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7
17 de octubre de 2021
17 de octubre de 2021
70 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película tiene un problema, y ese problema es muy sencillo: no se ajusta a la realidad de los hechos, porque sus fines son puramente propagandísticos.
Comencemos poniéndonos en situación, o mejor dicho, situemos el contexto correcto de los hechos narrados.
En 1931, Japón, iniciando una política colonialista, invade Manchuria. En aquel momento gobernaba China el Kuomintang de Chiang Kai-shek, que estaba inmerso en una guerra contra el Partido Comunista de China.
Chiang Kai-shek opinaba que lo realmente importante en ese momento era aniquilar al Ejército Rojo comunista, que consiguió zafarse de la derrota en 1934 gracias a la Larga Marcha. Pensaba que el tema japonés podía retrasarse a pesar de la presión en contra de la población china.
En 1937 estalló oficialmente la guerra tras la invasión japonesa del norte de China. El líder nacionalista ya no pudo postergar más el enfrentamiento contra el ejército nipón.
Llegó a un acuerdo con los dirigentes comunistas, y formaron un frente común contra el invasor, aunque la desconfianza mutua era constante.
Hasta 1945, el Ejército Nacionalista de Chiang Kai-shek, y el Ejército Rojo de Mao Tse-tung encadenaron derrota tras derrota, y nunca impidieron el avance japonés, que incluso llegó a abrir un pasillo hasta Birmania cuando ya estaba cerca el final de la Segunda Guerra Mundial.
Entre los dos ejércitos chinos había una gran diferencia de actuación: mientras los nacionalistas se enfrentaban a los seguidores del Mikado en batallas tradicionales sufriendo terribles pérdidas, el Ejército Rojo se limitó a una guerra de guerrillas, y cuando intento enfrentarse de forma tradicional al ejercito japonés, fue estrepitosamente derrotado.
Esta situación trajo una consecuencia: el ejército nacionalista se debilitó, mientras que el ejército comunista se fortaleció, situación que fue clave para la victoria final del Ejército Rojo sobre el Ejército Nacionalista en 1947.
Explicado el contexto podemos entender ahora la película.
Esta cinta es impecable a nivel técnico, sus batallas son magníficas, acaparando la atención y haciendo vibrar las emociones. Incluso realiza una buena descripción de los personajes. Pero miente.
Miente porque la defensa del Almacén de Shanghái duró mientras el ejército japonés se abstuvo de utilizar artillería pesada por no dañar las legaciones occidentales que se hallaban junto al almacén y al otro lado del río Huangpu.
Pero en cuanto los japoneses dijeron que iban a bombardear con obuses el edificio, sus defensores salieron en estampida hacia las legaciones occidentales.
La película es pura propaganda, porque el regimiento que ocupó el almacén pertenecía al Ejército Rojo, y a falta de otros hechos heroicos destacables entre las continúas derrotas, las autoridades chinas eligen esta pura anécdota militar, que inflaman, exageran y la transforman en algo legendario para conseguir héroes donde es difícil encontrarlos.
Buena película bélica, pero asentada en una mentira.
Si viajáis a Shanghái, veréis, en una orilla del río Huangpu, el edifico del almacén medio destruido y absolutamente acribillado a balazos. Está rodeado por un jardín y tiene la categoría de monumento nacional en honor a los soldados que lo defendieron.
Cada país tiene derecho a reivindicar a los que considera sus héroes.
Comencemos poniéndonos en situación, o mejor dicho, situemos el contexto correcto de los hechos narrados.
En 1931, Japón, iniciando una política colonialista, invade Manchuria. En aquel momento gobernaba China el Kuomintang de Chiang Kai-shek, que estaba inmerso en una guerra contra el Partido Comunista de China.
Chiang Kai-shek opinaba que lo realmente importante en ese momento era aniquilar al Ejército Rojo comunista, que consiguió zafarse de la derrota en 1934 gracias a la Larga Marcha. Pensaba que el tema japonés podía retrasarse a pesar de la presión en contra de la población china.
En 1937 estalló oficialmente la guerra tras la invasión japonesa del norte de China. El líder nacionalista ya no pudo postergar más el enfrentamiento contra el ejército nipón.
Llegó a un acuerdo con los dirigentes comunistas, y formaron un frente común contra el invasor, aunque la desconfianza mutua era constante.
Hasta 1945, el Ejército Nacionalista de Chiang Kai-shek, y el Ejército Rojo de Mao Tse-tung encadenaron derrota tras derrota, y nunca impidieron el avance japonés, que incluso llegó a abrir un pasillo hasta Birmania cuando ya estaba cerca el final de la Segunda Guerra Mundial.
Entre los dos ejércitos chinos había una gran diferencia de actuación: mientras los nacionalistas se enfrentaban a los seguidores del Mikado en batallas tradicionales sufriendo terribles pérdidas, el Ejército Rojo se limitó a una guerra de guerrillas, y cuando intento enfrentarse de forma tradicional al ejercito japonés, fue estrepitosamente derrotado.
Esta situación trajo una consecuencia: el ejército nacionalista se debilitó, mientras que el ejército comunista se fortaleció, situación que fue clave para la victoria final del Ejército Rojo sobre el Ejército Nacionalista en 1947.
Explicado el contexto podemos entender ahora la película.
Esta cinta es impecable a nivel técnico, sus batallas son magníficas, acaparando la atención y haciendo vibrar las emociones. Incluso realiza una buena descripción de los personajes. Pero miente.
Miente porque la defensa del Almacén de Shanghái duró mientras el ejército japonés se abstuvo de utilizar artillería pesada por no dañar las legaciones occidentales que se hallaban junto al almacén y al otro lado del río Huangpu.
Pero en cuanto los japoneses dijeron que iban a bombardear con obuses el edificio, sus defensores salieron en estampida hacia las legaciones occidentales.
La película es pura propaganda, porque el regimiento que ocupó el almacén pertenecía al Ejército Rojo, y a falta de otros hechos heroicos destacables entre las continúas derrotas, las autoridades chinas eligen esta pura anécdota militar, que inflaman, exageran y la transforman en algo legendario para conseguir héroes donde es difícil encontrarlos.
Buena película bélica, pero asentada en una mentira.
Si viajáis a Shanghái, veréis, en una orilla del río Huangpu, el edifico del almacén medio destruido y absolutamente acribillado a balazos. Está rodeado por un jardín y tiene la categoría de monumento nacional en honor a los soldados que lo defendieron.
Cada país tiene derecho a reivindicar a los que considera sus héroes.
3
30 de octubre de 2021
30 de octubre de 2021
94 de 146 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Caballero Verde. Y voy yo, el que escribe, y pienso: "¿Estaré delante de otra maravilla artúrica como Excalibur de John Boorman, una auténtica obra maestra y, sin ninguna duda, la mejor adaptación cinematográfica de la leyenda de Arturo, basada en Los Hechos del Rey Arturo de John Steinbeck, y Le Morte d'Arthur de sir Thomas Malory?
Vale, ese es el contexto. La película comenzó y yo me embriagué en un primer momento por la ambientación y el tono general, pero según iba avanzando, la sombra de la duda se abalanzó sobre mí. Y me cubrió, luego me ahogo, y después vi lo que tenía delante: un truño.
Yo comprendo que el lenguaje cinematográfico es tentador. Tener una cámara a tus órdenes puede producir el deseo de innovar y esas cosas, pero para innovar y cautivar hay que tener talento, y aquí, a falta de ese don, solo hay amaneramiento y confusión. Situaciones frías apoyadas en poco explícitos mensajes, produciendo un fango denso de pesadez y pretensión.
Es un truño. Nada se salva. No hay ritmo, ni comunicación emocional.
La lógica narrativa huye del desastre y lo onírico se adueña de todo pero no como un dulce sueño, sino como una pesadilla inabarcable.
Quizá el texto original de pie a la comprensión. Quizá incluso favorezca el entretenimiento, pero esta película induce al sopor y el bostezo fácil.
Ni la ambientación es correcta y, obviamente, ningún personaje merece empatía. Todo naufraga como algo vacuo y triste. Eso sí, como que todo parece muy cool.
Señor, señor, qué triste pesadilla.
Vale, ese es el contexto. La película comenzó y yo me embriagué en un primer momento por la ambientación y el tono general, pero según iba avanzando, la sombra de la duda se abalanzó sobre mí. Y me cubrió, luego me ahogo, y después vi lo que tenía delante: un truño.
Yo comprendo que el lenguaje cinematográfico es tentador. Tener una cámara a tus órdenes puede producir el deseo de innovar y esas cosas, pero para innovar y cautivar hay que tener talento, y aquí, a falta de ese don, solo hay amaneramiento y confusión. Situaciones frías apoyadas en poco explícitos mensajes, produciendo un fango denso de pesadez y pretensión.
Es un truño. Nada se salva. No hay ritmo, ni comunicación emocional.
La lógica narrativa huye del desastre y lo onírico se adueña de todo pero no como un dulce sueño, sino como una pesadilla inabarcable.
Quizá el texto original de pie a la comprensión. Quizá incluso favorezca el entretenimiento, pero esta película induce al sopor y el bostezo fácil.
Ni la ambientación es correcta y, obviamente, ningún personaje merece empatía. Todo naufraga como algo vacuo y triste. Eso sí, como que todo parece muy cool.
Señor, señor, qué triste pesadilla.

4.4
2,477
4
4 de septiembre de 2021
4 de septiembre de 2021
52 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinderella (2021), con Camilla Cabello.
Le tenía ganas a esta revisión del clásico de Perrault, pero una vez contemplado he de decir que las lágrimas acuden a mis ojos de forma excesiva, como de forma excesiva la directora y guionista de la cinta se ha ocupado de destrozar el cuento de forma sistemática y con cierta saña o incompetencia.
En primer lugar, una historia conocida tiene una ventaja para quien la versiona, porque sabe cuales son sus puntos fuertes y dónde se acumula la intensidad dramática; y aquí nos encontramos frente a una historia plana, ya no predecible, sino falta de intensidad, desgarro emocional en los momentos en que se espera, fuerza visual cuando hay que aplicarla y poder narrativo cuando la acción lo exige.
Solo una cosa permanece en la película, una novedad que lo satura todo, hace que la cinta supure pesadez y molicie de forma constante, que lo que podría ser una revisión agradable de un clásico se convierta en algo indigesto y excesivamente reiterativo, tanto que produce rechazo, arcada y desluce el argumento y el posterior guión, y lo que produce tal hartazgo es la constante reivindicación feminista, que un poco ayuda y un mucho cansa.
No hay en la película mujer que no reclame su independencia, su igualdada frente al hombre y su deseo de ser un ente autónomo frente al macho opresor, que está muy bien la reivindicación, y así debe ser, pero si esa reclamación se extiende a cada frase, hecho o aparición femenina, se convierte en algo insufrible y una losa que hunde irremediablemente lo que aparece en pantalla.
Otro defecto es la tremendda superficialidad de la cinta, su falta de poder emotivo.
A destacar Camila Cabello, que ojalá haga más películas porque está realmente encantadora.
También destaca la banda sonora.
El resto es como una pancarta de una manifestación feminista que todo lo cubre y no deja ver lo que hay detrás. Una pena.
Le tenía ganas a esta revisión del clásico de Perrault, pero una vez contemplado he de decir que las lágrimas acuden a mis ojos de forma excesiva, como de forma excesiva la directora y guionista de la cinta se ha ocupado de destrozar el cuento de forma sistemática y con cierta saña o incompetencia.
En primer lugar, una historia conocida tiene una ventaja para quien la versiona, porque sabe cuales son sus puntos fuertes y dónde se acumula la intensidad dramática; y aquí nos encontramos frente a una historia plana, ya no predecible, sino falta de intensidad, desgarro emocional en los momentos en que se espera, fuerza visual cuando hay que aplicarla y poder narrativo cuando la acción lo exige.
Solo una cosa permanece en la película, una novedad que lo satura todo, hace que la cinta supure pesadez y molicie de forma constante, que lo que podría ser una revisión agradable de un clásico se convierta en algo indigesto y excesivamente reiterativo, tanto que produce rechazo, arcada y desluce el argumento y el posterior guión, y lo que produce tal hartazgo es la constante reivindicación feminista, que un poco ayuda y un mucho cansa.
No hay en la película mujer que no reclame su independencia, su igualdada frente al hombre y su deseo de ser un ente autónomo frente al macho opresor, que está muy bien la reivindicación, y así debe ser, pero si esa reclamación se extiende a cada frase, hecho o aparición femenina, se convierte en algo insufrible y una losa que hunde irremediablemente lo que aparece en pantalla.
Otro defecto es la tremendda superficialidad de la cinta, su falta de poder emotivo.
A destacar Camila Cabello, que ojalá haga más películas porque está realmente encantadora.
También destaca la banda sonora.
El resto es como una pancarta de una manifestación feminista que todo lo cubre y no deja ver lo que hay detrás. Una pena.
8
14 de enero de 2023
14 de enero de 2023
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Makanai, la cocinera de las maiko, dirigida por Hirokazu Kore-eda, es una serie de Netflix que constituye una de las mejores obras de ficción de los últimos tiempos que haya producido la popular plataforma streaming.
Está basada en un manga, que a su vez dio origen a un anime, y ahora termina en una serie con personajes reales.
De una forma pausada y tranquila, al ritmo de la vida cotidiana, sin grandes hechos memorables, sin épicas batallas vitales que ganar ni grandes desgarros emocionales que mostrar, nos va presentando la vida de las maiko (aprendices de geisha), en el popular barrio de Kyoto donde pervive aún esta centenaria tradición japonesa.
Hirokazu Kore-eda nos muestra la vida diaria de estas jóvenes aprendices dispuestas a absorber, cultivar y mantener la tradición geiko, y lo hace sin estridencias, mostrando por un lado la tradición y por otro el mundo moderno en el que se desenvuelve, sin conflictos aparentes, y si los hay, sin la suficiente importancia para causar problemas insolubles a sus protagonistas.
Una deliciosa serie, para saborearla despacio, donde realmente no pasa nada salvo los pequeños actos cotidianos de las maiko en su casa común.
Una serie muy japonesa, tanto, que cabe preguntarse si no aburrirá al escéptico occidental.
Una deliciosa delicatessen solo apta para paladares que se recrean en la poesía de lo cotidiano.
Está basada en un manga, que a su vez dio origen a un anime, y ahora termina en una serie con personajes reales.
De una forma pausada y tranquila, al ritmo de la vida cotidiana, sin grandes hechos memorables, sin épicas batallas vitales que ganar ni grandes desgarros emocionales que mostrar, nos va presentando la vida de las maiko (aprendices de geisha), en el popular barrio de Kyoto donde pervive aún esta centenaria tradición japonesa.
Hirokazu Kore-eda nos muestra la vida diaria de estas jóvenes aprendices dispuestas a absorber, cultivar y mantener la tradición geiko, y lo hace sin estridencias, mostrando por un lado la tradición y por otro el mundo moderno en el que se desenvuelve, sin conflictos aparentes, y si los hay, sin la suficiente importancia para causar problemas insolubles a sus protagonistas.
Una deliciosa serie, para saborearla despacio, donde realmente no pasa nada salvo los pequeños actos cotidianos de las maiko en su casa común.
Una serie muy japonesa, tanto, que cabe preguntarse si no aburrirá al escéptico occidental.
Una deliciosa delicatessen solo apta para paladares que se recrean en la poesía de lo cotidiano.
2 de julio de 2022
2 de julio de 2022
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que soy un mitómano de las actrices bellas y con talento; de hecho, cuando una de ellas aparece en los créditos de una película, ni siquiera me informo sobre el director, argumento y otras circunstancias, simplemente me lanzo de cabeza a contemplar a la diva de turno haciendo su trabajo.
En Cha Cha Real Smooth (2022), se cumplía ese requisito, porque la diva de mi admiración que aparecía en esta cinta era Dakota Johnson.
Y mira por donde, además de contemplar a tan excelente actriz, cuya carga genética de talento y excelencia le supura en cada frase y cada gesto, recordemos que es nieta de Tippi Hedren, hija de Don Johnson y Melanie Griffith, e hijastra de Antonio Banderas, me he topado con una excelente película de marcado aspecto indie, en la cual una joven madre judía, que lidia con el hecho de tener una hija autista y con el abandono de su marido al poco de nacer aquélla, conoce a un joven muy peculiar con el que inicia una relación aún más peculiar.
Película llena de matices, donde se analiza la complejidad de ciertas situaciones que nos rodean y nos esclavizan, y donde se cumple ese aforismo que es motivo de tantas y tantas películas y que dice así: "El amor es una cuestión de oportunidad. Hay que conocer a la persona adecuada en el momento oportuno, ni demasiado pronto ni demasiado tarde".
Este aforismo también inspiro a La la land, Lost In Traslation y a tanta dulces y melancólicas películas.
Quien lo acuñó fue Wong Kar-wai en aquella excepcional película titulada 2046 (2004). Solo por esa frase 2046 ha pasado a la historia del cine.
En Cha Cha Real Smooth (2022), se cumplía ese requisito, porque la diva de mi admiración que aparecía en esta cinta era Dakota Johnson.
Y mira por donde, además de contemplar a tan excelente actriz, cuya carga genética de talento y excelencia le supura en cada frase y cada gesto, recordemos que es nieta de Tippi Hedren, hija de Don Johnson y Melanie Griffith, e hijastra de Antonio Banderas, me he topado con una excelente película de marcado aspecto indie, en la cual una joven madre judía, que lidia con el hecho de tener una hija autista y con el abandono de su marido al poco de nacer aquélla, conoce a un joven muy peculiar con el que inicia una relación aún más peculiar.
Película llena de matices, donde se analiza la complejidad de ciertas situaciones que nos rodean y nos esclavizan, y donde se cumple ese aforismo que es motivo de tantas y tantas películas y que dice así: "El amor es una cuestión de oportunidad. Hay que conocer a la persona adecuada en el momento oportuno, ni demasiado pronto ni demasiado tarde".
Este aforismo también inspiro a La la land, Lost In Traslation y a tanta dulces y melancólicas películas.
Quien lo acuñó fue Wong Kar-wai en aquella excepcional película titulada 2046 (2004). Solo por esa frase 2046 ha pasado a la historia del cine.
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