#SalvameBombita 8'5/10

Decir que nunca me han entusiasmado las películas colares, por norma me parecen historias de fundamento inconexo que avanzan hacia el irremediable encuentro de los protagonistas o quizá.. hacia un intercambio de acción-reacción entre los mismos, que tiene como único propósito el asombro (que muchas veces es desconcierto) del espectador.

Pues bueno, si bien me parece que a algunas historias les falta metraje (la historia del coche, por ejemplo, carece de introducción emocional, sin entrar en detalles ni spoilers); lo cierto es, que sin buscar un común punto de encuentro ni físico ni temporal, el nexo de unión es palpable.

Son 6 relatos chistosos sobre tragedias que nacen de lo cotidiano, cuentitos que bien podrían pasar por la clásica historieta, a colación de un tema común, entre amigos compartiendo un mate y <<penduleando>> entre la crónica y la fábula. Es trágico y es cómico, es lúcido y es salvaje; y funciona porque tiene sentido. El hilo conductor es la venganza, la venganza contra el otro o más que la venganza, la revancha, contra lo cotidiano, contra lo injusto, contra lo cargante y al final.. contra la vida misma. No es una historia de héroes y villanos, es la historia del tipo que somos y no queremos ser, contra el tipo que queremos ser y no somos. Es lúcida desde la ocurrencia y salvaje en la ejecución, por instintos ocultos que seguramente pasean como una fantasía en la mente de los protagonistas desde hace "un tiempo", pero que abandona todo tipo de ficción etérea cuando el ejecutor decide no querer más vivir en esta realidad y presionado por su propia furia, a menudo frustrada, actúa , ahora sí, de manera salvaje y brutal sin tomar en cuenta consecuencias. Porque no había consecuencias en su plan, era una fantasía nada más.

Damián Szifron es fiel a sí mismo en la intrahistoria del detalle, más aún en los distintos niveles de detalle, que hacen que un mismo relato cambie su concepción emocional, hasta a 3 niveles, según el tiempo que empleemos en contarlo, y que hace que perdure agarrándose al humor como tabla de salvación; esto me parece grandioso. Desde el primer momento asistimos a una dirección que se ríe de si misma, que por consistente (y seguramente por ser la obra, toda suya) no pierde un atisbo de seriedad cinematográfica, aun combinando plano-secuencias, guión y música de manera sarcástica. Si lo absurdo pasa por trágico en el guión, no iba a ser menos que la dirección, intencionalmente forzada de obra trágica, perpare al espectador para la siguiente carcajada interior. La fotografía, la elección de los personajes (clásicos) y la ambientación pueden pasar quizá desapercibidas para el espectador foráneo, no fuerza la internacionalidad, busca el arraigo, que es a mi entender la principal razón por la que el público argentino abarrota las salas de cine para acudir a una representación de sus propias vidas y poder afrontar su realidad, siempre en "entre crisis", con crítica, orgullo disfrazado en prepotencia y humor. Es a su vez esta identificación con lo propio (que nació de las grandes producciones en publicidad nacional) lo que le otorga su sello de "marca", que aporta una dosis de romanticismo que le permite, de manera involuntaria, su internacionalidad.

En fin, me ha gustado (especialmente el desarrollo de la historia protagonizada por Darín). ¿Mucho? no lo sé, volveré a verla. Seguramente no la vea con nadie, no me aporta garantía de éxito ante un tercero y odio pasarme una película descifrando el nivel de detalle que capta mi acompañante. Si me preguntas a mí.. me hizo reír, más bien.. me hizo feliz mientras la estuve viendo; porque si bien no solté ninguna carcajada, pues era plenamente consciente de que no había lugar.. hizo reír a mi cerebro que es el mejor tipo de felicidad.