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5.5
1,599
8
26 de octubre de 2011
26 de octubre de 2011
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la tasca del pueblo hemos decidido que los españoles no tenemos nada que envidiar a los yanquis en eso de la conquista del espacio. Los americanos tendrán su Estatua de la Libertad y su Golden Gate, pero nosotros para eso tenemos nuestra Cibeles y nuestro estadio del Santiago Bernabéu que no es moco de pavo. Donde esté el ingenio del español, capaz de arreglar el Minipimer con un par de empalmes o el televisor con par de porrazos dados encima con la mano abierta, ya se pueden quitar Wernhers von Brauns o quien sea.
1-Apartado científico ¿Falta un sabio que sepa de propulsiones? Nada, que yo tengo un cuñado que tiene un tío que sabe de aquí a Lima. Lo malo es que está en un asilo…y encima se parece a López Vázquez en vejete. Nada, no problem.
2-Apartado técnico: Lo de construir el cohete, chupado…que el Faustino deje de hacer armarios y se venga. Y el Saturnino también, que es un hacha poniendo cañerías. No te olvides de Hilario el electricista, que es especialista en empalmes a lo hombre, ósea, sin quitar la corriente. ¿Nos dejamos a alguien? Bueno, Valeriano también quiere entrar…Pero es que es lechero…¿Y?...¿Qué tiene que ver la leche con hacer cohetes?...Va, que se meta. Ya le daremos tarea. Queda por decidir quién va en el cohete, hombre, la cosa no es que pueda torcerse teniendo a cracks como Faustino, Hilario y Valeriano. Que vaya Pepe, que es quien ha tenido la idea, que es un hombre audaz y resolutivo que vale para todo. ¿Qué más nos falta? La comida que no falte ¿Unos huevos con chorizo y un pollo al chilindrón desecados para el viaje? Y la seguridad ante todo: ¿Un traje presurizado? Llama a la cocinera y a la modistilla, que son la misma.
3-Apartado presupuestario: Que el cacique del pueblo, que tiene muchos duros arrime el hombro. Si se va hacer famoso y más rico todavía con la de turistas que van venirse a ponerse rojos como gambas con el sol y a comer paella con sangría. Y encima le vamos a poner al complejo de lanzamiento su nombre. No se puede negar. Bueno, por si las moscas que vaya Pepe, que tiene labia para eso y en cinco minutos lo convence.
4-Apartado seguridad: Que se venga el cuñado de Valeriano y punto pelota.
5-Apartado logístico: El botijo que circule. Que el sol pega cosa mala.
6-Otras consideraciones: briefing diario de técnicos a pie de obra, bueno, de torre de lanzamiento. Brainstorming con todos los implicados. Ya pensaremos en otras minucias después.
Ostras Pedrín, que no hemos pensado en un nombre…ya se nos ocurrirá algo pegadizo, algo parecido a lo de los yanquis, pero patrio.
Madrid, España. 16 abril de 1970
Informe de S.A.N.A. Sociedad Anónima de Naves Aeroespaciales.
Informe confidencial FOR YOUR EYES ONLY.
Iniciativa para poner un español en la Luna antes del final del año en curso.
La tarea es ardua y no exenta de ciertos riesgos, pero contamos con abultados medios tanto humanos como técnicos para llevarla a cabo con éxito.
(sigue el informe)
1-Apartado científico ¿Falta un sabio que sepa de propulsiones? Nada, que yo tengo un cuñado que tiene un tío que sabe de aquí a Lima. Lo malo es que está en un asilo…y encima se parece a López Vázquez en vejete. Nada, no problem.
2-Apartado técnico: Lo de construir el cohete, chupado…que el Faustino deje de hacer armarios y se venga. Y el Saturnino también, que es un hacha poniendo cañerías. No te olvides de Hilario el electricista, que es especialista en empalmes a lo hombre, ósea, sin quitar la corriente. ¿Nos dejamos a alguien? Bueno, Valeriano también quiere entrar…Pero es que es lechero…¿Y?...¿Qué tiene que ver la leche con hacer cohetes?...Va, que se meta. Ya le daremos tarea. Queda por decidir quién va en el cohete, hombre, la cosa no es que pueda torcerse teniendo a cracks como Faustino, Hilario y Valeriano. Que vaya Pepe, que es quien ha tenido la idea, que es un hombre audaz y resolutivo que vale para todo. ¿Qué más nos falta? La comida que no falte ¿Unos huevos con chorizo y un pollo al chilindrón desecados para el viaje? Y la seguridad ante todo: ¿Un traje presurizado? Llama a la cocinera y a la modistilla, que son la misma.
3-Apartado presupuestario: Que el cacique del pueblo, que tiene muchos duros arrime el hombro. Si se va hacer famoso y más rico todavía con la de turistas que van venirse a ponerse rojos como gambas con el sol y a comer paella con sangría. Y encima le vamos a poner al complejo de lanzamiento su nombre. No se puede negar. Bueno, por si las moscas que vaya Pepe, que tiene labia para eso y en cinco minutos lo convence.
4-Apartado seguridad: Que se venga el cuñado de Valeriano y punto pelota.
5-Apartado logístico: El botijo que circule. Que el sol pega cosa mala.
6-Otras consideraciones: briefing diario de técnicos a pie de obra, bueno, de torre de lanzamiento. Brainstorming con todos los implicados. Ya pensaremos en otras minucias después.
Ostras Pedrín, que no hemos pensado en un nombre…ya se nos ocurrirá algo pegadizo, algo parecido a lo de los yanquis, pero patrio.
Madrid, España. 16 abril de 1970
Informe de S.A.N.A. Sociedad Anónima de Naves Aeroespaciales.
Informe confidencial FOR YOUR EYES ONLY.
Iniciativa para poner un español en la Luna antes del final del año en curso.
La tarea es ardua y no exenta de ciertos riesgos, pero contamos con abultados medios tanto humanos como técnicos para llevarla a cabo con éxito.
(sigue el informe)

5.2
1,275
3
22 de octubre de 2011
22 de octubre de 2011
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya en 1995 Michael Moore apuntaba lo que serían los dos puntales principales de sus famosos trabajos posteriores: un presidente gris impopular y el idílico vecino Canadá y sus gentes, que al parecer son como de otro planeta comparados con sus vecinos del sur.: “en Canadá no cierran las puertas”, “son más abiertos y tolerantes”, etc., etc.
Moore como director de películas no deja de ser un director mediocre: la idea de Operación Canadá es buena, aunque a los cinco minutos de metraje todo se va diluyendo. No convencen ni Alan Alda, ni Rip Torn, ni siquiera, y me duele decirlo, el gran John Candy. Desaprovecha a estos personajes claves con una dirección de actores horrible, llenos de histrionismos los primeros y que no aprovecha las posibilidades del tercero (el único canadiense del elenco principal). Las situaciones cómicas, además, tiran en demasía a la comedia grotesca y convierten lo que hubiese sido una demoledora e inteligente sátira en una burla bufa.
En fin, se ve algún destello ocasional, pero en conjunto se queda en mucho menos de lo que podría haber sido. Recomendable a todos los que creen que antes de Fahrenheit 9/11 no había nada.
Moore como director de películas no deja de ser un director mediocre: la idea de Operación Canadá es buena, aunque a los cinco minutos de metraje todo se va diluyendo. No convencen ni Alan Alda, ni Rip Torn, ni siquiera, y me duele decirlo, el gran John Candy. Desaprovecha a estos personajes claves con una dirección de actores horrible, llenos de histrionismos los primeros y que no aprovecha las posibilidades del tercero (el único canadiense del elenco principal). Las situaciones cómicas, además, tiran en demasía a la comedia grotesca y convierten lo que hubiese sido una demoledora e inteligente sátira en una burla bufa.
En fin, se ve algún destello ocasional, pero en conjunto se queda en mucho menos de lo que podría haber sido. Recomendable a todos los que creen que antes de Fahrenheit 9/11 no había nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Impagables la escena del suicida del comienzo de la película y la Fuerza Omega, que no deja a nadie atrás…

8.2
109,823
10
2 de noviembre de 2011
2 de noviembre de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En contadas ocasiones un rodaje complicado da lugar a películas extraordinarias. A veces ocurre que el cineasta está tan comprometido con su obra que lo da todo por ella. Sacrifica meses de vida más cómoda para dormir unas horas escasas en un país sin comodidades trabajando de sol a sol. Soportando además de la presión de los que ponen el dinero las inclemencias climáticas, los inconvenientes logísticos y los egos sobre hinchados de algunos actores.
La recompensa puede ser un batacazo descomunal, que los productores te manden a casa y que tengas que volver en avión con la cabeza gacha y con tu carrera arruinada.
Coppola se la jugó y si al principio tuvo que mutilar su obra el tiempo le ha dado la razón: su obra tal como la concibió era perfecta. Apocalypse Now es LA PELICULA sobre Vietnam. O mejor dicho, sobre la guerra moderna, su metodología, idiosincrasia y también sobre sus contrasentidos. Sobre el Hombre y su faceta animal.
Hay muchos que sólo se quedan con lo del olor de gasolina por la mañana, o lo del surf, interpretado de manera soberbia por un increíble Robert Duvall, o del show de Playboy, o el discurso de Kurtz, fragmentos todos ellos rodados con maestría…Se quedan con el espectáculo o el divismo. Luego es normal que las dos horas y pico restantes les aburran. La trama es progresiva, creciente y nos va llevando a ese mítico final. Ese final hiriente y cruel. A muchos les repele, pero es consecuente y comprometido. Aquí ya no valen las reglas de medir de la sociedad llameémosla civilizada, llameémosla maquillada, ni sus límites autoimpuestos, sin los cuales todo saltaría por los aires…
No hay una gota de gloria en ella, aquí no vais a encontrar héroes ni líderes. Más allá de cierto puente o cierto recodo del río está el caos de la jungla para el urbanita, donde no hay leyes, donde la lógica humana del bien y el mal y la moral dejan de tener sentido. El ser humano queda reducido a sus elementos más simples: sangre que fluye caliente, piel y vísceras, un cuerpo que lucha por sobrevivir y le grita al cerebro y éste claudica. No hay moral ni ética. Pasado el recodo del río la tecnología se convierte en chatarra que cuelga hecha jirones de los árboles. No hay que bajarse de la lancha. No hay que abandonar el pequeño fragmento que te ata con casa, que te permite volver a tu mundo…pasado el recodo está tu propio infierno.
A medida que la distancia física entre ambos reduce, los límites entre cazador y presa se desdibujan. Eso pasa cuando te bajas de la lancha: que nada es como te lo venden, quizás te des cuenta que has perdido la razón o que la has recobrado. Tal vez veas con claridad por primera vez en tu vida que has estado programado, que aquí te han arrancado el chip.
No hay que bajarse de la lancha. Si lo haces tienes que estar dispuesto a pagar el precio.
La recompensa puede ser un batacazo descomunal, que los productores te manden a casa y que tengas que volver en avión con la cabeza gacha y con tu carrera arruinada.
Coppola se la jugó y si al principio tuvo que mutilar su obra el tiempo le ha dado la razón: su obra tal como la concibió era perfecta. Apocalypse Now es LA PELICULA sobre Vietnam. O mejor dicho, sobre la guerra moderna, su metodología, idiosincrasia y también sobre sus contrasentidos. Sobre el Hombre y su faceta animal.
Hay muchos que sólo se quedan con lo del olor de gasolina por la mañana, o lo del surf, interpretado de manera soberbia por un increíble Robert Duvall, o del show de Playboy, o el discurso de Kurtz, fragmentos todos ellos rodados con maestría…Se quedan con el espectáculo o el divismo. Luego es normal que las dos horas y pico restantes les aburran. La trama es progresiva, creciente y nos va llevando a ese mítico final. Ese final hiriente y cruel. A muchos les repele, pero es consecuente y comprometido. Aquí ya no valen las reglas de medir de la sociedad llameémosla civilizada, llameémosla maquillada, ni sus límites autoimpuestos, sin los cuales todo saltaría por los aires…
No hay una gota de gloria en ella, aquí no vais a encontrar héroes ni líderes. Más allá de cierto puente o cierto recodo del río está el caos de la jungla para el urbanita, donde no hay leyes, donde la lógica humana del bien y el mal y la moral dejan de tener sentido. El ser humano queda reducido a sus elementos más simples: sangre que fluye caliente, piel y vísceras, un cuerpo que lucha por sobrevivir y le grita al cerebro y éste claudica. No hay moral ni ética. Pasado el recodo del río la tecnología se convierte en chatarra que cuelga hecha jirones de los árboles. No hay que bajarse de la lancha. No hay que abandonar el pequeño fragmento que te ata con casa, que te permite volver a tu mundo…pasado el recodo está tu propio infierno.
A medida que la distancia física entre ambos reduce, los límites entre cazador y presa se desdibujan. Eso pasa cuando te bajas de la lancha: que nada es como te lo venden, quizás te des cuenta que has perdido la razón o que la has recobrado. Tal vez veas con claridad por primera vez en tu vida que has estado programado, que aquí te han arrancado el chip.
No hay que bajarse de la lancha. Si lo haces tienes que estar dispuesto a pagar el precio.

8.3
35,911
9
13 de octubre de 2011
13 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aviso a navegantes: Ford y otros directores de su especie no van dando clases magistrales sobre ética, sobre lo que es recto o correcto de hacer. Relatan una época y a sus contemporáneos. Y tienen el arte y los cojones de hacerlo y convertirlo en obras maestras. Si buscáis un discurso diferente os vais a cabrear. Porque el mundo no funciona así. La fuerza de las pistolas o la coacción de las leyes (si cometes un delito y te pillo te la cargas) es lo que funciona con el puñetero género humano.
Con El hombre que (…) se habla mucho de acciones nobles, de sacrificio, de ceder el camino al nuevo futuro que se avecina…pero yo no lo veo así. Veo mortales con defectos humanos como la rabia, el desprecio, el interés...Vamos gente como con la que me codeo a diario. Por eso es tan desmitificadora. Por eso me gusta cada día más.
Y después llegaron los Leone y los Eastwood para construir encima de estos cimientos. Que hubiera sido de ellos sin el tipo del parche en el ojo. Que huérfanos hubiéramos estado todos sin el tipo de La diligencia o el de Centauros del desierto...
Con El hombre que (…) se habla mucho de acciones nobles, de sacrificio, de ceder el camino al nuevo futuro que se avecina…pero yo no lo veo así. Veo mortales con defectos humanos como la rabia, el desprecio, el interés...Vamos gente como con la que me codeo a diario. Por eso es tan desmitificadora. Por eso me gusta cada día más.
Y después llegaron los Leone y los Eastwood para construir encima de estos cimientos. Que hubiera sido de ellos sin el tipo del parche en el ojo. Que huérfanos hubiéramos estado todos sin el tipo de La diligencia o el de Centauros del desierto...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Doniphon: vive feliz en su charca. Es un tipo majete, noblote en el fondo, algo rudo y muy machote, pero no tiene huevos de decirle a Hallie que la ama. Tom se da cuenta un día que ser un machote y llevar revolver no sirven para conseguir lo que más se quiere, la mujer amada, que gracias a dios Hallie tiene la potestad de elegir. Cuando Tom se da de cara con la realidad, allana el camino de la mujer con el disparo más traicionero de la historia del western. No lo hace por Stoddard, al que en el fondo desprecia y al que humilla con la escena de los botes de pintura. Lo hace de forma rabiosa al verse derrotado y vencido:”Hallie, vete si es lo que quieres, vete lejos con él si le amas y dejadme los dos en paz.”
Stoddard: Llega con un baúl de libros, pletórico de ideales y pensando que las cosas se arreglan siempre hablando y razonando. Pero olvida, por su inexperiencia vital que siempre encontrará vaya donde vaya a tipos como Valance, que te meterán una bala entre los ojos si osas reprocharle su actitud. Ransom representa el futuro, pero necesita de la ayuda de los métodos del viejo, es decir, la fuerza no moral, la del cañón de un arma. Ransom un día abre los ojos y pierde la fe en sus principios a los que ve poco realistas. Coge un revolver y va a una cita con la muerte a la desesperada. Lo mejor viene después, con la convención en que Doniphon le cuenta la verdad. Tom le dice con bonitas palabras “acéptalo, eres un fraude, pero eres el fraude que esos de ahí dentro necesitan para vivir”. Pasan ¿veinticinco años? y Stoddard viaja a toda prisa hacia su destino gracias a que todo el mundo cree que mató a Liberty Valance, y en todos esos años Stoddard no ha dado un paso adelante y no ha confesado la verdad hasta el momento en que piensa retirarse. Que es un fraude. Quizás se diga a sí mismo que hay que tener principios pero que a veces hay que tener el valor de ver que al final son otros los que se manchan las manos por la ley.
Hallie: Vive como una mariposa que no puede abrir las alas, así que cuando tiene que elegir entre un dubitativo Tom, que no se decide a pasar la frontera de la amistad, y un Ransom, que le muestra, además de cariño y atención, la posibilidad de descubrir un nuevo mundo más amplio, no se lo piensa.
El comisario: más inútil que el cenicero de una moto. Su vida se reduce a engullir bistecs y trasegar cerveza. Nunca se ha hecho respetar ni lo hará. Contrapunto humorístico metido con mala leche para rebajar la tensión y plasmar la ley del viejo oeste.
Los periodistas. Los de Ford no enseñan nada nuevo que no sepamos. Siguen igual hoy en día. Hoy construyen monumentos de hombres que son de arcilla, apoyadas sobre leyendas corridas de voz en voz por unos intereses. Mañana hunden a otro en la miseria por otros motivos. Una mentira explicada mil veces al final será verdad y las pruebas de lo contrario van al final a quemarse a una estufa. Necesitamos héroes, de arcilla o de hojalata. Y si no existen, los creamos.
Stoddard: Llega con un baúl de libros, pletórico de ideales y pensando que las cosas se arreglan siempre hablando y razonando. Pero olvida, por su inexperiencia vital que siempre encontrará vaya donde vaya a tipos como Valance, que te meterán una bala entre los ojos si osas reprocharle su actitud. Ransom representa el futuro, pero necesita de la ayuda de los métodos del viejo, es decir, la fuerza no moral, la del cañón de un arma. Ransom un día abre los ojos y pierde la fe en sus principios a los que ve poco realistas. Coge un revolver y va a una cita con la muerte a la desesperada. Lo mejor viene después, con la convención en que Doniphon le cuenta la verdad. Tom le dice con bonitas palabras “acéptalo, eres un fraude, pero eres el fraude que esos de ahí dentro necesitan para vivir”. Pasan ¿veinticinco años? y Stoddard viaja a toda prisa hacia su destino gracias a que todo el mundo cree que mató a Liberty Valance, y en todos esos años Stoddard no ha dado un paso adelante y no ha confesado la verdad hasta el momento en que piensa retirarse. Que es un fraude. Quizás se diga a sí mismo que hay que tener principios pero que a veces hay que tener el valor de ver que al final son otros los que se manchan las manos por la ley.
Hallie: Vive como una mariposa que no puede abrir las alas, así que cuando tiene que elegir entre un dubitativo Tom, que no se decide a pasar la frontera de la amistad, y un Ransom, que le muestra, además de cariño y atención, la posibilidad de descubrir un nuevo mundo más amplio, no se lo piensa.
El comisario: más inútil que el cenicero de una moto. Su vida se reduce a engullir bistecs y trasegar cerveza. Nunca se ha hecho respetar ni lo hará. Contrapunto humorístico metido con mala leche para rebajar la tensión y plasmar la ley del viejo oeste.
Los periodistas. Los de Ford no enseñan nada nuevo que no sepamos. Siguen igual hoy en día. Hoy construyen monumentos de hombres que son de arcilla, apoyadas sobre leyendas corridas de voz en voz por unos intereses. Mañana hunden a otro en la miseria por otros motivos. Una mentira explicada mil veces al final será verdad y las pruebas de lo contrario van al final a quemarse a una estufa. Necesitamos héroes, de arcilla o de hojalata. Y si no existen, los creamos.

7.5
156,886
9
25 de octubre de 2011
25 de octubre de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spielberg es un director con el innegable talento para usar la cámara para captar el miedo, la sorpresa, la emoción…nunca vimos con los mismos ojos esos tráileres con los que nos cruzamos a diario en las autopistas después de que nos aterroriza con un camión que se caía de viejo, con un tiburón de goma hizo que nos pensáramos dos veces el meternos en el agua a chapotear, nunca miramos las luces del cielo de la misma manera desde que nos apabullara con unos OVNIS que no parecían de ninguna manera de este mundo…
Si bien es cierto que tiene sus películas malas, a veces le pierde su faceta más emocional de padre de familia y lastra sus trabajos con un exceso o bien de sentimentalismo o de moralina, con E.T. hizo diana. Es una película que a pesar del tiempo pasado sigue despertando emociones en los que la fueron a ver: tanto a los niños de entonces (ahora padres) como a los padres de entonces (ahora abuelos). El padre durante casi dos horas volvía a vivir su infancia a través de la emoción de su hijo/a, y el niño/a vivía durante ese rato una de las más hermosas historias de amistad infantil que nos ha dado el cine. Spielberg, además, conseguía encapsular la infancia, el difícil paso hacia la adolescencia, el despertar a la vida, colaba su cámara entre peluches para meterse en la intimidad de la niñez, un microcosmos cálido, en penumbras, impenetrable a la visión de los adultos. El mundo adulto pasa junto al de los niños sin reparar en él, siempre apresurado y apurado, mientras ocurren hechos maravillosos y mágicos. Con E.T. uno se da cuenta de lo que los adultos nos dejamos por el camino al crecer. El creer que todo es posible, el olvidarnos de la lógica, el abrazar a lo recién llegado sin cuestionarlo, sin prejuzgarlo…Volverla a ver con el espíritu y los ojos de crío es volver al hogar de la niñez…
Otro de los puntos fuertes del cineasta, y que aquí queda de manifiesto por completo, es la dirección de niños. Spielberg saca lo mejor de los chiquillos, en sí mismos, con la carga emocional que requerían sus papeles. Gertie y Elliot son auténticos niños viviendo la aventura que cambiará sus vidas, no son unos niños memorizando un guión y actuando delante de la cámara.
Y de fondo la fabulosa partitura del gran maestro John Williams, su trabajo más personal, una obra íntima, que rebosa sensibilidad y que llega al clímax en el tema “E.T. and Me” donde la calidez y delicadeza llegan a su cúspide, casi un tema de amor espiritual, sereno, de total afinidad, vínculo y entrega. Amistad incondicional sin reservas. Pura y sin máculas…
Verla sin el espíritu adecuado es malograrla.
Verla en compañía de niños es hacer y recibir un regalo.
Como abrir con los críos los regalos el día de Reyes.
Si bien es cierto que tiene sus películas malas, a veces le pierde su faceta más emocional de padre de familia y lastra sus trabajos con un exceso o bien de sentimentalismo o de moralina, con E.T. hizo diana. Es una película que a pesar del tiempo pasado sigue despertando emociones en los que la fueron a ver: tanto a los niños de entonces (ahora padres) como a los padres de entonces (ahora abuelos). El padre durante casi dos horas volvía a vivir su infancia a través de la emoción de su hijo/a, y el niño/a vivía durante ese rato una de las más hermosas historias de amistad infantil que nos ha dado el cine. Spielberg, además, conseguía encapsular la infancia, el difícil paso hacia la adolescencia, el despertar a la vida, colaba su cámara entre peluches para meterse en la intimidad de la niñez, un microcosmos cálido, en penumbras, impenetrable a la visión de los adultos. El mundo adulto pasa junto al de los niños sin reparar en él, siempre apresurado y apurado, mientras ocurren hechos maravillosos y mágicos. Con E.T. uno se da cuenta de lo que los adultos nos dejamos por el camino al crecer. El creer que todo es posible, el olvidarnos de la lógica, el abrazar a lo recién llegado sin cuestionarlo, sin prejuzgarlo…Volverla a ver con el espíritu y los ojos de crío es volver al hogar de la niñez…
Otro de los puntos fuertes del cineasta, y que aquí queda de manifiesto por completo, es la dirección de niños. Spielberg saca lo mejor de los chiquillos, en sí mismos, con la carga emocional que requerían sus papeles. Gertie y Elliot son auténticos niños viviendo la aventura que cambiará sus vidas, no son unos niños memorizando un guión y actuando delante de la cámara.
Y de fondo la fabulosa partitura del gran maestro John Williams, su trabajo más personal, una obra íntima, que rebosa sensibilidad y que llega al clímax en el tema “E.T. and Me” donde la calidez y delicadeza llegan a su cúspide, casi un tema de amor espiritual, sereno, de total afinidad, vínculo y entrega. Amistad incondicional sin reservas. Pura y sin máculas…
Verla sin el espíritu adecuado es malograrla.
Verla en compañía de niños es hacer y recibir un regalo.
Como abrir con los críos los regalos el día de Reyes.
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