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Críticas de Sildarien
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Críticas 14
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
19 de mayo de 2024
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mejor ver esta ingeniosa película de noche mientras imaginas que estás presenciando, en directo, un "late nigth" de entrevistas en la televisión estadounidense a finales de los 70.

El protagonista y presentador del programa en cuestión, Jack Delroy, no pasa por su mejor momento. Ha perdido a su mujer, las audiencias de su programa se están resintiendo y su continuidad y futuro están en el aire. Dispuesto a todo por recuperar el interés de los espectadores (y animado por su diabólico productor) organiza un especial de "Halloween" que resultará ser mucho más terrorífico de lo que ambos esperan. La invitada estrella es una adolescente acompañada de su terapeuta y, presuntamente, está poseída por el mismísimo diablo.

David Dastmalchian está que se sale, lo clava en su papel. Consigue incluso que empatices con Delroy y desees que, al final, todo le salga bien. La historia cuenta con pocos personajes, pero suficientes y todos y todas están a la altura.

La inmersión en los 70 es total y tienes que recordarte, a ratitos, que estás viendo una película y no una antigua reposición. La forma de rodarla, la gama de colores elegida y el trabajo de posproducción, maquillaje, peluquería y vestuario tienen la culpa.

Si la telebasura nocturna ha sido uno de tus "guilty pleasures" y pasaste unos añitos sin dormir las horas recomendadas por ver terminar Crónicas Marcianas y si, además, te mola ver lo que sucede durante "la publi" o fuera de cámaras y adentrarte en los entresijos de la tele, te vas a divertir mucho con esta peli. Las fans de las Hermanas del Baptisterio, las Caras de Bélmez, de la sección de Javier Sierra y del programa Iker Jiménez (cuando estaba en la radio) estamos de enhorabuena.

Gran guión, con buenos diálogos, que recoge todos los clichés de este tipo de programas, en los que todo vale por el "share". Una incisiva sátira sobre los medios de comunicación, un asomarte a esos "late" de los que se nutrieron estos formatos durante las tres décadas siguientes, muchas referencias, posesiones infernales (con giro de cabeza incluido) y mucho humor. ¿Que puede salir mal?

Yo soy de las que se hubiera tragado este especial de TV enterito, y con palomitas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sildarien
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7
21 de abril de 2024
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante el visionado de “La chimera” asistimos perplejas a un desfile de excéntricos personajes:

La película comienza presentando a Arthur, “el inglés”, que despierta de un sueño en un tren. Lleva puesto un traje de lino tan desgastado como su ánimo, pero lo conservará hasta la última secuencia. Podría haberse hecho con otra ropa, pero lo terrenal dejó de importarle hace tiempo, quizás nunca le importó. Lo lleva como una suerte de uniforme con el que llevar a cabo su misión. Ya en este tren la frontera de lo real y lo irreal comienza a desdibujarse. Interpretado por un increíble Josh O'Connor (que ya me encantó en “The Crown”) es el protagonista de la historia, aun así, no llegaremos a conocerle. Es parte fundamental de una banda rural de “tombaroli” (saqueadores de tumbas) por contar con un inexplicable don, pero no comparte las motivaciones de sus compañeros.

Conocemos también a “la mamma”, Flora, atrincherada en su decadente mansión, agarrada a un pasado que no puede, ni quiere, asumir o soltar. A la espera de algo que no va a llegar, la guarda cariño a Arthur por el vínculo que solo se crea al compartir una pérdida.

En imágenes oníricas, cortas pero sugerentes, atisbamos a Beniamina, y no son necesarios más planos para intuir que se trata de una mujer con un magnetismo especial, una musa.

Luego está Italia, migrante, supuesta alumna de Flora, que hace las veces de criada. Ama la música, pero necesita más un techo para su hija e hijo, y no está en disposición de pelear por una situación más justa. Nada más conocer a Arthur siente por él curiosidad y fascinación. La misma que se siente como espectadora.

Los “tombaroli” no parecen actores, si no personajes reales. Aportan a la película algunas secuencias tragicómicas y otras que parecen documentales costumbristas, rescatadas de una vieja hemeroteca. Arthur busca una conexión con lo sagrado y con “el más allá” y entiende el valor de los objetos recuperados. La banda, en cambio, se toma los saqueos como un trabajo, una forma más de ganar dinero que hace mantener viva su esperanza en tener por fin un auténtico golpe de suerte.

Por último, tenemos a los traficantes de antigüedades, que representan al sistema, a los que se lucran del expolio sin mancharse las manos y perpetúan las injusticias.

Estamos ante una película extraña, de estas en las que llevas una hora de metraje y aun no sabes bien lo que estás viendo. Resulta a ratos excesivamente lenta, pero si tienes paciencia y sabes donde buscar, te ofrecerá algunos tesoros. Entre el realismo y el realismo mágico, está rodada en distintos formatos, con cambios de ritmos, que acompañan muy bien la transición de lo picaresco a lo onírico. Grandes interpretaciones, diseño de producción y trabajo de vestuario. Imposible no mencionar el maravilloso cartel. Acertadísima la música, que alterna el pop de aquel momento, con música clásica y con dos canciones, interpretadas por una especie de juglar, que contienen en sus letras las claves de lo que la película quiere en realidad contarnos
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Sildarien
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6
11 de marzo de 2024
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mila se instala, junto a su pareja Marcel, en la casa en la que pasaba las vacaciones de verano con su familia, en lo que parece un intento de ambos por empezar de cero. Ella sufre un profundo bloqueo que somatiza en forma de urticaria y que le impide mantener relaciones sexuales con normalidad y parece que los dos llevan un tiempo lidiando con esta situación.

El retorno a ese lugar de su infancia despierta vivencias, recuerdos y pesadillas que propician que acompañemos a Mila en un viaje regresivo que desvelará los orígenes de sus traumas. Recorrer este camino, en sentido inverso, le concederá la posibilidad de reconciliarse con su deseo y con su cuerpo y, quizás, de comenzar a sanar.

Rodada íntegramente en catalán, la película ofrece sólidas interpretaciones, en especial la de "las tres Milas". Destaca el buen trabajo de fotografía y montaje que acompaña muy bien los flashbacks.

Todo en Creatura está dispuesto para generar incomodidad, pero incomodar (demasiado) es siempre un arma de doble filo.
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Sildarien
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7
4 de febrero de 2024
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sandra es una mujer alemana que vive con su hijo ciego de 11 años, Daniel, y su atormentado marido, Samuel, en una casa aislada en los Alpes franceses. Desde la primera secuencia se hace latente la tensión que existe en la pareja y, cuando Samuel, tras una violenta caída, aparece muerto en la nieve, no discernimos si se trata de un desafortunado accidente, si él se ha suicidado o si, tal vez, su mujer lo ha asesinado.

Tras las primeras investigaciones Sandra se convierte en sospechosa y, un año después, asistimos al juicio, en un procedimiento en el que, además de los hechos, se juzgarán los evidentes defectos de la protagonista, mujer y madre que no se ajusta a los estándares que durante años hemos interiorizado. Los recuerdos del niño y las revelaciones que va teniendo sobre la naturaleza de la relación de sus padres, serán determinantes para el veredicto.

Todo el tema forense y judicial es tratado de manera interesante y minuciosa. Con un estilo que roza el documental nos adentramos en el desarrollo de los juicios franceses (los americanos los tenemos bastante más vistos), sin dejar de lado la influencia que la cultura, los prejuicios y los medios de comunicación tienen en estos casos. “Anatomía de una caída”, en su forma, se presenta como drama judicial, pero en su fondo es una película que explora las complejidades de la dinámica de una pareja en la que se han invertido los papeles tradicionales, siendo ella una escritora de éxito y recayendo en él la mayor parte de las cargas familiares, incluida la crianza de su hijo. Su mayor virtud es exponer, en tan solo un par de secuencias, lo complicado de lograr el equilibrio en las relaciones, y que estas satisfagan a ambas partes por igual.

Gran nivel interpretativo, con el valor añadido de tratarse de una película rodada en dos idiomas. Ritmo demasiado lento que acompaña las densas sensaciones que despierta. Mejor ver en el cine, en casa hay más riesgo de desconectar.
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Sildarien
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8
7 de enero de 2024
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mr. Hunham, un veterano y huraño profesor, debe encargarse de supervisar a cinco alumnos qué, por diferentes motivos no pueden reunirse con sus familias y tienen que permanecer Barton, un prestigioso internado americano, durante las vacaciones de Navidad en 1970.

Al analizar el diverso grupo de estudiantes que se nos presenta, doy por hecho que la película girará en torno a las relaciones que se establezcan entre ellos y qué, a pesar de sus evidentes diferencias, el profe gruñón, el rebelde, el forrado, el simplón, el chico coreano y el niño mormón formarán, al final, un grupo unido que se apoyará y blá, blá blá…Pero resulta que me he equivocado y la verdadera pandilla protagonista, la que se queda, es otra, y me gusta mucho más.

Durante las dos semanas que duran las vacaciones Mr. Hunham, Angus (el alumno rebelde) y Mary (la encargada de la cocina del colegio), tendrán que convivir los tres solos en unas fechas en las que la familia es necesaria y en las que los traumas y las ausencias duelen aún más.

Emotiva y delicada, pero también ingeniosa y divertida, “The Holdovers” supone todo un viaje emocional en el que acompañamos a los protagonistas en su proceso de conocerse, de permitirse mirarse con otros ojos y de decidir cuidarse. Y por el camino, nos invita a reflexionar sobre temas tan dolorosos como la pérdida, la soledad, las diferencias de clases, de oportunidades y de raza, la salud mental, el peso de la infancia vivida, las frustraciones y los complejos. Y, aun así, no estamos ante una narración que genere tristeza, si no ante una historia bonita y conmovedora que, con sensibilidad y grandes dosis de humor, consigue poner el foco en las amistades
y conexiones inesperadas, y lo que estas pueden enseñarnos y en la capacidad de generosidad, transformación y resilencia que poseen algunas personas, incluso estando rotas.

La ambientación, la música, la factura, e incluso el cartel de la película, te sumergen de lleno los 70. El guion es muy bueno, las interpretaciones son de premio y la sensación que te deja es de “seguro que la volveré a ver y seguro que será en Navidad"
Sildarien
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