, sobre todo, Matt Damon, de quien hablaré más adelante.
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La única cosa que voy a criticar, es el abuso de la sobre explicación, algo a lo que parece que el cine actual le ha cogido el gusto. En su necesidad de apoyar el mensaje feminista que subyace en la película, el guion en ocasiones se esfuerza por subrayar elementos que nada aportan a la trama pues ya se han dejado claros (o se dejarán) de formas mucho más elegantes. Es el caso, por ejemplo, del comentario 'Este es un mundo de hombres' que le comunica la madre de De Carrouges a su hijo, algo de lo que somos conscientes en todas y cada una de las secuencias de la película en las que Marguerite es privada de libertades. Tampoco es necesario especificar que la versión de Marguerite es la verdad. Primera porque la interpretación que sacará cualquier espectador con dos dedos de frente es esa. Segundo porque la propia estructura del guion, algunos diálogos y la elección de los planos para representar muchas de las escenas ya lo dejan claro. Que Le Gris no sea consciente de su crimen es algo que añade matices al personaje pero que de ningún modo confunde al espectador (a menos que sea menos letrado que De Carrouges). Habiendo criticado últimamente tanto el cine comercial, es triste que Sir Ridley Scott haya mantenido estos elementos en el guion cuando precisamente una de las cosas que define al CINE (y a cualquier otra obra de arte) es su aspiración por ofrecer un desafío al espectador. Señor Scott, que el miedo a ser crucificado en redes sociales por un sequito de analfabetos en cuanto a lo que lenguaje cinematográfico se refiere no le impida transmitir su mensaje con la elegancia con la que lo ha hecho siempre. Este mundo sólo pertenece a un reducto de valientes.

El guion es excelente. No esperaba menos de los responsables de 'Good Will Hunting'. Matt Damon no realiza una, sino dos interpretaciones en esta película. Por un lado, vemos como se percibe él: Valiente, heroico, preocupado por la necesidades de su esposa. Una frase que le hace justicia a esta versión es la de 'Todos somos héroes de nuestra propia historia. Por otro, vemos como es a ojos de Margaritte (o como es realmente, si lo prefieren). Un hombre frío, distante, con empatía nula por los sentimientos de su esposa. El momento en el que obliga a su esposa a mantener relaciones sexuales con él después de haber sido violada es aterrador. Ya sólo queremos que gane el duelo para que Margaritte no sea quemada viva. Además nos dan una pequeña muestra de su lado más violento. Algo que nos prepara para el enfrentamiento que se producirá más adelante. El segundo acto se hace inevitablemente largo, pero las pequeñas (y no tan pequeñas) diferencias entre cada versión de los hechos enriquecen la película de manera difícil de comprender en un primer visionado. Tendré que volver a verla.

Y ahora sí, el duelo. Que decir salvo que supera todas las expectativas. La única pega que le veo son las escenas a cámara lenta. Tampoco es que abuse de las mismas, pero no creo que ninguna secuencia las demandara. No es un duelo épico. No hay absolutamente nada de eso. Es un duelo sucio, cuya auténtica protagonista es la violencia, que nos embriaga por completo: Las sucesivas acometidas. El momento en el que Le Gris queda atrapado bajo el caballo y salva su vida en última instancia al agarrar el escudo. Las chispas que saltan con el impacto de las espadas contra la armadura. El incómodo sonido del choque del acero o del trote de los caballos. El plano frontal de De Carrouge antes de la segunda acometida que refleja la infinita tensión del momento. La muerte de Le Gris, muy bien resuelta y de un realismo que creo no haber visto nunca en una película así. Era el momento que llevaba esperando toda la película y mis manos se aferraron con fuerza al asiento. La dirección del duelo supera con creces la de cualquier secuencia de acción de las mostradas en 'Gladiator'.

Espero con ansias 'La casa de Gucci' (para la semana que viene, si hay suerte), pues esta película me ha dejado más que satisfecho.
1 de enero de 2022 2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Matrix fue un gran acontecimiento en la historia del cine. Su variedad de extravagantes fuentes de inspiración (La filosofía de Platón, las distopías ciberpunks, el cine negro, el cine de artes marciales, el anime, los cómics, la biblia…), la popularización de recursos revolucionarios (El tiempo bala…), su elevada calidad en aspectos técnicos (Coreografías, montaje, sonido, efectos visuales…) y, sobre todo, su profundidad filosófica son los motivos que la llevaron a ser considerada la obra maestra que es hoy en día. Además, su desempeño en taquilla ha llevado a la producción de tres secuelas.

En una escena de la que hoy nos ocupa (que, por razones obvias, no detallaré en esta sección) uno de los personajes, tras tener una presentación que emula cierto acontecimiento de la primera entrega de la franquicia, pero recreado en un contexto menos digno, le pregunta al personaje principal, si dicha presentación se trata de una tragedia o de una farsa. Esta pregunta referencia una frase del filósofo y economista Karl Marx que dice así: ‘La historia ocurre dos veces: La primera como una gran tragedia, y la segunda como una miserable falsa’.

En el caso de la saga que nos ocupa, la tragedia es evidente: La segunda y la tercera película de la saga fueron una decepción para buena parte de la crítica y aquella legión de adeptos que se enamoraron de su debut. The Matrix Reloaded apostó por aplicar la sexta marcha tanto a las secuencias de acción como a la componente filosófica de la saga. Aunque lo primero fue bien recibido, lo segundo dio como resultado una película difícil de comprender en un primer visionado. The Matrix Revolutions, más allá de resolver los enigmas planteados en la segunda entrega y de dar un cierre a la saga, poco aportó.

Por otro lado, debo decir, a riesgo de cargar con la soberbia de quienes salieron del cine decepcionados, que la farsa no la veo por ninguna parte. The Matrix Resurrections recupera la profundidad filosófica de las dos primeras entregas, le da una vuelta de tuerca y la enfoca de un modo desenfadado. Esto, a mi parecer, debería dejar satisfechos a todos aquellos que aman Matrix por ser una película que les invitó a reflexionar.
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The Matrix Resurrections no es una película exenta de defectos. Los tiene y en gran abundancia: Su estructura, pensada más como un reboot que como una secuela de las anteriores entregas le acarrea el sustentarse demasiado en el homenaje a las anteriores entregas de la saga. La versión del agente Smith mostrada en la película se resiente debido a este motivo. Su personaje (interpretado por un nuevo actor) no logra generar suspense dado que se nos revela su identidad a la primera de cambio. La pelea que tiene con Neo es un calco de la pelea que tiene lugar al final de The Matrix. Su participación es innecesaria teniendo en cuenta que El Psicoanalista (El villano principal de la cinta) tiene el suficiente potencial para sostener la película sobre sus hombros. Visto el resultado final, hubiese sido más interesante que en esta cinta apareciera como el jefe de Neo y no se nos revelase su identidad hasta una película posterior. No hay que quemar todos los cartuchos con el mismo disparo. Para lo de Merovingio no tengo palabras. No tengo problema con que algunos planos emulen a las cintas anteriores (El avance de Neo entre los bots para encontrarse con el analista emula el avance de este entre las distintas representaciones del agente Smith en The Matrix Revolutions) si la escritura del guion así lo requiere, pero en esta película se abusa de ello.

Las secuencias de acción sufren un importante bajón de calidad con respecto a las dos primeras cintas. Es comprensible que después de varias entregas haciendo lo mismo, los creadores de la saga quisieran coquetear con otras coreografías de pelea distintas a las del cine asiático de artes marciales. Lo que es imperdonable, es que ciertas secuencias, como la pelea en el tren, tengan un montaje tan mediocre que no se logre distinguir lo que está ocurriendo. Eso sí, la persecución en motocicleta y su clímax, con Neo enfrentándose a los tres helicópteros en la azotea, fue de los más emocionante (Aunque no entienda que dos de los helicópteros desaparecen cuando el tercero recibe el impacto de un misil).

Hay planteamientos que están desaprovechadas. Para buen ejemplo la incógnita sobre si matrix es real o sólo una invención de Neo, la cual se resuelve muy rápido y que, bien llevada, podría haber sido el hilo conductor de una nueva trilogía. También me gusta que Trinity pueda modificar Matrix de forma similar a como lo hace Neo, pero no la falta de desarrollo con que esto se cuenta (Aunque me sigue pareciendo peor lo de que Neo pueda controlar a las máquinas en el mundo real).

Pero como he dicho en la anterior sección, la película tiene cosas muy buenas. La actualización del universo de la saga está repleta de matices que le hacen tener identidad propia. La resistencia ha sido capaz de desarrollar tecnología más avanzada como nuevos tipos de alimentos y programas que son ejecutados dentro de matrix para ayudarlos en su lucha (Estos programas también pueden manifestarse de forma física con otros avances tecnológicos), algunas máquinas han cambiado de bando…

El personaje del Psicoanalista también aporta frescura y los dilemas filosóficos que nos plantea son igual de interesantes que los planteados por el arquitecto en The Matrix Reloaded. La frase que los espectadores de la película recordarán será ‘Es más fácil controlar las emociones que los hechos’.

Lo mejor de esta película es el uso que se hace de la Metaficción. Para ello, ha sido necesario darle a la película un enfoque más desenfadado. Desde puñaladas a Warner Bross por querer enriquecerse a costa de la franquicia a cualquier precio hasta la existencia de la franquicia original (en forma de videojuego) como una historia dentro de la historia.

Es una película consciente de que jamás podrá superar a la original y no sólo solventa este problema referenciándola constantemente sino que se pregunta si su propia existencia es una farsa, y es por eso mismo, que yo jamás podré considerarla como tal.
18 de noviembre de 2021 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que he tenido algo de suerte. He tardado varias semanas en ir a ver esta película durante las cuales no me han parado de repetir que era mala de cojones. Al final, sólo ha sido mala y ya está, por lo que he podido salir del cine relativamente contento. De no haber sido así hubiese ido a verla con muchas más expectativas a pesar de lo mala que fue Venom. Por un motivo muy sencillo: Woody Harrelson interpretando a Matanza.

Al final sólo ha sido otra oportunidad perdida. Otra forma de desperdiciar el infinito potencial que supone la unión de un talentoso actor con un villano de cómics legendario. Por si no os ha quedado claro, y aunque la película tiene otros fallos (flojea incluso en el humor), será a Matanza a quien le caerán todos los palos.
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La interpretación de Woody Harrelson es buena, tal y como cabría esperar de un actor de semejante trayectoria. El problema es el personaje. O más bien, que el entorno en el que se desarrolla el personaje no lo deja crecer. La clasificación PG-13 que tiene la película nos demuestra que, a pesar del paso hacia adelante que han supuesto obras como Deadpool, Logan o Joker; los estudios y el espectador aún no han terminado de madurar. Esta clasificación tan contenida no nos permite conocer uno de los pilares del personaje: Matanza es la quintaesencia del salvajismo y la ultra violencia. Un Joker pasado de vueltas (si es que eso es posible). Y es que no lo vemos emplear sus características hachas (Casi todo el rato hace uso de los mismos tentáculos que ya vimos usar a Venom en la primera película). No vemos su famosa frase escrita en las paredes con la sangre de sus víctimas (la del título sin la negación, para los que no lean cómics).

Algunos defenderán a los estudios alegando que esta clasificación es necesaria con el objetivo de recuperar el dinero invertido. Aunque este argumento es fácilmente desmontable tras ver las cifras de recaudación de Joker, tampoco hacía falta una gran inversión. Para buena muestra, la muerte de Cletus Kasady. Debo mencionar que me ha gustado que le diga a Eddie Brock que sólo quería ser su amigo, ya que, tanto si fuese verdad como si le estuviese mintiendo, respeta la esencia del personaje. Pero me refiero a ese 'Que te den' que le suelta Venom sumado a la posterior acción de arrancarle la cabeza de un mordisco. Es el momento más serie B de la película y el que mejor funciona.

No necesitamos ver a un Matanza tan alto y musculoso. No necesitamos ver como destroza coches y helicópteros. No necesitamos ver como se convierte en un tornado que devora al alcalde de la prisión. Si quema su antiguo orfanato, no necesitamos ver un edificio en llamas, sino como baña en gasolina los pasillos forrados con los recuerdos de su infancia. En resumen, no queremos que se confunda más destrucción con más violencia. La violencia es y siempre será una magnitud cualitativa.

Puede que algún día veamos algo mejor. Mientras tanto, yo fantasearé con una película de Matanza de clasificación R, con la mitad de presupuesto y dirigida por Sam Raimi. Sólo con imaginarme a Matanza envuelto en sangre diciendo la frase icónica de Cheryl Williams en 'The evil dead' se me hace la boca agua.
Señor Harrelson, por favor, vístase como Cletus Kasady y haga un vídeo diciendo 'we're gonna get you'. Si lo hace, quedará perdonado de por vida.
5 de febrero de 2022 0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas de la saga Kingsman se han caracterizado por incorporar un sello de calidad no oficial al estilo de los relojes Casio o los coches de la Toyota. Sus puntos más destacados son: Una historia más grande que nuestras vidas, un toque de comedia negra sin renunciar al buen gusto, un guion muy completo en cuanto a uso de recurso y giros argumentales y una excelente dirección de las escenas de acción. Este sello de calidad se llama Matthew Vaughn y esta película lo tiene. Evoca entretenimiento con clase. Es la mejor montaña rusa del parque de atracciones que visitaste este verano. Y es cierto que la tercera vez que te subes no tiene la misma magia que la primera, pero aún sigue mereciendo la pena.
Por tanto, querido lector, cuando tengas un día de esos en los que no hay nada por lo que tengas que dar gracias; llama a aquel amigo que siempre que veis una película se ríe en situaciones que no son graciosas per se e id a verla. Durante dos horas te olvidarás de que tu vida no es perfecta. Y entonces, al salir del cine podrás decir ‘Gracias Matthew Vaughn, por haber vuelto a hacerlo’.
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Si hay algo que ha convertido a Matthew Vaughn en un cineasta de culto es su forma de dirigir acción. Hoy en día, para ahorrar tiempo y dinero en coreografías de pelea, se construyen las escenas de acción en base al montaje. Cuantos más cortes por segundo tenga una secuencia más tensión se logra generar. Kingsman es de las pocas producciones que lucha por escapar a esta tendencia. Las coreografías están trabajadas y no se esconden con el montaje. Destaca la pelea final entre el duque de Oxford y Shepherd, y sobre todo el enfrentamiento de los Kingsman con Rasputín, cuya coreografía combina los pasos del ballet de Moscú con las clásicas técnicas de esgrima. Además, Vaughn logra generar la misma tensión que se persigue con los cortes al mover rápidamente la cámara alrededor del foco de la acción. Esta combinación de factores es lo que hace a su estilo de dirección único.
Tampoco puedo irme sin destacar el uso tan respetuoso que se hace de ciertos recursos argumentales, también presentes en las demás películas de la franquicia. Las pistolas de Chejov abundan por doquier. Desde el momento en el que vemos a Rasputín consumiendo pequeñas dosis de cianuro, cosa que después le permite sobrevivir al envenenamiento; hasta el momento en el que Shepherd hace uso de la pistola escondida en su espada durante un entrenamiento para justificar que dicha arma le permita dejar fuera de combate a Shola en la pelea final. Más impresión aún me causo el subversivo giro de guion que es la muerte de Conrad al final del segundo acto después de casi haber completado el viaje del héroe. Después de habernos mostrado ese plano de Conrad cargando a su compañero mientras el sol emerge a sus espaldas.
Dios, que épico. Gracias Matthew Vaughn, por haberlo hecho de nuevo.
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