Dos almas perdidas en un desierto de gente que se ayudan mutuamente a encontrase. Uno cansado de una vida sin sentido, varada en aguas tranquilas y aburridas, y otra intentado encontraselo a una vida todavía por estrenar.
No se si fue tras está película cuando Hollywood cayo enamorado de Scarlett Johansson, pero yo he sido embrujado por una sonrisa sincera, pocas lo son, proveniente de la relación autentica con el personaje de Murray y por ende del espectador. Una sonrisa que sientes tuya, de las que solo te pueden dar dos o tres personas en el mundo y firman un contrato vitalicio contigo.
A pesar de las pinceladas de humor desubicadas al principio de la película, pero no por ello de baja calidad, Sofia Coppola me ha dicho que hay una persona ahí fuera capaz de ser mi guia en el desierto, su cara, su edad, su origen no lo conozco, pero puedo hacerme una idea de cómo será su sonrisa.