Resident Evil es una película de serie B bastante cutre: guión simple, casi inexistente; diálogos predecibles y prescindibles; actuaciones bochornosas; efectos especiales reguleros.

Como adaptación es aún peor, no tiene nada que ver con el videojuego del mismo nombre. Anderson tendría que haber hecho esta cosa con otro nombre. Los fans de los videojuegos se sentirán insultados y estafados con esta película.